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Capítulo 1


Luego de una ardua lucha, he aquí el día 3 de la Kyman Valentine Week 2025.

Voy a culpar a Kyle en un 100% por lo complicado que fue de traer esto al mundo (no importa que el día 5 también está narrado desde el POV de Kyle, ese ha sido más fácil de escribir que este) y a Cartman por el trago amargo (yo lo escribí así, de todas formas quiero pegarle)

Día 3 - Intercambio

Advertencias: No beteado (todavía), personajes aumentados de edad (tienen unos 16-17 años), Probable OoC, realización de sentimientos, amor no requerido

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1-Faux pas

San Valentín, en su opinión, es una festividad estúpida y sobrevalorada, sin mencionar que es extremadamente consumista, hecha para alimentar las fauces hambrientas de corporaciones capitalistas que se aprovechaban descaradamente de personas ingenuas que viven en un mundo color de rosa. Cuando se está en la secundaria con un montón de adolescentes calenturientos, es tan bien usado como una excusa por las parejas para ir por los pasillos restregándole en la cara a otros su felicidad con sus descaradas muestras de afecto en público. Para los profesores es una oportunidad de torturarlos, simple y llano; no hay otra explicación más que esa para justificar la absurda idea que acaba de salir de labios de su profesora de hacer un intercambio de regalos en el salón por San Valentín.

¿Es por qué es joven e ingenua sin mayor experiencia con la población estudiantil de South Park o es todo un plan malvado para torturarlos?

—Vamos chicos —la mujer sonríe, pasando oír cada pupitre, animándolos a elegir un papelito con el nombre de alguno de sus compañeros—, tómenlo como una actividad para fortalecer sus lazos de amistad.

O quizá es simplemente estúpida. Kyle no puede encontrar ni una onza de simpatía en su interior para sentirse mal por estar eso de la profesora.

—Una jodida pérdida de tiempo, es lo que es —protesta Cartman, cruzándose de brazos negándose a tomar un papel—. Y un desperdicio también, ¿Por qué carajos hoy a invertir mi dinero, ganado arduamente debo añadir, en alguno de estos desgraciados?

—Señor Cartman... —advierte la profesora. Su intento de ser estricta le resultaría divertido a Kyle si no estuviera distraído por el comentario del castaño.

—Si por "arduamente" te refieres estafando a personas inocentes, no creo que nadie aquí quiera algo comprado con tu dinero, culón —le reta, girándose en su pupitre para poder mirarlo de frente.

Saber que Cartman de todas las personas expresa lo mismo que estaba pensando hace un segundo le sienta mal, por lo que, como siempre, su primer instinto es llevarle la contraria.

—¡Ja! Mi maravillosa presencia es regalo más que suficiente, judío de mierda —el castaño sonríe con malicia, teniendo la absoluta madurez de sacarle la lengua antes de meter la mano en el cuenco que la profesora tercamente mantiene frente a él—. Quién sea que te salga, sin embargo, tendrá muy mala suerte, todos saben que los judíos son unos tacaños de...

Sus palabras se cortan de golpe cuando abre el papel y lee el nombre escrito en el. Aunque Kyle se siente satisfecho de que a quién sea que haya sacado haya tenido la capacidad de cerrarle el hocico, no puede evitar sentir curiosidad de quién pudo causar tal efecto. Se endereza un poco, inclinándose hacía él pupitre de Cartman tratando de ver el nombre, pero la profesora se interpone en su camino, extendiendo el cuenco hacia él.

—Nada de espiar quién le tocó a sus compañeros —informa la mujer, agitando el cuenco—. Y nada de cambiar —agrega mirando a Cartman con severidad antes de que pudiera intercambiar su papelito con el de Kenny. Ambos se enderezan sonriendo con falsa inocencia.

Resignado a participar a la fuerza en el estúpido intercambio, Kyle mira el cuenco, cierto recelo brillando en sus ojos al notar que quedan pocos papelitos por lo que las posibilidades son limitadas. Rogando que le toque alguien fácil de regalar o, al menos, a quién conozca más allá de un saludo cordial en los pasillos, mete la mano en el cuenco tomando uno de los papeles. Satisfecha, la mujer sigue su camino para repartir los que quedan, y él mira el papel en su mano con una sensación repentina de fatalidad, lo que no tiene mucho sentido porque ¿qué tan malo podía ser?

Al desdoblar el papel se da cuenta que la respuesta es que puede ser muy, muy, muy malo. Escrito en la letra cursiva de la profesora, demasiado elegante en su opinión por ser de quién se trata, lee el nombre de Eric T. Cartman.

—Me tienes que estar jodiendo —masculla entre dientes, dejando caer la cabeza contra su pupitre, golpeando suavemente su frente.

