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[ C a p í t u l o - (1 3) : J o s e f ]

El siguiente día fue un poco más relajante para Loren, puesto a que lo de la noche anterior, aunque había sido más incógnita que otra cosa, por como actuaba Jessica, fue bastante relajante y estimulador para ella. No había tenido esa clase de arranques de ira con una persona. Era muy poco común en ella. Solo lo había tenido con un grupo de chicos que la molestaban frecuentemente en preparatoria; poca o nula importancia tiene hacia ello.

Loren había salido de su celda con una vestimenta casual; una camiseta gris de mangas cortas, un pantalón vaquero de color azul, zapatos o más bien botas negras, con muchas agujetas; se sentía fresca con esa camiseta y no podía sentirse más fresca, todo se veía bastante tranquilo ese día, o eso parecía.

-"¡Damas y caballeros!"- Gritó una voz en los parlantes – "Es de mi agrado informarles que ya casi tenemos un mes aquí, en el instituto L.Y.N.X."

Todos los prisioneros se sintieron, ya sea indiferentes, emocionados o un poco coléricos por la poca cantidad de tiempo, ante lo que dijo la voz de los parlantes.

-"Aún así, no bajen la guardia"- Dijo la voz con un tono un tanto misterioso – "De ahora en más, será necesario un compromiso total entre ustedes, ya sea con sus iguales o con las autoridades. Recuerden que aquí siempre seremos responsables de lo que eternamente se ha cultivado".

La voz fue cortada por un pequeño sonido de estática. Loren no tenía sino sentimientos de indiferencia a lo que aquellos parlantes o aquellas personas dijeran de las cosas. Era... extraño. No creía haber pensado en que los criminales ya no eran criminales. Pero, ¿y si realmente los criminales jamás fueron criminales, sino solo personas con mala suerte? Lo piensa detenidamente al notar que ninguno de los reclusos de allí se porta de forma violenta... a excepción de Jessica.

Hablando de ella, su mente no podía sacar de su cabeza que era lo que le había pasado a Jessica, cuando llegó al limite de sus emociones. Ese aclaramiento de piel, sus uñas o dedos puntiagudos, su respiración agitada, como si fuera un lobo o una criatura, unido al salivar extremo que ella tenía, no le hacían sino cuestionar la humanidad de Jessica, o pensar en que demonios ella se estaba convirtiendo.

Dejando de lado esos pensamientos, Jessica no podía ser sino ese estereotipo barato de matón escolar, aunque a mayor escala. No era molesta en absoluto; para Loren era algo más que eso; era insoportable, o al menos, cuando ella se acercaba a ellos.

-Oye Loren – Preguntó Grant, mientras le ofrecía un plato de salchichas alemanas - ¿No tienes hambre? Te traje esto del comedor.

- ¿Por qué tan amable, Grant? – Preguntó Paola, quien estaba comiendo tranquilamente, cerca de Edward.

-Me gusta ser amable – Dijo Grant.

-Pues yo no – Lewis tomó impulso desde su asiento y, esquivando a Ezra, tomó una de las salchichas del platillo de Loren. Esto molestó un poco a Grant.

- ¡Oye! – Grant solo pudo ver como Lewis se atascaba con esa salchicha.

- ¿Qué? Tengo hambre – Lewis no podía hablar bien, pues tenía la boca llena.

- ¡Oh! ¿Y tu crees que ella no? – Grant se levantó y le dijo a Loren – Vuelvo enseguida con otro plato.

-No hace falta – Dijo una voz frente a ellos, proveniente de un hombre con cabello abultado pero corto, con el pecho descubierto y repleto de cicatrices. Llevaba un cinturón de carpintero y botas de esquimal; era un peculiar carpintero de las montañas, o eso podía pensar alguien al verlo - ¿Quiere de este plato, Dame?

-No – Dijo Loren mirando sonriente al sujeto – Muchas gracias.

-De nada – Dijo el sujeto, siendo muy amable, dejando su bandeja de comida en la mesa de ellos – Si no es mucha indiscreción, ¿puedo sentarme con ustedes?

Todos se vieron fijamente, siendo Paola quien negó con la cabeza. Esto fue ignorado por el resto, a quien no le importó y simplemente le dijeron, asintiendo con la cabeza, que podía degustar sus alimentos allí; el hombre se mostró halagado y alegre.

-Muchas gracias – Dijo sentándose y comenzando a comer.

