Corto II: Confesiones inesperadas.
En el capítulo anterior nuestros queridos inútiles [inserte explicación breve del capítulo anterior porque al narrador no le pagan suficiente para explicar paridas] ¿Qué les deparará en este corto pero intenso capítulo? ¡No se lo pierdan!
***
Nada más de acabar el beso entre Fátima y Bosco, ambos se levantaron del suelo y Fátima se sacudió los pantalones y se peinó un poco el flequillo. En ese momento Bosco comenzó a mirar embelesado al firmamento.
—Bueno —dijo Fátima terminando de peinarse—. ¿Ahora qué hacemos?
—... —Bosco aún se mantenía mirando al frente.
—¿Bosco? —seguía sin responder—.¡Tú! —dijo algo más malhumorada.
—Ay... lo siento es que... estaba pensando en... bueno... en lo que acaba de pasar.
—¿Algo que decir? —dijo la chica mirando a los ojos de Bosco.
—No... es que... estaba pensando en Silvio y... joder, no... no debí haberte besado —en ese momento anduvo algo más deprisa dirigiéndose hacia la caravana.
—¿Qué? —dijo Fátima observando a Bosco—. ¡Si fuiste tú el que empezó! —de repente se vio sola en el campo, de noche, a oscuras y le entró un escalofrío que hizo que corriera hacia él—. ¡Pero no me dejes sola! —lamentaba.
—¡Eso ya lo sé! Es solo que estaba cabreado con él y fue un calentón. Soy demasiado influenciable.
—¿Pero qué vas a hacer? ¿Se lo vas a contar? —decía muy asustada—. ¡Que me mata! ¡Que soy chiquita!
—Por ahora no pero... si ahora me pide disculpas me voy a sentir como la mierda.
Fátima se quedó pensando por un momento.
—Primero veamos si queda alguien vivo tras la pelea —en ese momento le comenzó a llegar un olor bastante rico a medida que se iban acercando.
—¿Oliste eso? —dijo emocionado—. Huele a pastel...
—¿¡Están haciendo bizcocho!? —preguntó Fátima emocionada—. ¿A la una de la mañana? —volvió a preguntar extrañada.
—Digamos que los horarios de Silvio son raros... Un momento ¿¡Que chucha hace haciendo un bizcocho?
Bosco aceleró el paso y fue a entrar a la caravana con Fátima siguiéndolo bastante deprisa. No estaba José María donde se situaban las rocas. El muchacho abrió la puerta y se encontró con Silvio sacando un bizcocho del horno.
—¿Silvio? —preguntó el muchacho bastante preocupado.
—Hola, cariño —dijo acercándose a darle un beso—. ¿Viste lo que estoy asiendo mientras la guarrrr... mientras tu hermana se ducha?
—Ehhh... un bizcocho. ¿Pero cuánto tiempo lleva en la ducha?
—¿Y José María? —preguntó Fátima.
—La concha de vuestra hermana —dijo Silvio enfadado por tantas preguntas—. A ver, José María no tengo ni idea de donde puede shegar a estar, y con Luna acabamos asiendo las pases. ¿Te podés creer que tenía ingredientes para haser bizcocho? Hasta le he añadido un poco de hierbabuena que tenía Luna en el cajón al pastelito para darle un sabor más gourmet. —dijo haciendo un círculo con los dedos.
—Genial —vio Bosco sorprendido.
—Yo... creo que será mejor que busque a José María —dijo la muchacha—. ¿Entró en la caravana?
—No hinches las pelotas, Fatima, sha te dije que no tengo ni puta idea.
—Vaale
La chica se dirigió hacia afuera a buscarle mientras Bosco se iba a su cuarto a cambiarse de ropa. Nada más abrir la puerta una enorme columna de humo salió de la puerta mientras José María gritaba.
—¡¡CONCHETUMARE!!
—¡AAAAAA! ¡CIERRA QUE SE ESCAPA EL HUMO!
Bosco comenzó a toser bastante fuerte.
—¿¡Qué mierda estás...!? —volvió a toser—.¿¡Estás fumando porros!?
—En caso de cristal, rompa el incendio —dijo dándole una fuerte calada a un porro
Fátima se asomó por la ventana.
—¿Qué narices? —justo entonces Bosco corrió a abrir la ventana y una ingente cantidad de humo porrero salió de la ventana provocando un emporramiento repentino en Fátima—. Haaaaalaaaaa... que guaaaay —dijo embobada oliendo el humo hasta que comenzó a toser—. ¿Qué mierda era eso?