—¿Creen que una barra de chocolate sea buena idea para el intercambio o es demasiado... Tacaño de mi parte? —Stan se gira sobre sus talones para poder mirar al grupo sin detener su caminata.

—Yo no veo porque no, tal vez la mitad de la clase haga eso —señala Kenny, encogiéndose de hombros.

Kyle también se encoje de hombros, aunque la verdad se ha perdido al menos la mitad de la conversación. De hecho, se ha perdido la mitad de lo que sea que haya pasado el resto del día, su mente demasiado ocupada en maldecir a quien se le haya ocurrido la brillante idea de poner en su camino el nombre de Cartman al momento de elegir. ¿Dios lo está castigando por haberse burlado de la profesora? No fue muy amable de su parte, aún considerando que fue en su mente y no dijo nada en voz alta; si bien no se arrepiente del todo, la sensación de que es un castigo le revuelve el estómago. ¿Qué se supone que debe regalarle a su enemigo de la infancia sin que esté saque una conclusión errada de ello?

¿A qué clase de conclusión errada podría llegar Cartman de todas formas? Ese es un pensamiento estúpido, se reprende mentalmente por la conclusión tan tonta a la que ha llegado. Obviamente no hay nada malo con darle un regalo, ¿verdad? Es el punto del intercambio. No hay nada de por medio que se pueda malinterpretar.

—O podrían hacer lo más sencillo: no hacer nada —protesta Cartman cruzándose de brazos.

Pero conociéndolo podría mal interpretarlo.

—Creo que es más fácil que admitas que eres un tacaño, culón —Kenny golpea su brazo, riendo.

Podría pensar que a Kyle le importa. Lo que es estúpido porque obviamente no le importa. Es un simple regalo, una obligación que debe cumplir por compromiso social.

—No soy tacaño, pobretón, soy práctico —rebate el castaño empujándolo.

¿Se vería más como un imbécil si le regalaba algo pequeño o si no le daba nada? ¿Esa es una opción? ¿No hacer nada? No es como que eso pudiera impactar sus calificaciones en la clase.

—Sí Cartman, un imbécil muy práctico —Stan se ríe deteniéndose para ponerse al nivel de Kyle y golpea suave su costado, en busca de que se una a la burla.

Pero la profesora lo había dicho, es una forma de fortalecer los lazos de amistad entre ellos, y hace años que la enemistad entre él y Cartman se había convertido en una rivalidad más o menos amistosa, donde de vez en cuando resolvían sus problemas con golpes sólo para seguir como si nada al siguiente día, que una enemistad verdadera. ¿No sería una señal de buena fé entre ambos si simplemente sigue las reglas del intercambio y realmente consigue algo?

—¿Kyle? —al no recibir respuesta, Stan toma su brazo tratando de llamar su atención—. Kyle, ¿estás bien? —pregunta preocupado, sarandeandolo un poco.

—¿Kyle? —Kenny también se detiene, chasqueando sus dedos frente a él.

Eso parece sacarlo de su trance finalmente. Parpadea un poco desorientado mirando a los otros tres, repasando la conversación tan bien como puede en un intento de entender que respuesta buscan de él.

—¿Eh? —pregunta confundido, dándose cuenta que no ha escuchado absolutamente nada de lo que han dicho.

—Demonios, ¿quién pudo haberte salido cómo para tenerte pasmado por el resto del día? —el comentario de Kenny lo hace sonrojar, sus ojos desviándose hacia Cartman por un segundo, antes de centrarse en el rubio.

—No es eso —se apresura a negar, carraspeando—, estaba pensando en el ensayo que tengo que entregar esta semana. Debo revisarlo, afinar los últimos detalles y...

—Aburrido —Cartman le interrumpe, empezando a caminar nuevamente—. Si sigues por ese camino, Kenny, se te va a pegar lo nerd.

—No soy un 'nerd' Cartman, no es mi culpa que tu seas un irresponsable —en automático Kyle lo sigue, chocando sus hombros—. Que, por cierto, estamos en esa misma clase, ¿tu empezaste ya?

—Lalalala, no te escucho —el castaño se lleva las manos a las orejas, cubriéndolas con fuerza, sacándole la lengua en el proceso.

Eso enciende una chispa de irritación en su interior, y está por morder el anzuelo y caer en el conocido patrón de fastidiarse mutuamente, pero se detiene cuando el gesto le hace notar algo. Los guantes de Cartman se ven jodidamente gastados. El antes vibrante color amarillo ahora opaco, las costuras deshilachándose alrededor de la punta de los dedos; los mismos guantes que siempre usa, pero que hasta ahora no había notado el mal estado en que realmente están. ¿Cuándo fue la última vez que fueron reemplazados? Con el frío infernal que todavía hace, y con lo jodidamente quejica que suele ser. Dios, es un imbécil por andar de esa forma, pero al final del día es su imbécil...

