-¿Kino, qué haces aquí?-dije al verle

-Soy tu hermano, ¿no puedo venir contigo?-dijo él.

Me recargué en el asiento exhausto, ese día había sido difícil.

Kino trataba de ser amigable conmigo, pero parecía no haberse percatado de lo de hoy. Tomaba como siempre jugo de un tetra-pack, como niño pequeño mientras jugaba con su móvil.

Saqué él mió e inicié una vídeo llamada con mi madre.

-¡Hola Charlie!-contestó efusiva como siempre-¿Como está mi caballero favorito?

-Hola Mama-respondí sin ánimo.

-¿Te está yendo bien en la escuela? Dicen que es un lugar digno de la realeza ¿no?-Estuve a punto de contarle todo y ponerme a llorar con ella, pero no quería decepcionarla.

-Si, es un lugar hermoso-dije con una fingida sonrisa- Y adivina que....

-¿Ya tienes novia?-tan emocionada como solo una madre lo es.

-No, sabes que no soy bueno en eso. Haré un trabajo sobre el Sr. Mandela.

-Me gustaría oír lo otro, pero que bien, pues da lo mejor de tí.

-Te amo Mama-le dije para terminar, no podía más con eso.

-Adiós hijo-me dió un gran beso a través de la pantalla.

Colgué y boté el teléfono en el asiento y con un suspiro me heché hacia atrás.

-¿Por qué no se lo contaste?-preguntó ese chico sin apartar los ojos de su aparato.

-Porque no quiero que ella se preocupe y venga a "hacer justicia"

-Pues yo desearía que mi madre estuviera conmigo- alzó la vista-Oe ¿quien es ese Mandela-san?

-El es un gran hombre, Kino.

Necesito hablar con mi padre.
Necesito saber sobre su lucha.

¿Por qué permite que sus hijos hagan eso, luego de su lucha.

-Quiero hablar con mi padre.

-Trataré de que lo contáctes, es un hombre ocupado con esa doble vida y poblando el mundo-respondió luego de un sorbo a su bebida.

Llegamos a mi mansión y el sol estaba saliendo.

Era tarde y solo deseaba tumbarme a dormir.