La Cicatriz
Espero que les guste~
Nota: Inspirado en una imagen que me encontré por Tumblr :3
Tigresa tenía quizás 4 años cuando lo vio por primera vez, curiosa ante el cachorro de panda regordete que reía a carcajadas mientras las cabras cuidadoras del orfanato luchaban por moverlo sin lastimarlo mucho. No sabían que edad tenía exactamente, aunque muchos de los cuidadores decían que podría tener 1 año o quizás un poco más pero era extraño, siempre feliz mientras le dieran de comer en grandes cantidades y tuviera algo entre sus patas inquietas para entretenerse.
Por alguna razón, estaba fascinado con ella.
-Se supone que debes tener miedo- frunció el ceño con confusión, agitando la cola mientras el panda solo se reía con felicidad obvia, mirándola con aquellos ojos verdes brillantes y luciendo tan emocionada de verla que era desconcertante. -Soy un monstruo aterrador, ¿ves?- repitió lo que muchos de los demás huérfanos decían ante su apariencia y le mostró los dientes con un gruñido pero el efecto fue todo lo contrario a lo que esperaba. En vez de temblar y llorar, el panda solo chillo con deleite y extendió las patas hacia ella, como si intentará alcanzarla. -¿No tienes miedo? ¿Ni un poco?- se inclino, quejándose ante las patas que lograron llegar s tocar su rostro, dedos empujando contra sus labios, el panda luciendo encantado por los dientes afilados que logra ver. -...eres tan raro- tomo las muñecas ajenas para alejarlas y bufo, aun confundida por la gran sonrisa que el menor le muestra.
El panda la ama por alguna razón que no entiende, siempre riendo y con una gran sonrisa, mirándola con esos ojos verde brillantes de felicidad pura, sin importar cuantas veces ella le gruña o le mostrará los dientes, nada lo alejaba.
Es...lindo tener compañía, alguien que no le teme a ella o a su super fuerza. Puede alzarlo a diferencia de todos los demás allí y llevarlo a donde sea sin necesidad de arrastrarlo, ganándose abrazos por montón y chillidos felices de parte del panda, quien llora con cada intento de las cuidadoras por alejarlos.
Están juntos en ese orfanato por dos años...hasta que el accidente sucede.
Todo fue un desastre, hasta el punto en el que hasta Tigresa tiene dificultades para entender lo que sucede en ese mismo instante. En un momento ser están divirtiendo y al siguiente, sus garras rasguñaron al panda. Fue un accidente pero el efecto es instantáneo. El panda estaba en llanto, con tres grandes marcas en el costado de su regordete rostro que no tarda mucho en sangrar, mientras ella se llena de horror y apenas nota que sus garras están afuera, queriendo acercarse para ayudar pero las cabras reaccionan.
Era un monstruo, como todos la llamaban, porque había lastimado al único amigo que tenía y tuvo la oportunidad de disculparse porque fueron separados en ese mismo instante, con mucho pánico y gritos de terror. Ella fue arrastrada y encerrada en su cuarto mientras él era llevado a un curandero en el valle o algo así, sin saber que en ese mismo instante alguien le estaba mandando una carta al Palacio de Jade en una súplica de ayuda urgente.
Unos días después, antes de que el Maestro Shifu llegara para enseñarle sobre control, supo que el panda había encontrado su nuevo hogar para siempre.
Espera que el panda pueda tener una gran vida y una amorosa familia, deseando que él pueda olvidarla a ella y a su enorme error.
Los años pasaron, Tigresa fue adoptada por Shifu y criada en el Palacio de Jade, sin oportunidad de salir, dedicando el resto de su vida al Kung Fu y al control, salvando a todos los que podía en su camino y jurando proteger a los que habitan el valle.
A pesar de todo, el rostro lloroso y herido del panda aun la persigue, sin importar cuanto intentará olvidarlo, volviendo en forma de pesadilla que la dejaban temblando y con el pecho pesado por la culpa.
Así que no era del todo sorpresa que a veces, la felina se despertará de golpe, parpadeando mientras analizaba el techo, reconociendo después de unos segundos que estaba en su cuarto. Respiro profundo, un poco temblorosa, intento apartar la imagen aquel panda herido, con la sangre manchando tanto el pelaje blanco y negro como sus propias garras.
-¿Tigresa?- se volteo con las orejas atentas, soltando lentamente el aire que no se dio cuenta que estaba conteniendo con un suave suspiro al ver a Víbora allí, a su lado. Ni siquiera le molestaba que hubiera entrado a su cuarto sin llamar, solo estaba contenta de ver un rostro familiar y actual. -¿Estás bien?- es suave y llena de preocupación, moviéndose para subir a la cama ajena en cuanto la felina se sienta.
-Si, yo...solo tuve ese sueño otra vez- admitió con una mueca ligera mueca y la expresión de la serpiente se ablando, rodeando la muñeca de la felina en un suave apretón que tiene intención de ser reconfortante. Se lo había contado a Víbora después de una noche particularmente mala en su primer año como equipo y ella se había convertido en su mayor apoyo para muchas cosas, su mejor amiga de cierta manera.
-¿Quieres que te prepare un poco de té?- le mostró una ligera sonrisa. -Aun tenemos tiempo antes de tener que prepararnos para el gran anuncio de hoy-
-Cierto- Tigresa hizo una ligera mueca al recordar el anuncio del Guerrero Dragón al que debían asistir. -Eso sería bueno, gracias- miro a su amiga con gratitud y Víbora no dudo en sonreírle, dándole un último apretón antes de soltarla y deslizarse para salir de la habitación, cerrando la puerta corrediza tras de si. La felina se permitió unos segundos para respirar profundo, armándose de valor y empujando todos los sentimientos posibles en lo más profundo para dejar solo la tranquilidad en la superficie, dispuesta a manejar aquello más tarde y levantándose para prepararse, así empezar aquel día tan importante.
Todo el asunto del anuncio de Oogwey hace que sea un día especial y diferente se cierta manera, ellos son el centro de atención de todos aquellos que lograron entrar y llegar a tiempo, haciendo una demostración de sus propios estilos de lucha y formándose cuando llega ese momento que todos habían estado esperando durante años pero justo cuando la tortuga levanta el brazo, tan lento como solo él puede en momento de tensión, algo sucede y en una bola de fuego, aterrizando bruscamente en el escenario. Es un panda, uno muy grande, que lucha por levantarse con torpeza. La cola de la felina se sacude bruscamente al ver que especie es, aunque en ese momento, esta centrada en otra cosas.
Un panda, saludo de la nada y sin ningún tipo de entrenamiento, se acaba de ganar el título por la que todos ellos habían estado entrenando durante años.
Tigresa se siente frustrada y ofendida, muy enojada cuando la tortuga lo señala pero todo aquello queda en segundo plano y en el olvido en el momento en el que lo puede ver se frente. El panda tiene una cicatriz notable en el costado de la cara, del lado derecho de su mentón, curada pero es notable que había sido tan grande que el pelaje nunca volvió a crecer encima.
Son tres marcas de garra que ella reconoce con horrible facilidad.
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