-¿Alvaro?- dice una voz que me recuerda a mi compañero Miguel.

-¡Despiértate!- grita la misma voz.

En ese mismo momento empiezo a abrir los ojos.                                                                                                 Comienzo a notar el tacto de la arena, eso solo puede significar una cosa.
¡Hemos naufragado!

Me levante rápidamente y pude contar a 9 de mis compañeros.

Entre ellos estaban: Miguel, Carla, Alejandra, Xavi, Leontinne, Angel, Paulina, Hugo y Sofia. En total eramos 10.

Ninguno estábamos heridos. Decidimos hacer dos grupos de tres personas y uno de cuatro personas. El grupo de cuatro personas estaba formado por: Xavi, Miguel, Paulina y Carla. Ese grupo tenían que buscar a los demás compañeros "desaparecidos" y si era posible también a la profesora.

El grupo de 3 personas en la que estábamos yo, Hugo y Alejandra teníamos que buscar dentro del barco naufrago, por si acaso encontrábamos algo. 

Y el ultimo equipo tenían que empezar ha hacer un refugio. 

Entramos los tres dentro del barco, decidimos que yo fuera por las habitaciones, Hugo a la zona exterior y Alejandra a la zona de bares y demás

Empece a correr por el pasillo que daba entrada a todas las habitaciones. Cuando,  encontré mi habitación me di cuenta de que era el numero "13". Entre en ella, me lleve una gran sorpresa cuando encontré a Quique malherido. Intente despertarlo pero era imposible, entonces decidí cogerle para llevármelo a cuestas antes de que le pasara otra desgracia. Por el camino de vuelta me encontré una navaja. Ya fuera del barco encontré a Alejandra que me dijo.

-¿Ese es Quique? Creo que se ha roto la pierna, por suerte encontré un Kit medico en la zona de enfermería.-

En ese momento Alejandra se llevo a Quique a nuestro refugio medio construido a vendarle la pierna rota. Antes de llegar al refugio me encontré a Hugo que al parecer había encontrado mi mochila y dos mecheros.

No le quise decir nada a nadie sobre que tenia un navaja ya que se podían asustar o intentar quitármelo. 

Cuando llegue al refugio, abrí la mochila y cogí mi libro que se llamaba "El otro entrenador". 

Estaba tan cansado que me propuse hacerme una cama de hojas y echarme una siestecita.