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Kūdetā: Black Ops

Capítulo 6: Sasuke

Uchiha Sasuke salió del complejo, caminando a pasos lentos y las manos en los bolsillos de su pantalón de entrenamiento, dejó atrás el bullicio de los niños pequeños brincando y lanzándose kunais entre los pocos árboles que quedaban en la zona céntrica del distrito y las amas de casa y ancianos que salieron a visitar a algún familiar.

No se detuvo a saludar a nadie, aunque si se molestó en dar un pequeño asentimiento con la cabeza cuando alguien le deseó buena tarde, dejando claro que no quería abordado por nadie.

Ya se había acostumbrado a eso, aún existían personas que lo veían de esa forma. Itachi era mejor ninja. Itachi si parecía un verdadero líder. Itachi no batallaba en aprenderse los nombres de las principales familias del clan, Itachi...

Nunca dijeron nada en voz alta.

Nadie se atrevió a retarlo.

Los ancianos se callaban porque sabían la influencia que podía tener Sasuke sobre el próximo Hokage, alardeando entre ellos lo buena que fue la idea de que fueran en el mismo equipo gennin.

Sasuke arrugó con coraje el pedazo de pergamino que tenía en su mano derecha oculta, el pobre papel ya no era más que una bola en el fondo de su bolsillo, pero las letras claras y bien acomodadas seguían en su mente. Sabía que Sakura se esforzó en aquella nota, su caligrafía dejó de ser tan pulcra muchos años atrás, terminando por convertirse en una serie de líneas ganchosas que formaban oraciones completas sin apenas despegar la pluma del papel.

¿Estaba sorprendido?

Podía negarse a la realidad y decir que si, pero hizo oídos sordos y cerró los ojos por años. ¿Desde cuándo?

Tocó dos veces la puerta cuando por fin llegó a la puerta de a su departamento, seguía siendo el mismo: pequeño, descolorido, en el piso superior de un edificio que ahora parecía viejo y nada apropiado para alguien que desde que entró a ANBU tiempo atrás, se convirtió en una de los activos jovenes con mayor número de misiones realizadas, la mayoría A o S.

―Adelante, Sasuke. ― le dijo, abriendo la puerta para dejarlo pasar.

El lugar era pintoresco por dentro si se ponía positivo, aceptó el pelinegro. Las paredes estaban pintadas de un color verde pistache y blanco, atrapando la luz solar que quedaba de la tarde e iluminando la estancia. Los sillones eran de piel, pero ya habían tenido una mejor época, los cambios eran mínimos, el mueble lleno de libros de suelo a techo seguía ahí. La fotografía del equipo siete seguía ahí.

―hmnp... ―tomó asiento en una de las sillas, sintiéndose más cómodo ahí que en la sala de estar.

Sakura se sentó frente a su excompañero gennin, indecisa sobre si lo que estaba haciendo era lo correcto o no. Ella estudió ninjutsu médico, aunque no para su aplicación clásica y hacer procedimientos dentro de un quirófano en el hospital, la escuela de Tsunade era un poco más ruda que eso.

―¿Cuándo empezaste con los problemas? ― preguntó, comenzando a servir dos tazas de un té nuevo que consiguió en unas de las aldeas donde tuvo una misión resiente. El olor dulce y floral inundó la sala, llegando a las fosas nasales de ambos y disminuyendo la incomodidad que se formó desde que lo dejó pasar.

―Tres meses atrás.

―¿Haz... haz estado practicando jutsus... prohibidos? ―

―No tienes porque fingir que no sabes del tema, Sakura. ― le dijo, llevándose la mano a la cara y dándose un masaje sobre los parpados cansados. ―Sé que ayudas a Itachi.

―Yo...

―Deja de tartamudear, por favor. Ese no es tu estilo. ― Sakura respingó, sorprendida ante las palabras fuertes del Uchiha, viendo sus ojos rojos con un caleidoscopio negro en la pupila. El Mangekyo Sharingan. ―

―¿Cuándo te diste cuenta?

―Empecé a sospechar hace un año. Ese día sobre la montaña Hokage cuando Naruto te contó sobre el pergamino de la misión que se le asignó a Itachi. ―comenzó a relatar, llevando a Sakura a recordar la misma escena. ― Naruto no pudo contestarme, se quedó pasmado viéndome y tratando de decir palabra alguna. Pero tú lo dijiste, de buenas a primeras. Dijiste su nombre. ¿Sabes que nadie se atreve a decir el nombre de mi propio hermano sin temblar la voz antes?

―No mentí cuando dije que no sabía de esa misión.

―No, no lo hiciste. ―aceptó el pelinegro, sacando de su bolsillo el pergamino arrugado y dejándolo en la mesa para que Sakura lo pudiera ver. ―Y no te lo preguntaré de nuevo, porque se que esta vez sí lo harás.

―No es mi historia.

―¿Sabes que me voy a casar? ―cambió de tema, cansado de todo.

―¿Ya hay fecha? ― preguntó Sakura. Sasuke sabía que ella quería preguntar otra cosa.

―Una noche dijiste que me casaría con una mujer lo suficientemente cerca de la familia principal pero no tanto como para que los demás pensaran que éramos primos hermanos. No estabas lejos. Es cuatro años menor que yo. ¿Irás a la boda?

―No creo que sea correcto que vaya. ―susurró, tomando un trago de la infusión floral antes de que perdiera el calor.

―¿Por no pertenecer a ningún clan o por estar involucrada sentimentalmente con mi hermano? Ninguna de las dos cosas me importa.

―¿La quieres? ― ¿La conoces?

―Lo que se puede querer a una persona que conoces desde hace cinco cenas. ¿y tú? ―¿Lo quieres?

―Si.

―¿Sabes que no te pueden hacer nada, verdad? ―No ocupan esconderlo.

―¿No pueden? ― ¿De verdad crees que el clan que realizó un golpe de estado solo por poder político no se atrevería?

―Ambos son fuertes. ―No se atreverán a dañarte, no sin esperar que algo pase.

―¿Y si no quiero pelear? ¿Y si no queremos pelear? ―El te ama demasiado. Si existe una posibilidad de que las cosas no sean así, yo no se la quitaré.

―Ya haz peleado toda tu vida. Una lucha más no va a cambiar nada. ―Él tomó su decisión. Él se fue antes de que siquiera estuvieras en la ecuación.

―Quizá estoy cansada.

―Ven a la boda. Vengan. Te mandaré una invitación.

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Sasuke y Sakura crecieron de una forma en que expresar sus sentimientos es difícil para ambos, en el cannon Sakura no tendría problemas para hacerlo. El Sasuke de 19 años cannon ya pasó por mil cosas que este Sasuke no pasó... este Sasuke apenas se va librando de la sombra de su hermano, con toda una familia viva que no para de compáralo.

Hablar entrelineas es más fácil para ambos.