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Capítulo 4

A todas estas, en un rincón, aún se asomaban un par de ojos que todavía no habían sido descubiertos por los reyes o soldados de palacio, observando cada uno de los movimientos de la princesa y el príncipe.

La princesa Mei llegaba a su aposento con lágrimas en los ojos y todavía algo impactada por la reacción de Shen. Cuando de pronto tocan a su puerta.

- ¿Mei? ¿Estás ahí? Por favor, abre la puerta, soy yo, Shen. –La puerta se abre desde el interior del cuarto y Shen observa a la princesa sentada a un costado de la cama con la cara entre el colchón llorando. –
- ¿Mei?

- ¡Aléjate!

-P…pe….

- ¡No quiero explicaciones! ¿Por qué tienes que aceptar todo lo que los reyes te digan? ¿Acaso no tienes voz propia? –Decía Mei con rabia en los ojos mientras miraba a Shen. –

-Yo… –Shen toma un largo respiro y luego se compone ante la princesa. –

-Yo te dije que estaba de acuerdo desde un principio con que nuestra relación tuviera un comienzo y tú tampoco titubeaste cuando me contaste del plan de tu padre para hacer de ambos reinos un lugar pacífico. –Mei, abrió los ojos grandes como platos y las lágrimas cesaron de caer. –

-Yo… –Mei intentó alzar una mano como queriendo alcanzar un dios en la distancia. –

-Mei, si todavía no me aceptas, haré todo lo que esté a mi alcance para conquistar tu corazón y hacer de nuestras vidas una bella historia de amor, de esas que aún no se escriben porque son falsas o ficticias. –Shen se acerca a ella y la toma de la mano.-Arrodillado junto a ella, la mira fijo a los ojos. -

-Eres la única persona en mi vida a la que he amado como lo hago ahora. Tus ojos cautivaron a este tonto príncipe y me encarcelaron en la jaula dorada de tú corazón. –Ante tales palabras, las lágrimas de Mei volvieron a salir, pero esta vez de alegría. Su cuerpo se estremeció y cedió a la bondad de Shen. Negando con la cabeza, Mei le contesta:

-No, mi querido príncipe. Tú fuiste el que me salvó de esta oscuridad, ahora puedo ver un mañana más brillante. –Mei acaricia la mejilla de Shen y sonríe levemente. –

-Querido, volvamos a la mesa y hablemos con nuestros padres.

Al momento de salir son interceptados por la persona que acechaba desde las sombras.

- ¡Maldito! ¿Cómo osas declarártele a ella sin conocerla? Sin embargo, a mí me tuviste tres años esperando por una cita como esta.

–Salía al encuentro en la puerta de los aposentos de la princesa, la antigua princesa Ámbar. –

-Así que ese era tu plan desde un inicio, ¿verdad? –La enfrenta Mei, con una sonrisa macabra en los labios y los ojos encendidos. –

- ¿Qu… qué pasa? ¿Ustedes ya se conocían? –Preguntó Shen, quién casi no reconoció a Ámbar. –

-Sí, querido. Ella y yo nos topamos la noche anterior. –Respondió Mei sin dejar de mirar fijo a Ámbar. –

♪π La noche anterior en el carruaje π♪

- ¿Sabes algo, papá?

-No, dime.

-Me cae bien el príncipe. No es tan mala persona cómo he escuchado por ahí. Ya veo por qué le tienes tanto aprecio a esa familia. Son elegantes y no presumen de sus riquezas, incluso ayudan a los de más bajos recursos.

-Así es hija, son una de las pocas familias que no piensan en el poder y eso agrada a las personas. –Sonreía el rey Li. –

-Espero algún día llegar a agradarle al príncipe y que me acepte como su pareja. –Soñaba Mei mirando por la ventanilla del carruaje. –

- ¿Por qué esperar a tanto? ¿Qué tal si les preguntamos mañana temprano? Tal vez ya ellos lo tengan en consideración. –Reía a carcajadas el padre. –

-Ummm, ya basta. ¡Deja esas bromas! Sabes que no me gustan. –Golpeaba levemente Mei a su padre mientras hacía pucheros. –

De pronto el coche da un brinco como si hubiese atropellado a alguien y se detiene. El rey se asoma y pregunta a su cochero:

- ¿Qué ha pasado?

-No lo sé, señor. Por favor no salga, iremos a investigar. –Dos soldados y el cochero se dirigen al lugar de los hechos con armas en las manos y un farol. Al acercar el farol se percatan que hay un cuerpo joven tirado en el suelo como si estuviera dañado. –

- ¿Estás bien? –Pregunta el cochero quién se sacrifica al acercarse. –

-A…yu…da. –Responde el cuerpo tumbado en el suelo con una voz casi ahogada y luego se desmaya. Rápidamente es recogida por uno de los guardias y tratada por el médico de urgencia que andaba en la diligencia. La introducen en el carruaje del rey y la princesa y es atendida por las tres personas en cuestión. –

La reina había visto todo, pero desde otro ángulo y bien protegida para no levantar sospechas. La reina estaba vestida de caballero en caso de una emboscada, solo un guardia y el rey sabían de esto.

En el carruaje la joven es tratada con amabilidad, incluso le ofrecen un poco de agua y pastel lunar para que se recuperara un poco.

La diligencia continuó viaje mientras el rey y la princesa hablaban con la recién accidentada.

