••2••
Shippo sentía la llegada al hospital eterna, apretaba su celular con fuerza esperando llegar pronto y así asegurarse que su madre estaba bien.
–Hemos llegado joven– decía el conductor– serán...
–¡Gracias, guarde el resto!– le dio algunos billetes y bajó rápidamente, no tenía tiempo que perder allí.
Conocía perfectamente el camino a la habitación de su madre, había estado el último año yendo y viniendo de allí, entró rápidamente y las enfermeras lo miraron con tristeza mientras dejaba el estuche de su violonchelo en el suelo y se acercaba.
–Mamá, ya estoy aquí– dijo tomando las manos de Ayame, quien abrió sus ojos y le sonrió feliz– por favor, no me dejes, ya vine.
–Mi pequeño...– hablaba en tono suave, más suave del normal, las lágrimas de Shippo no tardaron en salir– Estuviste estupendo.
–Pensé en ti mientras tocaba– limpió su nariz y miró a su madre– lo siento, no vine mucho últimamente.
–Tranquilo, ahora...ya estas aquí– hablaba con algo de dificultad, el cáncer de estómago había avanzado rápido y para cuando se dieron cuenta, ya era tarde– Debes ser feliz.
–No hables como si te despidieras– pidió con una amarga sonrisa y acercó la mano de su madre a su rostro– no puedo perderte, no a ti.
–Lo..lamento tanto– la voz se fue perdiendo poco a poco y Shippo dejó caer su rostro en la camilla mientras sentía la débil última caricia de su madre-.
El horrible pitido de la máquina llenó la habitación, el ojiverde no se movía, las enfermeras le pedían alejarse para poder desconectar a su madre y al final se levantó, no lloraba, no mostraba alguna emoción cuando salió y se encontró a sus amigos ahí.
–Shippo....– llamó Kagome, dándole un abrazo y siendo secundada por Hisato– lo lamentamos mucho.
No respondió, solo se alejó sin fijarse en su camino y esta vez chocó con Bankotsu, levantó la mirada y se topó con unos ojos azules observándolo sin emoción.
–No reprimas tu dolor– extendió sus brazos y Shippo sintió que el nudo de su garganta se deshacía, se abrazó a Bankotsu y lloró, dejó salir todo el dolor que guardó desde que su madre había caído al hospital– aquí estoy para ti.
–Vaya, fuiste rechazado sin hacer la pregunta– dijo Sesshomaru viendo el pelimorado y recibió un golpe de parte de Kagome– ¿que? Es la verdad.
–Sessh, cállate– pidió con una sonrisa-.
El ojidorado miró a otro lado, Kagome mostró una sonrisa de disculpa a Hisato pero este no le prestó atención, simplemente se quedó al pendiente de Shippo.
•••
El día del funeral llegaron amigos y conocidos de su madre, los mismos que habían ido a verla un día, ese mismo día conoció a Koga O'kami, quien le dijo que por petición de Ayame ahora era su tutor y él lo proveerá.
Bankotsu y Hisato se miraban a matar mientras esperaban que Shippo fuera a ellos, Kagome también había ido y trataba de no reír por la actitud de su hermano, estaba en un momento serio.
–¡Shippo necesito hablar contigo!– gritó Bankotsu apenas lo tuvo a unos pasos, estaba frente a Hisato con sus brazos extendidos como queriendo que no lo viera, Shippo parpadeó confundido y el moreno carraspeo– ejem...por favor.
–Vamos al café de allí– apuntó al otro lado de la calle– Estaremos más cómodos.
Bankotsu lo siguió de cerca, no sin antes mirar con burla al pelimorado, quien guardó sus manos en los bolsillos y se fue.
–Entonces...¿que deseas decirme?– preguntó el ojiverde tomando su taza de café y mirándolo a los ojos-.
–Yo...yo..– se sentía un idiota, era la primera vez que le costaba tanto hablar, notó la mirada de extrañeza en Shippo y no era para menos, ¿cuando se había trabado al hablar?– demonios, esto es más difícil de lo que creí.
–¿Te sientes...bien?– el ojiverde se acercó un poco más a él– nunca creí verte nervioso.
