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⚔Diario de un Vulture: 01

Un almanaque deshojado
Un día negro en el horizonte del mundo
Y tan lejos de casa…

𝙰ñ𝚘 𝟸𝟶𝟽𝟾. 𝙳𝚒𝚜𝚝𝚛𝚒𝚝𝚘 𝚍𝚎 𝙽𝚒𝚛𝚗𝚊𝚜𝚑𝚊

La decisión está tomada. Nirnasha, que alguna vez fue un lugar vibrante y lleno de vida, ahora yace en ruinas tras el asedio de las fuerzas enemigas. Los invasores, implacables y crueles, han dejado profundas cicatrices en el corazón de la ciudad y en sus habitantes. Las columnas de humo dibujan formas grises sobre el aire y el olor a carne chamuscada se hace imposible de tolerar.

Es difícil ver más allá de pocos metros de distancia. Busco con la mirada a mis compañeros y el alivio se asienta en mi cuerpo cuando puedo verlos a todos. La noche cae lentamente y las cenizas caen como copos de nieve negra. Un paisaje dantesco y desolador. Hace días que estamos huyendo. Nuestra base en Nirnasha es una de las últimas de nuestras células que no ha sido arrasada por los Daggers. La única esperanza para Zalatoris.

Un graznido se levanta en la noche y entonces avanzamos en la oscuridad. Las ruinas del viejo teatro que sirven de refugio de nuestra organización, lucen más destrozadas que antes. A lo lejos suenan alarmas. Sonidos a los que ya nos acostumbramos y que hielan la sangre. No somos más que sombras en un mundo dormido. A medida que nos adentramos al teatro, el hedor a humo y el polvo de los escombros me hace toser. Y la oscuridad nos envuelve.

—Las luces de emergencia, rápido —dice SoRa. Está agitada. Todos lo estamos.

Nunca había estado en la central Vulture de Nirnasha, pero no es muy diferente a la de Mudlark. Las paredes gotean y la humedad las ha carcomido casi en su totalidad. JooHeon, mi fiel amigo, baja su capucha y descubre su rostro. Y todos hacemos lo mismo. Un hombre de porte digno y cabello largo nos da la bienvenida. En sus ojos se refleja la experiencia de años de lucha. Las sombras danzan en las paredes mientras los demás miembros se reúnen en silencio a su alrededor.

—Me alegra ver que todos están sanos y salvos, hermanos Vultures. ¡Que vuestra lealtad y valentía sean nuestra mayor gloria y que nuestros gritos de batalla ahuyenten a la opresión y enciendan la llama de la libertad!

—¡Por la libertad, por el honor, por los Vultures! —decimos con solemnidad.

Doy un paso al frente y extiendo la mano que el hombre toma con firmeza entre las suyas.

—Mi nombre es Chae HyungWon. Vulture de primer orden del distrito de Mudlark.

El hombre sonríe con calidez mostrando un diente de oro que refulge en la penumbra.

—Por supuesto que sé quién eres. Tus hazañas son bien conocidas por todos nosotros, muchacho. Mi nombre es Kim Yong-guk.

Me siento conmovido. El cansancio es como una mochila de cemento en mis hombros.

—Es un honor estar aquí con ustedes, señor Kim. Ellos son mis compañeros —me hago a un lado y uno a uno, mis ocho compañeros se van presentando.

—Kim SoRa. Vulture de primer orden del distrito de Mudlark.

—Lee JooHeon. Vulture de primer orden del distrito de Kritanta. A su servicio.

—Kang Soo Jin. Vulture de segundo orden. Distrito Nessa.

—Park Jong Hyung. Vulture de tercer orden. Distrito Dahak.

—Kim Jun Ho. Vulture de primer orden. Distrito Kritanta.

—Baek Hae Won. Vulture de segundo orden. Mudlark.

—Sun Min Seo. Vulture de tercer orden. Keket.

—Lee Han Seo. Vulture de primer orden. Distrito Nessa. Estamos listos para asumir cualquier desafío en nombre de nuestra causa, señor.

Yong-guk sonríe ampliamente e indica a sus compañeros que nos den algo de comer y nos dice que luego podremos descansar. Sin embargo, las provisiones escasean debido a la dificultad para obtener alimentos, ya que los Daggers mantienen a la población bajo un estricto racionamiento. Solo se disponía de una bolsa de arroz, un poco de pan y una caja de semillas sin valor en una tierra yermada. Ya nada crece en la tierra de Zalatoris. Afortunadamente la célula de Nirnasha tiene algunos alimentos enlatados y nos los ofrecen gustosos. Tras una semana de viaje desde Dahak, estos alimentos representan nuestro primer sustento sólido. Estábamos famélicos, pero logramos sobrevivir comiendo raíces y algunos guisados que SoRa se empeñaba en cocinar y nos obligaba a comer.

