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⚔De polvo y cenizas

Me consuelas y luego me atormentas,
Eres un hermoso y elegante criminal que rompes mi corazón…

El único sonido que se escucha es el zumbido constante de las máquinas del laboratorio de KiHyun, donde los destellos de luz y el murmullo de los monitores crean una atmósfera inquietante. Hye Jin camina de un lado a otro, como en un trance, sus ojos fijos en la puerta cerrada. Yeon Jun, por su parte, sale de la sala cada cinco minutos, hace cálculos frenéticos en la pizarra y luego regresa con expresión tensa.

Han transcurrido dos días desde el asalto al Paseo de los Vultures, y nosotros, los seis que quedamos fuera del laboratorio, estamos atrapados en la incertidumbre. No sabemos a ciencia cierta en qué condiciones están nuestros héroes, preguntándonos si el riesgo y el sacrificio valieron la pena.

—Basta, no aguanto más todo esto. ¡Necesito saber cómo está mi hermano!

Hye Jin empuja la puerta del laboratorio y entra. Todos los demás nos lanzamos tras ella. Y allí lo veo. Durante el asalto al paseo no había querido mirar directamente hacia su cámara, pero ahora, que está frente a mí, me es imposible apartar la mirada de su rostro dormido. Ahí está él. Más perfecto que tras el cristal y lejos de su lecho de hielo. Imposiblemente hermoso en su sueño inducido. Todos ahogan una exclamación al ver los cuerpos tendidos en camillas y con decenas de cables conectados a sus cuerpos. Son siete. HyungWon, Dong Yoon Ki, el padre de Yeon Jun, Lee JooHeon, uno de los Vultures de Kritanta, dos chicas, Kwon Yu Jin y Kim SoRa, Ji Kwan Hee, un Vulture de Nessa y San Han Gyeol, de Nirnasha.

—HyunWoo, deberías estar descansando —dice Kihyun levantando la mirada de un monitor que emite ondas de color verde—, se abrirán los puntos.

—Ki, ¿co- cómo está él?

La pregunta de Hye Jin me hace apartar la mirada del rostro de su hermano y miro a KiHyun.

—Es un proceso que tardará algunos días, ya lo sabías. No sirve de nada que te impacientes.

—Lo sé, pero necesito saber que todo saldrá bien. Que ellos despertarán. Sin daños.

Dami deja unos papeles sobre la mesa y se quita los lentes para frotarse los ojos enrojecidos. Han sido días agotadores para todos.

—Tienen que entender que todo esto es tan nuevo para ustedes como para nosotros —dice acercándose a su amiga y frotándole los brazos con cariño—. Estamos trabajando tanto como podemos.

—Lo sabemos —mi primo se adelanta hasta uno de los vultures dormidos. Estira un dedo y toca la piel de su mejilla—. Están helados.

KiHyun asiente y suspira.

—El proceso de descongelamiento es gradual. Debemos evitar que haya daños en los tejidos y órganos. Los crioprotectores que fueron utilizados durante la criopreservación se eliminarán lentamente para permitir que las células vuelvan a su estado normal —dice. Todos asentimos aunque solo entendamos una parte de lo que conlleva todo el proceso. Pero KiHyun siempre intenta explicarnos todo de una manera más simple para que podamos seguir el proceso que están realizando—. Mañana empezaremos con la reanimación celular.

—¿Eso qué significa? —pregunta BaekHo que está mirando un monitor al lado de Yeon Jun.

—Que intentaremos reactivar los órganos vitales. Ya saben, el corazón, los pulmones…

Me da miedo preguntar. Me aterran las respuestas que puedan darme.

—¿Cómo harán eso? —Min me quita las palabras de la boca.

—Estimulación eléctrica o química —dice Dami encogiéndose de hombros. —Luego abordaremos los daños causados por la criopreservación y el descongelamiento. Por si hay que recomponer membranas celulares o daños en su adn.

Todos nos quedamos en silencio. Ahora solo resta esperar.

Los días pasan con pasmosa lentitud, pero todas las tardes paso a mirar a los héroes. Es algo fascinante. Esos mismos cuerpos que eran exhibidos en las avenidas como trofeos de una guerra sin fin, ahora estaban ahí. Volviendo a la vida poco a poco. Esos rostros fríos me han acompañado durante muchos años. Han sido una compañía silenciosa para mí.

KiHyun, Dami y Yeon Jun monitorean a los héroes todo el tiempo. A todas horas. Pido a KiHyun que me enseñe las funciones de los monitores para que él también pueda descansar. Los tres apenas duermen. Al sexto día, hay un cambio. Los golpes en la puerta de nuestra habitación son insistentes y me levanto torpemente para abrir. Min está parado con una sonrisa de oreja a oreja.

—Han despertado, Seokie. Los Vultures han despertado.

Lo primero que veo cuando me reúno con los demás es a Hye Jin que llora en brazos de Yeon Jun. Puedo entender el sentimiento. Mi corazón también se desbordó cuando vi a mi primo con vida luego de creerlo muerto.

KiHyun sale del laboratorio y todos nos acercamos formando un círculo a su alrededor.