–Tu me pones así– dijo sin pensar, logrando poner rojo completamente a Shippo, quien se alejó queriendo preguntar a que se refería, pero Bankotsu le tomó las manos– Esto es difícil de decir, lo diré una sola vez así que pon atención– dijo con su ceño fruncido y cerró los ojos un momento– tu...me gustas, no se desde cuando, pero odio que estés cerca de ese idiota.
–Hisato, se llama Hisato– respondió riendo-.
–No me interesa su estúpido nombre– volteó la mirada enojado– no lo digas otra vez, no frente a mi.
Shippo asintió, deseaba reír en ese instante, pero su mente procesaba la confesión reciente.
–No es broma, ¿verdad?– el moreno negó– no quiero salir herido por ti, ya no más.
–Oye...sabias donde te metías en ese momento– la mirada desaprobatoria de Shippo lo hizo detenerse– te prometo que es verdad.
Desde la vereda de enfrente, Kagome chillaba feliz al ver como su hermano besaba a Shippo, sin importarle que los demás lo vieran, Sesshomaru simplemente aguantaba el apretón que estaba recibiendo en su brazo antes de llevarla lejos de allí o terminaría perdiendolo.
•••
Shippo caminaba con demasiados libros en mano, desde que había vuelto a la universidad los maestros lo llenaron en tareas y proyectos para recuperar las notas que debía.
Tropezó esparciendo los libros y hojas en el suelo, maldijo por lo bajo mientras oía la burla de quien le había puesto el pie para que cayera, se limitó a reunir sus cosas hasta que vio unos pies detenerse frente a él.
–¿Te quedarás ahí idiota?– reconoció la voz de Bankotsu, quien se oía molesto, el chico que antes se reía quedó callado– ven a ayudar o diré la clase de favores que me pedías hacer.
El de ojos verdes vio como su acosador se agachaba y juntaba sus cosas para después dárselas.
–¿Que haces? Llévalos por él– se giró a su novio, a quien le sonrió y giño un ojo– apresúrate que no tenemos todo el día.
–Oye, podía llevar yo mis cosas– le susurró cuando iban caminando– si un día faltas, me matará.
–Y cuando yo vuelva, lo mataré a él– pasó su brazo por los hombros del menor y pegó sus cuerpos– Tranquilo, nada te pasará desde ahora.
Llegaron a los casilleros, Shippo tomó sus cosas y las guardó, Bankotsu le hizo una señal al otro chico para que se fuera y después se fueron a sentar a las escaleras junto a Kagome, Sesshomaru y Hisato que se había unido solo por que si.
–Agh...¿que haces tu aquí?– se quejo Bankotsu inmediatamente al verlo– no recuerdo haberte llamado.
–No recuerdo estar aquí por ti– le respondió el de cabellos morados antes de sonreír en dirección a Shippo– ¿Has estado bien?
Shippo respondió amable como siempre antes de sentarse junto a él y con Bankotsu del otro lado, Kagome para romper el ambiente comenzó a hablar de la fiesta que harían unos compañeros de su clase de contabilidad, invitándolos a todos.
–¿Que dices zorrito, iras conmigo?– pregunta con una sonrisa coqueta Bankotsu, Shippo se sonroja ante el apodo y asiente– perfecto.
–¿Por qué le dices zorrito?– cuestionó Hisato con curiosidad y ladeando la cabeza, la pareja se miró y mientras el moreno reía el ojiverde negó completamente rojo, el pelimorado pasó su brazo por el cuello de Shippo y se pegó a su oído– Vamos....dímelo, confía en mi.
–Suéltalo, ahora– dijo Bankotsu dejando de reír, Hisato levantó una ceja mientras rodeaba esta vez la cintura de Shippo– tu...vas a morir.
–Dime por que el apodo y lo suelto– dijo sin miedo alguno, Sesshomaru mostró una pequeña sonrisa disfrutando del momento– Vamos, habla.
–¡No!– gritó Shippo al ver que Bankotsu iba a hablar, se abrazó a Hisato impidiendo que dijera algo– ¡No digas nada!
–¡Que te sueltes!– Bankotsu se levantó comenzando a tirar del brazo de Shippo, pero no lo movía– ¡Shippo, suéltalo o hablaré!
Kagome cubrió su boca para reír, comenzaba a adorar a esta pareja, esperaba siempre presenciar estos momentos.
Hisato se mostró molesto mientras se cruzaba de brazos y miraba a otro lado, quedando con las ganas de saber el por qué le decía así.
