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Ese mayordomo, comprometido

||Narra Sebastián||

Acababa de pedirle matrimonio a mi amado bocchan, y como una ventaja de ser quien era: lo que necesitara a veces podía materializarlo en un momento, por ejemplo un precioso anillo de compromiso de oro blanco con tres diamantes, dos pequeños y en medio uno grande, los dos pequeños eran de colores rojo y azul, los correspondientes al color de sus ojos dependiendo de su naturaleza demoníaca-humana y en medio el diamante grande de color amatista que correspondía a la mezcla perfecta e ideal de ambas naturalezas.

Espere su respuesta impaciente y estando algo preocupado, pues él permaneció en absoluto silencio por unos momentos ¿Había sido muy apresurado de mi parte el hacerle esa proposición acaso?

Las dudas e inseguridades pronto comenzaron a abrumarme, pero su llanto lo evitó, aunque ahora estaba más asustado y confundido ¿Por qué lloraba, dije algo indebido?

Antes de siquiera poder preguntar se lanzó a mis brazos mientras lloró más intensamente ¿Debía tomar esa acción como una señal positiva de parte suya?

¡Claro que acepto! ¡Quiero casarme contigo Sebastián!-. Al escuchar esas palabras pude sentir un gran alivio acompañado de una gran dicha, él había aceptado y yo no podía estar mas feliz por ello, una vez le correspondí aquel abrazo, lo deje de nuevo en la orilla de la cama y le coloqué el anillo, el cual le quedaba de maravilla, él lo miró y me sonrió a pesar de que aún derramaba lágrimas, las cuales ahora comprendía que eran de felicidad.- ...Pero que te quede claro mi amado demonio idiota, que si tú me traicionas o me mientes, da por seguro que me vengare, por mi orgullo juro que lo haré ¿Entiendes eso?...

Claro que lo entiendo, más no olvide que yo no miento y que desde que nos conocimos prometí no traicionarle ¿Lo olvida acaso?-. Él de inmediato negó, en el fondo sabía que esa era su forma de no mostrar más de sus sentimientos.

Su orgullo realmente era algo que me encantaba de su personalidad, aunque a veces lo hiciera actuar de manera incoherente.

Ahora me era posible decir que ya me pertenecía por completo, lo sería para toda la eternidad y ese contrato bien podría ahora ser el certificado de matrimonio. Pero ya me preocuparía por los pequeños detalles relacionado a ello más adelante.

En ese momento quería retomar lo que comencé, aunque me di cuenta que tal vez pude haber hecho la propuesta de manera mas decente, algo que estuviese a su altura, ya que le había dicho todo ello estando ambos desnudos, más como veía las cosas a él no pareció importarle, de hecho.

Mi amado prometido estaba más centrado viendo con una pequeña sonrisa el anillo que ahora portaba en su mano. Entrelaze mis dedos con los suyos y lentamente lo fui haciendo hacía atrás para que terminara recostado y así tuviese la oportunidad de besarlo.

Su cuerpo había dejado de sentirse cálido, seguramente por permanecer sin cubrirse y que con mis atenciones reducidas a cero lo dejaron sin subir la temperatura, más ya estaba dispuesto a devolverle el calor.

||Narra Ciel||

No podía salir de ese pequeño trance que una gran felicidad me otorgó, no podía creer lo que sucedía.

Sebastián me había propuesto matrimonio, se comprometió conmigo y yo no podía sentir más dicha en ese instante.

Aunque era claro que ni en mis mas alocados sueños hubiese creído que algo así sucedería, ciertamente creía que tal vez este era otro sueño realista como el que tuve donde Sebastián, yo y un pequeño niño nuestro habíamos ido a un circo por su cumpleaños.

Pero de ser así creo que sufriría horriblemente al verme de regreso en una realidad en la que solo éramos amo-mayordomo. Era seguro que terminaría por llorar sintiéndome miserable y eso no me gustaba, ya en este momento estaba llorando, pero por buenas razones claro.

