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[ C a p í t u l o - (2 9) : H e d o r ]


Tras ser ordenados por Grant para escapar de aquel fenómeno fulmina-humanos. Erika era un ser desagradable en todo el sentido de la palabra, que no era nada en comparación con lo que posiblemente Grant había enfrentado en sus antiguos viajes; que todos ellos, fueron incluso más monstruosos que los que experimentó siendo un humilde soldado de las fuerzas alemanas a inicios del siglo XX.

Grant llamó la atención de Edward y de William. Estos se alejaron en petición del "veterano", quien, en su vasta experiencia, tenía en consideración sus frágiles y mortales vidas.

Tras salir de la oscuridad que traía consigo misma un hallazgo deforme, se entendieron con la luz del instituto, no sin antes escuchar nerviosos todo el alboroto. El rumor de destellos y chillidos antiquísimos eran llamativos para los oídos del psicólogo y el albino.

Espiando desde lejos, encontraron con ellos una situación bastante adversa; oficiales del instituto corrían ferozmente hacia ellos, por lo que se tuvieron que ocultar en una esquina aledaña a el callejón oscuro del cual salieron.

-Mierda – Dijo William en susurros – Son esos bastardos.

- ¿Qué ocurrirá con Grant? – Preguntó Edward al percatarse, en las lejanías, que los oficiales de L Y N X habían ido hacia la dirección en la cual se encontró con aquella inefable criatura.

-Espero con ansias que la esté enfrentando y la criatura pueda usar de alimento a esos animales; todos los oficiales de aquí parecen ser computadoras, haciendo cosas predeterminadas.

- ¡Mira! – Dijo Edward, señalando para llamar la atención de William. Grant había sido atrapado por los oficiales del instituto L Y N X. Edward quería levantarse, siendo detenido de manera apresurada por William.

- ¿Qué mierda haces?

-Si vas con ellos, lo que ellos le hagan a Grant te lo harán. Y sabes de sobra que, si tu acompañante es más fuerte, te harán rugir de dolor y agonía.

-Pero...

-Grant estará bien. No por nada es lo que es; tenemos que largarnos.

William y Edward se fueron de allí corriendo, evitando ser llamados por alguna estúpida alerta de algún guardia de ese lugar.

***

Siendo custodiado y tomado por la fuerza por los oficiales, Grant fue llevado a una habitación que es similar a las salas de interrogatorios. Esa característica hacía más parentesco a ese lugar enfermizo con una prisión. Grant apenas si podía sostenerse por sus pies, puesto a que su energía se había agotado por completo con la criatura que hacia unos momentos había asesinado.

-Será mejor que conserves tu postura, grandote – Dijo un oficial, chocando su porra de policía, la cual tenía corriente eléctrica, en el cuerpo de Grant.

El golpe no ocasionó que Grant pudiera recuperar las energías, pero si le causó un dolor indescriptible.

-Arrhg... - Gimió de dolor Grant a la par que era tomado con fuerza por los oficiales y sentado en la silla de la sala de interrogación.

Frente a él se encontraba una oficial muy especial. Esta oficial tenía un control para llamar y no llamar a quien fuera. Era fría en su semblante y se mostraba interesada en Grant; era Coryn Walsh.

-Grant Schedder – Dijo Coryn – Ese es tu nombre, supongo.

Grant no podía contestar. El transe generado a raíz del cansancio, por el uso excesivo de su energía, le propiciaba un estado de inconsciencia consciente; es decir, podría parecer despierto, pero en realidad su mente se encontraba en otro plano.

-Como sea – Coryn se dio cuenta más temprano que tarde que comunicarse con Grant era inútil – De acuerdo con los registros de la academia... – Coryn abrió una carpeta con documentos viejos (todos ellos parecían datar de principios del siglo XX) -...eras un soldado de las fuerzas alemanas, comandado por el Kaiser Wilhelm II (Guillermo II). Eras un soldado recién recibido en las fuerzas.

Grant seguía sin responder.

-También – Prosiguió Coryn – Hay registros de que rechazaste la propuesta de un regreso a la milicia por cuestiones personales. Hombre caucásico, cabello en rulos de color negro, con problemas degenerativos en la vista, heredados por tu abuelo, esposo y padre de familia hasta 1929.

Grant recién comenzaba a recuperar la consciencia. Sin embargo, el discurso de Coryn seguía siendo incomprensible para él.

-El registro del país remarca que moriste en 1929, un 23 de marzo. Descuartizado por supuestos colegas tuyos, entre ellos el señor Adolf Hitler. Fuera de ello, los registros siguientes son solo panfletos relacionados con la muerte de tu esposa y la de tu hija. Las notas afirman que las asesinaste con un arma de fuego.

- ¿Qué...? ¿Dónde?... ¡¿Dónde estoy?! – Dijo Grant, tras un largo periodo perdiendo el conocimiento.

Coryn se percató de ello y dejó de lado todo lo relacionado con Grant, lo que era su vida persona y lo que parecía ser su mortalidad.

