Kuma 49
—¡Ya están aquí! Ya están aquí —exclamó entusiasmada la mujer mayor.
—Cálmate mujer, llamaras la atención. Recuerda lo que nos advirtió Yoongi —le recordó acercándose a la ventana por la cual le espiaba su esposa, intentando ver también.
—Ay tienes razón... —hizo un mohín e intentó alejarse de la ventana pero al ver que su hijo bajaba junto alguien más volvió a prestar atención—. ¡Mira ese niño! ¡Es muy lindo! ¿Será él el pequeño del que tanto habla Yoongi cuando nos llama?
—Bueno, dijo que lo iba a traer —respondió observando a la pareja—. Este niño ya se volvió a teñir el pelo, quedará calvo si sigue así —murmura por lo bajo.
—No digas eso, yo también lo hago —regaño golpeando las costillas de su marido—. Ya está aquí —chillo al ver como ambos se acercaban a la puerta, inmediatamente se alejó de la ventana.
No fue necesario para Yoongi tocar, apenas había alcanzado a alzar su mano cuando esta fue abierta y su madre apareció con una gran sonrisa.
Antes de abrir la boca, ya estaba entre los brazos de la mujer mayor mientras era arrastrado a la fuerza al interior de la casa.
Jimin soltó un pequeña risa baja y dulce, agarrando la maleta de su pareja se internó en la casa.
Observó como su novio ahora pelinegro era apresado a continuación por los brazos de un hombre mayor, quien suponía era el padre. Sintiéndose observado se encogió un poco de hombros y le sonrió a la mujer que le miraba con curiosidad.
—Yoongi, hijo... ¿Quién es este muchacho tan lindo? —pregunto jalándole del brazo.
—Soy Park Jimin... Mu-mucho gusto —tartamudeo avergonzado, estirando su mano.
—Que mono es este niño Yoongi —exclamó jalando de la mano estirada para darle un cariñoso abrazo—. Puedes llamarme mamá.
—Es difícil de creer que este contigo —dijo el padre del pelinegro, arrastrándolo también a un abrazo cuando su esposa lo soltó—. A mí puedes llamarme papá, ahora somos familia también.
—¿Qué quieres decir? —pregunto frunciendo el ceño—. Yo soy una gran persona —resoplo—. ¿Cierto Mochi?
Jimin rio y asintió con su cabeza, parándose al lado del mayor para tomar su mano y entrelazar sus dedos. Tener toda la atención de aquellas dos persona era un poquito abrumador pero muy gratificante.
—Tenías razón, es un niño muy lindo Yoonie —concedió la mujer—. Quiero apretar las mejillas de mi futuro yerno.
—Ya mamá, déjalo —refunfuño abrazándolo por los hombros, madre e hijo comenzaron una batalla de miradas que fue interrumpida por el padre de Yoongi.
—¿Vinieron en auto, no? ¿Comieron algo en el camino? —pregunto llamando la atención enseguida de su esposa.
—Deben de tener hambre —dijo la mujer antes de que Yoongi respondiera—, tu habitación esta lista. Tomen una pequeña siesta o descansen un poco mientras preparo algo para comer —ordenó desapareciendo de la pequeña entrada de la casa.
—Descansen, fue un largo viaje en auto —musitó el padre de Yoongi antes de desaparecer también.
—Lo siento pequeño, mamá estaba muy entusiasmada por conocerte —se excusó tomando su maleta—. Vamos, mi habitación es la última puerta del segundo piso.
Ambos subieron las escaleras y fueron al final del pasillo hacia la única puerta que se encontraba abierta.
Al entrar, Jimin observó toda la habitación sin perder ningún detalle. Después de todo, esta es una oportunidad de oro para ver cómo era la habitación de un adolescente Yoongi.
La habitación estaba pintada con un azul brillante, las paredes decoradas con póster de cantantes y notas musicales pintadas a mano. En una repisa tenía libros, en una esquina un mueble con una tv y seguido un escritorio. La ventana estaba cerrada pero las cortinas estaban corridas permitiendo que la luz entrara en la habitación iluminando.
Todo era muy diferente a su habitación.
—Es muy bonita —dijo sentándose en la cama después de haber dejado su maleta al lado de la de Yoongi.
—La mayoría del tiempo permanecía desordenada, mi desorden era mi orden solía decirle a mi mamá —ambos ríen—. Lo único que mantenía ordenado era mi cama, mi santuario.
—Pero su departamento siempre está ordenado —señaló.
—Eso fue porque luego viví un tiempo con Jungkook y él sí era y es desordenado, había desorden en su desorden. Quedé tan impactado que comencé a ordenar mis cosas y a la vez obligar a kook que lo hiciera también.
