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Epílogo: Pendejos de vuelta a casa

En el capítulo anterior nuestros queridos inútiles se enzarzaron en una pelea con Chloe, Daniel e Ilario de la cual salieron victoriosos pero no sanos. Por suerte, Jaime, doctorado en medicina en la universidad de mis cojones pudo curarlos a todos de una forma un poco más o menos ortodoxa. Ahora mismo se encuentran en la carretera de Granada camino hacia Córdoba. El cielo comenzaba a ponerse muy nublado pese a que al principio había amanecido soleado. 

–Hmm –Jaime miró el cielo preocupado–. ¿Me irá el limpia parabrisas después de las ostias que le he metido a la caravana?

Jaime le dio al agua para que limpiase el parabrisas y sí funcionaba pero hacía un ruido horrible que despertó al resto de la gente 

–¿¡Qué ha sido eso!? –preguntó José María quien rápidamente abrió los ojos. 

–¿Qué huevos Jaime? –Mireia también se levantó

–¡Me cago en la puta! –se quejó Braulio

–¿¡Quieren dormirse de una puta vez!? Solo le he dado a al parabrisas para comprobar que funciona pero suena como sus muertos, creo que está roto. 

–Puede ser. –Mireia miró el cielo–. Ostia si está muy nublado. 

–No jodas que ahora va a llover. 

–No sé... hace mal tiempo. Pero como llueva nos vamos a joder pero bien. –respondió Jaime. Posteriormente miró al retrovisor para mirarlos–. Dormíos un poco anda. 

*Algunos kilómetros más tarde*

–Me cago en la puta –dijo Jaime encendiendo el parabrisas con el terrible sonido que eso producía. Había comenzado a llover y cada 5 segundos rechinaba el jodido parabrisas. 

–A ver, podría ser peor –comentó Ainoa. Acto seguido se avistó un rayo al fondo.

–¡Joder Ainoa! –se quejó Jaime–. Cállate que nos gafas, que como llueva a mares sí que... –se levó el parabrisas–. ... Nos vamos a la mierda. 

–Nada –dijo José María–. De locos el camino de vuelta 

Continuaron avanzando hacia la tormenta curiosamente. La verdad que son un poco desgraciados. Poco a poco iba lloviendo más y los rayos eran más frecuentes. Jaime activó el segundo nivel del limpiaparabrisas, cosa que, debido al agua comenzó a sonar menos afortunadamente.

Comenzó a llover tanto que Jaime apenas veía en la carretera, tuvo que poner las luces antiniebla y comenzar a andar mucho más lento. 

–¡No veo una puta mierda! –gritó Jaime bajando la velocidad a modo abuela. 

–Jaime –Sara miró por la luna trasera de la caravana–. ¿Está seguro de que has activado las luces antinieblas? 

–Sí. Lo que pasa que no las ves –Jaime miró bien la señal de que estaba encendida las luces antinieblas. 

–Vale. 

Acto seguido, Jaime vio por el retrovisor a un coche detrás suyo a toda ostia y dando un enorme frenazo al mismo tiempo que pitaba y chocaba a la caravana de Jaime por detrás. 

–¡Ah! –gritaron todos. Jaime se asomó por la ventana de la caravana muy cabreado. 

–¡¡Me cago en vuestra putísima madre!! –Braulio supporteó cogiendo el volante en la curva–. Ya tengo la jodida caravana en la mierda ¡¡¡como para que encima reciba más ostias!!! –Braulio dio un volantazo en una curva de poca visibilidad. 

El otro hombre asomó la cabeza del coche, era un hombre calvito. 

–¡¡Si vas a ir a velosidad abuela al menos pon las luses antinieblas!! ¡¡¡Pelotudo!!! –el hombre tenía un marcado acento argentino.

–Le dije que no tenía puestas las luces antinieblas –susurró Sara. 

Jaime regresó la cabeza y miró detenidamente el panel de la caravana. Giró una ruedecita y volvió a asomar la cabeza por la ventan. 

–¡¡¡TU!!! ¿¡Están ya puestas!?

–¡¡SIIII!! ¿¡Y vos te sacaste el carnet de conducir!? ¡¡Sos un pelotudo la reconcha de tu madre!!

–¡¡¡Me comes los cojones!!! –volvió a ponerse en su posición habitual de conducción–. Que majo –comentó con una sonrisa. 

–Puto bipolar de los cojones –comentó José María. 

–Tranquilos mis niños –decía Jaime mientras luchaba por mirar la carretera–. Está todo controlado. 

