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Lugares Cambiados #2

Espero que les guste~

Nota: Sus comentarios son mi parte favorita de leer :3

Nota-2: Estoy un poco emocionada con este Au xD

Ping dejo de cocinar en el instante en el que escucho el sonido de algo rompiéndose, haciendo una ligera mueca mientras deja todo a favor de voltearse y ver a su pequeña hija, quien le devuelve la mirada con los ojos brillantes de culpa.

-Lo siento, papá- dice con pena, retorciendo sus patas, alejándose unos pasos de los trozos del tazón que ahora hay en el suelo.

-No, no te preocupes, cariño- es rápido en agarrar la escoba para barrer aquello y evitar que cualquiera de los dos se lastimara. Agradece a su versión más joven por haber ahorrado durante años, porque es la primera vez que tiene que comprar otra ronda de tazones porque sabe que muchos se rompieron a manos de la felina, cuya fuerza era tanta que ni ella podía controlarlo todo el tiempo. -¿Te lastimaste?- deja los trozos en una esquina para tirarlos más tarde, acercándose a su hija para tomar sus patas entre sus alas para revisarla, aliviado de que ella no tuviera ningún corte.

-Lo siento...- vuelve a repetir, agitando la cola mientras se concentra para agarrar las alas de su papá con mucho cuidado, atento a la expresión de su rostro. Controlar su fuerza es difícil, en especial cuando hay mucho sentimiento en ella. -...solo te causo problemas- llevaba meses allí y podía notar que no muchos clientes se animaban a entrar a la tienda, algunos hasta llegaban a huir cuando la veían. Dolía pero por sobre todo, le preocupaba estar poniendo en peligro el trabajo de su papá.

-Tontearías, querida- se apresura a negar. Puede que su negocio este un poco lento ahora pero cree firmemente que las cosas mejoraran en algún punto y se niega a renunciar a ella, ni siquiera para salvar su trabajo. La ama, ya no hay vuelta atrás. -Solo hay que buscar una forma en la que puedas aprender a controlar esa fuerza tuya o algo en lo que puedas desahogarte, cualquier de las dos puede servir- se esta rebanando el cerebro en busca de una respuesta. Quiere ayudarla, quiere que tenga una buena vida, quiere que tenga amigos a diferencia de cuando estaba en el orfanato pero nada se le ocurre.

Su respuesta llegue un pocas semanas después...en forma de ladrón, un cerdo de aspecto tosco y rudo, muy grande en comparación a los clientes que se acurrucan en sus lugares con miedo ante su repentina presencia. Tiene mala cara, con una gran cicatriz en el rostro, haciéndolo ver rudo junto a ese ceño fruncido presente, con los puños cerrados y luciendo dispuesto a todo para conseguir lo que quería.

-Dame todo el dinero que tengas, ganso- el cerdo le gruñe con tono amenazante y a pesar de que no es el primer robo que sufre, Ping aun se estremece, aunque se mantiene firme.

-¿Papá?- Tigresa se siente inquieta, su cola sacudiéndose mientras sus orejas se mueven, puede escuchar los susurros llenos de miedo de los clientes que no se atreven a moverse de sus lugares y sintiendo algo en su interior removerse. Su instinto grita por atacar, por defender el territorio de su padre pero hay una ala frente a ella que la mantiene en su lugar.

-Atrás, cariño- algunas plumas se le caen por el estrés del momento y aunque ella no quiere, obedece a regañadientes, sus ojos atentos mirando a aquel ladrón con el ceño apenas fruncido. Apenas esta evitando dejar escapar un gruñido cuando lo escucha burlarse entre dientes. -¡No voy a darte nada, cerdo vago!- agita su fiel cucharon de madera como si fuera un arma, dispuesto a defender su negocio y a su hija, incluso si esta temblando de miedo.

-Estúpido ganso- el ladrón luce enojado y es rápido en agarrar el largo cuello del ave para levantarlo sin problema, el chef retorciéndose y haciendo sonidos ahogados mientras todos a su alrededor jadean de horror, al mismo tiempo que los ojos de la felina se abren con miedo.