Silvio también vino alertado con un trozo de bizcocho—. Por la concha de la lora ¿Qué estáis liando?
—¡Porros! —dijo Bosco enfadado ventilando su cuarto.
—Pero cabrón hijo de puta ¿qué hisiste? ¿Te reventaste a chorro los porros?
—Fátima, este duende de tres cabezas me está jodiendo el submarino
—¿Qué submarino? ¿Qué hablas?
Silvio se limitó a responder mientras Bosco sacó un abanico de un dibujo con una señora flamenca y comenzó a agitarlo para hacer que se vaya el humo.
—Dícese de método para emporrarse en el cual te fumas muchos porros con todas las ventanas cerradas para colocarte aún más
—Fátima, ven ahora mismo y llévate a tu amigo a un sitio más seguro.
—Voy
—No no —dijo José María andando torpemente—. Voy yo —justamente se dio de bocas contra una estantería
—¡José María! —Fátima corrió aún más deprisa preocupada pero antes de abrir la puerta de la caravana, el hombre dio una patada a la puerta haciendo que la chica diese un bote del susto.
—¡AH!
—¡¡AAAAAA!! ¡¡¡VOY A MATAR A CHEWBACCA!!! —el muchacho corrió bastante deprisa en dirección desconocida mientras Silvio y Bosco corrieron alertados a la puerta.
—Fátima, por la puta madre, ve tras él antes de que cometa crímenes contra la fauna de este... —en ese momento pasó una zarigüeya volando por delante de Fátima y gruñendo cosas en zarigüeya.
—¿Pero yo qué hago con él? —decía la chica preocupada mientras observaba el paradero del bicho.
—¡Lo que sea, contenlo por un rato, ahora vamos nosotros! —Silvio y Bosco empujaron a Fátima y cerraron la puerta.
—Puta madre —dijo quedándose en frente de la puerta como un perrito asustado.
Bosco volvió a abrir la puerta y le cedió una porción bastante grande del bizcocho de Silvio. Cerró de nuevo la puerta guiñándole el ojo.
—Hm—se encogió de hombros y le dio un bocado al bizcocho—¡Hmm! —dijo sorprendida—. Al menos está bastante bueno.
***
—Na zdoróvie —dijo Ivanov brindando su tercer vaso de vodka con el de Bratislava y bebiéndolo de un solo trago. Mientras Ivanov no mostraba ninguna reacción, Bratislava arrugaba la cara y comenzaba a darse algunos golpes en el pecho para que esa mierda bajara rápido.
—Bueno, se ha quedado buena noche, ¿no?
—Sí... —dijo con un tono melancólico. Nada normal en él. Pues solía tener siempre un palo de fregona metido por el culo.
—¿Te pasa algo? —preguntó Bratislava deseosa de que le contase su lío con la chica.
—No. Yo estar bien —volvió a tornar un tono firme.
—¿Por qué no me cuentas algo sobre ti? —dijo la chica sonriente—. ¿Alguna cosa que quieras contarme?
—Hise el servicio militar en zona de este de Rusia —Bratislava comenzó a bostezar. No era exactamente lo que quería escuchar—. Yo pelearme con osos y muchos tanques. Allí yo forjarme como guerrero que soy ahorra. ¿Tú?
—No hice servicio militar pero estudié informática en una FP. Ahí te medio convalida el servicio militar.
—¿Perro ahí estudiáis a manejar armas?
—Navajas para sobrevivir de los canis.
—Oh... entiendo.
—Y... pasemos a hablar ahora del tema amoroso... ¿Cómo te va? —dijo Bratislava ofreciéndole otra copa de vodka que el ruso la bebió como si nada.
—Oh... El amor. El amor ser algo marravilloso —estas declaraciones sorprendieron bastante a la chica—. Contar con una mujer parra ser cómplices.
—¿De crímenes? —dijo enarcando una ceja
—No, cómplices el uno del otro, del amor y de la enfermedad. Alguien con quien tú no poder sentirte solo por muy lejano que tu estar.
—Espera... ¿eso lo estás diciendo tú? —dijo totalmente sorprendida.