Oh.

La idea florece en su mente antes de que pueda detenerla. Eso es, ¿Verdad? Puede ser un buen regalo, totalmente apropiado ¿cierto? Práctico y aceptable que venga de un amigo... eh, ¿casi amigo? Como sea, lo que importa es que puede funcionar.

—Lo que sea, pero no vengas a arrastrándote en busca de copiar la tarea, porque no te voy a ayudar —bufa apretando las correas de su mochila y apresura su paso para llegar a su hogar antes, ignorando el llamado de sus amigos.

Tiene cosas que hacer y un regalo que comprar.

—Oh bube, esto no es necesario —Sheila se detiene en el marco de la puerta que da a la cocina, suspirando al ver a su hijo trabajar arduamente por terminar de limpiar el horno—. Sólo dime cuanto te falta para ese regalo, sabes que no es problema.

Kyle se detiene un segundo considerando sus palabras, antes de seguir con su tarea. En teoría, sabe muy bien que, dada la naturaleza del porque necesita dinero, su madre no tendría problemas con darselo; sin embargo, hay algo en su interior que le impulsa a... no sabe muy bien, ¿ganárselo? No tiene mucho sentido, y tampoco se sentó a buscárselo, sólo sabe que se siente correcto.

Y no es como que le falte mucho. Al llegar a casa fue directo a su habitación para revisar sus ahorros, no que planeara gastarlo todo, pero debía hacerse una idea de cuanto gastar. Si era muy costos, Cartman podría hacerse la idea equivocada -aunque aún no tiene en claro que idea puede ser esa, pensamiento para otro momento-, y si era demasiado barato se la pasaría quejándose hasta el final de los tiempos, con lo quisquilloso que podía ser con los regalos, Dios. Con eso en mente, había decidido sólo tomar una parte del dinero que algunos familiares le habían dado en las festividades y pedir un adelanto de su mesada para completar lo que pudiera faltarle.

Por ello esta limpiando el horno, que no suele ser parte de sus quehaceres asignados, para compensar por el adelanto. ¿Es necesario? Es obvio que no, ¿de todas formas lo hará y lo hará bien? Tenlo por seguro.

—Está bien, mamá, no es problema —responde luego de unos segundos de silencio, al sentir que su madre probablemente está esperando una respuesta.

—Bueno bube, al menos déjame...

—Nope, ya terminé —informa poniéndose en pie, levantando consigo la cubeta que había estado usando—. Limpio esto y te ayudo a preparar la cena —informa señalando la cubeta, apresurandose al fregadero para hacer eso antes de que la mujer pueda intervenir.

—Ahora eso es innecesario bube, me parece que el horno es más que suficiente justificación para adelantar tu mesada, ¿no? —Sheila no puede evitar sonreír notando que, aunque parece intentar ocultarlo, su hijo está obviamente emocionado por este asunto del regalo para su intercambio de San Valentín.

—Lo sé —Kyle la mira, sonriendo con suavidad—, es una propuesta genuina.

—Hm —la mujer alza una ceja, no creyendo ni por un segundo que lo sea. Lo conoce lo suficiente como para saber que está sobre compensando, o al menos le gusta pensar que lo conoce bien.

La cocina se sume en silencio luego de eso, con Kyle asegurándose de limpiar bien la cubeta y el fregadero y Sheila viéndolo trabajar. Cuando el joven termina, la mujer toma control de la cocina, dándole instrucciones de que hacer para preparar la cena. Podrá saber que no lo hace sinceramente, pero no por ello no va a disfrutar de cocinar junto a su hijo, pocas veces tienen la oportunidad de convivir en calma.

Trabajan en relativo silencio, interrumpido de vez en cuando por las instrucciones de Sheila o una que otra pregunta de Kyle sobre lo que están haciendo. Cuando llega el momento de dejar reposar lo que están preparando antes de los toques finales, la mujer lo invita a sentarse juntos tomando una taza de té.

—Y dime, bube, ¿alguna idea de que le vas a regalar a la persona que te tocó? —pregunta con suavidad, dándole un sorbo a su té.

—Sí —Kyle asiente, girando la taza entre sus manos sin apartar la vista del líquido en su interior. Sin embargo, los segundos pasan y el chico no elabora más en ello, haciéndole fruncir el ceño ligeramente.

—¿No vas a compartirle a tu madre en qué estás pensando? —cuestiona tratando de mantener su tono ligero, pero empieza a preocuparse por la naturaleza del regalo. Ciertamente no estará pensando en hacer una broma, ¿verdad?

