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❀; Capítulo 4.

—Shirasaka-san —murmuraba Kise—, ¿me explicas?

—Dime qué es lo que no entiendes. —La chica se volteó un poco, después de todo, el rubio se sentaba detrás de ella.

—P-P-Pues... Y-Yo... —desvió la mirada, y se colocó la mano en la nuca. En realidad comprendió a la perfección esa clase de matemáticas, pero algo lo obligaba a querer hablar un poco más con ella.

—Kise-kun —dijo—, ¿no te han dicho que eres un poco molesto a veces?

Él rio.

—Nunca.

—Pues, esta será la primera vez. Eres molesto. —Después de un par de risas, la chica de ojos amatistas empezó a explicarle todo con cautela y tranquilidad.

— ¡Creo que serías una estupenda profesora! —exclamó el chico, emocionado.

—Gracias —respondió ella, haciendo una pequeña reverencia con la cabeza.

La pareja parecía llevarse muy bien. A pesar de no conocerse desde hace tanto tiempo, eran un buen dúo. Compartían mucho tiempo juntos, y eso tenía hartas a las fans del rubio. Lo querían sólo para ellas, y ahora que Tsubaki las había dejado, no tenían más que dejar que las cosas ocurrieran. Aunque, en realidad no dependían de ella, para nada.

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Pasaron algunos días, y el talento de Ryota con el básquet afloraba, convirtiéndolo en uno de los mejores jugadores de su grupo. Poco a poco fue superando a todos, hasta llegar a ser un jugador fuerte.

Esto se debía a su talento especial. Consistía en copiar las habilidades de otras personas —o sus movimientos—, y ejecutarlos él mismo. Incluso, estos podían llegar a ser mejores que los originales.

Por esa razón, pronto ascendió al primer grupo, del cual no conocía nada. Ese era lugar de los prodigios, alumnos con total poder en el balón, a su manera, claro. Excelentes jugadores de baloncesto que no creía poder igualar o superar. Bueno, lo creía, pero no quería admitirlo para no parecer presumido.

Quería que Shirasaka se encargara de familiarizarle con el lugar.

—Vamos, lo harás bien —dijo Yukimi para animarlo. Parecía estar nervioso—. No creo que sea más difícil que modelar. Es pan comido para ti.

— ¿Y para Shirasaka-san? —preguntó el rubio—. Es decir, ¿tú también juegas?

—Hm... No mucho —respondió la chica—. Oh, cierto. Tu instructor en este grupo será Tetsu-kun.

— ¿Quién es Tetsu-kun?

— ¿Me llamaron? —Otra voz interrumpió. 

Kise puso una expresión de sorpresa al observar al chico de cabellos celestes allí, delante de ellos. No parecía tener algo en especial, más bien, lucía inútil para un juego tan brusco.

— ¡Tetsu-kun! —se emocionó Yukimi—. Él es Kise Ryota-kun, de quien te hablamos Sacchan y yo.

—Mucho gusto —se reverenció el muchacho—, mi nombre es Tetsuya Kuroko.

El rubio le echó una mirada a Shirasaka, y ella le sonrió.

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— ¡Si sigues distrayéndote no llegarás a ningún lado! —dijo la chica de ojos violetas, al ver cómo Kise observaba el otro partido que se llevaba a cabo.

Durante los entrenamientos, el grupo uno se dividía en dos, para tener más oportunidades de probar las habilidades de todos por igual.

—Juega bien —apareció Satsuki—. Debe ser por eso que lo admitieron aquí. Creo que puede llegar muy lejos si se esfuerza.

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—Sólo pasaron unas cuantas horas, no puedo creer que aún no sepas el nombre de nadie —dijo Yukimi en voz baja.

—Nadie se me ha presentado más que Kuroko-kun —murmuró Ryota—, ¿cómo quieres que sepa el nombre de alguien?

—Entonces me encargaré de presentártelos a todos correctamente.

Ambos caminaban hacia la salida de la preparatoria, en donde se encontraban algunos miembros del equipo principal. Los tres tenían el cabello color extraño.

—Kise-kun, ellos son: Daiki Aomine, Atsushi Murasakibara y, supongo que ya debes conocer a Tetsu —sonrió Shirasaka.

—Creí que ya nos conocía —murmuró Daiki, el de cabello azul, y rio—. ¿Vienes con nosotros, Shira? Le daremos la bienvenida a Kise.

 — ¡Por supuesto! —Y tomó a Ryota de la mano.

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— ¡¿Por qué tengo que pagarlo todo yo?! —preguntó el rubio—. ¡Se supone que esta es mi bienvenida!

—Eres un modelo, así que debería darte igual —dijo Aomine Daiki mientras tomaba su paleta—. Además no fue tan caro que digamos...

—No deberías quejarte, Kise-kun —sonrió Shirasaka—. Recuerda que es por ti.

—Pero... ¡Incluso se unió otra persona!

—Oh, él es Midorima Shintaro —dijo la chica al darse cuenta de la presencia del chico de cabello y ojos verdes, dedicándole una sonrisa—. Es otro de los titulares.

Kise suspiró. En ese momento, vio cómo se acercaba una chica a la que había visto muchas veces antes, la pelirrosa.

—Llegó alguien más.

— ¡Ella es Sacchan, Momoi Satsuki! Ya deberías conocerla.

—Lamento ser tan ignorante, Shirasaka-san... —se puso una mano en la nuca.

En ese momento, alguien pasó corriendo de forma muy rápida, ocasionando de Satsuki perdiera el equilibro y cayera al suelo.

— ¡Oi! —Ryota y Daiki salieron tras esa persona.

— ¿Estás bien, Sacchan? —se preocupó Yukimi.

—Sí, gracias. —Junto a Tetsuya lograron levantarla del suelo.

Atsushi apenas había salido de la tienda con una nueva caja de paletas, la cual Shintaro agarró y lanzó al motociclista. Acto seguido, corrió junto con Murasakibara. Los demás no se molestaron en seguirlos, sólo esperaron a que regresaran.

—Eso fue demasiado raro... —dijo Yukimi.

—Por suerte lograron detenerlo —habló el de cabello celeste.

Entonces, después de caminar por unos minutos, el grupo se despidió, y cada quien se fue por su lado. Pero el modelo no se separaba de Shirasaka.

— ¿Qué quieres? —preguntó, divertida.

—Nada en especial —sonrió él.

— ¿Entonces qué sucede?

—Creo que... no lo sé —rio—. Últimamente... es como si sólo quisiera pasar tiempo con Shirasaka-san.

Le tomó un momento procesar lo que Ryota había dicho, y cuando creyó entenderlo todo, sus mejillas se tiñeron de rojo.

— ¿E-Estás diciendo que...? ¡¿Eh?!

El chico de ojos dorados no hizo más que reír, mientras ella esperaba una explicación.

—Olvídalo —dijo—. Creo que... Creo que Shirasakacchi es increíble, y por eso quiero estar tanto con ella —hablaba con una gran sonrisa—. ¿Te acompaño a casa?

—S-Si quieres... —Ella seguía sintiéndose confundida, pero se dejó llevar.

Fin del capítulo cuatro.

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