-...papá...- algo en el interior de Tigresa se estremece y termina por romperse, al mismo tiempo que sus pupilas se contraen. -¡Déjalo en paz!- gruñe y no duda ni un segundo, colocándose en cuatro patas para darse un gran impulso y lanzarse sobre el cerdo que sostiene a su padre, arañando su rostro con un rugido, logrando que soltara al ganso al mismo tiempo que el cerdo retrocede con un grito de dolor. Ella es rápida en colocarse sobre su padre en pose protectora, sin importarle lo salvaje y aterradora que debe verse en ese momento a los ojos de los demás.

-...Tigresa...- Ping esta aterrado, lo suficiente como para no poder moverse, temeroso por lo que podría pasarle a su hija.

-¡Maldita sea!- el cerdo se lleva una mano al rostro, cubriendo los arañazos que ahora sangran y arden. -¡Vas a pagar por eso, mocosa!- luce aun más furioso que antes, fulminando con la mirada a la menor, cuyo pelaje se eriza con ira apenas reprimida.

-¡Inténtalo!- su cola se agita y se da un impulso al ver al otro dar un paso amenazante en su dirección, rápida en golpear el pecho de aquel cerdo con ambas patas, sin medir conscientemente su fuerza por primera vez en su vida. El resultado es instantáneo. El cerdo sale volando hacia atrás debido al brutal golpe, saliendo disparado de la tienda y solo deteniéndose al chocar de lleno contra una pared, la cual se agrieta en el momento y con fuerte ruido, el ladrón cayendo al suelo con un gemido. Aquellos que estaban pasando por ahí quedan asombrador, rodeando al inconsistente ladrón tirado en el suelo, mientras dentro de la tienda se instala un extraño silencio.

-Oh...- la felina se endereza lentamente, bajando la mirada para ver sus patas, sin creer del todo lo que había hecho.

-¡Tigresa!- Ping al fin puede moverse, rápido en levantarse y correr hacia ella, en pánico. -¿Estás herida? ¿Estás bien?- la esta revisando en busca de heridas, incluso si no vio que aquel cerdo la hubiera atacado, esta muy preocupado y ansioso, mientras ella solo puede mirarlo y dejarlo hacer lo que necesita. -Niña, casi me das un infarto, no puedes asustarme de esa manera...-

-...te salve- ella habla, luciendo asombrada, mirando a su padre con sorpresa y algo más que él no puede explicar. -Yo...use mi fuerza para salvarte- hay una lenta y tentativa sonrisa dibujándose en su rostro, una pizca de orgullo brillando en sus ojos, haciendo que la expresión del ganso se ablandara.

-Lo hiciste, querida- le asegura con una suave sonrisa, solo logrando que la sonrisa de ella se agrandara, brillante y llena de felicidad por su logro, riendo alegremente antes de abrazar al ganso, quien no duda en rodearla con sus alas. Puede regañarla más tarde, quizás incluso premiarla pero por el momento, esta aliviado de ver que esta bien y contento por su felicidad.

-¡Eso fue asombroso!- uno de los clientes reacciona con los ojos brillantes, levantándose de su lugar, y su voz parece despertar a todos los demás, quienes no tardan mucho en imitarlo, rodeando al dueño y a su hija, dando elogios que solo hacen que algo cálido llenara el pecho de ella, quien ese momento toma una gran decisión importarte en su vida.

Ese es el comienzo de su entrenamiento, no solo queriendo controlar su fuerza para evitar romper todo lo que toca, sino también para poder utilizarla a su favor y para proteger a su padre, además de su tienda. Su agilidad innata solo mejora, llamando la atención de muchos y logrando que el negocio tenga mucha más clientela con el paso del tiempo, al mismo tiempo que ella desarrolla su propio estilo de pelea.

Ping esta orgulloso en cada momento en el que la ve crecer, feliz de como ella logra avanzar.

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