[ C a p í t u l o - (3 3) : T a c i t u r n o ]
Tras hablar con Jessica, Loren se dispuso a regresar a su habitación, que no era una celda realmente. No estaba encarcelada y podía salir si ella lo decidía, podía vagar si le parecía una buena idea. Podría hacer todo eso. Pese a la "libertad" que tenía, algo no cuadraba para ella. Algo seguía sin encajar.
No se trataban de las criaturas extrañas o los seres fuera de lo normal que eran Grant o Jessica, ni siquiera lo absurdo de ver personas de otras eras allí. Seguía caminando, de forma sutil y sin ser acelerada, pues no le gustaría que sus pasos se llegasen a malinterpretar. Que llegasen a ser escuchados.
Estando descalza y con los pies desnudos tocando la plataforma metálica que funcionaba de pasillo, contempló toda la "prisión". Había muchas más habitaciones, aunque estuvieran ocultas entre las sombras. Mirando por afuera del pasillo hacia el cielo, notó más complejas y intrincadas celdas, cuya existencia solo pudo consolidarse por luces, cuya iluminación podía distinguirse, pero no que era exactamente lo que iluminaba.
Mientras miraba hacia la nada, o eso parecía ser para quien detrás de ella moraba, escuchó una voz grave, muy grave. Sin embargo no produjo ningún sentimiento cálido, sino algo de inquietud.
-Loren – Dijo la voz tras de ella.
Volteando con miedo y con la mano en el pecho, pues el corazón había comenzado a acelerarse, miró quien era quien le había hablado. William, en la oscuridad, solamente perceptible por su cabello blanco, su piel pálida y esos ojos amarillos, muertos, sin brillo, rojizos y secos, como si se tratase de una marioneta vieja.
- ¡Oh! ¡William! ¡No salgas así de la nada! – Gritó atemorizada Loren.
- ¿No sentiste cuando venía por acá?
-No... ¿Venías caminando?
William solo ignoró la pregunta, riendo un poco, aunque realmente solo quería cambiar el tema; o eso parecía.
- ¿Cómo estás Loren? – Preguntó William, mientras se acercaba al barandal del pasillo.
Loren, confundida, simplemente se acercó al barandal y comenzó a hablar con William.
-B-bien supongo... – Dijo con un tono que pasaba de alterado a relajado.
-Tu corazón no dice eso... – William levantó su mano hacia el rostro de Loren y, con la forma de una garra, comenzó a abrirla y cerrarla frente a sus ojos – Hace "Ba dum" "Ba dum" sin detenerse. Lo hace tan rápido que puedo escucharlo desde esta distancia.
- ¡Me has asustado, animal!
-Eso no es excusa. Además de que se escuchaba así cuando saliste de la celda de Jessica – Dijo William, mirando hacia las celdas frente a él, las cuales, iluminadas por pequeñas lámparas, daban algo de luz a las celdas inferiores; donde ellos estaban.
-Espera... ¡¿Estuviste aquí todo este tiempo?!
-Desde que te caíste y comenzaste a sangrar... Por cierto, debes tener algún problema de coagulación, porque no es normal que sangres tanto. Espero que no sea lo mismo cuando tienes tu periodo – William seguía con un rostro inmudable, a la par que Loren se ponía roja, pero su semblante era molesto.
- ¿Y-y-y....? ¡¿Y tú como sabes eso?! – Dijo incómodamente Loren.
-Hmm – William solamente se regresó a las sombras, a la par que Loren seguía con la misma duda – Solo, evita golpearte y tu vida será más fácil.
Lorena le quería responder a William, pero tras que este se ocultara en la oscuridad, este dejó de existir, o al menos eso parecía. Ya no estaba allí William y Loren, con su paciencia al límite, simplemente decidió volver por donde había llegado; desde su celda.
***
Diario 028.
Suelo despertar durante la noche y dormir durante la noche. No suelo tardarme mucho tiempo en conciliar el sueño ni tampoco al despertar. Me he acostumbrado a una rutina diaria de cuatro horas; incluso menos.
Me despierto suspirando y tragando un poco del nauseabundo hedor de donde sea que me encuentre, que suelen ser zonas oscuras húmedas y con el aire pesado. Piso el suelo, sintiendo su frialdad, descalzo.