A los pocos segundos un rayo cayó muy cerca de ellos, el estruendo fue brutal y la lluvia comenzaba a ser muchísimo más intensa. Avanzando por la carretera la cosa no cambiaba, la lluvia comenzaba a imposibilitar la visibilidad a Jaime y a cada rato habían rayos con un terrible estruendo. Fue entonces, cuando Jaime intentaba cruzar una de esas pequeñas rías que la caravana comenzó a tambalearse ligeramente, yéndose hacia la cuneta. 

–¡¡Que se nos va la puta caravana!! –Jaime dio un acelerón saliendo de allí con bastante esfuerzo en el último momento. 

A los pocos segundos otro rayo cayó justo enfrente de la caravana, junto a un árbol. La fuerza fue tal que el árbol cayó justo en medio de la carretera. Haciendo que Jaime frenase en seco. 

–¡¡¡Puta madre!!! 

–¡¡¡Hala!!! –flipaba Miriam–. Puta tormenta joder. 

–Vale a ver –se excusó Jaime–. Puede que no esté todo controlado...

–No, Jaime. No está en absoluto controlado. 

–Al menos tenemos salud –Jaime miró la cara de Braulio bastante golpeada–. Bueno quizás no todos. Puta mierda de viaje de vuelta. 

–¿Y ahora qué mierdas hacemos? –preguntó Ainoa preocupada. 

–¿Llamar a los bomberos? –preguntó Sara. 

–No sería mala idea sino fuera porque probablemente no hubiese cobertura. 

Braulio ya se encontraba llamando a los bomberos pero ni siquiera pudieron contactar con ellos. Al fondo, el coche de atrás comenzaba a gritar por la ventana. 

–¿¡Y ahora por qué pelotudés te parás!? ¡¡Andá el carro la concha de tu hermana!! –comentó mientras pitaba incansablemente. 

–Voy a matar al puto argentino te lo juro –dijo Jaime mirando a Braulio con mala cara para posteriormente abrir la ventana y asomarse agresivamente–. ¡¡¡¡Porque un jodido rayo ha caído un puto árbol!!!! 

Justamente otro rayo cayó bastante cerca de allí en el momento en el que el argentino continuaba bardeando a Jaime. 

–Puta madre –Jaime cerró la ventana y se levantó de su asiento. 

–¿Qué vas a hacer? –preguntó Braulio 

–¡Sentarme a esperar a que lleguen los bomberos! –vio que los asientos estaban llenos así que se tumbó en el suelo. 

*Algunos momentos después*

Estuvieron esperando a que la tormenta acabase, que fue como a la media hora. El atasco era kilométrico. Llegaron grúas para conseguir quitar el enorme árbol que la tormenta había caído. Cuando oyeron la sirena de los bomberos en seguida se levantaron y se acercaron a la cabina de la caravana. 

–¡¡¡Por fiiiin!!! –dijo Jaime levantándose del suelo para ver como quitaban el dichoso árbol.

Pasado un tiempo, y una vez retirado el tronco, continuaron por la carretera camino hacia Hornachos, esta vez  y por primera vez sin ningún tipo de percance. Solo...

–Puta tormenta la que nos ha liado –comentaba Miriam

–¡Miriam tú callate que te has pasado toda la mañana durmiendo! –le contestaba Ainoa quien tenía cierto miedo a las tormentas. 

–¡A ver pos tenía sueño y me he dormío! ¿¡Qué problema tienes!?

–¡Que no te quejes de la tormenta cuando te has pasado casi toda la tormenta dormida!

–¡¡Me quejo cuando me sale del coñ...!! –José María apareció por detrás del asiento y le tapó la boca a Miriam para que se callase pero esta respondió con una colleja. 

–Niiiños no se peguen –comentaba Sara intentando calmarlos–. Ya hemos tenido suficiente pelea. 

–¡¡Me suda tres pollas las peleas que hemos tenido!! –gritaba José María–. O te callas o te tiro por la jodida ventana –señaló la ventana que José María había roto con la cabeza en la pelea contra Ilario. 

–Hmmmmm –dijo poniendo mala cara. 

–Puta madre ¿¡Qué mierda está pasando ahí atrás!? –Jaime miró por el retrovisor. 

–¡Que la zorra esta no se calla y quiero dormir! 

–Me cago en la puta. Braulio ¿Tu quieres dormir? –preguntó Jaime. El chico asintió con la cabeza–. Perfecto, pues paramos en alguna gasolinera y cambiamos de copiloto y todos contentos 

–Graciaaaas –decía Sara. 

