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O1

Viernes 22 de noviembre del 2024, Tokio, Japón.

Se apresuró a ponerse el abrigo como pudo. El pequeño maletín que llevaba probablemente había abandonado unas cuantas hojas en el camino hacia la puerta de su departamento, más poco le importó al mirar el reloj de pared y ver como estaba llegando tarde.

Esto no iba a salir gratis, pues estaba seguro que en ese poco tiempo el trabajo se le iba a acumular. Sólo esperaba que esas hojas que se encontraban en el piso de su departamento no fueran importantes para el día de hoy.

Presionó el botón del ascensor impacientemente mientras intentaba arreglar el desastre que había generado el mismo en tan solo unos segundos.

Hojas arrugadas, noticias revueltas... Deseaba que a su laptop no le hubiera pasado nada.

Entró al ascensor corriendo, como si este fuera a ir más rápido de lo normal.

Se miró al espejo y vio como su cabello no había terminado de arreglarse. Quitó la pinza que había usado anteriormente en su pelo y, avergonzado, la puso dentro de su maletín. Por suerte se había dado cuenta antes de que la llevaba y no tuvo que pasar vergüenza en la calle, sólo en la cámara del ascensor. Vaya mañana.

Salió a paso rápido del edificio y se apresuró a pedir un taxi. Tiempo después, se encontraba en el edificio donde trabaja e ingresó a este corriendo como una bala.

—Han Jisung, ¿qué son estas horas de llegar? —regañó la encargada.

—Lo siento tanto Jihyo, la alarma no sonó a la hora que debería —se disculpó.

—Que sea la última vez —dijo, y le pasó unos papeles de una reciente noticia —. Necesito que redactes un informe sobre esta situación. En resumen, se trata de un asalto en una pequeña aldea un tanto lejos de la ciudad; la dueña afirma que se trata de algo sobrenatural, sin embargo, la gente no lo cree. Tendrán sus razones, sólo léelo.

Jisung asintió y les dió una rápida mirada a los papeles, alcanzando a leer el título. Dejó su pequeño maletín al lado de su escritorio y se quitó el abrigo de encima, aquel que hace varios minutos le costó tanto ponerse.

Asalto sobrenatural en el restaurante más famoso de una aldea

Jisung se acomodó mejor en su silla y tomó los papeles, seguido de esto, encendiendo su laptop para ir más rápido con su tarea.

Ayer, 21 de noviembre de 2024, la familia Kim, dueños del restaurante más popular de una aldea un tanto lejana a la capital de Japón, fueron víctimas de un asalto por una criatura que la señora Kim afirma ser sobrenatural.

La mujer declaró que la criatura se había presentado como su nieto que no veía hace años, pero cuando estuvo apunto de cruzar la puerta hacia el exterior, este se transformó mágicamente en una persona que la familia no logró identificar.

La nieta de la mujer, Eunchae, dijo que podía ser un kitsune yako, un zorro malévolo que se dedica a engañar a las personas y hacer travesuras que puedan perjudicarlas.

Los últimos clientes declararon que la mujer estaba mintiendo, pues estas criaturas solo podían existir en el folclore de la mitología japonesa, y en realidad se trataba de estafadores que no querían admitir su derrota.

Jisung se encontraba leyendo con atención todo el artículo, curioso por la historia.

—¿Que se supone que tengo que redactar? La noticia está lista —preguntó Jisung—. Es de nosotros, ¿verdad?

—Lo es, solamente necesito que la extiendas lo más rápido posible y sacarla al ojo público —dijo—. El resto de la historia está en las demás hojas.

Jisung asintió, dejando la hoja del artículo a medias al lado suyo.

Mientras seguía leyendo la historia completa, hubo algo que captó su atención.

Eunchae afirmó ver un zorro de nueve colas después de la desaparición de Beomgyu, pero no hay ninguna prueba que logre confirmar sus palabras.

Jisung agradecía que finalmente pudiera tener una historia interesante para redactar. Estaba aburrido de las cosas insignificantes como "La famosa cantante japonesa LiSA se hizo las uñas este sábado y el público se dió cuenta que tenía la inicial de su pareja".