—Es... bueno —el pelirrojo carraspea, toma un sorbo de su té y se reacomoda en su asiento—. Noté que sus guantes de invierno están algo gastados, pensé sería buena idea... ¿regalarle un par?

—¿Me estás preguntando a mi o es lo que decidiste hacer? —se relaja un poco, reconociendo que su silencio no es porque le esté ocultando algo, sino porque tal vez no está muy seguro de su decisión.

—Le voy a regalar un par de guantes —asiente mirándola, girando de nuevo la taza entre sus manos—. Es un regalo práctico, ¿verdad? Aunque ya casi se acaba el invierno, le será útil, y como serán nuevos podrá usarlos de nuevo cuando empiece la temporada fría.

A medida que habla y se sumerge en una larga explicación de porque cree que es un regalo idóneo, obviamente tratando de hacer ver que no le importa del todo, Sheila no puede evitar sonreír, orgullosa de su pequeño. Le alegra saber que está tomando en consideración las necesidades de esta persona misteriosa, que hasta el momento no le ha revelado quién es, pero por la forma en que habla le queda claro que, quién sea, le preocupa. ¿Por qué otra razón habría notado algo que cualquier otro amigo podría haber pasado por alto?

—Muy considerado de tu parte bube —asiente terminando su taza. Se pone en pie para buscar la tetera y servirse un poco más—. Debe gustarte mucho está chica, ¿no? Se nota que has pensado bien en tu regalo.

Sheila sonríe, esperándose una explosión de sorpresa y nerviosismo, como siempre que trae a colación la idea de que a Kyle pueda gustarle alguien. Su hijo parece no manejar muy bien la atención que pone sobre su vida romántica, ¿pero alguien puede culparla? Claramente, como madre, le preocupa el poco interés que ha mostrado en otras personas, siempre revoloteando alrededor de sus amigos, sobre todo de cierto muchachito problemático; sin embargo, notarlo tan emocionado por el día de San Valentín ha elevado sus esperanzas. Sale de sus pensamientos al notar que Kyle no ha respondido a su pregunta, girándose preocupada de que tal vez lo ha molestado más de lo necesario esta vez.

Al posar la vista en su hijo, en lugar de encontrar una expresión de molestia contenida, nota que se ha quedado mirando a la nada con un gesto pensativo. Está por preguntar si está bien, o desviar el tema, cuando Kyle finalmente reacciona. Para su sorpresa, una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios, sus mejillas enrojeciéndose cada vez más cuando su mirada cae en la taza y luego se alza hacia ella.

Sheila debe dejar la tetera de nuevo en la encimera, para evitar que se le caiga por la sorpresa. Nunca había visto los ojos de su hijo brillar de esa forma, y antes de que pueda abrir la boca tiene su respuesta.

—Sí, supongo que sí —dice bajo. Parpadea al notar lo que acaba de decir y carraspea con fuerza, apartando la vista con rapidez, avergonzado por sus palabras—. Quiero decir, me agrada ¿y qué? Eso no significa... no es nada mamá, no te hagas ideas raras.

El como el sonrojo de sus mejillas se extiende por el resto de su rostro y baja a su cuello, le cuenta una historia completamente diferente a la mujer.

—Hm, si tu lo dices bube —decidiendo dejar las cosas ahí, no vaya a ser que su hijo combustione de forma espontánea, Sheila regresa a su tarea anterior, toma la tetera y vuelve a la mesa sirviéndose otro poco. —¿Qué tal si vas a descansar un rato? A la cena no le falta mucho, puedo terminar aquí sola.

Kyle duda un poco, pero cede sin mucha protesta. Termina lo que queda de su té y va a dejar la taza en el fregadero antes de salir. Sheila lo ve salir, sonriendo feliz por lo que acaba de descubrir.

Su pequeño ha crecido tan rápido. No puede esperar a conocer a esa persona especial que se ha ganado su corazón.

Kyle juega distraídamente con su almuerzo, sus pensamientos desviándose de vez en cuando a la conversación que tuvo con su madre o, más bien, a la revelación que trajo consigo. De todos los momentos que pudo haber pasado, ¿tuvo que ser mientras hablaba con Sheila? La palabra vergüenza le queda pequeña a lo que siente de sólo pensar que su madre se dio cuenta de algo, y sabe muy bien que la mujer notó algo porque, aunque no ha vuelto a traer el tema a colación, le ha dedicado unas sonrisas compresivas que le ponen la piel de gallina. No sabe si es peor que siempre le pregunte si le gusta a alguien o que, ahora que de seguro sospecha que sí, llegará el momento en que lo interrogue al respecto. ¿Y cómo diablos va a explicarle que quién le gusta no es otro que Eric Cartman?

