[ O r i g e n e s - (II) :P u r p l e - J e s s ]
La primera pelea (Purple Jess)
Esta era una pelea importante. Demasiado importante, demasiado. Era algo que nadie podría entender en la posible carrera de una luchadora de artes mixtas. Jessica sabía de sobra que era realmente un problema no poder ganar, para ella, y sobre todo, para su padre.
Su padre era un enorme magnate de negocios, pero también era un gran fanático de las artes marciales mixtas. Jessica recuerda cuando este mismo se postraba en su sillón de tela a presenciar toda pelea posible de contrincantes cualquieras, los cuales morían y renacían en el ring, o más bien, el octágono.
Le había visto muy feliz a su padre en esa y en varias ocasiones más, presenciando las peleas, sintiéndose derrotado, vencedor, poderoso y siempre, saliendo de aquel pasatiempo con una sonrisa. Jessica amaba mucho a su padre. Desde que su madre había muerto no tenía consuelo de nadie más, siendo querida por las sirvientas de su padre, pero nada como el amor materno que tanto anhelaba.
Con el paso del tiempo, y viéndose inferior a otras personas, Jessica decidió que no solo por su padre, sino que, por ella misma, se convertiría en una campeona de las artes marciales mixtas, prometiendo en la tumba de su madre y en el letargo de su padre, después de una enorme indigesta de whisky, que no los defraudaría e ninguna manera. Todo estaba calculado para ella.
Comenzó con pequeños ejercicios de calentamiento, corriendo en toda la pradera artificial de la enorme casa en la que vivía. La brisa golpeaba su rostro mientras su cuerpo se calentaba y se llenaba de sudor por correr. Gotas de lluvia recubrían su cuerpo caliente del ejercicio cuando había diluvios, importándole menos que nada. Sentía que podría llegar a algo haciendo eso. Notando que su cuerpo se hacía más veloz en cuanto sus piernas, comenzó a practicar la velocidad de sus golpes.
Preparando varias ligas de fuerza descomunal y algo rígidas, las puso en sus brazos y no tuvo nada mejor que hacer que empezar a golpear al aire, haciendo sombra. Siempre con la cabeza en alto, incorruptible, daba golpes a la nada, sin desviar su camino en lo más mínimo. Con la velocidad suficiente, logró romper varias de estas ligas, no sintiendo más que victoria y un acomplejado sentimiento de superioridad, el cual quedaba descartado para sus padres, su madre fallecida y su magnate padre. Ocultando su avance, su cuerpo había cambiado un poco. A medida que crecía, su musculatura había aumentado un poco. No a niveles profesionales, pero un poco, sus brazos estaban tonificados y su abdomen era duro, aunque no marcado. Se sentía que estaba logrando algo. No obstante, la técnica tenía que ser perfeccionada.
Todo este crecimiento personal para ella era ocultado para su padre, quien siempre notaba algo curiosa a la pequeña Jessica. Ella ocultaba su cuerpo con vestimentas holgadas y mangas largas, evitando que su padre notara su musculatura. Su cabello, a pesar de ser un lindo tono castaño, se hartó de él, decidiendo ir a decolorarlo, para tener una presentación más característica. También, haciéndose un mechón de color purpura, su padre se impactó por ello, no importándole mucho y dejando de lado aquel comportamiento adolescente de la chica, quien seguía entrenando en secreto, mirando las peleas de las artes marciales mixtas con su padre, quien quedaba enajenado por al alcohol y dormía muy profundamente.
Veía las técnicas y se sentía no solamente abrumada por toda la cantidad de sangre que brotaba de todos los lugares, sino que comprendió que varios de los luchadores y las luchadoras tenían un seudónimo. Todos tenían un nombre del cual podían hacerse conocidos. Ella pensó en tomarlo como un bello ejemplo, el rayo purpura de su cabello.
En un momento dado, una de las grandes amigas de Jessica, conocida por su padre, le dijo que quería ir de viaje con su hija, aunque fuera un mes, antes de que ambas entraran a la preparatoria. El padre accedió, puesto a que su amiga no era para nada alguien problemática, y siempre tendría el teléfono de su madre al alcance.
Todo esto había sido una mentira de Jessica, que apoyada con su amiga, le habían contado a su padre. En realidad, su amiga iría de vacaciones, aunque fuera a un sitio abandonado por dios. Era en uno de los barrios más peligroso de toda la nación, siendo algo recordado por sus múltiples asaltos y muchos crímenes de odio hacia todos en general. El Bronx.