El trance duró poco cuando sentí que entrelazó nuestros dedos mientras yo veía embobado el anillo en mi mano.

De un momento para otro sentí sus labios sobre los míos, de nuevo me besaba de manera lenta y me gustaban esos besos, podía grabar en mi mente esa sensación tan gratificante que transmitía, ese cosquilleo que me quedaba luego de que nos separabamos para retomar un poco de aire.

Sus manos comenzaron a pasearse por mis caderas delineando su contorno, luego acarició mis piernas subiendo hasta llegar a mi entrepierna, mas no llegó a tocarme allí.

Yo por mientras me entretenía pasando mis dedos por su espalda, me gustaba su cuerpo a decir verdad, no era muy musculoso pero tampoco muy delgado, tenía las proporciones perfectas para mi gusto.

||Narración normal||

La noche recién comenzaba y dos demonios estaban dispuestos a aprovecharla por completo para mostrarse su amor una vez más dejándose guíar por la pasión olvidándose del mundo que los rodeaba, el mas alto se encontraba besando al pequeño que jadeaba entre besos pues su parte baja estaba siendo estimulada.

Las hábiles manos de su demonio le dejaban la mente en blanco gracias a las caricias en los puntos correctos que le otorgaban placer inmediato, pero no le era suficiente, deseaba más y también quería que el contrario se sintiera bien.

Detuvo con muchos esfuerzos a Sebastián y aparto la mano de este, con timidez tomo ambos miembros con sus pequeña mano, aquel contacto y roce que se produjo entre los dos saco de cada uno un jadeo y un gruñido de placer respectivamente. El conde comenzó a mover su mano con cierta dificultad para dar inicio a una masturbación mutua, el líquido preseminal que goteaba de ambos ayudaba a que la fricción les diera la suficiente satisfacción como para querer aumentar la velocidad hasta hacerla frenética pero por la dificultad que el menor tenía para sujetar los dos miembros no lo permitía, sin embargo el pelinegro posó su mano sobre la de su amante para ayudarlo a sujetar a ambos y comenzar con un movimiento mas rápido.

Los jadeos contenidos entre besos, gemidos que lograban escaparse y gruñidos por parte de ambos resonaban cual bella sinfonía por toda la habitación, el ambiente se tornaba cada vez mas candente y eso provocaba que sus cuerpos se cubrieran de sudor.

Pronto las corrientes eléctricas y la sensación de que a nada estarían por terminar les invadió, el vientre del menor se mancho con la escencia de los de los dos, Sebastián aprovechando eso lo utilizó como ayuda para dilatar la entrada de su amado.

Se-Sebastián... Sebastián... Ha-hazlo de una vez, ponlo de...dentro ya... Ngh... Ahh~ Rápido... Sebastián-. El joven conde se sujetaba con cierta fuerza de los hombros de su mayordomo mientras suplicaba por aquello.

Estaba tan nublado por el placer de los previos juegos y de ya haber terminado una vez que ahora estaba impaciente, nuevamente sus ojos eran de color amatista, justo como la primera vez que tuvieron relaciones.

No seas tan impaciente, debo tener cuidado de no lastimarte... Vaya, su cuerpo, al igual que tú, esta siendo honesto, esta apretando mis dedos fuertemente, además de que se siente muy caliente tu interior... ¿Que es lo que desea bocchan? Le he enseñado a como debe pedir un favor ¿No es así?-. El lívido del demonio mayor estaba dominándole la mente en ese momento.

Por ello se atrevía a decir tales indecorosas palabras al menor que temblaba por cada oleada de placer que le otorgaba ya que sus largos dedos tocaban una área que prácticamente lo tenía al borde de la locura.

Se...Se-Sebastián... Sebastián por favor... Qui-quiero sentirte dentro... Por favor-. Con el orgullo que normalmente solía portar el conde oculto en algún rincón olvidado de su raciocinio.

