[ C a p í t u l o - (5) : M a r c a d o s ]
-Bien – Dijo Ruben – Ahora tendrán que pasar a la cámara de marcado. Allí, se les colocará una marca hecha con un metal al rojo vivo en el antebrazo izquierdo. De esa forma, cuando salgan de aquí y busquen una nueva vida, los que les otorguen un nuevo empleo, los reclutadores, puedan cerciorarse de que no tengan un historial criminal completo. En otras palabras, su historial criminal ya está marcado, sin embargo, con la marca no habrá problemas con que sean ustedes empleados de cualquier empresa o institución gubernamental.
Ezra, Grant, Lewis, Edward y Loren se formaron unidos, debido a que esto era algo extraño, muy peculiar para ellos; un tatuaje echo a base de calor con un metal ardiendo, era algo ridículamente rudimentario.
Todos los reclusos se formaron en fila a las afueras de una sala, destapándose el antebrazo izquierdo. De la nada, el hombre de cabello blanco volvió a aparecer, aunque ahora se veía interesado en Lewis.
-Disculpe – Dijo el chico de cabello blanco a Lewis – Si no es mucha molestia ¿Podría darme un puñetazo no tan fuerte en mi antebrazo?
Lewis hizo lo que el chico pidió, causándole que se retorciera de dolor por el golpe, no obstante, fue con la fuerza que el chico requería. Sacando un metal oxidado, empezó a formar el tatuaje que el metal dejaba en los reclusos. Habían varios oficiales vigilando, siendo este chico bastante cauteloso y solamente fijándose en como es que los criminales tenían el tatuaje en la unión de hombro y antebrazo. Esta parte solo emergía del interior de su gabardina, levantando la camisa que había adentro de esta. De esa forma, el resto de su brazo quedaba al descubierto. Este golpe causó que la temperatura de la piel aumentara, haciendo más convincente el tatuaje falso que iba a hacer.
Siguió "tatuando" la figura que los demás reclusos tenían, sintiendo algo de dolor y apretando los dientes. Tatuando con el metal oxidado, producía una profundidad similar a la que los tatuajes tenían después de ser marcados, incluido con el óxido, la tonalidad de piel era alterada, aunque fuera temporalmente.
Todos los reclusos habían pasado, incluyendo a Lewis, Grant, Loren, Ezra y Edward. Unido a ello, parecía que Paola estaba ansiosa por ese nuevo tatuaje. El resto de los criminales en realidad no sentían nada y parecían verse indignados.
Cuando le tocó a el chico de cabello blanco, notaron su tatuaje, el cual se veía bastante convincente.
-Señor – Dijo el marcador – Este chico ya tiene la marca ¿Qué hago?
Ruben se acercó al marcador para cerciorarse de que fuera cierto. Tocó un poco el tatuaje, sintiendo la profundidad y causándole dolor al chico de cabello blanco.
-Parece que se adelantaron – Dijo Ruben – Igual no es el único.
-De acuerdo – Dijo el marcador – Puedes retirarte.
El chico volvió a bajarse la manga de su camisa y subirse su gabardina. Caminó hacia afuera de forma normal y solamente siguió el próximo recluso.
***
La marca que los reclusos tenían era la de un lince, no en cuerpo, sino, la silueta de la cabeza de uno, mirando hacia el frente. Era parecida a la de un lobo con un gato. Era curiosa.
-Auch – Dijo Loren mientras la tocaba.
-Ten cuidado – Dijo Grant – Duele un poco ¿No?
-Un poco, si – Dijo Loren cubriéndose su antebrazo.
-Acaba de ocurrirme algo extraño – Dijo Lewis.
- ¿Qué pasó? – Preguntó Edward.
-Un chico me pidió que le diera un puñetazo en antebrazo – Dijo Lewis sentándose – Era curioso porque era donde lo iban a tatuar.
El grupo de aliados se encontraban sentados en la sala de estar de la gran estancia, mirando hacia todas partes. Ninguno de ellos estaba seguro de lo que iba a ocurrir. Loren pensó un poco en lo que estaba pasando y tuvo una epifanía. Se había hecho amiga de criminales más rápido que nada. Era para ella normal no tener muchos amigos, o sentirse sola con los que tenía. Dicen por allí que es mejor estar solo que estar con gente que te hace sentir solo. Eso era algo que usualmente experimentaba Loren, quien no podía permitirse una amistad sin pensar eso, sintiéndose miserable y algo dolida en el proceso. Fue muy peculiar y algo irónico que en el peor lugar que podía estar, repleto de criminales, se encontró con más amigos, pareciendo ser sinceros.