Pararon en la gasolinera más cercana, Jaime aprovechó para pillar una redbull para contrarrestar el sueño que comenzaba a tener y cambiaron de copiloto de Braulio a Miriam. 

–Bueno, pues continuemos el jodido viaje. 

–Sí... –dijo Miriam algo triste. 

–Oye –Jaime paró en un stop–. ¿Te ocurre algo? 

–Es solo que... siento que no voy a volver a ver a Chris –miraba hacia el fondo en un paisaje bastante boscoso, las nubes estaban comenzando a quitarse y a asomar el sol entre las nubes. 

–Bueno, a ver. –Jaime miró brevemente la cara de Miriam–. Tenemos su número y hay autobuses desde algunos pueblos hasta Granada. Podemos decirle que venga o vamos nosotros. Yo lo veo buen plan. ¿No te parece? 

–Es que no sé si le hemos caído bien. 

–Miriam... Se fue casi llorando. Claro que le hemos caído bien. 

–¿Después de pegar a sus amigos? Lo último que recuerdo de él es saliendo de la caravana enfadado y gritándonos. 

–A ver, visto así... Tienes algo de razón –Jaime comenzó a acelerar para adelantar a un camión–. Oye, por cierto

–Dime

–¿Ayer por la noche que os interrumpí pasó algo? 

–Eh... –Miriam se notó algo nerviosa para hablar–. Pues estábamos a punto de besarnos cuando tú llegaste. 

–Lo suponía –comentaba dando una carcajada–. ¿Al final os besasteis? 

–Si –dijo muy ilusionada–. Ahora creo que lo voy a echar mucho de menos. Y sigo con esa incertidumbre de si le hemos caído bien o no. 

–Prueba a hablar con él cuando llegues al pueblo 

–Sí... A ver que dice. 

Hubo un rato de silencio en el que ambos se callaron durante un tiempo. Cuando Jaime giró su cabeza para tratar de continuar la conversación se encontró con que Miriam estaba apoyada contra la puerta y con los ojos cerrados durmiendo. Jaime esbozó una sonrisa y puso la radio un volumen bajo para no dormirse. 

–A ver qué ponen en Kiss FM –ponían una canción de Bon Jovi–. Hmmm asequible. 

Continuaron durante un tiempo por la carretera hasta que Miriam volvió a despertarse. Jaime volvió su mirada y la vio desperezarse. 

–¿Otra vez despierta? 

Ella se restregó las manos sobre los ojos. Aún seguía muy sobada. 

–¿Cuánto queda? 

–Casi nada –comentó riendo. 

–Hmmmm Quiero llegar yaaaa. 

–Ya queda menos, no te preocupes.

–Más te vale –se volvió a recostar en la puerta y a cerrar los ojos. 

–Hija de puta. 

*Algunos kilómetros más tarde*

Ya quedaba tan solo unos pocos kilómetros y Jaime al ver esto puso el himno de España versión cumbia a todo volumen al ver que todos estaban dormidos. 

–¡¡¡QUE YA ESTAMOS A NADA DE LLEGAAAAAR!!! 

–¡JODER JAIME! –se quejó Ainoa. 

–¡¡¡QUITA ESO!!! – se quejaba Sara poniéndose las manos en los oídos

–¡¡¡ARRIBA ESPAÑAAA!!! –gritaba José María animado. 

–¡¡Vamos ostia!! ¡¡Tanto dormir tanto dormir!! ¡¡Parecéis putas marmotas!! ¡¡¡ARRIBA ESPAÑA HIJOS DE PUTA!!! –Jaime subió un poco más el volumen. 

Entraron por la avenida del pueblo con el himno de España a todo volumen y José María saliendo por la ventana rota. Al rato los chicos comenzaron a animarse

–¡¡¡Que estamos vivos, señora!!! –gritó José María a una señora random que pasaba por ahí. 

–¡¡Mamarracho!! –respondió agitada. 

–¡José María! –gritó Jaime enfadado–. ¡Deja de acosar ancianas me cago en la puta!

Continuaron por la avenida hasta llegar al garaje donde Jaime aparcaría la caravana para calcular daño. Era un garaje al aire libre y bastante amplio

–Vamos a ver –Jaime salió de la caravana junto con los demás mirando la ventana rota, el capó algo levantado, un faro roto y varias rozaduras más–. De momento la fianza no me la devuelven.

–En absoluto –comentaba Sara mirando la rozadura en el lateral derecho de la caravana. 