Shippo por su parte, agradecía que Bankotsu no dijera nada, le era vergonzoso el recuerdo, ¿como demonios le diría, que fue encontrado probándose el mismo traje de zorrito que usó para una obra escolar y eso los llevó a la noche de pasión más desenfrenada de su vida?
Ese recuerdo se iría con ellos a sus tumbas si era necesario, pero nadie jamás debía enterarse.
•••
El día de la fiesta llegó, Shippo al salir de la Universidad fue directo a su nuevo hogar, donde Koga bebía un poco mientras cocinaba.
–Hola, hoy saldré con unos amigos– le informó mientras dejaba su mochila en el sillón y se sentaba en la mesa de la cocina– Quizá llegue mañana o demasiado tarde.
–Esta bien, solo cuídate– le pidió el pelinegro mientras le servía un poco de estofado– ahora come, estos días casi no pruebas la comida y puedes enfermar.
–Gracias– hace mucho que no probaba comida casera, pues a él no le gustaba cocinar, odiaba entrar en la cocina, siempre terminaba quemado o cortándose– esto está delicioso.
–Tu madre me enseñó la receta– dijo con tristeza– era muy buena cocinera.
–¿Ustedes se conocían desde hace mucho?– deseaba saber más de ella-.
–Si, desde nuestros años de universidad– cerró los ojos recordando esos días– recuerdo que hubo un tiempo donde me enamoré de ella, pero no sentía lo mismo y conoció a tu padre.
–Él...¿como era él?– cuestiona dejando de lado la comida– jamás toqué ese tema con ella.
–Era un tonto, prepotente, muchas veces la encontré llorando por que él era hiriente con sus palabras– dijo frunciendo el ceño– le dije que terminaran, que él solo era un patán pero no hizo caso y fue cuando quedó embarazada.
Shippo agachó la mirada, ahora entendía por qué su madre evadía el tema los primeros dos años que preguntó por su padre, era un imbecil, agradecía que se hubiera marchado de sus vidas, no hubiera aguantado ver el maltrato a su madre y no poder hacer algo por carencia de fuerza.
–Tu eres igual a tu madre por lo menos– dijo con una sonrisa Koga– eso siempre lo agradeció.
–¿No tengo nada de mi padre?-.
–Pues no, él tenía cabello rubio y ojos castaño– respondió mientras servía jugo para ambos– y su piel era más bronceada que la tuya.
Shippo agradeció eso, entonces él era completamente igual a su madre y eso le hizo sonreír.
Dio gracias por la comida y subió a su habitación para darse un baño y ponerse ropa cómoda, había optado por jeans azules, playera negra y una camisa roja con cuadros, zapatillas negras y llevaba una chaqueta en caso de frío.
Bajó a la cocina para dejarle comida y agua a Yasha, le dio unas cuantas caricias antes de irse.
Se despidió del moreno antes de salir y encontrar a Bankotsu fumando apoyado en el auto, se acercó a besarlo y el ojiazul correspondió con gusto el beso.
–Vamos, mi hermana nos espera– tiró la colilla del cigarro y subieron al auto para ir hasta la casa de quien daba la fiesta, ni su nombre sabían pero jamás le diría que no al alcohol y música– por cierto, dame tu mano.
Shippo alzó una ceja extrañado mientras tendía la mano, Bankotsu la tomó y usando una sola de sus manos para no perder el equilibrio del vehículo, le puso una pulsera de plata.
–La encontré mientras me iba a casa– dijo soltandolo– ajustala a tu medida, yo no puedo.
–Lo se– rodó los ojos y se quedó mirando la pulsera, que tenía un pequeño zorro colgando– ¿es enserió? No dejaras que lo olvide, ¿verdad?
–Por supuesto que no– se burló dándo una mirada fugaz antes de voltear al frente, ya casi llegaban– al principio quería comprarte un anillo, pero esa pulsera me gustó más.
Llegaron a la casa, había autos por todos lados, estudiantes bebiendo y bailando en el patio, algunos salían a fumar hierba y otros gritaban eufóricos esperando que un elegido bebiera de golpe una botella de Whisky.
Los dos bajaron y comenzaron a buscar a sus amigos, saludaban a quienes pasaban y el moreno para no perderlo de vista le tomó la mano entrelazando sus dedos.