- ¿Qué chico fue, Lewis? – Preguntó Grant.
-No lo sé, era un albino.
- ¿Albino? – Dijo Grant algo sorprendido - ¿No habrá sido el mismo que estaba escribiendo cosas en la presentación de los doctores?
-Honestamente no lo vi.
-Oye – Dijo Lewis mirando hacia la derecha – Creo que es él.
Grant volteó y miró justamente lo mismo que pensó Lewis. Era el mismo chico albino, hablando con quien parecía ser Dhúl.
-Está con ese imbécil – Dijo Lewis mostrando algo de asco.
-Quien sabe, quizá solo hablan poco o fueron colegas – Dijo Grant.
- ¿Quieren que hable con él? – Preguntó Ezra.
-Será mejor que no – Dijo Edward.
Loren observó detenidamente al joven albino, quien parecía muy calmado con la situación y no se sentía como alguien falso. Al menos, no en cuanto la postura y su forma de moverse.
Grant y Lewis, con curiosidad fueron hacia Dhúl y el chico albino, para saludarlos, aunque quien le causaba más curiosidad era el chico albino.
acercándose más, Dhúl se dio cuenta de que se acercaban los dos hombres, mostrando desprecio en la mirada y hablando en susurros con el chico de cabello pálido.
-Hola señores – Dijo Grant.
-Hmm – Dijo Dhúl, egocéntricamente.
-Hola – Dijo el chico albino.
-Mi amigo quería hacerte una pregunta – Dijo Grant, señalando a Lewis.
Lewis se tardó en actuar, creyendo que era una broma, pero resultando se en serio.
- ¡Oh si! – Dijo Lewis - ¿Por qué querías que te diera un golpe en el antebrazo?
-Oh si... eso era porque con ese golpe podías inmovilizar mi antebrazo y así, el dolor no sería mucho al hacerme la marca, aunque me dolió un poco después y no resultó como yo quería.
-Oh – Dijo Lewis – De acuerdo... por cierto ¿Cómo te llamas?
-Solo soy una persona – Dijo el chico albino riendo un poco, cerrando los ojos y mostrando los dientes, que si bien eran de forma ordenada, eran algo amarillos.
-Tienes los dientes sucios – Dijo Lewis.
-No – Dijo el chico albino – Se ven así porque el banco de mi piel y mi cabello los amarillenta. Solo es el tono natural de los dientes.
Toda esa platica hizo pensar a Grant.
- ¿Por qué diablos estamos hablando de dentaduras?
De la nada, al igual que Lewis, el chico de cabello blanco empezó a reírse con ellos, los tres, a excepción de Dhúl, se mofaban de su propia incoherencia en su dialogo.
-HAHAHA – Lewis dejó de reír, hablando con el chico de cabello blanco – Me pareces algo gracioso chico, espero que mis expectativas sobre ti se mantengan un largo tiempo.
-Créeme – Dijo el chico de cabello blanco – Soy alguien bastante pintoresco.
Grant y Lewis se alejaron del chico de cabello blanco, teniendo una buena impresión, aunque parecía un imbécil.
-Creo que no durará mucho tiempo aquí – Dijo Lewis.
-Pienso de forma similar. No es mal chico pero parece un poco despistado – Dijo Grant, ambos hablando con tono bajo y evitando que el chico de cabello blanco los pudiera escuchar. Se alejaban a medida que hablaban más y más del joven, mostrándose algo curioso al momento de regresar con sus otros y nuevos colegas.
***
Loren había pasado ya una noche en el instituto LYNX, un lugar que no tenía muchas similitudes con una cárcel, obviamente porque no lo era y la mayoría de los criminales solo habían sido personas que cometieron un asesinato y nada más allá de ello. O tal vez, solo tal vez, no había vivido algo realmente peligroso en toda su estancia como sujeto voluntario del experimento.