—Esta tarde, yo conocer a mujer española hermosa —dijo embelesado bebiendo más vodka y alzando la voz. Bratislava comenzó a hiperventilar al ver que iba a contarle cosas—. Pelirroja, rellenita, con gafas redondas y tetas como aguacates.
La chica enarcó una ceja.
—Ok. Eso no es muy romántico.
—¡Yo cogerla de las manos y desirle unas bellas palabras! que...
—¡¡¡Illo callarze ya me cago en to!!! —era Juan al otro lado de la pared—. Mañana ze va a levantá a las ciete vuestra puta madre ¿have?
Bratislava en un ataque de rabia le dio un cabezazo a la pared.
—¡Duérmete ya y deja de dar por culo! —la chica se dirigió a Ivanov con total normalidad—. Continúa, por favor.
—No... tu compañerro tiene razón. Nosotrios mañana tener que levantar temprano
En ese momento a la chica comenzó a perrearle un párpado y se notaba cierta agresividad en su rostro.
—Puto Juan —susurró—. ¿Pero qué le dijiste a la chica? ¡Solo eso!
—Yo creo que me he dejado llevar por vodka. No debí haber dicho nada. Adiós.
Ivanov se fue a su cuarto atravesando la cocina y Bratislava se fue al cuarto de Juan dando un portazo y quedándose en la puerta viendo al muchacho tumbado en la cama muy bien arropado y con cara de sobado.
—Me cago en tu puta madre.
—¿Que paza ahora? ¡Que me dejéis dormir ya, cojoneh!
—¡Me iba a contar su lío con la chica esa! ¡Me puede la intriga!
—¿Te digo yo a ti lo que me importa a quien le haya mojao el churro el ruzo?
—Pues a mí si me importa. ¿Porqué cojones no te callaste un poco más? ¡¡Eran solo 10 segundos!!
—Porque yo cin mis 8 horitas de sueño no zoy perzona. Ahora a tomar por culo de aquí —dijo tirándole una zapatilla. La chica se cubrió tras la puerta.
—Me voy a cagar... en tus ocho horas de sueño y la madre que te parió.
***
Tras una extensa negociación que incluía comida de por medio, Fátima logró calmar a José María y sentarlo en el descampado. Fátima se sentó apoyada sobre un árbol y José María tumbado hacia arriba pareciendo Patricio Estrella.
—Je jejeje —decía aún emporrado.
—¿De qué te ríes? —preguntó sin dejar de probar el bizcocho.
—De que el cielo se mueve —el muchacho volvió a reírse
—Ah... Pues es verdad —dijo asombrada señalando al cielo—. Se mueeeeeveeee que guaaaay
—Aaaaaaaa —comenzó a quejarse—. ¡¡Está girando muy rápido haz que pare!!
—¿Cómo coño quieres que haga eso? —Fátima frunció el ceño muy fuerte para intentar que el cielo pare—. Creo... creo que lo he conseguido. Uuuuuuuu —dijo con un tono agudo—. ¿Porqué siento que también me está afectando?
—¿¡Fátimaaa!? —se escucharon voces al fondo. Era Bosco junto a su pareja y su hermana.
—Aquíiii —dijo levantando la mano con una sonrisa—. Jeeeee —volvió a tumbarse patas arriba.
Los chicos se tumbaron también junto a ella y Luna comenzó a sospechar del bizcocho.
—¿Qué narices le echaste al bizcocho? La verdad también me estoy poniendo algo rara.
—¿Qué quieres que le eche, Luna? Decidí darle un toque de la menta que tenías en el cajón derecho.
—¿¡Qué!? Eso... eso no era menta, Silvio.
—Entonces... —Silvio miró preocupado a Luna—. ¿Hierbabuena?
—Marihuana —confesó enfadada.
—La chucha madre sha nos emporramos todos —comentó Bosco tumbándose también al lado de Fátima
—¿Es que no puedes hacer absolutamente nada bien? —dijo la chica dirigiéndose a Silvio— ¿Le pusiste toda la maría?
—Un puñado. Y che, boluda, si querés guardar tus productos de porreta guardalo en la habitasión como los normales.
—¡Quedamos que era mi cajón para las especias!
—Y nosostros hisimos las pases; boluda, rencorosa, la concha de tu hermana.
—Ey —Bosco hipó llamando la atención—. Que aquí la hermana soy yo —comenzó a reír bastante fuerte.
—Me costó setenta euros la mierda esa y tenía que durarme bastante.
