Ese mayordomo, descubriendo
||Narra Sebastián||
Entonces la acción más destructiva para mi razonamiento sucedió en ese momento.
Él se había levantado para ponerse frente a mí y quitar mis manos del rostro, en su lugar usó las suyas para elevar mi cara quedando frente a la suya, lo siguiente que supe fue que unos pequeños labios estaban sobre los míos, en un toque temeroso, tímido, inexperto, pero a la vez dulce, adictivo, efímero.
Vete de aquí por un par de días, regresa cuando entiendas a que se debe el que quisiera cambiar nuestra convivencia, el que me sienta feliz de que estes junto a mí ahora que de nuevo pareces estar bien con el hecho de que sea tu "bocchan"-. Sus palabras me descolocaron enormemente, quise pedir explicación pero entonces lo que había dejado de molestarme desde ya hacía meses provocó que quisera destruirlo en ese instante: la marca del contrato.- Es una orden Sebastián.
Su ojo brillo con la misma intensidad que cuando me pidió que durmiese junto a él aquella noche de invierno, no tuve de otra, obedecí de inmediato y me retire no sin antes decir "Yes, my lord".
<-~×∆×~->
Ya habían pasado dos días luego de ello y yo seguía vagando por las calles de Venecia sin saber bien que debía entender. Sus palabras resonaban en mí sin cesar pero no las comprendía, él estaba feliz porque yo estaba bien con seguir siendo su mayordomo, entonces si era así ¿Por qué me pidió que me fuese?
No tenía lógica alguna, estaba confundido de nuevo al punto en que me vi forzado a pedir ayuda al primero que se me vino a la mente: El señor Agni.
Él decía ser mi amigo así que debería poder ayudarme, encontrarlo no fue problema, explicarle lo era, ya no solamente lo que sucedía sino también el porque el bocchan y yo nos desaparecimos tan repentinamente mintiendo respecto a que el bocchan había muerto de la noche a la mañana dejando como regalos una paletas de la empresa Funtom, termine mintiendole, era lo más obvio, que me creyera ya era otro asunto.
Entonces Sebastián-dono ¿por qué no esta con su amo? ¿a qué se debe el que me haya buscado?-. Su semblante como siempre era sereno, sentí cierta confianza para contarle verdaderamente lo que sucedía, lo cual hice omitiendo detalles referentes a las naturalezas demoniacas de nosotros y el contrato.- Es una verdadera sorpresa lo que me cuenta Sebastián-dono, podría decirle que realmente esta cometiendo una horrible falta a su puesto como mayordomo del joven Ciel pero no estoy en posición, no cuando yo me siento como él respecto a mi príncipe Soma... Se lo diré directamente, él esta enamorado, siente amor por usted y creo que usted no le es tan indiferente.
¿Amor?... Es broma ¿verdad?, él no puede sentir eso por mí, no tiene sentido ¿Qué fundamentos existen para tal cosa? Yo tampoco puedo, es imposible-. Las palabras de señor Agni eran completamente irracionales, él no podía, yo... no, eso no podía ser cierto, era imposible... ¿Lo era?
Entiendo su confusión e intento de negación, en parte realmente esta mal por el hecho de que es tan solo un niño y usted un adulto, añadiendo el hecho de que son hombres, aunque eso último yo también lo tengo como problema con el príncipe, sin embargo así parecen ser las cosas, muy descabellada la situación ¿no? Pero tampoco era improbable, no si el joven Ciel quiso debilitar lentamente la barrera que ponía su relación amo-mayordomo, él quería que usted fuese cada vez más cercano a su persona-. Si me encontraba callado ante lo que decían el señor Agni era porque en mi mente todo estaba siendo conectado entre sí, sus comportamientos, la tristeza que mostraba en los primeros meses antes de lo ocurrido en el primer invierno en Venecia, el como cada vez nuestra convivencia se volvía tan única y fascinante.- Tal vez le dijo que se fuese para que usted descubriera lo que él sentía al respecto suyo y para que al volver le diese una respuesta, de haber sido así tal vez dije demasiado y usted puede tomar una decisión apresurada e imprudente.
No lo hizo, muchas gracias por escucharme señor Agni, aun no volveré a la mansión, pues debo pensar mucho todavía-. Me fui de inmediato sin escuchar lo que fuese que me haya dicho, en ese momento estaba demasiado alterado por la mezcla sin fin de emociones y sensaciones nuevas me hacían sentir extraño.
Quería ir directamente a preguntarle si eran ciertas las palabras del señor Agni, pero temía por la respuesta, de ser positiva ¿Qué debía hacer o pensar?
Pensarlo me llenaba de emoción y era agradable imaginarlo, me era fascinante la idea de seguir experimentando esas sensaciones que me hacían sentir como un humano mas no sabía que era lo correcto hacer, pero de ser negativo y que todo se tratase de un malentendido o de una broma bien planeada, la sensación era de simple furia, de querer destruirlo todo y a todos... excepto a él.
