Estaba por caer la noche en la ciudad, las ventiscas anunciaban la llegada de una tormenta enojosa y arrítmica, posiblemente lo que restaba de horas oscuras fuese imposible salir por la gravedad de aquellas aguas furiosas. En el refugio se colocaron grandes carpas en el patio que tenían los animales, se les proporcionaron grandes mantas y Hyunjin ordenaba a los más pequeños en casetas para aislarlos del frío.

Habían cerrado ya y sabiendo que más tarde la ciudad estaría bañada, él junto a su compañero vieron por el bien del establecimiento. Llevaba unos cuantos años trabajando en aquel bello lugar y aunque no siempre estuvo acompañado, se le veía contento hacer su trabajo. Cuando inició su vida laboral no todo era tan perfecto y acorde a sus gustos, pues muy joven se lanzó a la calle en busca de un empleo que le sustentase, pero no fue fácil convencer a la gente de su destreza y desenvoltura.

Su primer trabajo fue de ayudante en una zona de obras y pese a ser un Alfa de gran porte, era patoso y tímido por lo que al mes lo echaron. Entró una semana después a un restaurante como ayudante de cocina, luego le pasaron a ser camarero y estableció allí varias amistades que le llevaron al refugio, viendo las ventajas del empleo, Hyunjin aceptó rápidamente

Y de eso ya tres años, Bangchan comenzó a trabajar con él apenas unos seis meses y compaginaron un ambiente laboral con una amistad fuera del horario. Al ser de edades similares y de gustos muy parecidos, ambos quedaban después del trabajo para ir a sitios de ocio y desvelar tanto trabajo.

No es que el refugio implicase mucho tiempo y arduo trabajo, pero Hyunjin tuvo que sacarse un curso superior de veterinaria para poder quedarse allí con un contrato, por lo que continuamente se le veía revisando a sus animales con dulzura, como si cada uno de ellos tuviese un pedacito de su alma.

Él amaba los animales, amaba ver sus ojuelos y cuidarlos, mimarlos y dar ese cariño que seguro que necesitaban. Todos eran rescatados de las calles y de una muerte segura, muchos también eran adoptados por familias o inclusive por personas individuales, algunas personas mayores se hacían con la compañía de un minino o de un cachorro ante la falta engañosa de un ser animado en su hogar.

Esa noche se marchó el último, Bangchan se había vestido con su ropa común y abandonando el local se fue a su casa. Por lo que Hyunjin se encargó de asegurar las alarmas, revisar a los más pequeños, atender a lo que haría mañana y cerrar el portón, como bien había dicho, su trabajo no necesitaba de mucho esfuerzo.

Estaba a mitad de camino cuando su teléfono comenzó a emitir la melodía característica, vibrando en el interior de su chaqueta y encendiéndose la linterna que tenía activada para las llamadas. Al principio optaría por bloquear la llamada y colocar sus cascos para insonorizar el exterior, pero el nombre de su jefe circulaba en la pantalla iluminada y no tuvo más salida que contestarle.

—¿Sí? -Estaba teniendo un día ajetreado con algunos mininos en el refugio, seguramente los dueños de dichos animales acudieron a su superior para demandar una queja.

Pero la animada voz del señor Kim le hizo dudar.

—¡Hyunjin! -Llamó en un grito- ¿Por que no te acercas a tomar algo? Estoy en la calle central, algunos de tus compañeros están aquí -Oh, pues era un día de borrachera del señor Kim.

No es que su jefe fuese un desquiciado amante de las sustancias alcohólicas ni mucho menos frecuentaba en bares para aminorar sus ganancias, pero existían esos míticos días de suerte para su jefe en los que por una razón desconocida, le daban arranques de fiesta, de alcohol, de sexo y de Omegas. Y para él era un dolor de cabeza constante que esos días llegaran, porque no se trataba de un joven con laburos heredados, era ya un señor con sus buenos años encima y con una esposa, desconoce si tiene hijos pues nunca llegó la ocasión de preguntarlo, pero de todas maneras veía agobiante la situación.

Si ya tenía una base económica buena, si contaba con una esposa... ¿qué sentido tenían aquellos arranques de vida de joven?

—Acabo de salir del refugio, señor... he tenido un día agotador-

—Te doy la semana libre, ven, diviértete y disfruta de tus veintiséis años como se debe -Hwang rodó sus luceros.

—No me apetece salir de fiesta ahora... -Dijo parándose frente a un paso de peatones, la luz roja para los peatones le obligó a quedarse quieto- ¿Necesita algo más?

Escuchó murmullos, alguien tosiendo, la música retumbando en parlantes, las conversaciones mezclándose en un aire cargado de densos aromas de Alfas y Omegas, por encima de aquello el alcohol invadiendo sus cuerpos... aborrecía eso.

—Tómate libre mañana... -Tal vez su jefe estaba perdiendo los estribos- Descansa, no te molesto más...

Algunas veces ese señor llegaba a ser extraño, tal vez por las veces que le hablaba con alcohol en su raciocinio o por esas actitudes de cariño o de preocupación como si fuese su hijo. Y no le molestaba, creció con padres en su misma casa pero a la vez, con ambos ausentes, ambos metidos en su mundo laboral por separado y proporcionándole dinero a bocajarro para mantenerlo feliz según ellos. Como si el dinero fuese a suplementar un amor inexistente.

Y esas veces que el señor Kim le hablaba así, se sentía como un cachorro adoptado.

Una vez colgada la llamada siguió su camino a casa, debía obedecer a su jefe y descansar, se pensaría el día siguiente si salir a disfrutar un poco de ocio nocturno ya que tenía el día libre. Quien sabe, a lo mejor probar en bares le ayude a ser como los jóvenes de su edad o que al menos le encuentre sentido a las bebidas alcohólicas.

Hyunjin no sabía que salir el día siguiente de fiesta, le haría conocer un estilo de vida diferente, una forma de ocio y trabajo diferente, un negocio que movía tantísimo dinero y privilegiados bolsillos con privilegiados hombres.
Además, conocería a la estrella de una galaxia tan negra y desolada.

꒰𝓣𝓣𝚊𝚎 ♡︎... ꒱