-Hmm – Grant comenzó a cuestionar al hombre - ¿Cuál es tu nombre?

-Oh – Dejó de comer el carpintero – Lamento mi falta de modales. Mi nombre es Josef.

-Josef. Me da gusto conocerte – Una voz detrás de él le habló; era William, quien extendió su mano para saludarlo. Él lo miró un poco confundido, aceptando el apretón de manos al final.

Le pidió a Lewis y a Ezra que hicieran un espacio para él, para poder sentarse.

-Y dime Josef – Dijo Lewis - ¿Por qué estás aquí?

-Una larga historia, que quizá los aburra.

-Nada es aburrido cuando lo dices de verdad – Dijo Ezra.

-Tus frases me causan nauseas – Dijo Lewis, golpeando en el antebrazo a Ezra.

-Dejen hablar a Josef – Dijo Grant, interrumpiendo el conflicto de ellos dos – Cuéntanos, sin sentir culpa o miedo.

-Bueno – Dijo Josef – Llegué aquí porque quemé el taller de carpintería de mi abuelo... y a mi abuelo.

Grant se mostró sorprendido ante lo que dijo Josef. El resto de la mesa también, aunque de otra forma, ya sea riéndose o viéndolo con indignación; el único con una mirada neutra o sin mostrar emociones fue William. La indiferencia del mismo hizo sentir un poco de calma a Josef, quien pudo seguir hablando.

-Había hecho algo horrible y no me podía permitir que siguiera con vida. No soy de las personas que busca venganza o quiere hacer las cosas por su mano. Pero la vida no le había cobrado el peor error que había cometido en su vida. No podía dejarlo así... Fue difícil, lo reconozco... Opciones no había.

- ¿Qué fue lo que hizo tu abuelo, para que lo mataras? – Preguntó Loren.

-Prefiero no hablar de eso – Josef tragó saliva, mientras su boca temblaba y su mentón se marcaba por morderse los dientes.

-Pero...

-No es necesario que lo digas – Dijo William, interrumpiendo a Lewis antes de insultarlo o hacer cualquier cosa; lo detuvo con la mano – Solo trata de olvidarlo. No fue algo sencillo, lo sé. Pero pensar mucho en eso te hará daño.

-Igual pienso eso – Dijo Josef – Pero lo que pasó puede que jamás lo logre superar.

-Tienes razón. De todas formas, hiciste lo que debiste y llegaste aquí. Si no lo superas, puede que jamás sea necesario.

- ¿Creen que debí haber acudido a cualquier autoridad?

-Yo creo que sí – Dijo Grant.

-Eso intenté. Pero la policía de mi país está más interesado en cosas como lo es en los naturalistas y en hacer ferias de cerveza y frankfurks. Terminaron de pagar su estúpida deuda con las guerras que había causado y ahora no sabe que demonios hacer con ese dinero que jamás tuvo. Me apena decir que vengo de allí. La policía fue completamente impune al tratar mi caso...

Grant miró detenidamente al escuchar eso. Sonaba algo bastante gracioso e irónico. Mantuvo la calma, evitando reírse.

- ¿De donde vienes? – Dijo Grant con un rostro alegre.

-Alemania – Dijo seriamente Josef.

Grant abrió los ojos de forma asustada o impactada.

-No puedes ser – Lewis comenzó a carcajearse – Pensabas en burlarte por donde vivía. Pero él vivió donde tú lo hiciste.

Lewis no se detuvo al mofarse de Grant; el mismo Grant se quedó viendo directamente a Lewis.

- ¿Tú también eres alemán?

-Si... lastimosamente – Dijo Grant.

-Bueno, en realidad no es para tanto – Dijo Ezra – La Alemania actual no está en guerra y creo que eso es bueno ¿No lo crees?

-Supongo – Dijo Grant, comenzando a comer.

Todos dejaron de hablar para poder enfocarse en sus alimentos. Loren no podía comer, o al menos, no se sentía cómoda comiendo cerca de Josef; alguien que apenas habían conocido. Era un poco distinto.

-Josef, ¿puedes venir hacia acá? Quiero charlar contigo – Dijo William, pidiéndole a Ezra y a Lewis que hicieran un espacio para él. William se dio cuenta de como se sentía Loren; después de que Josef fuera a sentarse a lado de William, Loren pudo comer tranquilamente.

- ¿Entonces de que quieres hablar? – Preguntó Josef.

- ¿Alguna vez has probado el helado de galletas?

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