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Capítulo I

La noche estaba siendo agitada por una fuerte tormenta. Los rayos iluminaban el bosque por segundos y los truenos hacían temblar el ambiente.
Un fornido lobo negro subía las escaleras de piedra que llevaban a la cabaña del líder. No era su líder pero tenía asuntos pendientes con él. El farolillo de luciérnagas que llevaba colgado de sus fauces iluminaba medianamente su camino, pero la rápida luz de los rayos le ayudaban a seguir adelante.
Llegó a la entrada, la puerta estaba abierta: le estaban esperando.
El lobo entró dejando el farolillo en el suelo y pasó la mirada por toda la estancia hasta ver una sombra acercarse hacia él. Vio su rostro una vez la luz del farol le iluminó: Un lobo gris y marrón que clavó sus ojos claros en él.
—Te estaba esperando.
—Lo sé.
—Es hora de que cumplas tu parte del trato–Dijo el lobo gris.
—¿Dónde está tu líder?
El lobo gris señaló con el hocico hacia una puerta que parecía llevar a la habitación del líder.
El lobo negro miró una vez más al canino, sin mostrar expresión alguna, y luego entró en la habitación del líder.
El lobo grisáceo salió de la cabaña cerrando la puerta tras de sí y bajó las escaleras con seguridad y un extraño brillo en sus ojos, pues pudo escuchar los gemidos de dolor de su líder a pesar de que los truenos y el sonido de la lluvia lo tapaban. Y tenía claro que sería tapado para siempre...


~• • •~

Los primeros rayos de sol bañaron el bosque con su calidez y las criaturas del bosque comenzaron a despertar. Las Cinco Manadas estaban listas para empezar un nuevo día. En una cabaña cualquiera de la Manada del Helecho una loba negra se desperezaba y se levantaba de su colchón de mala gana. No tenía ganas de levantarse pero ya era hora de trabajar. Salió de su cabaña y estiró sus oscuras alas a la par que daba un largo bostezo.
—Buenos días hermana-Saludó un lobo marrón oscuro a la loba.
—Buenos días Robledo–respondió ella aún adormilada.
—Que ¿Con ganas de cazar?
—Ninguna.
—¡Oh venga ya Nocturna! Levántate con ganas, ¡La vida son dos días! ¡Todo lo que hagas debes disfrutarlo!—Exclamó Robledo pisando el suelo ambiguamente con las patas y moviendo la cola.
—Ya...bueno, hoy voy sin ganas-dijo mientras caminaba por el suelo de piedra.
Robledo le siguió al trote.
—¿Acaso has dormido mal por la tormenta?
—¿Tormenta?—Hasta que su hermano no lo mencionó Nocturna no notó que el suelo estaba húmedo.
Era cierto, aquella noche había llovido. Una señal de que el otoño se acercaba y el verano daba a su fin.
S