Se rumoreaba que había un concurso de peleas clandestinas en una de las zonas más alejadas del centro del Bronx. Esto fue algo que inquietó mucho a la amiga de Jessica y que entusiasmó a esta última. Era curioso como su sueño se hacía cada vez más manifiesto y menos un sueño. Preparando su cuerpo, Jessica se quitó su sudadera con capucha, cubrió sus nudillos con una venda, amarró su cabello, dejando una coleta de caballo en su cabeza y manteniendo el mismo rayo purpura.
Mirando hacia las calles, que se hacían más decadentes conforme pasaban por los altos y los edificios, no pudo sino sentirse completamente emocionada por enfrentar al horrible mundo en el cual se había quedado y nunca había visitado.
Bajando del auto de la madre de su amiga, fue dejada en la zona más alejada del Bronx. Ambas temiendo por la vida de Jessi, esta misma les confirmó que no debían tener miedo alguno. Solo le dieron sus guantes y una pequeña nota que había salido en una galleta de la suerte. "Todos tus deseos se harán realidad, pero sufrirás", dictaba la galleta.
Sin sentir miedo, había sido abandonada por su amiga en toda la extensión, solamente con un objetivo en su frente, en su horizonte. Destrozar todo lo que fuera posible destrozar. No tenía miedo, tampoco sentía incertidumbre. Solo temía perder ante lo que era su primera oportunidad.
Poniéndose su camiseta con capucha, caminó entre los oscuros callejones del Bronx, no sintiendo miedo en lo más mínimo y solamente presenciando el horror que era vivir allí para cualquier persona. Las vías del tren destrozadas, los edificios abandonados, el hedor a putrefacción y el aire contaminado no eran más que síntomas de un lugar olvidado para tiempos venideros.
Tras haber pasado varios grupos de personas sin hogar, llegaría a un círculo, donde varias personas veían a un par de chicos pelear. Ambos teniendo ya su musculatura marcada, cicatrices y dolorosas marcas de rasguños, perforaciones y sangre cayendo de forma precoz por toda la arena de combate.
Después de una ronda, uno de los contrincantes no pudo más y cayó desmayado al suelo, sintiendo un gran dolor de cabeza al despertar. Cuando el presentador de las peleas dijo que iba a haber una nueva pelea, Jessica decidió solo observar. Afortunadamente era contra una chica, siendo la otra quien había faltado en esa ocasión, siendo posible que cancelaran la pelea. Jessica se opuso a eso y con furia, retó a la luchadora.
Todos en el lugar rieron a carcajadas por lo que iba a ocurrir, Jessica solamente se había quitado su sudadera con capucha, dejando expuesto un cuerpo no exactamente tonificado pero lo suficientemente fuerte. La mujer, de casi veinte años, con algo de expectativa, no se contuvo en lo más mínimo y corrió con la intención de golpear a Jessica en su estómago. Ella lo recibió, no sintiendo tanto dolor, puesto a que su abdomen estaba duro. Recibió aquel regalo con un puñetazo en el centro del rostro de aquella mujer, haciéndola sangrar, pero no deteniéndola.
La mujer contratacó con un puñetazo en la quijada, haciendo que Jessica se detuviera un poco, más no la fulminó, sintiendo una gran adrenalina por lo que ocurría. Ella regresó el golpe pero en los costados, invalidando un poco a la mujer. Repentinamente, esta mujer, yendo en contra de las reglas, dio un mordisco a Jessica e uno de sus hombros, cosa que ella resintió y comenzó a gritar del dolor, siendo algo insignificante para todos y riéndose de ella por la queja.
Sin tener otra salida, apretó con fuerza uno de los senos de la mujer, haciendo que ella se moviera, solo para correr hacia el estomago de la mujer, golpear con su cabeza el mismo, sacándole el aire. Presionó, con sus pulgares, los ojos de la mujer, haciendo que esta comenzase a vomitar, cosa que no tenía mucho sentido, o al menos eso parecía ser. De forma apresurada, Jessica preparó su puño para golpear hacia el rostro de la mujer.
Y cuando esta pudo restaurarse, Jessica había conectado un puñetazo en la cien, haciendo que ella no pudiera moverse más. Como venganza, Jessica se acercó a la ya decaída mujer y con fuerza, mordió su nariz, arrancándole un gran trozo de cartílago de esta.