Viese como lo viese, tenía razón el señor Agni, yo no parecía ser indiferente en caso de que fuese amor, por ello en ese momento me di cuenta que dicho sentir era una muy peligrosa arma de doble filo de la cual debía tener cuidado si no quería que me lastimara, pero a la vez quería correr el riesgo de ser lastimado si él realmente estaba interesado en mí.
||Narra Ciel||
Había ya transcurrido cuatro días desde que le ordene a Sebastián irse de la mansión para que descubriera mis sentimientos, me sentía un tanto estúpido en ese momento por hacer tal cosa, la casa realmente se sentía más grande ahora que estaba solo en ella.
Por orgullo hice eso para evitar decirle en ese momento que me había enamorado de él ¿Cuándo me di cuenta de ello? ¿Cuándo fue que caí embeselado por su atractivo, por su forma de ser, por su sonrisa sarcástica? Preguntas que me hice muchas veces durante las noches luego de que me decía "Buenas noches, bocchan" y se iba de mi habitación. Jamás supe en que momento comencé a disfrutar el que estuviese allí fielmente, se que me preocupaba mucho por él cuando había la remota posibilidad de que resultase gravemente herido, cuando estuve en la mansión de Alois Trancy y camine por los jardines a mi mente llegaron esos recuerdos donde él estaba presente, ya fuese sonriendo con burla, rescatandome, cumpliendo su rol como mi mayordomo, estando conmigo desde que hicimos el contrato, momentos que parecían tener toques personales, íntimos.
Esa vez sentí tanta pena por los pensamientos que cruzaron por mi mente que las flores de ese sitio y hasta esa tal Hannah la pagaron con mi rabieta, pero ya desde ese momento supe que el idiota de mi mayordomo se había adueñado de mi alma en una forma diferente a lo estipulado en el contrato que hicimos en aquel entonces.
<-~×∆×~->
Ya era de noche y como había estando haciendo desde que se fue, salí al jardín para ver el cielo lleno de estrellas, a pesar de ser verano, esa noche en particular se sentía agradable, un brisa refrescante ayudaba a que el ambiente no fuera sofocante.
Tenía puesta una de las camisas que pertenecían a su uniforme como mayordomo de manera que cumplía la función de pijama, tenía su aroma y eso me reconfortaba, esa camisa abrochada dejando los últimos tres botones de arriba desabrochados era lo único que llevaba encima además de la ropa interior. Sabía que era un acto muy descarado de mi parte pero que más daba, no había quien me juzgara, tan solo estaba yo allí, me recoste en el césped cerrando los ojos disfrutando de la brisa y la calma de mi alrededor, hasta que sentí que muchas personas estaban allí y unas tres me habían rodeado.
Así que aquí se ocultaba el perro guardián de la reina, te estuvimos buscando por varios meses hasta que dimos con este lugar, tenemos cuentas pendientes que saldar contigo, muchos de nuestros negocios se vieron arruinados por tu intervención y aún no nos hemos recuperado, así que preparate para pagarlo maldito perro guardián-. Fueron las palabras que me dijo el más alto de los tres que estaban allí, mientras otras personas parecían estar dentro de la mansión buscando más personas aparte de mí, los que estaban conmigo tenían armas, aun si podía curarme después, me dolería en el momento pero supuse de que podría aguantarlo.
¿Por qué vienen a molestarme cuando estoy tan bien y tranquilo aquí en mi mansión? No tengo tiempo para ustedes, vayanse amablemente antes de que me moleste y eso les será problematico si sucede, así que solo larguense de aquí-. Fui considerado con ellos al darles una oportunidad de seguir con vida, me encontraba de relativo buen humor a causa de estar con la camisa de Sebastián puesta, pero ellos tal parecían no querer aceptar mi bondad y eso estaba bien, a mi no me molestaba mancharme las manos un poco, fui el perro guardián después de todo, hacer el trabajo sucio de la reina era lo que hacía.
Por supuesto aun era inexperto, yo era como Sebastián cuando recién iniciaba como mayordomo y debía proteger la mansión mientras dormía o como cuando mató a todos esos zombies en el barco, asesinar pareciendo un verdadero demonio, un monstruo que derramaba sangre y que tomaba vidas a diestra y siniestra.
Los gritos se escucharon durante todo el tiempo que me dedique a matar, por supuesto no salí ileso de ello, mis reflejos eran torpes aun, tenía varios disparos, golpes y me sentía muy fatigado, escupí muchas balas para después quedarme tendido en el pasto. Había matado a todos los que entraron en los terrenos de la mansión y sus cuerpos quedaron regados por todos lados, junto a la cantidad absurda de sangre que había derramado con mis propias manos, no supe en que momento me quedé dormido, lo último que supe fue que me quede viendo la luna en lo alto del cielo.
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