'Gustar' es un poco exagerado, se dice aplastando su pure de papa con más fuerza de la necesaria. Se niega a aceptar del todo que ese termino queda perfectamente con el tumulto de emociones que lo plagan en ese momento, y se niega aún más a aceptar, o siquiera pensar, que tal vez hace tiempo que lo hacen. Las cosas eran más fáciles cuando pensaba que la forma en que su estómago se revolvía al pensar en el castaño era irritación, no algo más. Aplasta un poco más su pure de papa, luchando por no sonrojarse cuando el pensamiento fugaz de que su regalo puede significar algo más pasa por su mente.

No, nope, negativo, no va a deslizarse por ese agujero de conejo. Esperará que llegue el viernes, cumplirá con el compromiso y fingirá que no le emociona pensar en que a Cartman pueda gustarle su regalo. 'Terreno peligroso, Kyle' se dice, pellizcando su muslo. 'Terreno muy peligroso'.

—Alguien dígame que no soy el único que no tiene ni la más mínima idea de que comprar para este viernes —la voz de Stan llega a él como una más que bienvenida distracción, aunque el tema de conversación que trae a colación al sentarse a su lado sea justamente lo que quiere evitar.

—Lamento informarte, Stanley querido, que yo sí tengo el mío —dice Kenny ocupando su lugar al otro lado de la mesa, bandeja vacía en manos, listo para robar parte del almuerzo de los otros tres.

—No puedo creer que me hayas ganado en eso —Stan se queja, cediendo voluntariamente parte de su almuerzo.

—Yo no puedo creer que ustedes de verás piensan comprar algo —interviene Cartman golpeando la mano de Kenny cuando el rubio intenta apoderarse de algo de su plato—. Quita tus manos, mugroso, si querías comer debiste comprar tu propia comida.

—Ow, Cartman, ¿le harás eso a tu mejor amigo? ¿me dejarás morir de hambre para saciar el barril sin fondo que llamas estómago? —Kenny se apoya contra su costado suspirando dramáticamente, colocándose de tal forma que le sea más fácil robar la comida y usar su cuerpo como escudo para que el castaño no se lo impida.

—Tardaron mucho en la fila —Kyle comenta mirando a Stan, ignorando con total naturalidad la discusión que se desencadena entre los otros dos.

—El culón, como siempre, intentó llevarse todo el menú —señala, riendo cuando Cartman protesta a su declaración, cosa que le cuesta una pequeña porción de su plato—. Gracias por esperarnos, pero ¿qué carajos te hizo tu almuerzo?

Kyle baja la vista a su plato, haciendo una mueca al notar el pequeño desastre que hizo mientras los esperaba, su pobre pure de papa casi desbordándose por el plato. Suspira e intenta rescatar lo que puede de su almuerzo, regresándolo al centro del plato antes de empezar a comer.

—Estaba distraído —dice luego de tragar, pasándole a Kenny su cartón de jugo cuando este le hace ojitos.

—¿Pensando en el viernes? —Stan sonríe esperanzado y Kyle debe hacer todo en su poder para no atragantarse por el casi acierto de su amigo.

—Más o menos —admite—. Si te hace sentir mejor, aún no he comprado mi regalo, pero si tengo una idea.

—Dios, no tu también —interviene Cartman con voz quejumbrosa—. Creí habíamos acordado que protestaríamos ante esta estupidez y no haríamos nada.

—Cartman, ¿quién en su sano juicio acordaría eso contigo? —Kyle alza una ceja, incrédulo—. Mejor aún, ¿en qué momento se supone que 'hicimos' tal acuerdo?

—El mismo día en que la profesora nos obligo a escoger nombres, duh —el castaño rueda los ojos, empezando a comer—. Al menos a mí me pareció bastante claro que no compraríamos nada.

—Ahora, eso no me sorprende en lo absoluto —señala Stan, sonriendo divertido—. Y llamabas a Kyle tacaño.

—No es ser tacaño, hippie —protesta—, como dije, sólo soy práctico. No voy a perder mi tiempo en esas tonterías.

—Todos están haciendo un esfuerzo, Cartman —Kyle frunce el ceño, apretando su tenedor con fuerza—. No cumplir sería grosero, hasta para ti.

—Hablas como si no me conocieras —Cartman alza una ceja, divertido, —¿no eres tú que me llama grosero en cada oportunidad que tienes?

—Sí pero... —protesta sintiendo su rostro enrojecer, aunque no tiene muy en claro si es irritación o vergüenza.

¿De verdad se está esforzando tanto por este imbécil?

—De todas formas, ¿a ti por qué te importa? —el castaño se inclina hacia él, entrecerrando los ojos—. También encuentras todo este asunto estúpido, ¿no?