—Che, Luna —dijo Silvio intentando verle el punto positivo a todo eso—. El quilombo ya está hecho, podemos... podemos seguir peleando o disfrutar del bizcocho —sonrió. Sin embargo Luna seguía cabreada.
—Que os den —dijo largándose hacia la caravana.
—Bueno, pues una menos. ¿Quién quiere más bizcocho?
—¡¡¡¡¡¡Yoooo!!!!! —gritó Fátima eufórica. El resto simplemente levantó la mano.
*5 minutos más tarde*
Al fondo se observaba a Fátima bailando y dando saltos mientras cantaba cosas random.
—Oye —comentó José María hablando en un tono serio—. Creo que he visto un conejo allá al fondo.
—Los conejos en la noche están dormidos. No digas boludeces.
Mientras, se observaba a Fátima algo más agotada dirigiéndose a donde estaban sus amigos pero justo pisó la cola de la zarigüeya que lanzó José María, así que esta se volvió y le mordió la pierna.
—Hmmm Si yo ahora mismo me disfrazara de conejo... —comentó Bosco mirando a la nada.
—Te partía en ocho, bebé —dijo Silvio mordiéndole los labios.
—FURRROOOO —gritó José María—. ¡Ja! ¡SON FURROOOOS!
Al fondo se observaba a Fátima gritando con la zarigüeya agarrada al pie y zarandeando la pierna muy fuerte haciendo que el bicho diese bastantes botes—. ¡Suéltame la patita!
—¡No! —dijo Bosco pensativo— Si me disfrazara de conejo, hablara su idioma y me infiltrase en su madriguera sería el rey de los conejos. ¿Se imaginan lo guay que sería tener un ejército de conejos para ti solo?
Fátima logró deshacerse del bicho e hizo que volase en dirección a los chicos sobrevolando a José María.
—¡¡UN CONEJO VOLADOOOOOOR!!
Acto seguido, la chica se sentó junto a un árbol mientras hiperventilaba. Poco a poco se fue calmando.
*10 minutos más tarde*
—Entonces, claro, si controlo un ejército de conejos más la nueva raza que acabamos de descubrir de conejos voladores, tendría el control sobre gran parte de la cosecha del mundo, haciendo de las guerras algo muy bestia porque gran parte de los presidentes me querrían comprar para hacer una guerra de desgaste con el enemigo. ¡¡Podría mandar a conejos a destruir todas las cosechas del país y matarlos a todos de hambre!!
—Odio la monarquía—dijo José María tumbado—. En la cena de Navidad tiré el pavo asado de mi madre contra la tele por el discurso de mierda que estaba dando.
—Perdí la virginidad con mi prima Emma —dijo Silvio.
—Me vi Boku no pico 3 veces. A partir de ahí no puedo comer helado de la misma forma —añadió Fátima—. Uuuuuuu —lamentaba.
—Me reuní con el presidente de Francia en calidad de rey de los conejos y de las cosechas pero los conejos no vinieron. Entonces me comí toda la lechuga del mundo y los obligué a observar.
—También le tiré el colchón a mi hermana porque no me dejaba jugar a la play tranquilo. ¡Debería haber ahogado a esa zorra!
—Era la fiesta nacional del asado en Argentina. Nuestras miradas se cruzaron al ver el chimichurri casero de mi padre. Acabamos haciéndolo en la noche sobre la parrilla cuando estaba todo a oscuras. Ahí supe que era gay... ¿Por qué estoy hablando de esto? —Silvio se preguntó levantando el torso del árbol algo más cuerdo.
—No lo sé —dijo Bosco—. Yo aún sigo pensando que ser rey de los conejos estaría muy guay.
—Me gusta la pornografía infantil —añadió Fátima.
—Ok. Ya. Corta —dijo Silvio levantando a Fátima para llevarla a la caravana—. Vamos a dormir antes de que digas cualquier otra boludez como que apoyas el holocausto.
—Wiiiiii camaaaaa
—Puta madre —Bosco se levantó junto a José María para seguirles—. A ella el bizcocho le afectó más de la cuenta ¿no?
—Puede ser que al ser más pequeñita le afectase más, pero no creo que dure mucho tiempo.
Fátima comenzó a tararear el himno franquista de España.
—Vale, ya te estás pasando, pinche estúpida.
—Oye pues tiene buen ritmo —añadió Bosco
—¡Bosco!
CONTINUARÁ
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