Una vez que terminamos la improvisada cena, mis compañeros se acomodan en cualquier superficie para dormir y Yong-guk me lleva aparte.

—Ponme al tanto de lo que sucedió en Dahak. ¿Es cierto que Tanshiro fue cazado?

Asiento con pesar. El jefe Vulture de Dahak había sido apresado por los Daggers cuando se disponía a salir hacia Balor.

—Toda la célula ha sido destruída. Algunos fueron asesinados en la plaza mayor, pero él y su mano derecha, Kanji, han desaparecido. Y ha habido rumores…

Su rostro luce abatido y sus ojos están colorados.

—¿Qué rumores?

—Dicen que varios científicos de la organización Birk de Nessa han sido secuestrados.

—¿Secuestrados? ¿Para qué querrían los Daggers secuestrar científicos?

No sé la respuesta. Pero no puede ser para nada bueno.

—Kanji es hijo de uno de los científicos de Birk…

Yong-guk se sienta y se lleva las manos a la cabeza.

—No me gusta nada de esto.

Entonces recuerdo el motivo de nuestra visita a los Vultures de Nirnasha. Rebusco en mis bolsillos y saco una cajita negra.

—Casi lo olvido. Tanshiro me pidió que le diera esto.

Yong-guk toma la cajita y la hace girar entre sus dedos.

—Hijo mío, ¿acaso sabes qué es esto?

Sacudo la cabeza. Tanshiro solo me pidió que entregara eso al líder de Nirnasha.

—Es la llave de Eón Omega.

No podía ser real. Eón Omega era un rumor que corría por la organización cuando recién me uní a ella. Una bomba capaz de destruir todo a su alrededor. Algo que solo existía en los relatos nocturnos en las guardias.

—Entonces, ¿la bomba es real?

Yong-guk asiente con pesar. Es evidente que no es un tema agradable. La destrucción y la muerte nunca lo son. Uno puede acostumbrarse a las pérdidas, pero nunca aceptarlas por completo. Mis pensamientos vagan hacia mis padres y mi hermana, quienes quedaron en Mudlark. Mi corazón sigue con ellos. Sin embargo, nuestro deber es salvar Zalatoris, incluso si eso significa sacrificar nuestras propias vidas.

Mi cuerpo se siente pesado. El cansancio se ha arraigado con fuerza, y a mis dieciocho años siento como si hubiera vivido mil vidas. En la base, es difícil distinguir entre el día y la noche, y en la superficie, el mundo parece sumido en una monotonía gris. Las escasas horas de descanso apenas logran aliviar la fatiga. Sueño con regresar a mi hogar, dormir en mi propia cama y abrazar a mi familia. Sin embargo, no puedo permitirme volver ahora, no si quiero protegerlos del peligro.

JooHeon se sienta a mi lado. Su rostro ha perdido la grasa infantil y sus rasgos se han perfilado. Ya es un hombre. Dejamos nuestros hogares siendo niños. Ahora todo eso ha quedado en el olvido. No puedo evitar sonreír. JooHeon siempre intenta mantener la moral del grupo en alto. Sus chistes hacen que las horas y el exilio sean más llevaderos.

—¿Qué has hablado con el señor Kim?

—Lo puse al tanto de lo que pasó con Tanshiro y Kanji.

—¿Crees que estaremos aquí por mucho tiempo?

Me encojo de hombros. No sé qué respuesta darle. Me gustaría poder decirle que iremos a Kritanta. A su hogar. Su madre estaba muy enferma cuando los Daggers invadieron Zalatoris y murió en sus brazos. Ahora JooHeon carga con el peso de haber dejado atrás a su padre, ya viejo.

—Encontraremos la forma de sacarlo de allí. Pero en este momento nosotros somos un peligro para nuestras familias.

—Lo entiendo, es difícil. Y ellos ya sufrieron mucho por mi culpa.

Le palmeó el muslo.

—Lo siento, hermano. Siento mucho haberte arrastrado a esta vida.

Mi amigo sonríe. Los hoyuelos que una vez fueron la causa de los suspiros de las muchachas de la escuela, ahora hacen que mi corazón tenga un poco de paz. Mi amigo aún está conmigo. A mi lado.

—No digas eso. Todos estamos luchando por recuperar la vida que nos arrebataron esos malnacidos. Sé que lo lograremos, hermano.

Quiero creer en sus palabras. En realidad lo necesito. Me aferro a cualquier esperanza de expulsar a los enemigos. Pero el futuro es incierto y cada vez más negro.

