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[ C a p í t u l o - (6) : M a t r i c u l a s ]

Los primeros diez días habían pasado, por lo que los criminales parecían haber logrado adaptarse correctamente antes los nuevos eventos y a la nueva normalidad que tendrían que experimentar de ahora en adelante.

Loren seguía de la misma forma en la que había entrado, disminuyendo su peso debido a la poca gana que tenía de ingerir alimentos. Esto era algo ya normal y cotidiano en todas las comidas de su camarada, en donde solo ella se mantenía con el platillo completamente vacío y el resto degustaba de alimentos comunes y corrientes, inclusive los platillos gourmet le parecían ciertamente repugnantes al resto si es que Loren no comía.

En el caso de los demás, no hubo gran cambio, puesto a que solo centraban su atención al resto de reclusos, viéndolos como personas ciertamente peligrosas. Todos ellos se habían dividido en varios grupos, al igual que ellos.

El grupo de Dhúl era conformado en su mayoría con reclusas mujeres, como una chica latina llamada Vianney J., quien parecía tener un cabello pelirrojo natural y usaba gafas negras que evitaban que cualquier persona viera sus ojos, una chica llamada Simone que vestía con ropa sumamente holgada, no dejando que se viera nada de su cuerpo, a excepción de su rostro, incluyendo sus manos que eran cubiertas con guantes de esquimal y su cabeza, la cual tenía un gorro de tela para el frio. En su rostro tenía algunos mechones de cabello que emergían del interior del gorro, lentes con el plástico oscuro, ojos rasgados y labios morados.

Había otras reclusas, sin embargo, no eran realmente destacables; en el caso de Vianney fue sentenciada a cadena perpetua por asesinar a su hijo de tan solo dos años, barbáricamente desnutrido y con poco desarrollo, lanzándolo a una jauría hambrienta. Fue descuartizado de la forma más sórdida posible. No quedó ningún resto, ni siquiera osamenta existente para un análisis adecuado.

En el caso de Simone, no quedó exactamente clara la razón por la cual ella fue llevada a prisión. Era algo que nadie podía entender, inclusive podría sonar surrealista, asegurando que el proyecto YAZMIN, había tomado posesión de todas las máquinas y que ella era una fugitiva, siendo enviada a LYNX como una compensación de favor que le debía el proyecto YAZMIN a la institución.

Vianney juraba que era innecesario tomar en serio a Simone, afirmando con lujo de detalle que Simone sufría de un golpe severo en su cerebro, el cual la había hecho alucinar, creando una realidad que ni siquiera era posible.

Todo eso no hizo sino inquietar un poco a Lorena y a su grupo.

El grupo en el que se encontraba Paola era uno repleto de hombres, tatuados, con perforaciones y cadenas que les hacía sangrar la piel.

Paola mantenía entretenida a su propia camarada con juegos de pulso, ejercicios y técnicamente, todo un gimnasio sin ser gimnasio.

Jess le llamaba la atención a Lewis. Era una chica, para su gusto, bastante hermosa. Tenía muchas de las cosas que le parecían sumamente atractivas; rubia, con algo de musculatura, delgada, no tanto pecho y no tanto trasero. Era algo equilibrado y perfecto para él.

Ezra pasaba la mayoría del tiempo hablando con Edward, quien no parecía cansarse de discutir de temas varios con él. Todo era similar a una escuela, para Loren, salvo la idea de que debían de pasar uno o dos años encerrados allí para evitar cumplir su condena.

-Muy bien damas y caballeros – Ruben entró en la gran sala, mientras el resto se encontraba en sus grupos – Ya han terminado los días de descanso, entiendo que se encuentran algo tranquilos, sin embargo, tenemos que poner en marcha el programa. De ahora en más, la comida y los víveres no serán gratis como lo han sido hasta ahora. Tendrán un marcador de puntos de que tan bien o que tan mal estén en las clases que les serán impartidas.

Todos los prisioneros empezaron a protestar en contra de ello, cosa que terminó cuando Paola se levantó y dio un fuerte aplauso. Todos guardaron silencio, mientras el eco del lugar se desvanecía lentamente.

-Todos guarden silencio – Dijo Paola – Quizá no sea tan malo. Pudimos haber esperado algo peor. Simplemente tenemos que estar en "clases". Es eso o ir a la cárcel y sufrir cosas horribles.

La multitud guardó silencio y Paola dejó de hablar. No obstante, Ruben miró alegremente como una de las criminales más fuertes decidía apelar a la autoridad antes de ir en contra de ella.

Muchos de los reclusos decidieron no actuar en contra, siguiendo los pasos de Paola. El grupo de Loren no dijo nada al respecto, siendo más bien indiferentes ante la situación.

-De acuerdo – Dijo Ruben – Síganme.

Todos los prisioneros caminaron desde la enorme estancia, con sillones de todos los tipos y algunas mesas, para ir a uno de los tantos cuartos del enorme complejo, que parecía una academia o un pabellón psiquiatrico, solo con dos grandes locaciones que eran la gran estancia y cafetería.