—Hyung...
—¿Qué sucede?
—Puedo preguntarle algo —pidió mordiendo su labio inferior.
—Todo por un beso.
Jimin entreabrió sus labios sorprendido.
—¡Hyung! —chillo sintiendo calor en sus mejillas.
—Qué —respondió con un aire inocente, incluso sonriendo con esa encantadora sonrisa donde sus encías estaban presentes—. No me puedes culpar Mochi, no me has besado en todo el día y eso es mucho.
—Es un tramposo —acusó entre cruzando sus brazos.
Yoongi se acercó y lo rodeó con sus brazos, tirando de él lo recostó sobre su pecho luego de recargar su espalda en el colchón de la cama.
Un calorcito invadió el abdomen de Jimin, transformándose en pequeñas cosquillas. Realmente le encantaba lo cariñoso que se mostraba Yoongi a su alrededor.
Alzó su cabeza y apoyó su mentón en el pecho, observando al pelinegro quien ya le miraba.
Se elevó un poco más y acercó su rostro al contrario, juntando sus labios en un tierno beso. Lentamente, los comenzó a mover siguiendo el ritmo impuesto por Yoongi, uno suave y tierno, lento.
—Puedes preguntarme lo que quieras —susurro dejando un pequeño beso en la nariz del menor antes de poner una pequeña distancia.
—Eh —musito abriendo sus ojos—. Ah, sí.
Ambos rieron como si compartieran un secreto. Luego Yoongi lo movió a una posición más cómoda, dejándolo de lado para observarse frente a frente.
—¿Por qué quiso irse de Daegu?
—Uhm... Mamá y papá tienen un restaurante en esta misma calle —con su dedo comenzó a recorrer el rostro del menor.
—¿El de letrero grande y rojo en la esquina?
—Exactamente. Termine la escuela y no me veía trabajando en lo mismo por lo que sin pensar tome mis cosas y me fui. Me encontré con Namjoon y él me preguntó que qué pensaba al respecto de modelar y ese tipo de cosas. Termine aceptando por probar y luego de mi primer comercial... Simplemente no lo pude dejar y me esforcé junto con él para llegar hasta donde estoy hoy.
—¿Y salió con alguien antes de irse de Daegu?
—Nah —luego recordó—, hubo una chica cuando estaba en la secundaria pero fue cosas de días, ella requería atención y no me veía interesado proporcionársela.
—Pero si conmigo es muy atento —dijo en tono sorprendido.
—Porque eres tú pequeño Mochi —acaricia su mejilla con ternura—. Eres tan tierno que provocas que nazca una ternura en mí solo para ti, fundiendo la parte mala de mi cerebro... Creo ya haberte explicado esto.
—Sip, pero... Me gusta oírlo —confesó acercándose para darle otro beso.
—Además, si no tengo un ojo en ti alguien podría ser tan estúpido para intentar robarte de mí —negó con su cabeza, acercándose por otro beso.
—¡Niños ya bajen!
Ambos suspiraron entre beso.
—¿Hyung? —pregunto Jimin al no verlo en la habitación.
Aun en pijama salió de la cama y bajó al primer piso, una nota fue dejada en la mesa de la cocina, avisando que sus padres habían pedido su ayuda en el restaurante y no lo había querido despertar.
—Hyung tonto —soltó un suspiro.
"Si llamaron a Hyung es porque debió de ocurrir algo" pensó Jimin arrugando su nariz.
Después de pensarlo por unos minutos, decidió ir a echar un vistazo. Decidido volvió a subir para cambiarse de ropa, tomó su celular y salió de la casa, asegurándose de cerrar bien.
Camino con sus manos metidas en su sudadera hasta ese restaurante que había visto ayer. Al entrar, un pequeño caos estaba en el interior.
Las mesas estaban repletas, había personas en el mesón esperando para pagar y otra esperando para llevar su pedido. La madre de Yoongi se veía angustiada intentando entregar pedidos a la vez que atendía la caja y recibía los platos listos que le entregaba su esposo.
—¿Cuándo crees que nos atenderán?
—No sé pero si no se apresuran nos iremos.
Después de escuchar esa conversación, Jimin apretó sus labios no dispuesto a que eso suceda. Inhalo profundamente a la vez que se acercaba, tratando de tranquilizarse.
Debía de ayudar, necesitaban de su ayuda. Tenía que hacer algo, ellos habían sido muy amables con él.
Nada podía suceder, ellos lo cuidarían y ayudarían, estaba seguro de ello.
