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Las ramas estaban siendo aplastadas por las pisadas del animal. El zorro acechaba sigilosamente a la mujer detrás de los espesos arbustos que se encontraban rodeando la aldea.

Cada movimiento que daba la mujer era captado por los ojos del ágil zorro mientras esperaba el momento perfecto para salir de su escondite.

El tiempo con el que contaba para llevar acabo su misión era justo, por lo que no podía cometer un error.

En su interior formó una traviesa sonrisa mientras se acercaba cada vez más al lugar y entraba cuidadosamente por detrás de la pequeña casa-restaurante para poner inicio a su malicioso plan.

-¡Llévale esto a la mesa doce! -habló la anciana mientras entregaba la bandeja de madera al joven chico y corría hacia la cocina para tomar un nuevo pedido listo.

El joven obedeció en silencio y con paso rápido se dirigió a la mesa para entregarles su comida.

-Buen provecho -dijo, y se fue unos segundos después de escuchar el "gracias" en murmullos.

Entró seguido de una mesera más por la puerta que se dirigía hacia la cocina, cerrándose esta por si sola segundos después.

-¡Te he dicho que así no se hace el arroz! -regañó la anciana a su nieta.

-Perdón abuela, aún no me quedó claro -se disculpó la joven.

Unos pasos se hicieron escuchar detrás de la anciana y luego una persona tocó ligeramente su hombro.

-¿Qué quieres, Sunoo? -preguntó la mujer sin mirar atrás, asumiendo que su nieto estaba detrás de ella, sin embargo, al mirar al lado, se fijo que el chico se encontraba de espaldas a ella recogiendo una nueva bandeja.

Confundida, volteó su cuerpo hacia atrás.

-¡Beomgyu! -exclamó emocionada.

Se abalanzó sobre su nieto y lo abrazó fuertemente sin intenciones de dejarlo ir.

-Obaachan -mencionó con felicidad.

-¿Por qué no habías vuelto a casa? -preguntó con las lágrimas amenazando por salir-. Pensé que nos habías abandonado.

-Es difícil de explicar -dijo brevemente.

-¿Beomgyu? -se escuchó detrás del mencionado.

-¡Eunchae! -exclamó el chico, abrazando a la más pequeña -Te extrañé mucho, estás más grande.

-¿Por qué no habías vuelto? -preguntó Eunchae separándose del abrazo.

-Es complicado, podríamos sentarnos a hablar sobre esto mejor -propuso.

-El restaurante se encuentra abierto y hay clientes por atender, sería difícil charlar sobre esto -dijo la anciana.

-No te preocupes, abuela, hay gente que podría ayudarnos.

-¿Ayudarnos? Sabes que todos estos años solamente nos hemos apoyado la familia.

-Yo tengo gente que quiere ayudarlos.

Por la puerta, entraron unas personas que Beomgyu había contratado anteriormente. El momento había sido planeado.

-No te preocupes por el negocio, esta gente se encargará -aseguró.

La familia asintió, abandonando la casa de madera.

Caminaron por la aldea, hablando sobre el porqué de la ida de Beomgyu, cuales fueron sus verdaderas intenciones. Mencionó que jamás estuvo en sus planes abandonar a su familia, pero que se vio obligado en ese momento. Se sentía culpable por haberles hecho pensar que no les importaba y por haberse ido sin una explicación previa.

-Ahora entiendo todo -dijo la anciana-. Llegué a pensar que fuimos malas personas para que tú te hubieras ido.

Beomgyu negó y volteó a mirar hacia la casa-restaurante.

-Quizás podríamos volver ya -comentó-. Las dudas ya se aclararon.

La familia asintió y fue a paso lento hacia el negocio, entrando por la puerta trasera y poniéndose el uniforme por encima para retomar el trabajo.

La anciana buscaba un uniforme adicional para su recién llegado nieto, pero abandonó su búsqueda apenas vio como esté estaba apunto de salir por la puerta trasera.

-Beomgyu, ¿a dónde vas? Creí que nos ayudarías -dijo la anciana.

Apenas este volteó su cabeza, su rostro era completamente diferente, no eran la misma persona. La anciana estaba asustada y confundida, si hace unos segundos creyó ver a su nieto en esa persona que estaba a nada de cruzar la puerta trasera. Sin embargo, su cara se le hacía conocida, pero no lograba identificar de donde venía.

La familia quedó estática en el lugar, observando con incertidumbre al humano frente a ellos.

La puerta hizo ruido al cerrarse, dejando ver por los ventanales de la pequeña casa como aquella persona se alejaba del lugar sin dar ninguna explicación y siendo una persona completamente diferente a como ingresó.

-¡No puede ser! ¡Es un kitsune yako! -gritó Eunchae.

La mujer abrió sus ojos como platos y salió corriendo a mirar la zona donde atendían a los clientes.

Esta estaba completamente vacía y destrozada, los platos se encontraban rotos al igual que los vasos, las bandejas de madera estaban tiradas en el suelo y la comida regada por todos lados, y, por supuesto, no había ningún cliente.

La anciana estaba horrorizada. Caminó hacia las mesas y se encontró con revistas encima de estas, informando sobre una noticia que dejaría a su negocio en quiebra.

¿La familia Kim, que cuenta con un restaurante en su casa, realmente ha estafado a más de 100 personas, incluyendo a sus clientes?

La mujer bramó furiosa ante lo que estaba viendo. Definitivamente no había otra forma más que cerrar el negocio después de tener a toda la aldea en contra de ellos.

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Kyūbi no kitsune: zorro de nueve colas.

Kitsune: zorro con habilidades sobrenaturales, con la capacidad de transformarse y manipular a los humanos. Sus colas pueden llegar a ser nueve, y mientras más tenga, refleja la edad, poder y sabiduría.

Yako: zorro malévolo o travieso.

Obaachan: abuela, de forma más cariñosa y familiar.

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2024

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