Jisung quiso buscar más información sobre los kitsune. Realmente solo sabía lo básico, un zorro que puede tener muchas colas y tiene la habilidad de engañar a los humanos. Pero él quería saber más allá.

Al parecer Eunchae tenía más conocimiento sobre esto. Quizás él por estar en la ciudad era bastante ignorante con estas leyendas, pues estas dicen que es más posible encontrarse a ese tipo de criaturas en lugares donde no hayan tantos edificios y tecnologías.

Un kitsune zenko (zorros celestiales) son criaturas con carácter benévolo que adoran a la diosa de la fertilidad y el arroz, Inari.

Jisung bajó más para ver el otro texto de la página.

Un kitsune yako son zorros malévolos o traviesos que son conocidos porque se transforman en humanos para engañar a sus víctimas y manipularlas.

Jisung se encontraba extendiendo más la noticia. Escribió un poco más de información y finalmente puso un punto final.

La noticia estaba lista para ser lanzada al público.

—¿Terminaste? —preguntó Jihyo entrando a la oficina con unas tazas de café para todos.

—Viniste en el momento perfecto. Ya está lista.

—Asegúrate que esté corregida bien, hay que lanzarla en unos minutos.

Jisung obedeció a la encargada y le dió una rápida mirada a toda la redacción, asegurándose que la noticia no tenga ni una sola falta de ortografía o incoherencia en el texto.

Segundos después, la noticia estaba por todos lados. Estaba seguro que esta redacción sí podría llamar la atención de toda la ciudad.

Miró la hora y se dió cuenta que faltaban sólo dos minutos para salir al descanso. Guardó su laptop en su maletín y la dejó abajo de su escritorio. Los papeles que tenía sobre toda la información los dejó a un lado con una carpeta encima y se levantó de su silla, estirándose y preparándose para salir.

—Sung, hoy no podré acompañarte a la cafetería —informó Jeongin—. Tengo que ir a hacer una cosa muy importante. Lo siento —se disculpó el pelirosa por no poder acompañar a su amigo como lo hacía todos los días.

—No tienes que disculparte, ya dijiste que es importante. Por un día sin venir a la cafetería conmigo no hay ningún crimen —dijo Jisung.

Jeongin le sonrió mientras entraba al ascensor con su amigo y otros periodistas más.

—Por cierto, te envié algo que te interesará. Vi que estabas muy atento a la nueva noticia de hoy, por eso cuando me encontré con eso, quise enviártelo —comentó.

—Está bien, cuando esté en la cafetería abro tu mensaje.

Jeongin asintió y se bajó del ascensor junto a Jisung y los demás. Sus caminos tomaron diferentes direcciones apenas salieron del edificio, despidiéndose con un abrazo y prometiendo volver a verse en una hora y unos minutos.

Jisung se dirigió hacia la cafetería en frente de su trabajo, cruzando dos semáforos mientras revisaba su teléfono sin llegar a abrir el mensaje de Jeongin.

El timbre que estaba justo arriba de la puerta de cristal sonó anunciando un nuevo cliente.

—Buenos días —saludó con una sonrisa Jisung.

—Buen día Jisung, ¿que tal? —preguntó la trabajadora de la cafetería Sana, una chica muy dulce que conocía hace tiempo, pues llevaba rato trabajando en el mismo lugar.

—Pensé que sería un mal día apenas llegué tarde al trabajo, pero la noticia de hoy estuvo interesante. ¿Ya la has visto?

—Oh, lo siento, no he tenido tiempo. Prometo que cuando me desocupe miraré tu redacción.

—No te disculpes, tranquila. Sé todo el trabajo que te toca asumir aquí, y las personas que te toca aguantar —dijo casi en un susurro lo último, y ambos rieron.

—¿Lo mismo de siempre, no? —preguntó Sana para asegurarse, y Jisung asintió—. En unos minutos te lo llevo.

Jisung se dirigió hacia la mesa donde siempre se ponía todos los días en los que asistía a la cafetería.

Era el lugar ideal; al lado de la ventana, atrás una pared marrón, unas vistas increíbles y en la esquina de la cafetería.

