Capítulo tres
KyungSoo volvió tarde a casa después de su salida con Sohyun. Antes de despedirse ella le había dicho:
—Debes decirle cuanto antes a tu marido, estoy segura de que estará tan feliz como tú.
Pero cuando vio a su esposo durmiendo sobre su escritorio, rodeado de papeles y cosas importantes, se preguntó si eso no sería añadir una preocupación más a su vida.
—Llegaste —dijo el moreno, despertando de su larga siesta cuando KyungSoo le puso una manta encima—. ¿Cómo estuvo tu salida?
—Bien —respondió—, Sohyun quiere conocerte. Armaremos una reunión para que la conozcas y así yo también conoceré a su prometido.
—Eso suena genial —JongIn tomó su mano—, ven aquí.
KyungSoo se sentó sobre su regazo cuando el moreno se echó hacia atrás en la silla.
—¿Estás bien? —le preguntó JongIn al ver que su rostro lucía triste.
—Un poco cansado —contestó.
—Últimamente andas muy cansado, ¿deberíamos visitar al médico?
KyungSoo meneó la cabeza. —No es nada, no te preocupes.
—Claro que me preocupo —acarició su mejilla—, eres lo que más amo. Si te pasa algo no sé qué haría.
—No me pasará nada —le dió un beso en los labios—, deja de preocuparte por todo.
—Lo siento cariño, el trabajo me está abrumando demasiado y también me quita tiempo para estar contigo. Pero todo se debe a la nueva gerencia, una vez que pongamos todo en regla, volveremos a la normalidad.
—Lo entiendo, voy a esperarte el tiempo que necesites. Ahora, vamos a dormir, ¿sí?
***
Para la siguiente semana nada mejoró. JongIn seguía pasando gran parte del día dentro de la oficina y KyungSoo tuvo que arreglárselas para encargarse de la casa solo y asistir a su cita ginecológica como estaba programado.
-—Hola KyungSoo, supongo que somos tú y yo, otra vez —dijo la ginecóloga, sorprendiéndose al verlo entrar solo.
KyungSoo hizo una reverencia y tomó asiento. —Lo siento.
—¿Por qué te disculpas?
—No se lo he dicho a mi marido, todavía...
—¿Las cosas no van bien entre ustedes? —preguntó preocupada.
Ella podía tomarse algunas confianzas, debido a que se conocían durante un tiempo. De hecho, Jihyun le ayudó a quedar embarazado cuando KyungSoo vino muy decidido a seguir el tratamiento de fertilidad.
—No es eso, es solo que no he tenido la oportunidad de contarle —respondió, mientras jugaba con sus manos como un niño en problemas.
—Ya veo —dijo—, debes tener tus motivos.
KyungSoo asintió sin querer explicar más. Se sentía un poco avergonzado y patético por no habérselo contado a su esposo cuando él mismo había estado muy emocionado por hacerlo cuando se enteró. Había pasado por una gran cantidad de procedimientos para ser lo suficientemente fértil y ahora que lo había logrado, no podía compartir la noticia con su marido.
—Voy a mandarte unas vitaminas y ácido fólico para que atravieses ese embarazo lo más saludable posible.
—Gracias Jihyun.
—Aún no podemos realizar una ecografía porque el bebé es demasiado pequeño, pero me gustaría monitorearte cada tanto, así que por favor, regresa en dos semanas para comprobar tu peso y tu hemoglobina.
—Así lo haré.
—Espero ver a tu esposo la próxima vez.
KyungSoo también lo esperaba.
***
—¡¿Mamá?!
Cuando KyungSoo abrió la puerta encontró a su madre dentro de ella con un par de maletas a sus costados.
—Hijo mío, te extrañé tanto —corrió hacia él a abrazarlo.
KyungSoo se sintió exprimido entre los brazos de su madre, además de sofocado por su sola presencia.
—¿Qué estás haciendo aquí? —interrogó, intentando no sonar como si hubiera entrado en pánico.
Pero estaba cerca de estarlo.