Esto no solamente asqueó a todo espectador de allí, sino que le causó un poco de nauseas a Jessica, quien se arrepintió de haberlo hecho, no por lo doloroso que debió ser para la mujer, sino por lo desagradable del hecho. Nadie dijo absolutamente nada, ni siquiera se dijo quien había ganado, pero Jessica ya había encontrado un consuelo en el mundo de las peleas; nada era justo y todo era una treta falsa y rastrera.
Jessica saldría del círculo, solamente para vomitar lo que había comido de aquella mujer. No podía ni siquiera respirar por lo iracundo del aire de aquel sitio. Sentía todo el asco del mismo cosmos en aquel sitio, perforando sus poros, sus fosas y sus genitales. Todo era un repudiable paraje.
Ella sabía, también y como contraste, que no podía hacer nada para contrastarlo todo. Debía de aprovechar las oportunidades, inclusive viniendo de un lugar completamente en ruinas, tanto morales como físicas.
Ella regresó al círculo, con más motivación para seguir. Le gritó a todos quien sería el siguiente. Todos guardaron silencio, sin mediar ni siquiera algún ruido de respiración. No obstante, eso llamaría la atención, llegando varias personas para retarla. La segunda persona que fue hacia ella para una pelea fue una mujer de color, con cabellos en rulos y mucha energía. Se le notaba egocéntrica en todos los sentidos. Unido a ello, era algo presumida y muy explosiva. Sus puños eran veloces como los pistones de un revolver a punto de disparar una bala y matar a lo que fuese pasando en su camino.
Jessica tomó impulso y se acomodó para poder atacar, insertando el primer golpe hacia ella. La mujer, sin miedo, se quitó la camiseta y quedó completamente desnuda, presumiendo su escultural cuerpo y lo dura de su carne. De inmediato, Jessica no se sintió tan motivada, no obstante, ya no podía echarse para atrás. La enorme mujer de color y la pequeña Jessica chocaron al correr hacia el centro de la arena. La mujer de color golpeó con fuerza con un rodillazo la quijada de Jessica, causando que ella se mordiera los labios y comenzara a sangrar. La adrenalina del momento no se desvaneció, causando que Jessica tuviera la suficiente fuerza para tomarla por los brazos, alejarla y remeter contra ella con un puñetazo en el centro de su rostro, después de saltar desde el entro hacia la posición de la mujer. El golpe no fue exactamente preciso, pero fue esencial para hacer finta y recibir con un golpe en la quijada a la mujer de color.
La mujer de color se alejó de Jessica después de sentir el golpe por completo. Todos gritaban el nombre de la mujer, siendo Sandy, pidiendo que matara a la niña egocéntrica de Jessica. Ella no hizo caso de lo que decía la multitud, quien tampoco conocía su nombre y solo la juzgaban por lo que notaban, siendo una persona completamente diferente a lo que se decía en aquel circulo de lo iracundo. Sin miedo a nada, la mujer de color, llamada Sandy, corrió desesperada para golpear a Jessica, siendo esta un poco más cautelosa y solamente cubriéndose con sus brazos, esperando el puñetazo. Sandy tenía una estrategia de golpearla en las piernas.
Llegó a un metro de ella, solo para deslizarse y darle una patada en el tobillo a Jessica, quien con algo de premonición, se movió un poco y corrió hacia la mujer, saltando encima de ella e inmovilizándola en el suelo, comenzando a golpearla repetidas veces en el rostro con furia desencarnada y desenfrenada. Todo era un caos viviente, siendo una tragedia para todos allí, viendo como Jessica se hacía cada vez más animal dentro de si. Lo peor vino cuando el color de sus ojos cambió, pasando de un color castaño a un rojo poco visto. Era como los ojos de un albino o de un perro con rabia. Su piel se hacía cada vez más pálida y sus dientes, incluyendo sus colmillos, se hacían más fuertes. Los golpes hacia Sandy crecían y crecían, hasta dejarla irreconocible, con moretones en todo el rostro.
La cara de Jessica volvió a la normalidad mientras se limpiaba los labios con su brazo. Vio que escurría sangre de Sandy de uno de sus dedos y, con velocidad, pintó sus labios de aquel liquido rojo, acercándose a Sandy y plantándole un beso en la boca con su propia sangre. Su firma y su consolidación. No recuerda que había pasado, no obstante, ahora, pese a todo, era conocida en el bajo mundo como Purple Jess.
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