❀; Capítulo 10.
Días después del cumpleaños de Kise, las cosas parecían volverse más tranquilas pero problemáticas a la vez. Todo porque Aomine ya no asistía a los entrenamientos. Aunque, por supuesto, eso no beneficiaba a nadie más que a él y a Ryota.
Shirasaka miraba con insistencia al rubio, para que se disculpara, hicieran las paces, y todo volviera a ser como antes.
—Shirasakacchi, ya te lo dije. No lo haré, porque él te lastimó —replicó.
—Y yo te dije que eso no importa... Si es por el equipo, pueden hacer lo que sea conmigo y no me quejaré. —Bajó la cabeza.
—Pero yo no dejaré que lo hagan... —susurró el de ojos dorados, y tomó el rostro de la chica entre sus manos—. No dejaré que te hagan daño.
Yukimi se ruborizó, gesto ante el cual Ryota retiró sus manos y se disculpó con la mirada. Ella sonrió, negando con la cabeza. Parecía que se comunicaban en un extraño idioma, o por medio de la telepatía.
—Gracias por todo... —murmuró la oji-lila—. Has... hecho mucho por mí desde que te conocí.
—No es nada —sonrió él—. Por alguna razón tengo la extraña necesidad de protegerte.
Esas palabras desataron las hormonas de Shirasaka, quien se sonrojó hasta las orejas. A Kise le pareció algo tierno esta vez, así que no hizo más que reírse.
De repente, la chica lo abrazó y refugió su rostro en su pecho. Se mantuvieron así, juntos, durante unos minutos, hasta que ella misma deshizo la distancia. Lo miró a los ojos por unos instantes y luego se puso roja de nuevo.
—P-Perdón por eso... Sentí la necesidad de a-abrazarte... —murmuró.
—No tienes que disculparte —rio el rubio—. Yo también tenía ganas de abrazarte.
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Unas dos semanas transcurrieron desde ese momento. No ocurrió nada demasiado interesante hasta el lunes de la tercera semana, cuando las cosas se complicaron en el club de baloncesto.
Aomine se había dignado a aparecer, debido a las contantes amenazas de Satsuki. Pero no sucedió nada bueno con su llegada. Ryota empezó a restregarle en la cara las tantas veces que le había faltado el respeto a su amiga, aunque el peliazul no hacía más que ignorarle.
—Dices tonterías. No eres el padre de Shirasaka para hablar por ella. Si tiene que decirme algo, que lo haga por su cuenta.
El rubio hubiera golpeado allí mismo a Daiki, si no hubiera sido por la misma Yukimi.
—Déjalo, Ryota-kun. Ya te dije que no me importa.
Lo estaba mirando a los ojos, y sosteniendo con fuerza la tela de su camiseta. Él la apegó contra sí, en un abrazo protector.
—Aomine-kun tiene razón —murmuró ella.
—Bien, te haré caso —susurró Kise, a su vez.
Después de separarse, Shirasaka sonrió y se llevó a Ryota hacia alguna parte.
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—Midorima-kun, ¿qué crees tú que pasa entre Yucchan y Ki-chan? —preguntó una emocionada Satsuki.
—Absolutamente nada —respondió el peliverde, con dos de sus dedos sobre la montura de sus lentes.
— ¿Estás seguro? Veo que se han vuelto grandes amigos... E incluso podrían ser más que simples amigos.
— ¿Qué estás insinuando? Shirasaka no es ése tipo de persona. Dudo que esté involucrada con Kise de esa forma —comentó.
—Las personas cambian, ¿sabes?
— ¿De qué tanto hablan? —Kuroko se acercó—. No digan cosas malas de las personas que están presentes.
—No estamos haciendo nada malo, Tetsu-kun. Sólo apoyamos el KiYu~
— ¿KiYu?
— ¡KiYu! —sonrió la pelirrosa—. El emparejamiento entre Ki-chan y Yucchan~
— ¿Shirasaka-san y Kise-kun? ¿Está bien hacerles esto?
—No lo sé, dudo que se lo tomen a mal... ¡Empezaremos la operación!
—Momoi, detente —murmuró Shintaro.
— ¡Juntaremos a Ki-chan con Yucchan y haremos que sean felices! —exclamó, muy emocionada.
—Momoi-san... —Kuroko miró de manera disimulada a su izquierda.
Enseguida, los ojos de Satsuki se abrieron como platos. Frente a ella estaban Ryota y Yukimi.
—Sacchan, ¿de qué estabas hablando? —La chica miró a su amiga con los ojos entornados.
— ¡Nada, no es nada! —sonrió—. Sólo... R-Recordé la escena de un anime y...
—Dijiste que nos juntarías y nos harías felices, ¿o escuché mal? —cuestionó el rubio.
—E-Escuchaste mal, Ki-chan...
—Eso espero.
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Como era probable, Satsuki no olvidó sus palabras. Estaba dispuesta a hacer que sus amigos encontrasen la felicidad, por el bien de todos. O eso era lo que decía ella.
En realidad, se sentía feliz porque su amiga nunca había sido tan cercana a un chico. Quizás eso le llevó a elaborar montones de teorías, aunque en el fondo sabía que Shirasaka no era capaz de tales cosas. Sus ocurrencias sin duda eran extrañas.
Sonrió una vez más y tomó un sorbo de su jugo. Se levantó del lugar en el que estaba sentada, pensando sobre lo que había sucedido.
Ninguno de los dos pareció reaccionar de manera extraña. Más bien, parecían enojados o algo por el estilo.
En fin. Emparejar a sus amigos no era malo, ¿o sí?
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Una tarde de práctica se desarrollaba en el gimnasio de la secundaria Teiko. Pronto serían las vacaciones de verano, y después de eso se pretendía llevar a cabo montones de partidos amistosos, con el fin de brindarle más fama a la generación de los milagros.
Kuroko acompañaba a Shirasaka en la banca, analizando a sus demás compañeros. Todos parecían haber mejorado mucho sus habilidades desde que empezó el año, y eso los hizo felices.
Una vez la práctica terminó, los miembros del club de baloncesto se disponían a dirigirse a sus casas. Como siempre, el rubio decidió acompañar a Yukimi a casa.
—Shirasakacchi, ¿cómo estuve? —preguntó, sonriente, cuando estuvieron solos.
—Genial —sonrió ella también—. Pero, como siempre, hay cosas que arreglar~
— ¿Qué? —hizo un puchero—. ¿A pesar de que me esfuerzo por verme mucho mejor... porque estás ahí? No es justo...
Las palabras del chico sonrojaron a Shirasaka, e incluso hicieron que parara en seco.
—Ryota-kun... Eres muy gracioso —murmuró después de unos segundos.
— ¡Gracias! ¡Es mi edición limitada, sólo para Shirasakacchi! —Se acercó para abrazarla.
—Dices cosas muy extrañas —susurró ella, aferrándose a su pecho.
Sin dudas, eran el uno para el otro.
Fin del capítulo diez.
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Siento que quedó mal y admito que fue un capítulo de relleno ;; Pero bueno~ Es para pasar el tiempo hasta las vacaciones de verano~ Porque no quiero dar grandes saltos temporales xD
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