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Capítulo cuatro

El invierno estaba siendo cruel con su cuerpo, tenía mucho frío por las noches, así que se tapaba por completo con la colcha. Sin embargo, el invierno no era el único que le estaba causando estragos en su organismo sino que también las hormonas del embarazo que le ocasionaban fuertes calores de un momento a otro.

—Esto no está funcionando —renegó cuando se aburrió de taparse y destaparse a cada rato.

JongIn se removió en la cama. —¿Mmm? ¿Qué sucede? —preguntó somnoliento.

—Tengo calor y luego tengo frío —confesó—. Ya me cansé de mover la frazada una y otra vez.

—¿Qué debería hacer, cariño? —balbuceó el moreno, quien mantenía los ojos cerrados.

KyungSoo miró a su esposo con pena, no pretendía despertarlo, pero se sentía tan incómodo que no podía quedarse en su sitio. Decidido a dejarlo dormir, apartó la colcha y salió de la cama.

—¿A dónde vas? —le preguntó su esposo.

—Voy a tomar un poco de leche.

Abandonó la habitación sin esperar respuesta, y fue hasta la cocina. KyungSoo se sirvió un vaso de leche fría, y se sentó a meditar mientras terminaba su bebida. JongIn no lo había seguido, eso era bueno, no quería que se desgastara por su culpa porque él todavía debía atender asuntos importantes por la mañana.

Su mente comenzó a acumularse de diversos pensamientos, desde las diferentes formas de contarle a su esposo sobre el embarazo hasta los posibles nombres para su hijo. KyungSoo también se puso a pensar en la ambientación del cuarto, la cunita y la ropa de bebé que aún no había ido a ver. La noche parecía ser larga con tantas cosas en qué pensar, pero en algún momento el sueño lo venció.






***

—¿Montañas o playa?

—Montañas —respondió dándole un sorbo a su té.

—¿Perros o gatos?

—Perros —dijo sin dudar un segundo.

—¿Invierno o verano?

Esta vez se lo pensó un poco mejor. El invierno no era el clima que más amaba, pero en estos momentos resultaba ser el mejor para llevar su embarazo.

—Invierno.

—¡Sehun! Ya deja de hacerle preguntas ridículas a KyungSoo —le advirtió Junmyeon, el mayor de los tres, un buen amigo de ambos.

El nombrado se encogió de hombros y probó su capuccino. —Hoy está extrañamente colaborativo —señaló, lo cual era algo cierto—, debo aprovecharlo.

KyungSoo no estaba muy interesado en hacer o decir algo más, ni siquiera en pensar, así que se dejó llevar por las preguntas sosas de su amigo, intentando pasar el rato de esa forma. Junmyeon lo atrapó con la mirada ida y con su boca tratando de darle una mordida a su rollo de canela.

—¿Estás bien? —decidió preguntar al ver su estado.

KyungSoo volvió su mirada hacia él. —¿Eh?

—No nos estás prestando atención —señaló el mayor—, ¿te pasa algo?

El pelinegro volvió en sí por un momento, como si su mente hubiese encontrado su lugar nuevamente por un breve instante. —Ah sí, sí.

Junmyeon y Sehun se miraron, intentando descifrar lo que pasaba por la cabeza de su amigo más joven. Ninguno de los dos lo habían visto en un tiempo, pero mantenían comunicación bastante seguido, por lo que se habrían enterado si algo malo estaba ocurriendo en la vida de KyungSoo.

—¿Peleaste con JongIn? —preguntó el Sehun, ganándose un codazo del mayor—. ¡Auch! ¿Qué?

—No seas metiche —le susurró.

—No he peleado con él —respondió KyungSoo.

—Pero se trata de él —insistió el otro.

—¡Sehun! —advirtió Junmyeon.

KyungSoo mordió su rollo de canela, y cuando tragó el pedazo, tomó un poco de su té que ya se estaba enfriando por el tiempo transcurrido.

—Déjalo Jun —le pidió, haciendo a un lado su bebida y colocando ambos codos sobre la mesa—. Tienes razón, es acerca de JongIn.

Junmyeon frunció el ceño y se acercó más hacia él con preocupación.

—Entonces, ¿las cosas están mal entre ustedes?

KyungSoo soltó un suspiro pesado y meneó la cabeza. —No es así —afirmó—, están mal conmigo.

—¿A qué te refieres? —curiosó el menor de los tres.