-Oh – Dijo Coryn algo entusiasmada – Parece ser que no hay información de ti después del 23 de marzo de 1929; la razón por la que te encuentras aquí es un... misterio.

- ¿Qué? – Grant no podría encontrarse más anonadado - ¿De dónde salió aquella información?

-Eres un muerto, Grant – Coryn perdió toda atención en lo que decía Grant, sentándose en la mesa de confesiones – Y me intriga saber que demonios haces aquí.

-Aguarda un poco...

-Coryn... Coryn Walsh – Dijo la oficial mientras reacomodaba los documentos y cerraba la carpeta, haciendo que toda la información clasificada, como viejos periódicos, notas históricas e historial de soldados directamente de la milicia alemana quedaran únicamente como solo un elemento clasificado – Mi punto en toda esta conversación, señor Schedder, es saber que es usted y que hace.

-No tengo intención de hablar de ello, con todo el respeto que se merece de mi parte, como la dama que es usted – Dijo Grant, sintiéndose con la libertad de expresar lo ocurrido – Si bien esta puede ser una academia, un tanto más permisivo, dentro de todo parámetro afirmado, sigue siendo un lugar donde soy un criminal, y como me ha sido informado, en las leyes modernas, tengo el derecho de amnistía o algún tipo de defensa legal.

Coryn, al escuchar el argumento de Grant, no pudo evitar expresar el sentimiento de vergüenza y acojonamiento con una risotada, la cual se convirtió en risa burlona y evolucionó a una carcajada. Grant no podía comprender el actuar de la enfermiza policía, quien se suponía que debería de conocer sobre ello de manera adecuada y no demeritarlo.

-Grant – Dijo Coryn tras lograr retomar la compostura suficiente, sintiendo de igual manera algo de impulsividad por reír – Grant... No sabes en que clase de lugar te encuentras. Esto no es como en la era moderna que te han contado, ni siquiera puedo afirmar que en esta era se respetan esos preceptos.

Coryn se acercó a Grant, tomó por los hombros al débil hombre, quien mirándolo con sus ojos fantasmales, se encontraba algo asustado. Grant no comprendía la situación y mucho menos las expresiones, con ímpetu fatalista, que Coryn tenía para él.

-Eres muy viejo y aun así, muy joven y muy inocente para comprenderlo. Este sitio está alejado de todo tiempo, espacio y cualquier tipo de seguridad y finita capacidad. Lo que mora en todas las paredes de este sitio, no quieras creerlo o sí, es un lugar muy... diferente.

-Lo he notado ya – Dijo Grant quitando una de las manos de Coryn de su hombro.

- ¡¿Quién coño te has creído tu para quitar mi mano de aquí?! – Coryn regresó su mano al hombro de Grant, y sin pensarlo, se abalanzó hacia él, quedando encima de sus piernas – No eres nadie en este lugar, y toda lógica que hayas llevado contigo hasta este momento es no solo una insignificancia palpable. Es más que todo lo más decadente. No sirve un precepto filosófico y mucho menos político para lo que se presentará aquí. Aquí, en este lugar.

Grant se dio cuenta por completo de lo que estaba ocurriendo en frente suyo. No se trataba de simplemente una oficial enferma de su cabeza manteniéndolo bajo custodia. Era mucho más que todo aquello.

-Retírate de mí... – Grant recibió un apuñalamiento de un cuchillo de combate de la oficial Coryn, el cual se incrustó en su muslo izquierdo. Él, con las pocas fuerzas, resintió el daño con un rabioso rugido ahogado leve.

- ¿Qué? – Coryn escuchó la ligera voz de Grant, que más que ligera, era una amenaza con voz tenue.

Coryn simplemente no tuvo una mejor oportunidad, comenzando a pasar su lengua por todo el rostro de Grant. Sus lentes eran un impedimento sin sentido y los arrebató de su rostro, mientras su frente, mejillas, barbilla, labios, nariz y parpados eran salivados, embarnizados, manchados y lustrados por la lengua de la oficial.

-Hueles tal cual sabes... y sabes tal cual hueles...

Grant, repulsivamente aterrado y altamente repelente a la oficial en un todo, no entendió lo que había intentado decir con esa frase, mostrando su curiosidad, más bien desconcierto, con aquella afirmación.

-Tu carne sabe pútrida, tu sabor a azufre es infalible. No sabes salado como un humano, o dulce como un bebé. Ese sabor indescriptible lo detecto con facilidad. No eres de aquí y jamás serás de aquí.

La oficial Coryn se retira del regazo de Grant y se seca los labios con la manga de su uniforme, dejado en ella el rastro de saliva que corrompió la carne de Grant.

-Llévenselo – Gritó la oficial Coryn, dando una orden a sus oficiales.

Tan pronto como la orden de la oficial fue dicha, dictada en un todo, los oficiales con las siglas L.Y.N.X. sacaron de manera forzosa a Grant de la sala de entrevistas. A la par que lo iban llevando a su posible nueva celda o a la misma, Coryn lamía su manga, sintiendo de nuevo ese extraño pero delicioso sabor a azufre; sabor a infierno; sabor a muerto.

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