Sacó su teléfono una vez más para mirar el mensaje que le había enviado Jeongin, pues prometió abrirlo cuando estuviera en la cafetería.

¿Los kitsune tienen como próxima parada Tokio, Japón?

A Jisung le interesó el título, sabía que toda la noticia sería interesante. Jeongin no se había equivocado.

Empezó a leer atentamente mientras con su pulgar deslizaba en la pantalla para ver más texto.

—Aquí tienes —habló Sana, dejando el pequeño plato con un croissant, un café con leche y el postre del día en la mesa de Jisung.

Jisung agradeció con una sonrisa y atrajo más su pedido mientras seguía leyendo el artículo con sus ojos pegados a la pantalla.

¿Acaso será cierto que los kitsune podrían invadir Tokio?

La pregunta quedó ahí, como lo último del artículo. Eso le permitió a Jisung sacar sus conclusiones, aunque ciertamente, no estaba del todo seguro que los kitsune podrían ser algo de la vida real.

Estaba apunto de buscar más noticias de gente que podía haber visto un kitsune hasta que unos gritos empezaron a escucharse afuera del local. Los clientes, incluyéndolo a él, dejaron de hacer lo que estaban haciendo para mirar por el ventanal.

—¡Mi bolso! —gritó una joven mujer.

Jisung estaba presenciando como un ladrón estaba robándose el bolso de una pobre joven. Estaba a nada de levantarse e intentar ayudarla, pero el ladrón tropezó con algo del suelo y cayó de cara.

La cafetería se quedó en silencio total, observando como lograban alcanzar al ladrón y le arrebataban el bolso de las manos para entregárselo a la chica.

—Que inesperado —comentó Sana al lado suyo.

—Sí... Creo que es su primer día robando —supuso.

Arriba de los edificios se encontraba una criatura irreal. Se trataba del kitsune yako, no cualquiera, sino el que tenía como apodo Lee Know.

Uno de los kitsune más traviesos de todos. Era popular porque su forma humana era realmente atractiva y sus numerables colas delataban sus años de experiencia y poder.

Era un genio. Aunque muchos afirmaban haberlo visto, solo uno tuvo la oportunidad de tomar una foto para mostrar evidencia, y así hacer famosa su apariencia. Además, su mirada intimidante dejaba paralizados a cualquiera que se atrevería a reaccionar de forma brusca ante su presencia.

—Que torpe —rodó los ojos mientras se acostaba boca arriba en el techo de aquel edificio—. Estoy seguro que pensarán que es un ladrón novato.

Poco le importó ver a su amigo siendo arrestado por los policías. ¿Que podía decir? Era un kitsune yako bastante joven, aún le faltaban unos largos años de experiencia, y, por supuesto, nueve colas.

——————

La dama andaba con garbo por el lugar. Su mano izquierda sostenía un abanico con los colores rojo, negro y blanco. Se agachó delicadamente para limpiar y acomodar su kimono blanco con rayas rojas y unos cuantos garabatos mientras mantenía su pie encima del escalón de madera. Sus sandalias Geta se paseaban por la madera hasta acabar con las pequeñas escaleras de la Minka. Deslizó la puerta de madera y observó el interior de la casa, dándose cuenta que las personas que buscaba no se encontraban en la sala. Pensó en adentrarse más a la casa, así que la puerta translúcida fue cerrada detrás de ella mientras daba pasos indagando por el hogar.

Su mirada recorría toda la casa, buscando la presencia de alguna persona allí.

Con su postura recta, hombros hacia atrás y manos entrelazadas al frente, un tanto más bajo que el nivel del estómago, deslizó una vez más una de las translúcidas puertas de la casa para adentrarse a una nueva habitación, donde se encontró a unas jóvenes mujeres charlando sobre su vida y riendo con anécdotas.

Se encontraban arrodilladas en una pequeña mesa con vista a un gigante jardín.

Las risas por parte de las jóvenes cesaron cuando unos pasos se escucharon detrás de ellas. Las chicas, curiosas por la nueva presencia, voltearon hacia atrás y se encontraron con una bella dama que les sonreía amablemente mientras se acercaba a ellas.