—¿A ti por qué no te importa? —rebate, inclinándose hacia él—, no te va a matar hacer algo amable por esa persona que te salió al menos una vez en tu jodida vida. ¿Es tan difícil para ti ejercer un poco de simpatía?

El castaño retrocede enderezándose por completo en su asiento, apretando los labios con fuerza y hay algo en su mirada que se le hace familiar, una emoción que ha visto antes pero no puede poner su dedo en ello en ese momento. Desvía la mirada un segundo, apretando sus manos, pero cuando vuelve a mirarlo su postura se relaja y ese brillo en sus ojos ha desaparecido, en su lugar hay una malicia tan él que su estómago se revuelve. El silencio en la mesa se torna pasado por unos segundos mientras el castaño se lleva un par de bocados de su almuerzo a la boca, regodeándose en la obvia incomodidad que se aposa entre ellos.

—Porque, mi querido y estúpido judío —dice finalmente, encogiéndose de hombros con desinterés—, esa persona no me importa en lo absoluto.

Si un alfiler se cayera en ese momento, el eco que haría sería ensordecedor.

Si le preguntan, Kyle no podría explicar porque el comentario enciende una chispa de ira en su interior.

—Entonces... —Stan carraspea, rompiendo la tensión—, eh entonces, ¿alguna idea de que puedo regalarle a mi San Valentín? ¿Kyle?

O tal vez si lo sabe. Tal vez es porque la indiferencia del castaño lo hace sentirse estúpido. Tal vez es porque mientras él está aquí, dejándose llevar por la idea de hacer algo bueno por un amigo, el imbécil no se puede tomar un minuto por hacer lo mismo por otra persona.

Tal vez es porque, por alguna razón, piensa que Cartman puede hacer algo bueno sin la necesidad de beneficiarse de ello.

—Si quieres te acompaño a elegir algo, de todas formas, debo comprar mi regalo esta tarde —dice despacio, tratando de aflojar su mandíbula y no rechinar los dientes al hablar. No tiene muy en claro de que clase de expresión está haciendo como para que Stan, al girarse hacia él, se remueva en su asiento, pero debe ser bastante malo. Supone que es peor que, en ese momento, poco le importe.

—Eso sería genial, gracias Ky —Stan palmea su hombro sonriendo nerviosamente, volviendo su atención al resto de la mesa—. Estaba pensando que podemos ver una película en mi casa este sábado, atiborrarnos de chocolates y cerveza, ¿qué dicen?

—Sí, buena idea Stan —Kenny salta a la conversación con una risa nerviosa, mirando de Kyle a Cartman, sobre todo a Cartman alzando una ceja, tratando de entender que carajo acaba de pasar.

Pero Kyle no le presta mucha atención a eso. Luego de unos minutos en que la conversación rueda por sus hombros, incapaz de concentrarse en ella, se pone en pie con su bandeja, desecha el resto de su almuerzo en un contenedor y sale a paso apresurado, su apetito completamente arruinado.

El viernes, cuando entra al salón, Kyle se encuentra con un hervidero de emoción, sus compañeros cuchilleando entre ellos, presumiendo de las envolturas de sus regalos cuidadosamente apoyados en sus correspondientes pupitres. Quisiera decir que comparte la misma emoción, pero la realidad es que se siente como un manojo de nervios. Aprieta la bolsa de regalo que lleva, dirigiéndose a su pupitre con una confianza que no siente del todo, luchando por no ceder al impulso de darse la vuelta y saltarse la clase por completo. Huir no va a solucionar el problema, que posiblemente se está imaginando, aunque sin duda alguna probablemente lo ayude a sentirse más en control y menos como si estuviera caminando hacia su ejecución.

Ok, 'ejecución' es un poco -muy- exagerado de su parte; sin embargo, no importa como lo ponga o como lo diga, hay una sensación de fatalidad en la base de su estómago que lo ha seguido durante toda la mañana. ¿La razón? La estúpida bolsa de regalo que aprieta ansiosamente entre sus manos y la incesante percepción de que es la causa de una terrible humillación. Por supuesto, eso debe ser su ansiedad hablando, ¿verdad? Aunque no espera muchas cosas de Cartman, que sea lo suficientemente considerado como para ahorrarse los comentarios que pueda hacer para un momento en que haya menos público es lo menos que espera que haga, no importa que experiencias previas indiquen que no le dará esa cortesía.

Pensar en que por poco decidía abandonar toda idea de cumplir con su parte y darle una probada de su propia medicina no ayuda mucho. La verdad es que le tomó darse una buena charla motivacional a sí mismo de porque sería una mala idea seguirle la corriente al castaño y jugar a su mismo juego con respecto al intercambio, para no ceder al arranque de ira. Por un lado, está seguro de que su cara al ver que le aplicaron lo mismo que quiere aplicar será épica, por el otro, pensar en utilizar algo que escogió con tanta emoción como una lección de humildad le sentó mal. Le sentó aún peor encontrarse en esa encrucijada moral, por lo que simplemente decidió hacer lo correcto.