—Tu padre y yo peleamos, no quiero verlo por un tiempo, así que me quedaré aquí —confesó, tomando asiento en el sillón.
—¿Pelearon? ¿Por qué?
—Es un viejo testarudo —afirmó enojada—, me saca de las casillas. ¡Ya no lo soporto!
KyungSoo frunció el entrecejo. —Mamá... Van a cumplir casi treinta años de casados, ¿por qué dices eso?
—Cree que tiene la razón en todo y además, estoy muy cansada de ser su empleada.
El pelinegro acarició la espalda de su madre. —Mamá no digas eso, él no te trata como su empleada. Eres su esposa y te ama.
—¿Por qué siempre lo defiendes?
—¡No es así! Solo no quiero que separen por cosas que no valen la pena.
—Eso lo dices porque te has casado con "don perfecto" —acusó la señora.
KyungSoo rodó los ojos. —JongIn no es perfecto.
—Ay hijo, ¿cómo no? Es tan guapo y caballeroso, jamás te trata como un estropajo.
—Papá tampoco te trata como un estropajo, mamá.
—¡Aish! Ese viejo... No quiero hablar de él ahora. Mejor ayúdame a poner mis cosas en el cuarto de invitados.
—Pero madre... Ni siquiera se lo he dicho a JongIn...
—¿Mi yerno? —preguntó y se rió—, le caigo muy bien, ¡es tan adorable! No te preocupes por eso, solo serán un par de días.
A KyungSoo no le preocupaba la reacción del moreno sino la estadía de su madre en su casa. Ella era una mujer bastante peculiar y aunque JongIn siempre era amable con ella, estaba seguro que prefería no tenerla en casa.
—¡Vamos! ¿Qué esperas? Quiero darme un baño~
Y le aterraba que se pusiera demasiado cómoda como para irse después.
***
—Lo siento tanto —se disculpaba el pelinegro, abrazando por la espalda a su marido en la cocina mientras lavaba los platos.
—Lo has dicho durante tres días, ¿no dejarás de disculparte? —el moreno frotaba los brazos del otro con suavidad.
La señora Do seguía siendo la inquilina de la pareja, a pesar de las insistencias de KyungSoo la mujer parecía no querer dejar la casa. Cuando JongIn la encontró ahí, la saludó educadamente y no le reprochó a KyungSoo nada pero éste se sentía tan mal.
—Me siento culpable.
—¿Por qué? —preguntó, dándose la vuelta para ver su rostro. —Es tu madre, KyungSoo, no está bien echarla de la casa.
—Pero te sientes incómodo.
—Eso no es cierto.
—Ya no te paseas desnudo por la casa —señaló el más bajo.
—Por supuesto que no, ¿cómo podría hacer eso?
KyungSoo volvió a abrazarlo por la cintura. —A mí me gusta cuando lo haces.
—Sí, bueno, lo haré cuando estemos solos.
—Quiero que se vaya —pidió, pareciendo un niño mimado.
—¡No digas eso! —le regañó, aguantando la risa.
—¡Oh! ¡Aquí estaban! —entró la señora, interrumpiéndolos—. JongInnie, ¿podrías comprar una medicina para tu suegra?
—¡Madre! JongIn no es tu mandado.
El moreno acarició la espalda de su esposo para calmarlo. —No es así, KyungSoo —le dijo en un tono de advertencia que el pelinegro captó—. Claro que puedo ir, madre. Ahora vuelvo.
JongIn cogió las llaves, se puso su abrigo y salió de la casa. KyungSoo miró de mala forma a su madre.
—Oye, hijo, estás muy sensible, ¿no crees?
¿Que estaba sensible? ¡Por supuesto que estaba sensible! JongIn había tenido más tiempo en casa durante estos días, y KyungSoo no había tenido la oportunidad de darle la noticia porque su madre siempre aparecía de la nada y arruinaba todo.
—Ya que estás aquí, ¿podrías ayudarme a mover unas cajas? Son muy pesadas y mi espalda duele —se tomó la zona afectada para darle dramatismo.
