Transcurrieron unos meses y con suerte la Generación de los Milagros no se separó. Fueron tantos los conflictos que Aomine estuvo a punto de salir del equipo... Sin embargo, una mirada de Akashi bastó para que cambiara de idea.

El año escolar estaba a punto de terminar, y todos estaban demasiado ocupados con los exámenes, aunque no fuesen estudiantes de último año. La excepción no era Yukimi, quien se negó a salir luego de clases con Ryota.

—Tengo que estudiar —suspiró una vez más, siendo prácticamente arrastrada por los pasillos.

— ¿Yukimicchi es siempre tan insegura? ¡Lo has hecho bien todo el año, no tienes que temer!

—G-Gracias... Pero eso no cambia el hecho de que los exámenes son importantes.

—El verdadero reto está por comenzar —rio Kise—. Apenas estamos en secundaria —le recordó.

—Es cierto... ¿Sabes? Me parece como si apenas ayer te hubiera conocido.

Cuando la chica dijo eso, se detuvieron. Ya habían llegado a una cafetería no muy concurrida, donde las fans locas no pudiesen acercarse al rubio.

—Igual a mí —murmuró él—, y recordaré ese momento por siempre. Um... ¿qué quieres pedir?

Shirasaka soltó una pequeña risa antes de contestar.

—Un chocolate caliente.

Usualmente no tenían citas, y de hecho esa no podía considerarse una. Pero a Ryota le gustaba mucho salir con Yuki de vez en cuando para hacer que se divierta y quitarle algo de estrés de encima. El chico creía que ella se preocupaba mucho.

Tras un rato juntos bebiendo y charlando, decidieron caminar de la mano por ahí antes de regresar a casa. 

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Cuando al fin terminó la semana de exámenes, la población estudiantil estaba dividida en dos: los que se habían esforzado y sabían de antemano que pasaban de año y podrían disfrutar sus vacaciones, y los que temían no recibir su pase de año dentro de una semana.

Yukimi y Ryota formaban parte de los primeros, a pesar de que el rubio al principio se negaba a creerlo. Siempre había descuidado todo lo concerniente a la escuela, hasta que conoció a Shirasaka. Tuvo mucho que agradecerle porque le hizo pasar el año.

— ¿Qué quieres hacer hoy? —preguntó la chica, quien había sido citada en la casa de los Kise.

—Quiero que ayudes a Mitsukicchi a preparar galletas —dijo él, emocionado.

Las galletas de su hermana eran deliciosas y sabía que si Yuki agregaba su propio toque quedarían aún mejor.

—Está bien —sonrió la menor.

Pasaron a la cocina, en donde Mitsuki se encontraba revisando los ingredientes.

— ¡¡Yuki!! —exclamó, una vez notó la presencia de la más pequeña y se acercó para darle un fuerte abrazo—. ¿Estás lista para ayudarme?

—Claro que sí~

Acto seguido, ambas se concentraron en preparar las galletas. Mitsuki precalentó el horno mientras Yukimi mezclaba y Ryota las observaba. Le enorgullecía que su hermana y su novia tuviesen una buena relación.

Cuando las galletas estuvieron listas, fue el primero en probar una, pues había estado soportando el delicioso olor de estas por mucho tiempo.

—Como se esperaba de Yukimicchi y Mitsukicchi, son deliciosas —dijo, sonriente.

Así fue como Shirasaka pasó casi todas sus vacaciones en la casa Kise, haciendo galletas con Mitsuki. Era una actividad divertida y agotaba parte de su energía, ya que debía además soportar los quejidos de Ryota mientras esperaba que se hornearan. Porque, sí, los primeros días fue muy paciente, pero luego dejó de serlo.

Finalmente, tras un par de semanas, se vieron forzados a entrar de nuevo al colegio, esta vez al último año de secundaria.

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Fin del capítulo quince.

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por ahora tengo muy poca inspiración así que quizás haga capítulos cortos como este para no tardarme tanto actualizando.