—¿Les ayudo? —pregunto una vez estuvo frente a la madre de su pareja.
—Oh gracias a Dios —exclamó la mujer visiblemente más aliviada—. Nuestro ayudante faltó sin avisar y el que entrega órdenes a domicilio renunció hoy a penas llegó.
Salió detrás del mesón y le entregó un pequeño delantal que iba solamente a su cadera. Luego tomó una bandeja y se la entregó.
—Esta es para la pareja al lado de la puerta, donde está la mujer rubia con el hombre moreno.
Asintió con la cabeza cuando los reconoció, se alejó con cuidado y sirvió los platos dejándolos con cuidado en la mesa.
—Disculpen la demora —murmuró algo cabizbajo.
—No te preocupes, gracias —pronunció la mujer con una sonrisa.
Un poco más confiado Jimin volvió y repitió el mismo proceso cuatro veces más, siguiendo las instrucciones de la madre de Yoongi.
—Este es para el hombre con traje —señaló con una dulce sonrisa.
Sonriendo Jimin lo tomó y fue directamente al hombre, dejando el plato frente al desconocido con una sonrisita confiada.
—Disculpe la demora —pronunció con amabilidad.
El hombre se mantuvo en silencio sin siquiera verlo, era el primero que lo había tratado de esta forma hasta el momento.
Hizo una mueca y se dio vuelta para alejarse.
Casi chillo asustado cuando agarraron su muñeca impidiendo que se fuera.
—Esto está helado —le reclamó observándole furioso.
Antes de que sucediera algo más, Yoongi apareció aún con el casco de la moto puesto, frunció el ceño al ver la situación en la que se encontraba su Mochi y en seguida acudió en su ayuda.
—¿Cuál es el problema? —preguntó retirando la mano del hombre, tratando de cubrir el cuerpo del menor con el suyo.
No sabía que hacía Jimin aquí, pero tenía miedo de que le diera una crisis. Jimin tenía una expresión bastante asustada y eso no le gustaba.
—Mi comida está helada.
—Bien pero no es necesario que lo toque, bastaba con decirle —gruño tomando de nuevo la comida—. Enseguida se la cambio.
—No, me iré —gruñó levantándose.
Yoongi no rogó, se corrió dejándole el suficiente espacio para que se fuera sin problemas.
—Lo siento —murmuró aquella voz en su espalda.
—No te preocupes, siempre hay un cliente así —reconforto dándose vuelta.
No le gustó ver como el menor tenía su pequeña mano temblorosa sobre su pecho. Toda la atención de los clientes estaban sobre ellos, poniendo nervioso a Jimin.
—Vuelvo en un momento —aviso Yoongi dejando el plato en la cocina antes de salir arrastrando consigo a su pareja.
Fue hasta la parte de atrás de la tienda, donde estaba la bodega con los alimentos.
Cerro la puerta y se quitó el casco tirándolo al suelo sin importancia alguna. Apresó el rostro de Jimin y le obligó a que le mirara.
—Estoy aquí amor, no pasa nada, no hay nadie —susurró rozando los gruesos labios con los suyos.
Jimin observó fijamente los oscuros ojos de su pareja, concentrado en sus palabras. Se obligó a tranquilizarse e imitar la lenta respiración del contrario mientras escuchaba las palabras que pronunciaba Yoongi.
—Muy bien nene —sonrió el pelinegro al ver que controló con rapidez su pequeña crisis, superándola.
—No fue nada, ya estoy bien —murmuró entre los pequeños y fugaces besos que le daba el pelinegro—. Vamos Hyung, sus padres necesitaban ayuda.
—Ya está bien, mamá se veía bastante bien atendiendo a los demás gracias a ti.
—Hyung —llamó al ver que su pareja no estaba dispuesta a dejar de besarlo castamente.
—Déjame besarte más, son mi energía.
—¿Energía? —pregunto divertido, recibiendo otro pequeño beso.
—Me hicieron levantarme temprano y no pude despertarte como tenía planeado.
—¿Cómo? —su tono era divertido.
—Llenando tu hermoso rostro de besos y mordiendo tus mejillas, ese era mi plan maestro. Pero entonces mi mamá llamó y me obligó a levantarme.
Ambos rieron mucho más relajados.
—Niños, mamá dijo que vengan a tomar desayuno —aviso el padre de Yoongi—. Nadie ha tomado aún así que como ya atendimos a todos cerramos brevemente, así Yoongi no se expone —informó golpeando suavemente la puerta.
—Tenemos que ir Hyung, tengo hambre —recordó sacándole una carcajada al mayor.
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