u hermano aguantó la risa.
—¿Es que no te habías dado cuenta?–preguntó divertido.
—No, no me había dado cuenta, ¡Dejame ya en paz!
—¡Buenos días chicos!
Ambos hermanos levantaron las orejas y vieron cómo una loba marrón se acercaba hacia ellos.
—Buenos días Pinar–respondió Nocturna.
Su hermano Saludó con un gruñido amigable.
—¿Tú también estás lista para cazar?
—Por supuesto—Respondió la loba—Hoy es un buen día, además los ríos vendrán llenos, no hay problemas con la sequía.
Y efectivamente Pinar tenía razón, los meses anteriores el río bajaba con poca agua y hacía ya tiempo que no llovía, por lo que los lobos temían que el río se secara.
Un sonoro aullido resonó por toda la aldea: Roble, el líder, llamaba al grupo.
Los tres jóvenes lobos corrieron hacia su líder y se colocaron a su alrededor al igual que el resto del grupo.
—Manada, hoy es un gran día. La lluvia por fin ha llegado al territorio—el líder pasó la mirada por cada uno de los miembros de la manada—Lo más seguro es que el grupo de Córnidos de nuestro terreno se acerque al río. Así que lo recorreremos.
Los lobos asintieron y esperaron a que su líder dijera algo más. Claro que él sí que tenía algo más que agregar.
—Utilizaremos la técnica de vuelo-tierra. Los betas tomarán el frente, yo y Ventisca iremos detrás. Los demás a los flancos. Vamos allá Manada.
Robledo miró a su hermana emocionado y está puso los ojos en blanco, aunque en verdad le hacía gracia lo emocionado que éste se encontraba.
El líder caminó hacia la puerta principal cruzando el enorme muro de piedra que rodeaba a la aldea y todos los demás lo siguieron. Nocturna, como de costumbre, miró hacia arriba antes de cruzar la puerta: encima había un arco con una gema verde incrustada en el centro. Nunca supo por qué todas las aldeas tenían una.
Una vez fuera todos se colocaron en sus puestos e iniciaron el vuelo. La caza ya había comenzado.
La manada voló por encima de los árboles siguiendo el río, olisqueando el aire y buscando con la mirada a sus presas. Por fin tras unos eternos minutos vieron a un grupo de criaturas bebiendo en la orilla: eran muy parecidas a ciervos pero con cuernos como los de una cabra y tenían unas largas colas acabadas en una pelusa de pelo blanco. Córnidos, sí, ahí estaban.
Roble ladró avisando así al grupo y todos bajaron en picado hacia el venado. Los Córnidos no tardaron en darse cuenta del peligro y echaron a correr por el sotobosque.
Tornado y Luciérnaga aterrizaron delante del grupo de Córnidos, como su líder les había ordenado y siguieron corriendo sin perderlos de vista. Al aterrizar, Pinar y Robledo se colocaron al lado izquierdo y Nocturna y el viejo Musgoso se colocaron al lado izquierdo. Roble y Ventisca se quedaron detrás. Poco a poco el grupo de lobos comenzó a acorralar más a sus presas, acercándose poco a poco y cerrando el círculo, dificultando también la corrida del grupo.
Roble se adelantó un tanto para morder la pata trasera de uno de los Córnidos; esa sería la presa definitiva.
Pinar y Nocturna fueron directas hacia el Córnido justo cuando su líder lo había soltado a causa de una patada del herbívoro. Ambas cerraron sus mandíbulas en las patas delanteras de la criatura haciendo que cayera al suelo. Los demás dieron media vuelta y dejaron marchar a los demás Córnidos. Ventisca, rápida como el viento, mordió con fuerza el cuello del venado y tras pocos segundos el Córnido yacía muerto en el suelo. La caza había sido concluida.
Todos aullaron satisfechos y se felicitaron los unos a los otros entre lametones y movimientos de cola.
—¡Genial! ¡Genial!—Robledo fue a morder una pata de la criatura pero un gruñido se lo impidió.
—¡Robledo! ¿Es que no aprendes?—Tornado enseñó los colmillos—¡Primero come el líder!
Robledo se alejó de Tornado y de la comida dando unos pasos atrás.
—Perdón, perdón...
Tornado suspiró.
—No se cómo lo haces para meterte siempre en líos hermanito—rió Nocturna.
Robledo le dió un golpecito a su hermana con la pata.
Después de que Roble comiera y Ventisca también, los betas pudieron tomar su parte y después los gamma, al cual pertenecía Robledo que corrió ansioso a recoger su parte del festín. El último en comer fue Musgoso, que había pasado a ser omega hace unos meses. Tras haber comido, los betas recogieron la carne que había sobrado y todos juntos se fueron volando hacia la aldea de nuevo para alimentar a los cachorros y a los demás.
Cuando Nocturna entró en la aldea vio a Pimpollo jugar junto con su hermana Campanilla en la entrada de una cabaña. Cerca de los cachorros estaba Boreal, una loba ya algo mayor que había sido herida la semana pasada por un Ferox, un enorme felino atigrado y de enormes colmillos y garras.
—¡Ya estamos aquí!–Dijo Luciérnaga dejando la carne en el suelo.
Los cachorros dejaron sus juegos de lado y corrieron hacia ella.
—¡Gracias Luciérnaga!–dijo Campanilla dando vueltas alrededor de la loba.
El pequeño Pimpollo se acercó algo tímido también y dio las gracias.
Ambos empezaron a comer. Tornado se acercó a Boreal y le entregó el otro pedazo de carne.
—Muchas gracias Tornado–agradeció la casi veterana.
—No hay de que, ¿Qué tal van esas heridas?
—Van mejorando, están mucho mejor, gracias.
Nocturna se acercó y olisqueó las heridas.
—No están infectadas, en unos días podrás salir de la aldea de nuevo.
Boreal asintió.
—Dentro de poco, ¿Qué tal fue la caza?
—Fue bien, no ha sido difícil ésta vez—respondió Nocturna mientras se sentaba al lado de Boreal.
—Van mejorando las cosas, esta temporada va a ser buena.
Nocturna sonrió a su vieja amiga. Ambas estaban deseando que el otoño empezase por fin; era una buena época, sobre todo porque había frutos secos y hongos que recolectar además de la caza clásica.
—Recuerdo un verano...hace unos años...—comenzó a contar Boreal—hubo un incendio que llegó a ocupar tres de los territorios. Por suerte nuestro anterior líder consiguió detenerlo junto con los demás líderes utilizando el poder de las piedras.
Boreal señaló la gema verde de la entrada. Nocturna se quedó mirando la gema sorprendida, ¿Seguían teniendo esos poderes?
—¿Siguen funcionando?
Boreal asintió con la cabeza.
—Si la Gema de la Vida sigue funcionando las demás también lo harán, pero solo los líderes pueden utilizar su poder y además con cabeza.
—Entonces...¿No podrán utilizar su poder si la gema no funciona?
—Podrán canalizar su poder, pero será temporalmente y...
Pinar se acercó a ellas en ese momento.
—¡Nocturna! ¿Te apetece dar una vuelta por el territorio?
Nocturna no sabía si quedarse un rato más con Boreal o ir con su amiga. Miró a la veterana y ésta asintió.
—Ve con ella, luego hablamos.
—Está bien—Nocturna se levantó y fue junto a su amiga.
—¿Todo bien?—Preguntó Pinar.
—Si, Boreal estaba contándome algunas historias.
—Las antiguas épocas tienen grandes historias...¡Ojala haberlas vivido!
Ambas salieron corriendo por debajo del arco de la entrada y bajaron monte abajo. Deceleraron y fueron a paso tranquila por el bosque.
—Me gustaría comprobar algo–dijo entonces Pinar.
—¿El qué?
—Hay una pequeña arboleda de encinas más abajo del territorio y me gustaría comprobar si tiene bellotas.
Nocturna rió. A su amiga le encantaban esos frutos secos.
—Estabas deseando comer bellotas ¿Eh?
Pinar agachó una oreja algo avergonzada.
—Si, ¿Qué pasa por eso?
—Absolutamente nada Doña Bellota—Nocturna salió corriendo riendo.
—¡Eh!
Pinar persiguió a su amiga, pero Nocturna era más rápido y ágil esquivando y saltando rocas.
La loba negra se sentía orgullosa de tener esa habilidad y le resultaba gracioso escuchar a Pinar quejándose aún corriendo detrás de ella.
Nocturna dejó de correr y esperó a su amiga.
—Está bien, lo siento. Pero admite que es divertido—Dijo con picardía.
—No lo es—Pinar le dió un golpe con la pata en la cabeza a su amiga.
Nocturna se apartó de un salto soltando una carcajada. Su amiga sonrió también divertida y siguió caminando.
—¡Sígueme! Ya casi estamos.
Nocturna siguió a su amiga.
El suelo cada día se llenaba más de hojas secas, el otoño había llegado ya a los territorios.
Miró hacia el cielo a la par que caminaba: aún estaba un poco nublado pero parecía que no iría a llover durante el resto del día.
—¡Nocturna, hemos llegado!
Nocturna volvió la cabeza hacia su amiga, que ya estaba buscando entre las hojas de encina.
Se acercó a buscar junto a Pinar y pronto descubrió unas bellotas en una rama baja.
—Si hay, ¿Te has dado cuenta?...¿Pinar?
Pinar ya estaba en otra encina alegre de ver los frutos.
—¡Hay un montón!
Justo entonces se oyeron unos aullidos entristecidos. Las dos lobas se miraron sorprendidas.
—¿Qué ha pasado?
—Volvamos a la aldea.