Eso y que el pensar que algo de lo que haga realmente afectaría a Cartman o lo haría sentir mal, le pareció risorio. Pocas veces el castaño le ha hecho caso, duda que esta vez sea diferente.

—Hey —la voz de Stan lo saca de sus pensamientos. Parpadea notando como sus nudillos se han tornado blanquecinos por la fuerza con la que aprieta la bolsa, por lo que afloja el agarre, acomodando el papel seda que su mamá le colocó como decoración.

—Hey —saluda, enderezándose en su asiento. ¿En qué momento se había sentado?

—Kyle-iski —Kenny se deja caer en el pupitre a su otro lado, sobresaltándolo—. Te ves tenso hombre, ¿estás nervioso por el intercambio? —pregunta inclinándose hacia él, tratando de ver en el interior de la bolsa de regalo.

—Claro que no —miente, quitando la bolsa de su camino para evitar que siga husmeando—, es sólo una actividad, el punto es que sea divertido... ¿verdad?

Mira hacia Stan buscando su apoyo, a lo que su amigo asiente, palmeando su hombro antes de dejar su regalo en el pupitre, suspirando dramáticamente. Kyle se relaja un poco, concentrándose en el hecho de que Stan había decidido hacerle caso y utilizó el papel de regalo que habían seleccionado juntos, en lugar de otra cosa menos acorde a la festividad.

—Oh, algo me dice que será bastante divertido —Kenny asiente, dejando también su regalo en el pupitre—. Predigo que la mayoría lo que estará regalando será chocolates.

—Tu eres uno de los que regalará chocolates, ¿verdad? Luego de presumir tanto el otro día que lo tenías resuelto —Stan se finge decepcionado, inclinándose por encima del pupitre de Kyle para picar el costado de Kenny.

—¡Me ofendes! —el rubio suspira dramáticamente, inclinándose también hacia él para revolver su cabello, riendo ante sus protestas—. No sólo es chocolate, es el mejor chocolate del mundo.

—¿Cuánto a que es una barra de Snickers? —la voz de Cartman los hace alzar la vista a los tres.

El castaño se deja caer junto a Kenny con un gruñido de lo que podría ser protesta por el esfuerzo, o bien podrían ser las patas del pupitre protestando ante su peso, Kyle nunca lo ha tenido muy en claro. Deja su mochila a un lado y se estira enlazando sus manos tras su cabeza. Ni señales de un regalo.

—¿En serio no compraste nada? —pregunta Stan con incredulidad, cayendo en cuenta de que ha cumplido con su palabra de no hacer absolutamente nada.

—Como dije, mi presencia es regalo más que suficiente —se encoje de hombros con desinterés.

—No puedo creer... —Kenny masculla entre dientes, golpeando el hombro del castaño con fuerza, pero antes de que este pueda desquitarse la profesora entra en el salón y todos, por alguna razón, hacen silencio de inmediato.

Tal vez por respeto a la mujer... probablemente porque un buen comportamiento les va a asegurar que inicien de una buena vez con el intercambio.

—Oh vaya, veo que están emocionados —la mujer sonríe ampliamente—. Vamos a ello entonces. Lo haremos de la siguiente forma —de su cartera saca el mismo cuenco que utilizó para repartir los nombres, lleno nuevamente de papelitos—, sacaré un nombre y esa persona es la primera en entregar su regalo, a quién le regale debe entregarle su regalo a su San Valentín y así sucesivamente.

El salón se llena de murmullos bajos, todos preparándose para empezar con la actividad. Kyle vuelve a apretar su bolsa de regalo, rogando no ser el primero.

—Si de casualidad terminamos en un círculo y aún quedan personas por regalar, o recibir regalo —continua la profesora agitando el cuenco para mover los papelitos—, entonces sacamos otro nombre y empezamos de nuevo. ¿Listos?

—Terminemos con esto de una buena vez —murmura alguien, pero en la cacofonía de los murmullos emocionados es difícil saber a quién le pertenece la voz.

—Ok, vamos a empezar con... —mete la mano en el cuenco, da algunas vueltas antes de tomar un papelito y sacarlo—. Bebe Stevens.

Eso es suficiente para dar inicio al caos.

Poco a poco los alumnos empiezan a intercambiar sus regalos, algunos abriendo lo que reciben en el instante, otros decidiendo guardarlos para después. Kyle ve los rostros emocionados de sus compañeros, la euforia colectiva afectándolo un poco, lo que le permite terminar de relajarse y esperar su turno con algo de calma.