Antes de salir a cualquier parte froto suavemente mis dedos en mis oídos, de una forma tan suave que solamente yo puedo percibirlo. Nadie más, ni siquiera el otro oído. Paso por ambos y así me cercioro que escucho como siempre.
Me mantengo oculto en la oscuridad, escuchando solo el pasar del viento, mi débil respiración y los latidos de mi corazón, los cuales siempre están calmos. No procuro que se alteren, a menos de que no los controle
Miro con mis ojos, sin abrirlos mucho para que la luz no se refleje en mis globos oculares. Respiro tenuemente y mantengo el flujo de mi corazón en calma para evitar ser escuchado, por debajo de lo normal (que son 120/80 mmHg aproximadamente), tanteo la suciedad del suelo con mis guantes y saboreo la suciedad, detectando restos de piel muerta, concreto descompuesto y quizá uno que otro deshecho bacteriano. Es necesario desconfiar de tus sentidos y entrenarlos para poder sobrevivir al mundo real, que te contempla, mientas sin parar, avanza y se lleva a todo sucio placebo hacia el rumbo desconocido del final; un final que nadie conoce.
Contemplo desde la oscuridad de la enormidad de esta prisión, visualizando sus pasadizos oscuros, su tenue pero enfermiza luz, con su extensión superior que solo le podría causar vértigo a todo ser humano, incluso el más cuidadoso. Es algo inquietante mirar al cielo aquí, o más bien hacia arriba y encontrarte con más luces eternas, con diversos prisioneros que, posiblemente, pese a que no somos muchos, han estado encerrados por alguna razón. O tal vez son solo celdas libres para más encarcelados.
Me he dado cuenta hasta ahora que hay varios prisioneros que antes estaban con nosotros que han ido desapareciendo poco a poco. Del grupo de Paola, del de Dhúl, y en general, de todos los prisioneros, al menos cuatro han sido secuestrados dentro de esta prisión disfrazada.
Y le digo "secuestro" porque es imposible que alguien logre escaparse. Ya no he sabido nada de la existencia de Vianney, de Simone, mucho menos de aquellos insignificantes prisioneros que ahora más que nunca fueron importantes; por dejar de existir.
Vagando por la academia, o más bien esta prisión disfrazada, con rostros semi alegres y retorcidas construcciones frioleras y dignas de una fortaleza robotizada, he encontrado algunos vacíos que puedo usar a mi favor.
Las normas son muy estrictas en el sentido de que los prisioneros deben de pagar, con los puntos, todas sus compras de alimentos y víveres (El agua no entraría en esta categoría, pues se puede tomar del lavamanos), Bajo esa premisa, los prisioneros que no paguen (o roben) serán penalizados con una baja de sus puntos o serán reportados con la policía interna.
Sin embargo, lo importante aquí es que los prisioneros también deben de ser tratados con respeto por los encargados de la zona de alimentos. Es decir, a menos de que hayan robado, serán tratados como "clientes". No podrán reportar, penalizar y mucho menos golpear (La agresión física será castigada por los "consejos", que desconozco que demonios sea).
Bajo esto... quizá me pueda divertir un poco... Las cámaras pueden decir algo, los puntos se me pueden restar... quizá le pueda regresar el favor a la encargada del comedor... ya son tres las ocasiones que se dirige hacia mi como "albino", "paliducho" o "Casper". Esa zorra no sabe que tengo el conocimiento de las normas de este lugar, que cada vez se vuelve más arbitrario, sin sentido alguno.
Atte. Dolphin, W.
***
William notó como fue que todos los prisioneros se acercaban al aula principal, donde la Dra. Sandy les impartiría a todos una nueva sesión de sus técnicas milenarias y excéntricas. No mostraba mucho interés y tenía demasiada hambre. Ya había sido llevado ante los oficiales de la policía Coryn, quién entre sermones solía repeler a presencia de William.
-"A veces me cuestiono porque ustedes, blancos privilegiados, suelen cometer esta clase de acciones si no tienen nada que perder" – Rememoraba William, mientras se acercaba hacia la área de alimentos.
Estando dentro de la zona de alimentos, acercándose a las bosas de frituras, tomó unas papas con salsa negra y la abrió sin remedio (No tenía puntos con los cuales pagar). La encargada del área de comida, al igual que otras ocasiones, se acercó a William para decirle que dejara de comer algo que no había pagado.