Formándose afuera de una habitación con una gran puerta roja, vieron que adentro había una cámara y varias matriculas escritas en un recuadro de madera, con una pestaña donde podían cambiar el número de matrícula.

-Primero – Dijo Ruben – La fotógrafa Myers va a pedirles que tomen esa tabla de madera mientras les toma la fotografía para su credencial.

-Por favor Ruben – Dijo la fotógrafa – Pueden llamarme Kel.

Kel Myers era una chica de tes tostada, cabello negro de risos, sonrisa carismática y con gafas, la cual tenía una camisa blanca, pantalones y chaleco rojo y una boina de color marrón. Era como ver a un italiano del siglo XX.

-De acuerdo – Dijo Ruben tomando la tabla y poniendo una matricula dentro de la pestaña – Pase el primero de la fila.

Cada uno de los reclusos caminó hacia donde apuntaba la cámara, tomando la tabla de madera con números aleatorios, en una matricula que empezaba con la letra "M".

El grupo de Loren pasó prácticamente hasta el final, junto a Paola, Jess, Dhúl, Vianney, Simone y el chico de cabello blanco.

***

· Loren Parr / No. M – 207.

· Grant Schedder / No. M – 259.

· Ezra Beker / No. M – 139.

· Edward Ross/ No. M – 005.

· Jessica ... / No. M – 002.

· Paola Santis / No. M – 069.

· Simone / No. M – 034.

· Vianney ... / No. M – 006.

· Dhúl Abuhadba / No. M – 603.

· Lewis Chadwick / No. M – 255.

· William Dolphin / No. M – 308.

***

-Entonces tu nombre es William – Dijo Grant.

-Le diré Billy – Dijo cómicamente Lewis a el chico de cabello blanco.

-Si – Respondió William con un tono suave.

- ¿Por qué no nos habías dicho tu nombre antes? – Preguntó Grant.

-No es nada de lo que tengan que preocuparse. Solo me gustaba la idea de tenerlo en secreto – Dijo suavemente riendo William.

-Bueno... eres alguien raro – Dijo Lewis golpeando un poco la espalda de William.

-Tal vez... ¿Quieres acompañarme al comedor?

-Ahora... ¿Ahora? Pero si estamos haciendo esto.

-Va a ser rápido. Te lo prometo – Dijo William riendo un poco.

-De acuerdo pequeño de pelusa – Dijo Lewis.

Ambos corrieron hacia el comedor, de forma tranquila y sin que fueran notados por nadie, ni siquiera por el resto del grupo de Loren. Todos ellos estaban algo extrañados con sus matriculas.

Llegando al gran comedor después de un largo tiempo, se dieron cuenta de que no había nadie. De paso, habían resurtido con frituras y pastelillos.

-Bien Lewis. Cuida que nadie venga – Dijo William.

William se acercó a los pastelillos y empezó a tomarlos compulsivamente. Llenó una canasta en sus brazos de varios de ellos; había croissants, donas, panecillos y madalenas, los cuales estaban dentro de bolsas de plástico trasparente. Con todo ello, Lewis se sorprendió.

-Vámonos de aquí – Dijo William, casi a nada de salir del gran comedor.

- ¡Alto! – Gritó la mujer de la cafetería. La chica de camisa roja se acercó a los dos criminales y los vio con cierto odio en su mirada.

-Será mejor que dejen esos panes ¡Su tiempo gratis se terminó!

William tenía el ceño fruncido, pero estaba asustado. Decidió hacerle caso a la chica, con cierto odio.

-Si se te ocurre hacer algo, las cámaras te están viendo. No me hagas reportarte.

-No, no, usted tranquila – Dijo William fingiendo estar asustado.

-De acuerdo – Dijo la chica de forma más tranquila – Ahora ¡Largo!

Saliendo cabizbajos, Lewis y William, el primero comenzó a reprender al otro.

- ¿Cómo se te ocurre intentar robar algo sin que te vean las cámaras cuando hay cámaras? – Dijo Lewis – Eso déjamelo a mi. Tu eres blanco, ¿cómo es posible que tu robes?

-Bueno, tranquilo Lewis – Dijo William – Oye ¿A ti te gustan los pastelillos de chocolate con relleno de fresa dentro?

- ¿Qué? – Dijo Lewis algo confundido – Si, pero eso no tiene...

William sacó un pastelillo de su manga izquierda y lo puso en la mano de Lewis.

-Pero... ¿Cómo?

-Sencillo – Dijo William – Si parece que robas varias cosas y las dejas, no sospecharán que hayas robado una aparte. Posiblemente después de un tiempo se dé cuenta. Disfruta tu pastelillo.

William se alejó de Lewis, no sin antes dándole una palmada en la espalda. Siguió su camino hacia uno de los grupos de criminales.

Lewis no sabía que ocurría; simplemente agarró el pastelillo y se lo comió.

-Está enfermo ese sujeto – Dijo Lewis hacia si mismo y en voz alta.

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