En sus ojos veía a sus acompañantes con algo de misterio e insostenible Ironía. Ezra era una persona bastante graciosa en varios momentos, siendo más alguien bastante relajado. Aunque, si le preguntaba algo sobre la razón por la que estaba allí, su tono y semblante se hacían menos amistosos y más apáticos. No era una situación realmente agradable para él hablar de ello.
Lewis por su parte era como un militar arrepentido, a medias. Pues tenía un sentido del humor algo ácido y tendía bromas de humor negro en muchas ocasiones con Grant.
Edward no era gran espectáculo de personalidades hiperbólicas y extrovertidas. Era un tanto callado, siendo algo más pacifico. Aunque, su tono un tanto egocéntrico del habla, era discordante con su apariencia nada hostil.
Grant era la persona que más le producía confianza. Al tratarse de un militar no parecía ser una persona frustrada o traumada con algún evento de su pasado o de su travesía como militar. En realidad, era el miembro más sano de toda la nueva camarada. No parecía mostrarse hostil. Le parecía también alguien amigable y sensible. Era, irónicamente, el que menos parecía criminal de aquel equipo.
Cuando miró a su reflejo, Loren notó que tenía enormes ojeras y que su cabello rojizo perdía su color, volviendo al clásico tono café con brillo. Era una mezcolanza algo apagada. Sin embargo, todavía podía decir que era ella. El peor de todos los casos y de toda su facción fue que tenía enormes ojeras, sus labios se habían paralizado y sus ojos estaban decaídos. Notó que todo su cuerpo se hacía más delgado, inclusive su busto, por la falta de grasa y la falta de apetito por la situación que le había encomendado su propia elección de las cosas.
Viéndose frente a Grant, él era como un Boy Scout, enorme y con grandes anteojos. Era divertido verlo cuando intentaba hablar y hacer algo interesante con Edward, quien parecía más arrogante cuando hacía esto. Estas cosas eran lo que hacía de su nueva vida y estancia un tanto soportables, no perdiendo el interés ni decayendo de nueva cuenta en depresión. Además estaba consciente de que podría volver a su vida normal cuando terminara el experimento, inclusive, teniendo amigos que jamás creyó que tendría.
Frente al resto de los otros reclusos, ninguno parecía causarle mayor impresión. Habían recibido visitas frecuentes de Paola, quien se mostraba como una mujer ruda, a quien Loren no le gustaba mucho su estilo. En el caso de Dhúl, era el mismo soplapollas de siempre y no podía tener una opinión diferente de él. No obstante, había un recluso que le causaba cierta incomodidad y algo de temor. Era el chico de cabello blanco.
No le parecía alguien ingenuo a Loren. Sospechaba un poco de él. Le contó esto a su camarada inclusive:
-Oigan ¿Cómo se llama el chico de cabello blanco? – Preguntó Loren.
-No nos ha dicho como se llama – Dijo Lewis.
-Parece tomarse cierta teatralidad en su forma de ser ¿Pasó algo con él? ¿Lo conoces? – Dijo Grant.
-No... es solo que no me gusta mucho como actúa. Es muy amable.
-Solo es alguien crédulo, un poco ingenuo y algo torpe. No hay mucho que decir de él sin que pueda ser una broma absurda – Dijo Lewis tratando de calmar a Loren – Él no es ningún peligro para nadie. Puedes estar tranquila. Reconozco a un peligro cuando lo veo.
-Conserva la compostura Loren. Solo es un muchacho más del montón – Dijo Grant.
-Ni siquiera sabemos si cometió un crimen – Dijo Loren algo alterada.
-Quizá no cometió ninguno ¿Feliz? Hay personas inocentes en las prisiones todo el tiempo. Quizá solo sea uno más. O tal vez cometió un crimen por necesidad o algo así. No parece ser alguien que esté fingiendo – Dijo Edward.
-Espero que tu capacidad deductiva no esté fallando – Dijo Loren.
Todos miraron directamente al chico de cabello blanco, en una de sus juntas en la estancia principal. Él se mantenía anotando cosas en su libreta. Tenía una mirada muerta pero inocente. Su insignificancia se veía notoria en su postura, encorvada y con la mirada baja.
-Pobre diablo – Dijo Lewis – Se ve tan patético y débil. Si fuera un gordo con lentes y con las piernas retorcidas sería aún más vergonzoso verlo.
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