William, mirando a la comerciante, como un niño pequeño, contemplaba con sus ojos muertos, completamente abiertos, lamiendo y saboreando la patata con especias y salsa negra, metiéndola, húmeda y sin sabor hacia su boca. Se reía de ella, aunque no fuera con una carcajada.
La comerciante activó la alarma de su mostrador, cercano a una caja de paletas heladas y una maceta que era enorme. Cuando la alarma sonó, varios oficiales del instituto L Y N X tomaron a William con fuerza.
-Amigos, ¿no gustan de unas papas? – Dijo William burlándose de los oficiales mientras estos lo sujetaban cual criminal buscado y era llevado a un lugar desconocido.
***
- ¡El instituto L Y N X les informa que no se tolerará ningún tipo de hurto o afectación hacia nuestro personal capacitado!
Un mensaje de voz resonó en toda la academia, siendo escuchado por la mayoría de los criminales, quienes, en el aula de Sandy, se mantenían manipulando lo que parecían ser partes de su cuerpo. En esta ocasión, los encarcelados masajeaban lo que parecía ser una piel extraña. No era humana, pero era muy similar. La tonalidad era pálida, aunque también tenía destellos sanguíneos de lo que parecía ser una sangre pútrida, con algunas arrugas y purulentas malformaciones.
Loren, pese a su interés por saber que demonios era esa cosa que sus manos estaban tocando con tanta despreocupación, observó como inclusive Carolina frotaba sus brazos en aquella cárnica criatura, o parte de criatura. Con repulsión absoluta, Loren contempló silenciosa como Carolina frotaba aquella cosa en su rostro, porqué, dicho por palabras de Carolina, quería sentir la carne en su cuerpo, de una manera más exacta.
-Me parece interesante lo que nos postulas – Dijo la Dra. Sandy - ¿Qué es aquello que te hace sentir la carne más cerca de ti?
-Noto su frialdad, su defecto... la sangre... lo siento todo – Dijo Carolina, con un tono desinteresado.
Loren seguía tocando la carne con sus manos, hasta que la Dra. Sandy ordenase detenerse. Por aquello y su concentración, estando dentro del masajeo a la carne, no se dio cuenta cuando Grant se había acercado a ella, para preguntarle algo.
- ¿Cómo está señorita Parr? – Dijo Grant, haciendo que Loren se diera la vuelta y ella se sonrojara.
-Oh... Lo mismo que tú, señor Schedder. – Dijo Loren, siguiendo con aquella rareza – Es desagradable, ¿no crees?
-Parece que jamás has tocado cosas más fétidas y malformadas que esto – Dijo Grant, riendo un poco.
-De hecho... nunca. – Dijo Loren, mirando con sarcasmo a Grant.
-Bueno... Mira, ¿por qué no simplemente la masajeas mientras hablamos? Así no te concentras completamente y olvidas lo que haces.
- ¿Pero y el olor?
-Bueno... no respires cerca de la pieza de carne y respira más cerca mío.
Pese a ser un comentario normal, común y corriente, valga la redundancia de la expresión, Loren se sonrojó al escuchar eso, evitando mirar a Grant porque sus mejillas estaban completamente rojas.
-Oye – Dijo Grant entre susurros, como lo había hecho hasta ese momento – No tienes que hacerlo si no quieres.
-No... Espera ¡¿Qué?! – Dijo Loren, aunque con un tono más elevado.
-Ustedes dos... ¿Qué hacen tan juntos? – Dijo la Dra. Sandy.
Ambos, tanto Loren como Grant miran a la Dra. Sandy, sin embargo, antes de responder, la puerta del aula se abre con brusquedad, entrando en ella un sangrentado, golpeado y adolorido William que, con las pocas fuerzas que le restaban, se estaba acercando lentamente hacia la Dra. Sandy.
-Mi dios... - Dijo la Dra. Sandy.
-Perdone la tardanza... - Dijo William – Tuve asuntos pendientes y accidentalmente tropecé con una escalera...
-Estoy seguro que no fue con una escalera, muerto – Dijo una voz al fondo del aula, perteneciente a Josef, quien con humor tomaba la situación de William. Este mismo, dentro del silencio incomodo, comenzó a reír falsamente, con una risa bastante creíble, aunque algo aguda.
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