Capítulo 5
Actualidad.
Ambas chicas estaban la una frente a la otra con Shen detrás de Mei.
-Pensé que eras una chica de campo o de clase media, pero al ver tus ropajes debo disculparme contigo, princesa. –Decía Mei, mientras protegía al joven príncipe con su cuerpo. –
-Perceptiva como siempre, me pregunto a quién sacaste esa percepción. –Decía Ámbar encendida de la rabia. –
-A mi padre, claro está. –Respondió Mei con una risa rota y macabra en los labios. –
-Pues tu padre debe ser un desconfiado o confía mucho en todos. –Tentó su suerte Ámbar. –
- *Tchk* Hablas demasiado, como si me conocieras de toda una vida. Te recuerdo que solo eres una sombra en el recuerdo de Shen y que de mí solo sabes lo que has visto en este castillo. –Replicó certera y nuevamente, Mei. –
- ¡Mald...!
- ¡Basta! –Gritó Shen sin alterar a los guardias fuera de los aposentos de la joven princesa. –
-Ninguna de las dos deberían tratarse de esa forma. Parecen animales en celos, y les aclaro, que no soy un trofeo de ferias, Ámbar, casi había olvidado tu existencia por completo, no pensé que siguieras acechando en los rincones del castillo como en tiempos atrás. Honestamente deberías rendirte de una vez, si no te hice este tipo de proposición, fue por la única razón de tu egoísmo y afán por el poder. En cuanto a ti Mei, no pensé que te fueras a rebajar a este nivel, por favor, si quieres evitar convertirte en lo que es Ámbar hoy, desiste de esta pelea callejera y componte como la princesa del reino de Shumatsu. –Shen se retiraba con total y discreta elegancia de los aposentos de la princesa Mei, y, pasando por al lado de ambas princesas, se aleja con la cabeza bien en alto. Una vez en la puerta se vira nuevamente hacia el interior. –
-Mei, ¿nos acompañas en el desayuno o le digo a los reyes que estás indispuesta?
Ambas princesas se quedan perplejas de tan cordial elegancia y compostura por parte del príncipe, haciendo que ambas quedaran en blanco por un momento y se olvidaran de lo que estaban haciendo.
Ámbar, sabía que ya había perdido sin siquiera haber empezado. No tenía claro lo que quería hacer en ese entonces. Mei, por su parte, había bajado la guardia y su tono de voz era como la de un animal salvaje recién domesticado:
-V...voy. –Su expresión era como si la hubiesen hipnotizado y caminaba hacia Shen como zombie. –
- ¿Pu... puedo... a... compa...ñarlos, hoy? –Preguntó casi que con lágrimas en los ojos, Ámbar. –
-Solo si prometes no hacer uno de tus escándalos como acostumbrabas a hacer. –Replicó Shen de forma muy educada. –
La joven Ámbar bajó la cabeza y asintió a lo que le decían.
-Bien, entonces vamos a desayunar junto a los grandes reyes, aunque puede que me lleve un castigo mayor por permitir que participes de tan importante ceremonia, princesa Ámbar. –Dijo con severidad Shen y prosiguió. –
-Sabes bien que tu entrada al castillo está vetada, pero supongo que ya que ustedes tuvieron un encuentro “casual” anoche, el rey Li haga caso omiso a tu falta y a mí me dejen pasar esta, solo por consideración a evitar un escándalo mayor. Espero que no vuelva a repetirse. –Shen hablaba como si fuera un instructor o un emperador con amplio conocimiento, mientras observaba a ambas princesas salir de los aposentos. Las palabras de Shen surtían un efecto de gran peso sobre ambas princesas y las hacía sentirse pueblerinas de barrio bajo, sin un ápice de cordura o educación. –
Los tres jóvenes llegaban a la mesa donde se encontraban los reyes hablando, cuando el rey Sheng se percata de que Ámbar estaba caminando junto a Shen y Mei.
- ¿¡Qué es esto!? –Se pone de pie con los ojos abiertos como platos. –
-Perdona, padre. –Intercede, Shen ante tal sorpresa. –
-La joven Ámbar solo vino a saludar a la princesa Mei. Según tengo entendido, rey Li, ustedes anoche se encontraron con la princesa y le salvaron la vida, ¿es cierto eso?
-Mmmm, sí. Anoche hubo un incidente a mitad de camino y casi atropellamos a esta joven. No pensé que guardara alguna relación con ustedes. –Dijo sin alteraciones ni cambios en la voz el rey Li. –
-Sí, así es. Nuestro pasado nos precede y ahora nos persigue. Esta joven y yo tuvimos algo en común que no llegó a concretarse por males entendidos. Pido disculpas de ante mano. –Shen hace una reverencia al rey Li. –
-No pasa nada joven príncipe, hay cosas del pasado que deben dejarse en donde están o nos puede consumir y terminar con nuestras vidas en un abrir y cerrar de ojos. Me alegra saber que has logrado superar esa fase de tu vida y hayas continuado. –El rey Li escudriñaba a ambas princesas y veía sus expresiones a cada palabra intercambiada con el joven Shen. –
-Por favor, Sheng, deja que los jóvenes se unan a la mesa, no han hecho nada malo hasta ahora y por lo que a tu hijo respecta, no le molesta, ¿o sí?
-No gran rey, gracias por aceptarnos y dejarnos participar del desayuno real.
–Shen vuelve a hacer una reverencia en señal de aceptación y se acerca a una de las sillas para que Ámbar se siente, quién no había salido del shock y caminaba taciturna hacia la mesa. Luego hizo lo mismo con otra de las sillas y en esta ocasión fue Mei quién se sentó. Y en el medio de ambas, se sentó el joven Shen para mantenerlas a raya a ambas. –
Las chicas no sabían como reaccionar ante tanta diplomacia y cortesía.
A todo esto el rey Sheng, repone su compostura y se sienta nuevamente en la mesa con el entrecejo fruncido y sin convencerle todo aquel numerito montado por su hijo.
-¡Hijo!
-Sí, padre.
-Tenemos que hablar, pero no ahora. Tienes que aclararme bien esta situación.
-Claro, padre.
El rey Li, observaba y se convencía más de que Shen era el príncipe indicado para gobernar toda China con la ayuda de su hija.
-Sheng, ¿podemos hablar en privado un segundo?
- ¿Hay algún inconveniente, rey Li?
-Solo algo que me gustaría compartir contigo sin que los muchachos sepan.
-Bien, salgamos un momento. –El rey Sheng se levantó de su silla y acompañó al rey Li hasta uno de los balcones para hablar o aclarar la inquietud del rey Li. –
- ¿Qué quieres? –Preguntó el rey Sheng con un tono de desagrado en su voz. –
- ¿Por qué tan hostil con tú hijo? Claramente se ve que él solo quiere mantener la paz en el castillo y el pueblo, a tal punto que separó a ambas princesas sin perder la cordura o la compostura.
Continuará.......
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