—¡Oh, por Dios! Tú debes ser la hermana de Kim Taehyung, ¿no es así? —preguntó una chica mientras se levantaba inmediatamente para saludar a la mujer.

—¡Yuki, no preguntes esas cosas! ¿No es obvio? —habló otra chica—. ¡Sólo mírala! Es encantadora, igual que Taehyung.

—Tienes razón, Hana, pero siempre hay que confirmar —miró a la joven mujer, esperando alguna palabra de afirmación por su parte.

La mujer asintió, regalándole una amable sonrisa a Yuki.

—Sí, así es —afirmó—. Soy Kim Jennie, la hermana de Taehyung.

—¡Eres igual de preciosa que tu hermano! —gritó una de las chicas que se encontraban arrodilladas—. La familia Kim es irreal.

Jennie sonrió, agradeciéndoles por su cumplido.

—Siéntese por favor, usted es bienvenida en esta casa —dijo Hana.

Jennie se puso en el zabuton, acompañando a las chicas que estaban charlando hace un corto tiempo.

—Jennie-san, ¿quiere que le contemos sobre nuestra conversación? —preguntó Yuki, mirando con una bonita sonrisa a su mayor.

—¡Yuki, no preguntes, es obvio! —habló Hana.

Yuki se disculpó, bajando levemente su cabeza pero manteniendo su mirada fija en Jennie.

—Ella es Miyu-chan —presentó una de las chicas presentes, Hikari—. Estábamos hablando sobre su boda, ella es la primera de nosotras que está comprometida.

—Eso es increíble, cuéntame más —dijo Jennie mirando fijamente a Miyu.

La chica se quedó mirándola por unos segundos antes de comenzar a hablar.

—Claro —dijo—. Mi prometido es un hombre muy atractivo —comentó, y las demás chicas presentes estuvieron de acuerdo, mientras que Jennie escuchaba atentamente—. Su nombre es Kenta, y nos casaremos dentro de unos días.

—Eso es increíble —dijo Jennie con una sonrisa—. Espero sea un matrimonio feliz —deseó mientras que su abanico sacaba sus alas y comenzaba a ventear los cabellos de la joven mujer.

Miyu se fijó en el abanico, mirando una y otra vez al objeto y luego a la mujer.

—Jennie-san —llamó Miyu.

La nombrada atendió el llamado de la menor.

—¿Sí? —preguntó.

—¿Podría venir conmigo? Su hermano recientemente me comentó algo —dijo ella.

Jennie asintió, levantándose del zabuton y yendo detrás de Miyu.

La menor deslizó la puerta translúcida, cerrando esta cuando Jennie ingresó a la otra sala y desaparecieron del lugar.

—Miyu-chan está un poco extraña, ¿no? —habló Hikari.

—Sí, normalmente a todos les cuenta con emoción sobre su boda, pero con Jennie-san fue más breve —dijo Yasuko mientras servía una taza de té para ella y todas las presentes, incluyendo las que hace unos segundos se habían ido del lugar.

—Cuando me enteré que estaba comprometida, me contó todos los detalles que pudo —comentó Nao.

—Está bien, quizás no se siente tan cómoda dando tantos detalles a alguien que nunca ha visto —habló Yuki.

—¡Por favor! —exclamó Hana—. ¡Es la mismísima Kim Jennie! Yo sería capaz de contarle toda mi vida y mis secretos ahora mismo.

—Sí, pero no todos somos iguales, supongo...

Las chicas dejaron el tema de lado, concentrándose en tomar pequeños sorbos del té que recientemente Yasuko se había tomado la molestia de servir para todas. Charlaron durante unos cortos minutos sobre cosas triviales hasta que la presencia de las dos mujeres que habían abandonado la sala hace un tiempo se hizo visible en el lugar.

Miyu tenía un semblante preocupado que solamente fue notado por Yuki. En cambio, las demás chicas se enfocaron más en Jennie apenas atravesó la puerta. Ninguna preguntó sobre que había pasado, simplemente se dedicaron a hablar un poco más sobre la boda de Miyu.

——————

Minka: casas rurales tradicionales de Japón.

Geta: sandalias con base elevada tradicionales en Japón y hechas de madera.

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