—No puedo —respondió y se cruzó de brazos.
—¿Por qué estás siendo tan descortés conmigo? Pareciera que me odiaras —dijo y tan pronto como lo hizo puso su mano al pecho, dándose cuenta de eso—. Oh... Tú en serio odias a mamá, ¿por qué?
KyungSoo resopló. —No te odio.
—¿Es por tu padre cierto? —la mujer se apresuró a sacar conclusiones—. Tú me odias debido a que he abandonado a tu padre.
—No... No, madre no es-
—¡Ay Dios mío! ¡Mi hijo me odia!
La señora se echó a llorar como si hubiese perdido a alguien. Su llanto era fuerte y exagerado. KyungSoo intentó calmarla, pero no lo logró; en cambio, consiguió desesperarse y abrumarse por lo que estaba pasando.
—¡YA! —gritó, ganando su atención—. ¡Deja de llorar! ¡Estoy cansado! Todo me ha ido mal durante estas semanas. JongIn casi nunca está, cuando intento hacer planes con él jamás llega debido a su maldito trabajo y yo duermo casi todo el día porque tengo tanto sueño. Luego llegas tú a quedarte porque te peleaste con papá, JongIn logra pasar más tiempo en casa, pero no podemos tener tiempo a solas porque tú estás aquí. ¡Y no! ¡No puedo mover las estúpidas cajas porque estoy jodidamente embarazado, y aún no se lo he dicho a mi marido porque no encuentro la ocasión!
Una vez más, KyungSoo rompió en llanto y se sentó en el piso. Su madre, que estaba impactada por la noticia, reaccionó y fue hasta él para consolarlo.
—Oh... Mi pobre bebé —lo acercó hacia su pecho y acarició su cabeza—. Cuánto lo siento, no tenía idea. Debiste haberme echado, soy tan inoportuna.
—Perdón por gritarte, mamá... —sorbió su nariz y se limpió las lágrimas con su muñeca.
—Está bien, hijo, lo entiendo —le aseguró—, estoy tan feliz por la noticia. ¡Voy a ser abuela!
KyungSoo soltó una pequeña risa en medio de las lágrimas. —Sí...
—¡Tu padre va a estar tan feliz!
—Aún no se lo digas, por favor... Me gustaría que JongIn lo supiera antes.
—Oh, sí, por supuesto, mis labios están sellados —prometió, imitando la acción de jalar un cierre en su boca—. Me iré mañana en la mañana, hijo, no te preocupes por más. Ahora ve a lavarte la cara, no me gustaría que JongIn te vea así.
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—Madre, no tiene porqué irse tan pronto —decía el moreno cuando la vio con las maletas en la puerta.
—Descuida yerno, creo que es tiempo de arreglar las cosas con mi esposo.
KyungSoo apareció por detrás, abrazando la cintura de su marido.
—Espero que papá y tú se amisten, no me gusta verlos separados.
—Por supuesto que sí, bebé.
Un taxi se detuvo para recogerla, y JongIn tomó las maletas para ponerlas en la parte de atrás. La mujer se acercó a su hijo para abrazarlo fuerte y despedirse de él.
—Cuida mucho tu salud, mi niño —le aconsejó, acariciando su mejilla—, estaré ahí para cuando me necesites. Llámame si tienes alguna duda.
—Claro que sí, mamá.
La señora Do se dirigió hacia el moreno, dándole un fuerte abrazo también pero antes de soltarlo le susurró al oído: —KyungSoo tiene algo que decirte.
—¿Eh? —preguntó cuando se separó de ella.
—Cuida mucho a mi hijo, por favor.
—Ah... Sí, lo haré, madre.
—Nos vemos.
La mujer subió al carro y avanzó por la carretera. JongIn abrazaba a KyungSoo, mientras la veían irse.
—Cariño, tu mamá dijo que tenías algo que decirme —el moreno le miró curioso.
KyungSoo meneó la cabeza. —No es nada, amor. Vamos adentro.
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