Shippo no había asistido a alguna fiesta así, miraba todo el lugar sorprendido de tantos estudiantes, algunos bebian, otros tantos bailando, un par se besaba sin pudor sobre algún mueble e incluso algunos se estaban toqueteando sin importarles si los veían o no.
–¿Que pasa, quieres hacer eso?– pregunta Bankotsu en su oído haciéndolo temblar y soltar un chillido– no te preocupes, aun hay tiempo para todo.
–Cállate– dijo golpeando su brazo y girando a otro lado, vio a Kagome sonriendole y moviendo su mano en modo de saludo– mira, allá están.
–Oye, no me cambies el tema– reprocho pellizcando su trasero, Shippo se giró avergonzado– te ves muy lindo con el rojo en tus mejillas.
Shippo lo arrastró hasta donde los demás esperaban, se saludaron y Kagome ofreció algo de beber, el ojiverde solo aceptó cerveza mientras Bankotsu tomaba Vodka.
Hisato, que también había ido muy contra la voluntad de Bankotsu, sugirió un juego de preguntas, había llevado una baraja de cartas qué tenían preguntas, tanto incomodas como algunas normales.
–Bien, las reglas son simples– habla Hisato mientras revuelve la baraja– uno a uno saca una carta, se hace la pregunta y quien no responda bebe lo que indica el reverso de la carta.
–Bien, yo comenzaré– se ofreció Kagome sacando una carta– ¿cuál ha sido el lugar donde casi los atrapan teniendo sexo?
–La oficina del director– respondió Sesshomaru, sonriendo al recordar ese momento, Kagome se sonrojó y todos la miraron a ella-.
–El cine– dijo Hisato-.
–El baño del hospital–Shippo miró mal a Bankotsu, quien silba haciéndose el que no entiende-.
–Creí que dirías la biblioteca– dijo Bankotsu pícaro mirando a Shippo– o el salón de clases o..
–¡Cállate!– gritó cubriendo la boca del moreno, los demás solo reían‐.
Kagome bebió por que no deseaba revelar otros lugares donde tuvo sexo con Sesshomaru, el siguiente en sacar carta fue el peliplata.
–¿Cuantas veces han logrado hacerlo en un día?– alzó una ceja ante las preguntas-.
–Bueno, voy a beber– respondió Hisato, el peliplata volteó la carta y vio que debía beber todo el contenido de su vaso y así lo hizo– mierda, tuve que elegir cerveza.
–Creo que el máximo fue de tres veces– respondió Shippo tocando su barbilla deseando recordar si era así o no-.
–Cuatro en un día– corrigió Bankotsu alzando su dedo-.
–Seis veces– respondió Kagome deseando que el rumbo de preguntas cambiara ya-.
–¿Cual es ese sueño que desean se cumpla?– preguntó Hisato-.
–Bueno, el mio ya se cumplió– respondió Shippo con una sonrisa-.
–¿A si?– cuestiona Bankotsu, creyendo que se trata de al fin estar en una relación con él– ¿y cual era ese sueño?
–Estar en un escenario tocando y que mi madre pudiera verme– todos los presentes, con excepción de Sesshomaru, sonrieron– lo siento, no deseaba ponerme sentimental.
–Esta bien, estamos aquí para cuando desees hablar– respondió Kagome y todos estuvieron de acuerdo– ahora Bankotsu, responde tu.
–Mi sueño....– su celular sonó, revisó el mensaje y sonrió de lado– está a punto de cumplirse.
Todos vieron extrañados como se levantaba y se llevaba a Shippo con él, no le dieron importancia y siguieron jugando entre ellos y otros estudiantes que se unieron después.
En tanto, el pelinegro arrastraba al ojiverde entre el tumulto de gente hasta el segundo piso, donde entraron a una habitación y cerró con seguro.
–Ten, ve al baño y ponte esto– dijo Bankotsu dándole una bolsa– rápido.
–Bien, bien– Shippo tomó la bolsa se papel roja y entró al baño, los minutos pasaron y Bankotsu se mostraba impaciente– ¡NO SALDRE CON ESTO!
Escuchó el grito del pelinaranja y soltó una carcajada– Shippo, solo tienes dos opciones– se acercó a la puerta tratando de abrir pero estaba con seguro– o sales por tu cuenta, o entro yo.