- ¿Estás bien? –Preguntó Mei bien preocupada. –

-S…sí. –Respondió la recién llegada en un tono casi nulo. –

-Me alegra mucho. –Respiró aliviada, Mei. –

- ¿Cómo es que terminaste debajo de nuestro carruaje? –Preguntó intrigado el rey. –

-Estaba huyendo de un animal salvaje y miré hacia atrás y no me percaté de que ustedes estaban circulando por esta zona.

–Respondió rápidamente la joven chica para no levantar sospechas. Aun así, sabía que su historia no era muy convincente. –

-Me llamo Mei. –Le tendió la mano con una risa en la cara a la joven. –

-S…soy… Ámbar.

-Gusto en conocerte Ámbar. ¿Eres de por aquí o andas perdida?

-Sí, soy de la zona. Mi casa está a un par de kilómetros de aquí. –Dijo apenada y en voz baja.

- ¡Ah! ¡Qué bien! Entonces te dejaremos ahí, nos hace camino, ¿verdad padre? –Dijo emocionada Mei. –

-Sí. –Respondió seco el rey Li que no se tragaba la historia del animal salvaje. –

La recién llegada sentía la presión de los ojos del rey y miró hacia afuera, divisando una casa pequeña casi abandonada.

- ¿Me dejan aquí, por favor? Esa es mi casa.

–Señalaba con manos temblorosas por la ventanilla. –

Con un gesto del rey, la diligencia se detiene nuevamente.

-Mu… muchas gra… gracias. –La joven se despedía de la princesa y el rey cuando Mei habla con su padre:

-Papá, permíteme acompañarla a su casa, quiero ver como es la vida de un ciudadano común como ella y así puede que ayude al príncipe a mejorar en su futuro reino. –Mei ajena a todo sonreía a su padre. –

-Bien, pero no demores que el viaje es largo y lo sabes. –El padre, tenía aún sus dudas sobre la nueva acompañante, pues había visto más allá de las apariencias. –

-No demoramos. –Mei agarró la mano de la joven chica y casi que arrastrándola se la llevó corriendo hasta la cabaña. Ámbar ofrecía algo de resistencia, pues no quería que la princesa descubriera que todo era una farsa. –

Suerte para Ámbar que, al llegar a la cabaña, no había nadie, pero estaba acomodada de tal forma que era como si lo hubieran puesto solo para ella.

Mei, solo observaba admirada aquella humilde casa con ojos maravillados.

- ¡Vaya! ¡Qué afortunada eres! Vives en un pequeño lugar sin que nadie te diga qué hacer y rodeada de tanta belleza natural. A veces me gustaría vivir en un lugar como este.

- ¿¡Y por qué no te apartas de una vez y lo haces!? –La cara de Ámbar había cambiado completamente y su semblante era muy diferente a la de un ciudadano común o una chica recién atropellada. –

- ¿Ámbar?

- ¿Creíste que todo esto fue real? Solo tenía un objetivo y lo he cumplido. Ahora que estamos solas, gracias a tú inocencia de princesa mimada, te voy a aclarar unas cuantas cosas y las harás al pie de la letra, o lo lamentarás. –Los ojos de Ámbar parecían los de una asesina. Mei quería correr o gritar por ayuda, pero algo la detuvo y pensó en que, si en ese momento no era capaz de hacerse valer por sí sola, nunca lo iba a hacer y menos si quería conquistar al joven príncipe, por lo que se repuso sobre sí, cerró los ojos y miró fijo a Ámbar como si no tuviera miedo. –

-No. –Respondió Mei decidida y convencida de sí misma. –

-No voy a ceder a tus amenazas, sea lo que sea, tendrás que luchar por eso contra mí. No le voy a decir a nadie de este encuentro ni de lo que pasó aquí, pero tendrás que enfrentarte a mí si quieres lograr algo. No me voy a detener por una chica de tu calaña. No sé quién eres o quién fuiste, sin embargo, te voy a detener todas las veces que sea necesario, así me esté muriendo y mi intuición de mujer me dice que, si estabas esperando por este momento, es que llevabas tiempo siguiéndome, por lo que tu objetivo no soy yo, sino el reino vecino. En otras palabras, tu objetivo es el joven príncipe, Shen.

Ámbar se queda perpleja ante tal disertación de la realidad, pensando que Mei era solo risas y ropa finas, pero se repone y le dice:

-Ya que sabes cuál es la verdad, pues quiero saber qué vas a hacer al respecto.

-No debo darle explicaciones a una chica que tiene el sentido de la historia distorsionado, además a partir de ahora somos enemigas a muerte. –Mei se retira de aquel lugar con la misma risa con la que había llegado, saltando y corriendo por la pradera tal y como se había alejado de su padre. –

Al llegar a donde está su padre, Mei le pregunta:

-Padre, ¿puedo volver al castillo con el príncipe Shen? Es que nos fuimos y lo dejamos en un estado crítico y me gustaría pasar la noche con él y cuidarlo. Tal vez así creemos un lazo más fuerte y se cumpla mi deseo de llegar a casarme con él.

-Pues claro mi pequeño pétalo de tulipán. Irán dos de mis mejores hombres para que no te pase nada, luego en la mañana tu madre y yo iremos a verlos. –Dice el padre mientras la acaricia y le sonríe, sin preguntarle qué había visto dentro de la cabaña. –






Continuará......

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