17- EMBOSCADA
Una semana después, Argos les dijo que ya estaban preparados para iniciar la operación de rescate.
Luna había progresado mucho con su habilidad de desdoblamiento astral, ahora podía permanecer por tiempo ilimitado fuera de su cuerpo y había explorado a conciencia el almacén de Orpheus.
Billy también había entrenado y ahora era capaz de ver claramente el futuro con sólo tocar cualquier objeto. Había practicado con objetos que habían pertenecido al teniente Willis y supo dónde se iba a hallar en un momento concreto. También había perfeccionado su habilidad que habían bautizado como drenaje energético. Luna se prestó a ello, lanzándole pequeñas llamaradas que el chico absorbía con facilidad. También era capaz de almacenar esa energía y utilizarla después. Podía crear fuertes descargas energéticas capaces de aturdir a una persona e incluso matarla.
Amanda descubrió que su poder para lanzar maldiciones no afectaba a Luna. La niña tenía un control mental tan poderoso que actuaba como un escudo.
A su hermano si que le afectaban, como bien pudo comprobar un día, cuando estuvo a punto de electrocutarse, romperse una pierna y acabar aplastado bajo las ruedas de un camión. Amanda le quitó la maldición antes de que el muchacho llegara a hacerse daño, pero se lo pasó muy bien ese día.
Nunca estuvieron preparados para lo que se les venía encima.
Habían sido rápidos, sigilosos y terriblemente efectivos.
Los soldados les habían localizado y ni siquiera Luna se dio cuenta de que los asaltantes les tenían rodeados. No había podido leer sus pensamientos, ni noto nada extraño hasta que irrumpieron en el almacén.
Atacaron de noche, mientras dormían. Argos se despertó en el acto, pero no le sirvió de nada. Un segundo después caía abatido por los disparos.
Amanda consiguió escapar saltando por una ventana y corrió a esconderse en la noche, no pudo hacer nada por su hermano por que los soldados ya le tenían retenido. Él era uno de los objetivos, el otro era Luna.
La niña recibió un dardo tranquilizante cuando se disponía a enfrentarse al enemigo. Fue Alfred el que la cogió en brazos y logró escapar con ella antes de que les capturaran.
El almacén ardió unos minutos después. Sólo Alfred lo vio arder desde la lejanía.
Nunca llegaron a saber cómo les habían localizado. Aunque Alfred supuso que habrían debido de utilizar a alguno de los videntes que Orpheus tenía retenido en sus instalaciones secretas y con los que experimentaban a menudo. No era nada descabellado pensar que las cosas habían sucedido así, y a pesar de todo creía que algo se le escapaba.
Luna se recuperó del anestésico varias horas después. Habían usado Tricoidina, porque ya conocían su efectividad con la niña.
Cuándo Luna despertó preguntó por sus compañeros.
Argos ha muerto, pequeña. Amanda creo que consiguió escapar, si es así, la localizaremos antes de que ellos lo hagan, aunque creo que nunca fue su objetivo. Vinieron a por Billy y a por ti.
Con lágrimas en los ojos, Luna preguntó por el chico.
-Se lo llevaron, los vi meterlo en un vehículo antes de que prendieran fuego el almacén.
-Tenemos que rescatarle...
-Ahora sólo quedamos tú y yo. No somos suficientes para entrar en sus instalaciones.
-No voy a dejar que hagan daño a Billy -respondió furiosa Luna -. Si tengo que matarlos a todos lo haré.
-No pienso dejarte ir, Luna. Eso es precisamente lo que ellos quieren que hagas. Te tenderán una emboscada con el propósito de capturarte.
-Tú no puedes impedírmelo. Tú no Alfred.
-Sí, sé que no podría...por eso intentare hacerte entrar en razón. Si te capturan a ti, habrán ganado la partida.
-Iré yo sola. No tengo miedo.
-Lo sé, pero eso no significa que no sea una locura. Puede haber cientos de soldados protegiendo esas instalaciones. Te atraparán tarde o temprano.
-No si no me ven. Estoy preparada, Alfred.
Alfred no supo qué más decir, sabía que era inútil dialogar con la niña cuando su mejor amigo estaba en peligro.
-Está bien, si no quieres escucharme solo me queda ayudarte. Eso sí, has de tener un poco de paciencia. Yo te explicaré por donde debes entrar y lo que debes hacer dentro para encontrar a Billy.
-No Alfred, no pienso perder ni un minuto más. Ahora es cuando ellos no se esperan que actuemos. Es el mejor momento para hacerlo. Tu quédate aquí. Volveré con Billy y luego podrás ayudarnos cuanto quieras.
.....
- ¿Te llamas William Adams, verdad? -Era un hombre bastante alto el que le preguntaba. No era un médico cómo las otras personas que le miraban en aquella fría y vacía sala, debía de ser un militar. Tenía toda la pinta.
Billy no contestó, estaba sentado en una silla y atado con correas a ella, de la silla salían varios cables muy sospechosos.
-No eres tan importante para nosotros como tú amiguita. Pero conocemos la forma perfecta de atraerla hasta aquí y chaval, no te va a gustar nada de nada.
-No os tengo miedo -les dijo Billy.
-Pues lo tendrás, y tanto dolor que desearás estar muerto antes de que acabemos contigo. Debes saber que nosotros disfrutaremos tanto como tú...o quizás no. Ahora si estas preparado comenzaremos a hacerte daño.
Billy trago saliva más asustado de lo que se atrevía a reconocer. Aquellos tipos estaban completamente locos. Querían atrapar a Luna utilizándolo a él como un señuelo. Pero no iban a oírle gritar. Luna estaba a salvo y eso era lo único que le importaba.
-El doctor Connors es un experto en provocar el máximo dolor sin dejar apenas huellas, claro que cuando acabe contigo no serás el mismo. Doctor Connors, cuando deseé.
El doctor rebuscó algo en una mesa que había detrás del chico y este sólo oyó el ruido que producía un aparato metálico.
-Te explicare en todo momento lo que te va a suceder, jovencito. No podrás decirnos después que te manteníamos en la ignorancia.
"Ya, y así sufriría por partida doble, antes y después de la tortura" pensó Billy, bastante asustado en esos momentos.
-Lo que te voy a hacer es algo muy, muy doloroso -continuó el doctor -este aparatito que ves aquí, se introduce por el oído del paciente y provoca un agudo dolor en el nervio auditivo. Te aseguro que es terriblemente molesto. Es más, muy poca gente logra resistirlo... ¿Estás preparado William?
-Me llamo Billy -dijo el chico con coraje.
-No me importa cómo te llames, solo quiero escuchar tus gritos.
El doctor inmovilizó la cabeza del muchacho y activó el mecanismo. Un pequeño motor hacía girar la punta del aparato que iba calentándose hasta llegar a ponerse incandescente.
-Disfruta...
Introdujo la punta del aparato por el oído del chico y este noto el dolor más insoportable que había sentido en toda su vida.
Billy grito, grito con toda su alma...no pudo evitarlo.
Vaya, creo que me he pasado un poco ¿no?
Pues no, a veces la realidad es bastante peor que cualquier novela. Desgraciadamente.
Ahora Luna irá al rescate de su mejor amigo, no os lo perdáis.
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