XI
Los chicos fueron rápidamente al salón de la fama de la escuela.
Allí había reconocimientos, galardones, fotos y trofeos de todos los jóvenes talentosos que habían pasado por allí.
Todos los chicos observaron los nombres de sus padres, tíos y abuelos allí plasmados.
Había premios de todos los clubes de la escuela, incluso algunos que ni siquiera sabían que existían.
Un chico descubrió a su cascarrabias abuelo en el club de comedia, otro a su sedentario padre, como el ganador de atletismo. La madre de otro, había sido una estrella de la danza. Incluso Richter Sakamaki, había sido un gran nadador.
KarlHeinz estaba también allí, parecía que en su adolecencia había sido un niño cerebrito y perfecto.
Había reconocimientos de él en varios campos, el ténis, el ajedrez (campeón invicto en sus años de estudiante), golf, biología, matemáticas. Pero al fin llegaron a lo que buscaban.
Reinhard, el médico de la escuela, al ver a los chicos así al pasar por allí, sonrió.
Ahí estaba ese dorado trofeo del campeonato mundial de rugby, con un balón a sus pies.
Los ojos de los tres Mukami brillaron al verlo.
Azusa estiró la mano para tomar el balón, pero un cristal no se lo permitió, y se golpeó el puño.
–Deja allí-recibió un codazo de Yuma.
–Pero Chocoreto-chan dijo que lo lleváramos, para el partido-dijo Kou.
–Dejenme abrir–dijo Reinhard.
Ellos se apartaron y el mayor abrió la vitrina.
–Aquí tienen–les entregó el balón y Kou lo tomó antes que lo hiciera otro–Pero cuidadito con dañarlo. Si no, me dará un infarto, fue muy difícil conseguirlo.
–Pero yo no le veo en la foto-dijo uno de los chicos.
–Allí estoy–dijo el médico y les guiñó un ojo–Allí estoy...
Todos los muchachos se fueron rápidamente a la cancha.
Los hermanos mukami iban peleando por el balón.
Y sin darse cuenta chocaron con la espalda de Charles, por ir peleando.
El sudafricano volteó y les quitó el balón.
Ese no se parecía al Charles que habían conocido.
Sus ojos brillaban de furia, la adrenalina corría por sus venas.
Tomó el balón con ambas manos y le dedicó una mirada retadora al pelirrojo.
–Que comience el juego.
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