Sin embargo, con cada intercambio, grito de emoción y el aumento de las risas, su calma se empieza a convertir nuevamente en ansiedad. Se endereza en su asiento mirando alrededor, haciendo un conteo mental de quién le ha regalado a quién y cuantos aún quedan con regalo en mano. Desvía la mirada de un pupitre a otro, calculando las probabilidades, pensando que debe ser un error.

Tiene que ser un error, ¿verdad?

Pero no. Vuelve a contar de nuevo y llega a la misma conclusión.

—¿Estamos todos? —pregunta la profesora, enderezándose en su asiento al ver como el bullicio va disminuyendo.

No, esto no puede ser, ¿cuáles son las posibilidades? Son una cantidad exacta de alumnos, números pares, no puede ser qué...

—Aún faltan Kyle y Cartman profesora —informa alguien, ¿Bebe? ¿Wendy? ¿Butters?, no lo tiene en claro, su atención desviándose poco a poco hacia Cartman.

—Oh oh —susurra Stan a su lado, llegando a la misma conclusión que Kyle antes de que la profesora, o el resto, pueda procesarlo.

—¿Nadie más falta? —la mujer se levanta mirando a su alrededor—. Eso debe significar que son San Valentines mutuos.

El salón se sume en silencio por una fracción de segundos antes de estallar en murmullos emocionados, especialmente por parte de las chicas. Pero Kyle no los está escuchando, lo único que puede oír es un pitido sordo en los oídos, su mirada clavada en Cartman que se niega a regresársela, mirando a cualquier lugar menos a él.

Cartman es quién se supone debe regalarle algo. Cartman. Qué se había pasado la semana echando pestes de la actividad. Qué abiertamente admitió que no planeaba regalarle nada a su San Valentín. Que, a sabiendas de qué Kyle es su San Valentín, no había hecho ni el más mínimo esfuerzo.

'Porque, mi querido y estúpido judío' había dicho dos días antes, frente a él, en su cara 'Esa persona no me importa en lo absoluto'

Y todo este tiempo 'esa persona' era Kyle.

'No me importa en lo absoluto'

Kyle.

No tiene ni la más mínima idea de como sentirse en ese momento. Supone que debería sentirse furioso por el claro desprecio del castaño. Avergonzado por la humillación pública a la que está siendo sometido. Validado porque, de alguna forma, ya sabía que algo así pasaría y porque Cartman acaba de confirmarle todo lo que sabe sobre él.

Pero la verdad es que no siente nada en lo absoluto. O, bueno, es incapaz de identificar que es la maraña que se empieza a formar en su garganta, cortándole la respiración.

Baja la vista a la bolsa de regalo, a los estúpidos corazones que la decoran, al delicado papel seda. Piensa en su contenido, perfectamente empacado, envuelto en más pape seda por sus propias manos. Siente el deseo de lanzárselo a la cara al castaño, que es prontamente reemplazado por el impulso de tomarlo y llevárselo consigo, ir a su casa y quemarlo en la chimenea, deshacerse de cualquier evidencia de que hizo algún esfuerzo.

Sin embargo, no hace nada de eso. Porque todo este asunto del intercambio es una estupidez. Una reverenda estupidez que sabía iba a salir mal desde el principio.

Se pone en pie y el movimiento acalla los murmullos.

—¿Kyle? —Stan lo llama, alarmado por su falta de reacción.

Lo ignora bordeando el pupitre de Kenny para pararse frente a Cartman. Es una estupidez se repite cuando el castaño finalmente se atreve a mirarlo, los ojos abiertos de par en par como un ciervo frente a unos faroles.

'No me importa en lo absoluto'

—Feliz San Valentín, Cartman —dice con voz seca, dejando la bolsa con mucho cuidado en su escritorio.

—Khal... —el castaño se inclina hacia él, alza la mano como si quisiera sostener la suya, pero Kyle no le da tiempo a seguir por esa ruta.

Se da media vuelta y abandona el salón, ignorando las protestas de la profesora y el llamado preocupado de Kenny y Stan.

Camina por los pasillos desérticos de la escuela, mandando al carajo el resto de las clases que tiene por ese día.

Es una estupidez, se dice, metiendo las manos en los bolsillos de su abrigo, ordenándole a las lágrimas que se forman en sus ojos a no caer.

Es una estúpida actividad sin ningún puto significado. No es algo que le importe. No le debería de importar. No le importa en lo absoluto.

Sin embargo, piensa saliendo de la escuela, sus pies llevándolo por camino que da hacia su casa, su cuerpo moviéndose en automático. Sin embargo, si de verdad no le importa... si realmente piensa que es algo estúpido sin ninguna importancia...

¿Por qué siente como si su corazón estuviera rompiéndose?


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