Llegaron a la enfermería donde estaba Charles que tiritaba de frío, y Mandela estaba cruzado de brazos recargado en la pared.

–¿Quien de las dos es tu magnífica solución? –dijo con sarcasmo el sudafricano. –¿Su madre? ¿O esa pequeña humana?

–La Señorita Komori es "Eva"–le tomó delicadamente por los hombros y le puso frente a él, pues estaba algo nerviosa, y se había tomado de la mano de la mujer–¿Si recuerdas mi plan, verdad?

–Tu y tus excentricidades.... –Nelson negó con la cabeza.–No me digas que al fin la hallaste después de acostarte con todas las mujeres del reino vampírico.

Yui se sonrojó al oír eso.

–Ella no es para mi, es solo una niña –caminó hasta la camilla donde estaba Charles, guiando a la rubia.–Ella es para alguno de mis hijos, el que sea Adán. Y tal vez Charles lo sea, al cabo ustedes son la quinta familia fundadora, el clan de los Leones.

–Charlie, hijo –Makena le despertó dulcemente.

–Mama...–el chico se despertó, pero estaba débil aun.

–Hijo, necesito que te sientes por favor –le pidió KarlHeinz.

–Yui...–Charles se levantó bruscamente al verla allí.–¿Que haces aquí?, Ayato se molestará, y....

–Tranquilo, yo le traje–dijo su padre–Ella te ayudará. Debes beber de ella.

–Pero, yo no quiero dañarla –repuso el joven.

–Por eso te sucedió esto, intentalo, por favor. Y puede incluso que te conviertas en mi heredero –el albino dio media vuelta– Salgamos de aquí–Ordenó a Makena y a Nelson.

Los tres adultos salieron. Y fueron bombardeados con preguntas de los chicos cual reporteros.

–¿Chokoreto está bien?–preguntó Kou.

–¿Charlie-nii está vivo?–le siguió Kino.

–¿Charles..... está.... bien?–insistió Azusa.

–¿El muchacho podrá terminar el partido?–dijo Yuma.

–¿Él también tratará de ser Adán, cierto? –la gota que derramó el vaso fue el comentario de Ruki, quien nunca dañó a Charles, sin embargo, no deseaba un contendiente más.

–Yo seré el único heredero–espetó Ayato, quien llegó con sus hermanos.

–Si padre, ¿Ese negro será el futuro rey?–dijo Reiji.

–Él también es mi hijo, y por sus venas corre sangre real. Tiene el mismo derecho de competir que ustedes –expuso KarlHeinz –Además esa no es mi decisión, yo no decido quien será Adán, el futuro rey. Yo solo elijo a las fichas del juego. Así que con permiso.

El hombre tomó a Makena de la mano y salió del lugar. Pero el Sr. Mandela se quedó allí.