Se alejó un poco, pasaron cerca de tres minutos y suspiró haciéndose para atrás listo para patear la puerta, pero sintió el "clic" del seguro y se detuvo, un par de segundos después Shippo salió.
Bankotsu mordió su labio y sintió como su pantalón apretaba, fue hasta Shippo y lo tomó de una mano para llevarlo a la cama y dejarlo caer suavemente.
–¿Por qué compraste esto?– preguntó respirando agitado, llevaba un atuendo de dos piezas color naranja, la parte de abajo qué solo era un short demasiado corto y apretado tenia una cola sobresaliente, la ombliguera tenía dos aperturas en forma de corazón a la altura de sus pezones, sin contar las orejitas y los guantes en forma de patas– me veo ridículo.
–Te ves apetecible, zorrito– susurró pasando la lengua por un rosado pezon y luego soplando, causando un jadeo en Shippo– si que eres sensible de esta zona– siguió jugando con sus pezones, apretando y tirando, chupando y mordiendo, después su boca descendió por su estómago hasta llegar a los short, que se levantaban con la ereccion del ojiverde– veamos cuanto tardas en venirte.
Sonrió antes de bajar el short por completo y comenzar a masturbarlo, primero lento, pasando su lengua por el tronco hasta la cabeza, haciéndolo gemir su nombre con deseo y pasión.
Una mano del pelinegro viajó hasta su trasero, necesitaba prepararlo bien, pues hace mucho no tenían sexo, así que metió un dedo y comenzó a moverlo simulando embestidas, cuando lo aceptó bien medio dos más.
–¡Bankotsu!– gritó apoyando sus manos en el brazo del ojiazul– sigue...así me gusta.
–Lo se zorrito– respondió mientras movía sus manos en perfecta sincronía– esta noche la pasaremos muy bien.
Shippo gimió ante los movimientos de ambas manos, comenzó a respirar más agitado y tuvo su primer orgasmo unos minutos después.
Sus ojos estaban nublados ante el placer, pero pudo apreciar perfectamente cómo el moreno lamia su mano y lo miraba coqueto antes de comenzar a quitarse la camisa y el resto de su ropa.
A diferencia de las otras veces donde tuvieron relaciones, Bankotsu se toma su tiempo para besar el cuerpo de Shippo, dejando algunas marcas en el proceso, el ojiesmeralda gime mientras quita los guantes qué simulan las patitas de un zorro y se abraza al ojiazul, que lentamente se acomoda y entra en su interior sacando un gemido en ambos.
–Esto sigue siendo lo mejor del mundo– dice dejando un beso en la barbilla y luego en la punta de la nariz– extrañé estar contigo.
Decía mientras comenzaba a mover sus caderas de manera lenta pero entrando lo más profundo que podía, sacando gemidos del pelirrojo.
–Muévete más rápido– pidió aferrando sus manos al cuello del moreno para acercarse a sus labios– por favor...
–Tranquilo, nos queda toda la noche aún– dice pasando la lengua por su cuello antes de morderlo– tendremos tiempo para darte duro.
El ojiesmeralda se sentía frustrado al sentirlo moverse lento, las otras veces no había sido así, quería y anhelaba poder sentirlo como aquellos días, pero se dijo a si mismo que debía aguantar, después de todo no sería la primera ni la última vez que lo harían.
Bankotsu se movía lento, sacando gemidos y suspiros en su pareja, era nuevo para él también buscar el placer de ambos, antes siempre buscaba el suyo, pero ver a Shippo sonrojado, corriendose seguido por esa lentitud era todo un deleite a su vista.
No se molestaron en saber el tiempo que llevaban allí, solo se entregaron una y otra vez hasta que Bankotsu acato la orden de Shippo por darle más y más duro.
Lo tenia en cuatro sobre la cama, lo tomó de las caderas y se movió a un ritmo acelerado, los gemidos qué salieron del menor era música para sus oídos, sintió su vista borrosa por el placer que crecía en su interior, ambos se vinieron juntos antes de caer rendidos en la cama.
–Shippo– el ojiesmeralda se giró lento, Bankotsu le tomó del rostro para besarlo– te amo.
–Yo también– una lagrima rodó por su mejilla– mamá, pude encontrar a quien me amará, solo me gustaría que pudieras verlo– pensó antes de dormirse sobre el pecho del moreno.
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