❀; Capítulo 12.
Los ojos violetas de Shirasaka miraban con atención la silueta de Kise en el gimnasio. Las prácticas habían terminado, pero él se encontraba allí, esforzándose un poco más. Sonrió, divertida, cuando recordó la razón por la que lo hacía.
Era igual de infantil que casi todas sus acciones con respecto a ella. "Lo hago para que Shirasakacchi se quede más tiempo conmigo", fue lo que le dijo.
Se mantuvo quieta un rato, observando cada uno de los movimientos del rubio. Cómo tomaba el balón, cómo lo posicionaba y cómo lo encestaba. Ese proceso se repitió unas tres veces hasta que la miró con sus ojos mieles.
—Espérame, Shirasakacchi.
Luego de unos minutos, Ryota volvió. Había cambiado su ropa holgada de deporte por el uniforme. Yukimi se incorporó y él pasó un brazo sobre sus hombros.
Habían transcurrido varios meses desde las vacaciones de verano, durante los cuales no ocurrió nada muy relevante. La generación de los milagros se distanció más, nada fuera de lo normal.
Ambos salieron del instituto y el chico se dispuso a acompañar a la peliblanca. Después de tantos meses conociéndola, no supo cómo no preguntó antes:
—Shirasakacchi... ¿Por qué tu cabello es blanco?
—Pensé que no te habías dado cuenta —dijo sarcásticamente—. En realidad, es una historia difícil, pero creo que te la puedo contar mientras vamos a casa. Mi cabello en realidad es rubio. —De la parte cercana al cuello, consiguió mostrarle un mechón de tal color—. Sólo que, cuando era pequeña llamaba la atención por eso.
"No me gustaba para nada ser el centro de atención, en especial si todos preferían molestarme que halagarme. Pero, después me di cuenta, gracias a las palabras de mi papá, que debía aceptar eso. Por eso, decidí teñirlo de blanco antes de entrar a la secundaria, como símbolo de que no me importa lo que digan de mí ahora."
—Vaya... —murmuró Kise, después de unos minutos de silencio—. ¡Como se esperaba de Shirasakacchi!
La mencionada no hizo más que reír, y luego levantó la cabeza.
—Mira, el atardecer luce hermoso hoy —susurró.
—Es muy bonito~
Se mantuvieron tranquilos el resto del camino a casa de la chica, puesto que ninguno tenía nada que decir. Aun así, era extraño que el rubio no estuviera mencionando cualquier cosa que se le cruzara por la cabeza.
No tardaron mucho en llegar a casa de Yukimi, pero ella tomó la mano del rubio antes de atreverse a entrar.
—Gracias por acompañarme —murmuró.
Él se despidió con una enorme sonrisa, que le brindaba felicidad a la menor.
Así era entre ambos, todos los días. Kise acompañaba a Shirasaka a su hogar y luego volvía al propio. Eso ocurría, a menos que el rubio tuviera que ir a la agencia de modelaje. En ése caso, la chica iba con él también y volvían más tarde a casa.
Por suerte, siempre tenía la excusa de que el club finalizó sus actividades más tarde de lo usual. Su madre parecía creérselo, así que sólo continuaba diciéndolo. Casi toda su vida intentó ser la hija ejemplar, a pesar de que aquello no fue reconocido nunca. Sin embargo, rebelarse un poco no le viene mal a nadie.
Entró a su casa, murmurando un silencioso "ya estoy en casa". Su hermana se encontraba en el sillón, leyendo un nuevo manga; y su madre no estaba por los alrededores.
Suspiró y se dirigió a su habitación. Dejó sus cosas sobre la cama y se tumbó junto a ellas. Cerró los ojos y colocó su brazo encima de ellos. Después de unos minutos así, fue a darse una ducha para poder despojarse luego de su uniforme escolar.
—Yuki. —Su hermana entró en la habitación—. Dame de comer. ¿No traerás otra vez al bello rubio?
—No lo sé —suspiró—. Iré a la tienda.
Luego de comprar las golosinas favoritas de su hermana, se encaminó a casa en esa fría noche. Bajó las mangas de su abrigo para que cubrieran sus manos, y apresuró el paso. Llegó tras unos cinco minutos, y cuando entró, Ayumi le quitó la funda.
La niña pronunció un seco "gracias", y empezó a devorar las golosinas. Por su parte, Yukimi volvió a su habitación e intentó dormir.
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Al día siguiente, de vuelta en la escuela, Shirasaka, Kuroko, Momoi y Kise tomaron juntos el almuerzo. Satsuki estuvo con ellos porque Daiki se negó a acompañarla; y Tetsuya había sido llamado por Yukimi.
—Y... ¿qué tal va todo con ustedes? —preguntó la pelirrosa.
— ¿A qué te refieres con "todo"? —inquirió la oji-violeta.
Satsuki rio.
—Olvídalo; son fantasías mías.
— ¡Sacchan!
Luego del almuerzo, como es natural, todos se dispersaron para ir a sus clases.
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Más tarde, ya en el gimnasio, Shirasaka se encargó de reunir la información que había sido solicitada por el entrenador. Éste requería los datos principales de los miembros de la Generación, para una especie de artículo de una revista. Eso también implicaba que uno de aquellos días debían ir a una sesión de fotos.
Todo eso se debía a la creciente popularidad de aquel grupo de jóvenes prodigios. El colmo del asunto, para Kise, era que su agencia se encargaba del proyecto.
— ¿Por qué no quieres que hagan un artículo sobre ustedes? —cuestionó Yukimi.
—No lo sé. Siento que... nunca quise mezclar mi carrera de modelo con mi... ¿vida personal? Si se le puede llamar así...
—Vaya... Lo siento mucho por ti, entonces. Ya envié la información...
El rubio empezó a reír.
—No te preocupes, está bien. Junto a ti me siento más libre... Siento que puedo hablarte de lo que sea sin sentir culpa por ello.
—En ese caso, desahógate conmigo, todo lo que quieras —sonrió ella.
—Eres increíble, en verdad... —susurró el oji-miel, y la acercó a su cuerpo—. No te alejes de mí. Nunca. No podría... Ya no sería el mismo sin ti.
Aquellas palabras provocaron que la muchacha se sintiera importante. Y, si era importante para alguien como Ryota, significaba que no era una basura, como siempre estuvo destinada a creer.
— ¿Por qué... confías tanto en mí?
—No lo sé. Sólo es... mi instinto. Creo que tienes un gran corazón, Shirasakacchi.
Fin del capítulo doce.
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El romance avanza de a poco-- Lamento si escribo tanto relleno- Incluso el básquet es relleno en esta historia, help. Debí haber hecho un AU si no quería que esto sucediera xdxd Perdón ;;
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