Pero KyungSoo también quería saberlo porque no tenía idea de lo que estaba sucediendo. JongIn no lo había dejado de amar, él tampoco lo había hecho. El respeto y el cariño se mantenía entre los dos, entonces, ¿por qué sentía que algo no estaba bien?

—Tengo que decirle algo a JongIn y aún lo he hecho...

—¿Por qué no? ¿Es algo malo? —cuestionó el mayor.

—No, no lo es —aseguró—, no creo que lo sea...

—¿De qué estás hablando, KyungSoo? Vamos, no entendemos nada y nos estás preocupando —se quejó Sehun, rascándose un lado de la cabeza.

Entonces, KyungSoo se preparó para hablar sobre eso con alguien más que no fuera su esposo... otra vez.

—Estoy embarazado —confesó.

Los amigos se quedaron con los ojos abiertos y con la quijada casi cayéndose de su lugar.

—Kyu-KyungSoo... eso es... —balbuceaba el mayor.

—¡Es genial! —terminó diciendo Sehun con entusiasmo, pero no le duró mucho al ver la expresión triste de su amigo—. ¿No lo es? ¿Por qué te ves así?

—JongIn no lo sabe, aún.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó el menor—, no estarás pensando en-

—¡No! —chilló en respuesta el pelinegro—. Jamás podría hacer algo así, ¡es mi hijo!

Junmyeon colocó su mano sobre la del gestante para calmarlo. —Está bien, KyungSoo —dijo, acariciando su mano—, claro que no podrías hacer algo como eso, pero dinos, ¿por qué aún no se lo has dicho a tu marido? ¿Algo anda mal entre ustedes?

KyungSoo suspiró una vez más.

—No es sobre nuestra relación —comenzó a explicar—, es solo que... JongIn últimamente no pasa mucho tiempo en casa debido a su trabajo. Cuando regresa lo veo exhausto y lleno de papeles por doquier. Sé que es parte del cambio por el que está pasando la compañía, pero él ya casi no está en casa y... lo extraño.

KyungSoo alzó la mirada hacia ellos, quienes lo veían atentamente sin decir ninguna palabra.

—Me sometí a un tratamiento de fertilidad hace unos meses sin decírselo porque todo andaba bien y nos veía estable —admitió—, fui egoísta, ¿verdad?

Junmyeon y Sehun se miraron por unos segundos.

—Soy un tonto —dijo KyungSoo antes de llevar sus manos hacia su rostro para cubrir sus lágrimas.

—Oye, oye —le llamó Junmyeon—, no eres egoísta y mucho menos un tonto, ¿de acuerdo? Sí, tal vez cometiste un error al no decirle a JongIn lo que planeabas hacer, pero estoy seguro de que él te habría apoyado. Ninguno de los dos podría haberse imaginado que la empresa cambiara de gerencia ni todos los cambios y responsabilidades que vendrían después de eso.

—Eso es cierto KyungSoo —Sehun apoyó lo que su amigo había dicho—. Nada de esto es tu culpa, no tienes porqué sentirte mal por haber quedado embarazado, y no te preocupes por nada más.

KyungSoo asintió, secando sus lágrimas con su mano.

—Debes decirle a JongIn sobre el bebé—le aconsejó el mayor—. Debes hacerlo antes de que pase más tiempo, KyungSoo. Es una noticia maravillosa y demasiado importante como para que la escondas.

Junmyeon tenía razón, no podía dejar pasar más tiempo. Si JongIn terminaba por enterarse al último eso podría herir sus sentimientos. Siendo el padre de su hijo, no podía hacerle eso. Así que lo decidió, volvería a casa para terminar con esto de una vez por todas.






***

—¡KyungSoo! —saludó Baekhyun al abrir la puerta de su propia casa—. Llegaste justo a tiempo.

El pelinegro arrugó el entrecejo y dibujó una expresión de confusión en su rostro.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó mientras veía salir de la cocina a su marido junto al esposo de su amigo—. Chanyeol, hola.

—Hola KyungSoo.

—Llegaste, cariño —dijo el moreno con una linda sonrisa en sus labios.

—Sí, ah... ¿qué hacen aquí? —les preguntó a todos.

Baekhyun lo tomó del brazo, muy emocionado.

—Vine a ayudarte a armar las maletas—respondió—. ¡Nos vamos a Pyeongchang mañana!

—¡¿Qué?!

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