Las horas se arrastran lentas y silenciosas. El goteo incesante de una cañería rota está torturando mi cabeza. Es molesto y no me deja pensar. Las palabras de Yong-guk todavía resuenan en mi cabeza.

‘Es un arma que tiene el poder de revertir el curso de la invasión’

¿Por qué Tanshiro me había confiado algo tan precioso e importante a mí?

—¿En qué piensas?

La voz de SoRa me hace sobresaltar.

—En nada. Y en todo. No puedo dormir.

Se sienta a mi lado y me pasa un brazo por los hombros, atrayéndome a su cuerpo, como solía hacer desde que éramos niños.

—Necesitas descansar, Won. No me gusta verte así. Tienes que regresar entero. Eres nuestra fuerza.

Me gustaría creer en sus palabras, pero a veces la tristeza es un océano demasiado grande.

—Lo sé, lo sé —palmeo su pierna y le doy un beso en la frente. Su cabello huele a humo—. Vamos a dormir. Mañana hablaremos. Descansa.

Nos despiertan los gritos. Gritos que cada vez están más cerca. Soo Jin corre hacia la entrada cuando una explosión nos hace volar por los aires. El caos nos envuelve y siento que me ahogo. El polvo y el humo están en el aire llenando mi garganta y mis pulmones. En medio del ruido ensordecedor de la tragedia, mi mente se aferra a la imagen de mis amigos. Me incorporo con dificultad y mis manos se aferran a los escombros. Escucho los gemidos y lamentos de los heridos, una sinfonía desgarradora que me recuerda que no podemos permitirnos morir aquí, no bajo sus botas ni sus bastones.

Cuando logro ponerme de pie, la angustia me golpea con fuerza. Soo Jin yace ante mí, apenas a unos pasos de distancia, sus ojos abiertos como portales hacia la desesperación, su mirada vacía perforando mi alma. Mis pies avanzan como si tuvieran vida propia, arrastrándome hacia su cuerpo inerte, mientras mi mente lucha por negar la brutal realidad que se despliega ante mis ojos. No. No puede ser verdad. Él tiene que estar bien.

—Soo Jin… —lo llamo, grito y lo sacudo con violencia, desesperado, buscando una señal de vida que no llega. Mis ojos barren frenéticamente el desolador panorama en busca de los demás, y entonces lo veo: JooHeon yace atrapado bajo el peso de una columna de cemento. Corro hacia él, con un pitido ensordecedor en mis oídos y mi corazón latiendo enloquecido. Sus labios se mueven en un intento de comunicarse, pero el estruendo del caos ahoga sus palabras. De repente, una mano firme me sujeta por los hombros y golpea mi rostro arrancándome de la pesadilla en la que estoy sumergido.

—¡Won, por favor, mírame!

Los sonidos vuelven a mi cabeza y miro el rostro de mi mejor amiga. Su cara está manchada con sangre y hollín.

—¡Hay que salir de aquí! ¡Todos están muertos! —sus palabras son un lamento en medio del infierno—. Ayúdame con esto. Los Daggers no tardan en entrar. La explosión bloqueó la entrada así que solo tenemos algunos minutos. Vamos, tenemos que sacar a JooHeon.

Mis brazos comienzan a moverse. Un muchacho de cabello gris ceniza se une a nosotros. Es uno de los Vultures de Nirnasha. No sé su nombre. Tiene un corte en la cara y su brazo exhibe una quemadura que no se ve nada bien.

Entre los tres logramos sacar a mi amigo de entre los escombros.

—Hay otra salida —dice entonces el muchacho—, vamos. No queda mucho tiempo.

Lo seguimos sin protestar y cuando nos estamos alejando, un quejido llama mi atención. El señor Kim está herido de muerte. Les grito a los demás que continúen. Necesito ayudar a este gran hombre que nos recibió con los brazos abiertos. Pero cuando me derrumbo a su lado, me doy cuenta que él no lo logrará. Su pecho está hundido y brota demasiada sangre de un agujero a la altura de su corazón.

—Señor Kim…

El hombre se palpa el pecho e intenta abrir el bolsillo de su chaqueta. Lo ayudo con las manos temblorosas y torpes y tomo la pequeña caja negra con la llave plateada.

—Ahora…eres…el…nuevo…portador…de…la…llave. Pro-protégela con tu vida, muchacho. Por la libertad… por el honor… por… los…Vultures —balbucea con su último aliento. Y entonces miro como la vida se apaga de sus ojos.

Miro el pequeño cofre intentando entender sus últimas palabras.

‘Eres el nuevo portador de la llave’

La llave del Eón Omega. La llave que salvará a Zalatoris.

Kriogenya

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