El menor vio suplicante a su demonio, una mirada pérdida, los ojos llorosos y finos hilillos de saliva que escurrían de sus labios para perderse por el cuello: esa era la imagen que Sebastián estaba viendo.

El que su contratista rogara de manera desesperada tan solo aumentaba el placer que sentía el mayordomo, este disfrutaba en demasía eso.

Pero incluso él tenía un límite de lo que podía resistir y dicho límite se había agotado con la última suplica de su parte, en un ágil movimiento el conde termino en cuatro y de una sola estocada fue penetrado, el sonoro grito-gemido que nació desde lo mas profundo de su garganta retumbo con fuerza en la habitación y parte del pasillo de aquella solitaria mansión donde solo ellos dos estaban en aquel instante.

Sebastián reaccionó al grito y se quedó quieto al darse cuenta que posiblemente había herido a su amado.

N-no te quedes quieto cu-cual idiota... S-Se-Sebastián... Muevete de una vez, estoy bien...-. El mencionado tan solo se vio algo sorprendido por las palabras de su amo.

Era obvio que este sentía algo de dolor pero posiblemente el placer estaba actuando en medida como analgésico de ello, por esa razón no pensó mucho en ello y comenzó a moverse, viendo atentamente como el menor sujetaba con fuerza las sábanas.

Por supuesto que en ese estado, donde ninguno de los dos parecía estar en sus cinco sentidos, las cosas se tornarían frenéticas.

Las penetraciones eran salvajes, el conde no se molestaba en acallar los gemidos que en algún punto se habían tornado gritos de placer.

Placer que tenía delirando a ambos, en especial a Sebastián, quien arremetía sin compasión, cubría de besos y mordidas los hombros y espalda del pequeño.

Las posiciones cambiaron, ahora era el menor quien montaba al mayor, que siendo sujetado de las caderas mantenía un ritmo estable que le permitía sentir hasta lo mas profundo el miembro de su mayordomo.

Qu-que cuerpo tan ma-maravilloso... Ahh... Proporcionándome tanto placer... Fa-fácilmente uno po... podría... v-volverse a-adicto a esto ¿No lo crees?-. El demonio mayor miraba con una sonrisa ladina a su contratista, que no dejaba de prácticamente saltar sobre su miembro, el cual fue apretado cada vez más, dando a entender que pronto el conde terminaría.- ¿Y-ya estas por terminar?... E-espera un poco más, quiero que lo h...hagamos juntos... nhg~

Tal como Sebastián lo quiso, su amo trato de aguantar un poco más, una vez más cambiaron las posiciones, quedando el menor abajo y mayor sobre él.

Se había salido de su contratista para penetrarle de un manera mas lenta, rozando a lo tortuoso, claro que la tortura aplicaba a ambos, el frenetismo de antes desapareció y ahora todo se tornaba tranquilo otorgando al ambiente un toque aun mas erótico.

Nuevamente estaban tomándose su debido tiempo para apreciar y guardar celosamente el recuerdo de la noche en que se comprometieron.

La embestidas pronto recobraron velocidad, pero ya no eran esos bestiales movimientos de antes, tan solo tenían lo necesario para tenerle en el límite de no dejarse llevar por la lujuria pero aun disfrutar del placer

Sus miradas chocaron por un momento y se perdieron ellas antes de que llegasen al clímax, un susurro por parte de ambos donde decían un claro "te amo" y la mente de los dos quedó en blanco cuando el conde mancho el vientre de ambos con su escencia y el mayordomo lleno el interior de su amo con su semilla.

<-~×∆×~->

A partir de ese día, en el que ambos se comprometieron, los sucesos que comenzarían a surgir a partir de ello tan solo serían una sorpresa tras otra, nadie les podía advertir todo lo que su futuro les tenía preparado a la pareja de demonios que al fin estaban enterados y mas que consientes de su gran amor por el otro.

~Fin de la primera parte~

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