Cuando llegaron a la aldea los dolorosos aullidos todavía no habían cesado, pero se oían mucho menos. Todos se susurraban entre sí y hablaban en murmuros. Los aullidos provenían de la aldea de al lado, la Manada del Liquen.
Pinar y Nocturna se acercaron a Tornado y Robledo que estaban hablando en bajo entre ellos.
Pinar miró a ambos confusa.
—¿Qué creéis que ha pasado?
—¿Quizá la muerte de un veterano?—dijo Tornado.
Robledo negó con la cabeza.
—Ha sonado realmente agonizante, ¿Iban a llorarle tanto a un veterano?
—No lo se, pero me temo lo peor...—Dijo Pinar.
—Esperemos que no sea lo que todos creemos que es-concluyó Tornado.
Nocturna escuchó la conversación sin intervenir y luego se giró al ver a Boreal hablando con Roble.
La expresión del líder era de preocupación y Boreal parecía entristecida. Después de intercambiar unas palabras que Nocturna no pudo oír Roble se fue hacia otro grupo de lobos. Nocturna aprovechó el momento para acercarse a Boreal.
—¿Va todo bien?
La veterana miró a Nocturna con unos preocupados ojos morados.
—No creo que vaya bien, algo va mal, esos aullidos han sido...
—Si, lo se...
—Esperemos a ser informados, es probable que mañana se nos informe de lo ocurrido en su Manada.
Era cierto, no faltaba nada para la siguiente reunión. Cada fase lunar las cinco Manadas se reunían en un claro de suelo rocoso rodado de abedules y cinco menhires que simbolizaban a las manadas.
Fue construido muchos años atrás cuando hubo una batalla contra un grupo de Solitarios corruptos. Desde entonces se reúnen para mantenerse informados.
—No creo que yo pueda ir Nocturna, pero ¿podrás informarme tú de lo ocurrido?
Nocturna volvió su atención a Boreal, que le miraba fijamente esperando respuesta.
—Por supuesto, yo te informo de todo, no te preocupes.
—Gracias joven-sonrió.
Nocturna barrió el claro con la mirada. Vio a su líder solo, parecía pensativo.
—¿Está bien Roble?—Preguntó a Boreal.
—Él se espera lo peor...Al igual que todos.
—Iré a hablar con él.
—Quizá necesite estar solo un rato, Nocturna.
—Si es así él me lo dirá. Voy a ver si está bien.
Nocturna se despidió de Boreal y se acercó a su líder.
—Roble...
La loba iba a preguntar algo pero no tuvo tiempo, pues un lobo de la Manada del Liquen acababa de entrar por la entrada principal.
El lobo frenó sin aliento y luego miró a todos alterado.
—¡Alguien ha asesinado a nuestro líder!

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