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Quatre

Jieun acariciaba la piel de Haein, su amante había llegado muy estresado del viaje, tal vez, ella podía remediarlo.

"Haein, si realmente me amas, ¿porque no te divorcias?" Haein se sorprendió ante esa pregunta. "Lo intente un par de veces, pero ella insiste en que no firmara los papeles."

"Que molesta es." Respondió Jieun, según lo que le contó Haein, el nulo amor que había entre los dos era evidente, y la necesidad de separarse debería serlo tambien.

Las mentiras de Haein se quedaban en la mente de Jieun, quien le creía porque realmente lo amaba, no le importaría si era una opción entre diez o veinte mas.

Aun así, en la mente de Haein solo resonaba el nombre de Jisoo, porque aun si el tenia a miles de mujeres, Jisoo era la única que debes perdurar a su lado.

En los planes de Haein, se encontraba atarla, hacer cualquier cosa que los obligar a convivir juntos.

Porque Haein no era de nadie, pero Jisoo era solo suya, porque Haein no seria aquel príncipe que cumpliria las fantasías de Jisoo, pero Jisoo debía ser esa princesa que cumpliria las fantasías de Haein.

Eso era lo que siempre le enseñaba Haein a Jisoo.

Haein era un mentiroso.

Le había prometido que esperaría hasta que cumpla los dieciocho años, pero aun tenia catorce cuando lo hizo.

Su cuerpo dolia demasiado, era como si las llamas del infierno se estuvieran aferrando a su cuerpo.

Debía hacer algo, antes de que el dolor se haga mas fuerte, antes de que Haein vuelva, aunque pararse no era lo mas cómodo, si salia de ahí el dolor desaparecería, solamente si salia de ahí.

Al ponerse de pie, sentía que sus piernas dolian como caer de pie a una caida de un sexto piso.

Con dificultad se dirigía a la puerta de su habitación, ese era un avance, ahora debería dirigirse a la puerta de su casa.

Todo iba demasiado bien, muy bien como para ser real, en el periodo de tiempo que Jisoo paso en la casa de Haein, debió aprender a no subestimarlo.

"Veo que te tomaste el tiempo de pasear por la casa." Hablo Haein antes de que Jisoo siquiera se acercara a la puerta lo suficiente como para abrirla.

Su brazo fue tomado con fuerza, dirigiéndose al sótano en el piso bajo de la casa, cuando ella hacia algo mal, era llevada a ese lugar, muchas veces se quedaba ahí por unos días sin comer, y muchas veces era golpeada y castigada de diferentes formas.

Ese día, Jisoo decidio abandonar cada oportunidad de escapar, porque así se lo enseño Haein.

En la madrugada,Rosé fue guiada a la habitación de Jisoo por los ruidos que provenían de esta, se sorprendio mucho cuando encontró a la pelinegra ahogándose en sus propias lágrimas.

"¿Te sientes bien?" Dijo acercándose a ella, cuando estaba a dos pasos para llegar a ella, su llanto se intensifico.

"¡No! ¡No te me acerques!" Dijo escondiendo su cabeza entre sus piernas.

Al escuchar el llanto de Jisoo, recordo a esa niña que lloro en el parque debido a que no encontraba a sus padres, el sonido de su llanto era exactamente igual, podía decir que sus rasgos también lo eran.

Concierto un pañuelo para Jisoo, y lo extendió hacia su persona. "Puedes llamarme si lo necesitas." Dijo antes de retirarse.

Volvió a acostarse en su cama, esta vez sin poder dormir, solamente mirando al techo. Podía notar como los sollozos de Jisoo se escuchaban cada vez menos.

Sin duda, en Jisoo había algo, algo que quería descubrir ya sea pronto o en mucho tiempo.

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