–Bueno, entraba dentro de mis planes –Jaime continuó mirando la caravana así por encima mientras Braulio se mantenía dentro de la caravana haciendo algunas llamadas. 

Al poco rato, Braulio salió de la caravana. 

–¡Oye Miriam! –dijo Braulio apuntando con el bolígrafo. 

En seguida ella lo miró sorprendida. 

–¡Ah! ¡Dime! –dijo algo asustada. 

–Ahora que lo pienso detenidamente... No pagaste el alquiler de la caravana. Te acoplaste a la caravana sin pagar absolutamente nada. 

–Ostia pues es verdad... ¿Cuánto era? 

–Pues pagamos 105 lereles por persona –comentó Braulio. 

A Miriam se le quedó una cara de zarigüeya retenida. 

–a. 

–¡¡Venga a pagar jodida zorra!! –le recriminó José María. 

–Uy pos es verdad que has entrado de gratis –comentó Sara. 

Miriam trató de tranquilizarlos. 

–A ver calmáos que aviso a mis padres para que paguen su parte. Que obviamente aquí no tengo dinero. 

–Más te vale –comentó Jaime. 

–Oye Jaime. ¿Y como llevarás la caravana a Mérida? –preguntó Braulio con cierta preocupación. 

–Iré con mi padre, ya me inventaré algo para justificar las ostias de la caravana. A ver si cuela. Sino pues tocará acoquinar. 

–¿Cómo que tienes algo? ¿El qué? –Braulio se mantuvo sorprendido. 

–Mañana os lo cuento me cago en la puta. No me seáis impacientes. Y tú Miriam, quiero para mañana 

Ella asintió. 

–Está bien. 

*Al día siguiente en el mecánico*

–Madre mía –el hombre que le alquiló la caravana a Jaime se mantuvo con las manos en la cabeza sorprendido–. ¿¡Pero qué le has hecho!? 

–Ha sido un intento de homicidio –Jaime le mostró una foto de la matrícula de la caravana de Chloe con el móvil de su padre–. Esta caravana me ha impedido adelantarla y me chocó contra la valla de contención de la carretera. Vengo a presentar mi denuncia –Jaime se mostraba algo nervioso y le temblaba la mano al enseñarle la foto. 

–¿Cómo? –el mecánico entrecerró los ojos. No parecía creérselo mucho. 

–Resulta que esa gente nos había robado las mochilas e intentábamos hacerles que parasen para negociar pero sin embargo fue un intento de homicidio. De no haber si-sido por la valla de contención, habríamos muerto. 

–Hmmm –el hombre asintió comprensivo y Jaime se notaba algo más feliz–. A ver, podríamos denunciar pero con todo el respeto no sé si fiarme de lo que dice. 

–Yo sé que digo completamente la verdad. –Jaime puso cara triste para que le hicieran caso–.  Esa caravana ha destruido la suya. Los golpes de delante que ve son porque dieron frenazos para que nos choquemos. El faro roto es porque lo intenté esquivar pero aun así me dio y me rompió el faro. 

–Ya veo. Pero no obstante la culpa es suya por meterse en estos problemas, la fianza no se le devolverá. 

–Ya, a ver, lo entiendo pero quiero que usted me crea y denuncie a esa gentuza que casi nos mata. 

–No se preocupe, lo haremos y si lo desea habrá juicio. 

–Genial. Todo sea por joder a esos... por hacer justicia –alzó el puño firmemente.

Resulta que Jaime utilizó el móvil de Braulio para grabar gran parte de lo ocurrido mientras que ellos no tenían ninguna grabación con lo cual Jaime acabó ganando el juicio y a pesar de que perdió la fianza de la caravana, la mayoría de los desperfectos fueron pagados por el grupo de Ilario, Chloe y Daniel. Desatando una enorme furia sobre ellos, quienes no pudieron demostrar absolutamente nada a los jueces. Esta vez Jaime fue mucho más inteligentes que ellos. Pero alguien cercano al círculo de Chloe apuntó su nombre en una lista. 

–¿Sí? –Chloe recibió una llamada por teléfono a las afueras del juzgado, se encontraba en su coche. Un coche negro y deportivo–. Hemos perdido el juicio. No podíamos hacer nada, los muy hijos de puta grabaron lo que les interesaron y nosotros no teniamos nada para probar lo contrario (...) ¿Nombre? (...) Si... Jaime Galobart González (...) No... no me acuerdo de donde vive (...) ¿Irás a por él? (...) No sé. No me gusta que hagas estas cosas, si lo vas a hacer no me metas en tus mierdas. No quiero saber nada (...) Está bien...

FIN



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