—A simple vista ninguno de los siete presenta daños graves. Sus órganos han respondido bien a los tratamientos y su temperatura corporal está estable. Quedarán en observación algunos días.

—¿Ya podemos entrar? —pregunta Chang. KiHyun está algo reticente a permitirlo.

—No sé si es lo más conveniente en este momento. Pero sé que todos hemos estado esperando por este momento. Por favor, absténganse de hacer movimientos bruscos o hablar muy fuerte. Aún es todo muy reciente y no se han recuperado completamente.

Todos prometemos comportarnos y cuando la puerta del laboratorio se abre, entramos en fila, como niños en un kinder.

Y mis ojos lo buscan inconscientemente a él. Está sentado en la camilla, con una manta sobre sus hombros y mirando hacia el techo mientras Dami le revisa los ojos. No puedo creerlo. Es él. Y es real.

—¿Wo- Wonnie?

Hye Jin me aparta con suavidad y se adelanta hacia el único familiar vivo que le queda. HyungWon parpadea y enfoca la mirada en su hermana. Sus ojos grandes se abren aún más y me encuentro sonriendo por el gesto. Sus ojos son oscuros y profundos. Exactamente como los imaginé. Abre la boca para decir algo, pero antes de que pueda hacerlo, su hermana le echa los brazos al cuello y se larga a llorar. Once años han pasado. Once interminables años de terror, espera e incertidumbre.

Los sollozos de Hye Jin no sorprenden, pero sí pesan. Los años que pasó alejada de su hermano ya no volverán. Pero yo no puedo más que sentirme feliz. Feliz porque esto que alguna vez creí que era solo un sueño, ahora es una realidad frente a mis ojos.

HyungWon mira a aquella mujer que dice ser su hermana pequeña, pero que él no reconoce. El mundo cambió demasiado en su ausencia.

—Seok, ven —mi burbuja de ensueño es pinchada por Yeon Jun que toma mi mano y me arrastra hacia donde está su padre. El hombre tiene un rostro amable y es el único de los Vultures que parece estar en mejor condición. No para de tocar los rostros de Dami y KiHyun que son los que cuidaron de él y de su hijo, que ahora es un hombre.

—Papá, él es Hoseok. Él fue uno de los valientes que sacaron las cámaras del Paseo.

No sé qué decir o hacer. Estoy demasiado abrumado por todo. Hago una reverencia de 90°, mostrando todo el respeto y la admiración que siento por ese hombre que hizo tanto por el pueblo.

—Es un honor conocerlo, señor Dong.

El hombre sonríe con calidez, pero no puede hablar todavía así que solo hace una inclinación de cabeza y toma mi mano. Pocos segundos después, estoy caminando entre las camillas de los demás Vultures, presentando mis respetos a los héroes despiertos. Me sorprende ver a las dos muchachas rescatadas. A pesar de estar cubiertas de pies a cabeza con mantas, parecen pequeñas y frágiles. Sin embargo, no puedo evitar pensar que ambas han sido parte de una rebelión contra los feroces invasores. Ambas lucen asustadas y pasean la mirada por todo el lugar. Sus rostros son un mapa de la confusión y la sorpresa. Busco a mi primo y lo encuentro parado junto al Vulture de Kritanta, Lee JooHeon. Un muchacho enorme y de rostro feroz que no deja de mirar el cabello blanco de mi primo.

—Pst, Min —mi primo mira en mi dirección—, cúbrete el cabello.

Min se lleva una mano a la cabeza sin entender por qué debería hacer tal cosa, pero entonces parece entender que el color es similar al de los Daggers y no queremos que la situación sea más estresante para los Vultures.

Y entonces mi mirada gravita hacia él nuevamente. Nuestros ojos se encuentran y siento que mi piel arde. Como si estuviera quemándome por dentro. Hye Jin sigue la dirección de la mirada de su hermano y me hace señas para que me acerque. Mi garganta se seca y mi respiración se agita. Es el momento con el que sueño desde que tengo doce años.

—Won, él es Lee Hoseok —dice ella y toma mi mano, entrelazando sus dedos con los míos. La mirada oscura de HyungWon entonces recae allí. Quiero zafarme del agarre, pero no quiero quedar como un grosero frente a él—. Él es nuevo en la Orden, pero estuvo genial en el asalto al Paseo. Si no fuera por él, me temo que todo hubiera resultado catastrófico. Y también es admirador tuyo.

Sus últimas palabras me toman por sorpresa y mi cara se pone roja de vergüenza. No tengo defensa para lo que ella acaba de decir. Tampoco está mintiendo. Trago con dificultad y ordeno las palabras en mi cabeza.

—¿Có-cómo se siente?

Sus hermosos ojos grandes me miran de nuevo. Mi corazón golpea con fuerza en mi pecho. Entonces hace una mueca con los labios apretados e inclina la cabeza. Su piel dorada resplandece bajo las luces frías del laboratorio. Su cabello parece hecho de seda, suave y brillante. HyungWon es de una belleza intimidante.

—Creo que deberíamos dejarlos descansar ahora —dice Dami señalando la entrada del laboratorio—, entiendo que todos estemos entusiasmados, pero ellos deben terminar de recuperarse.

No quiero irme. Quiero quedarme allí con él, a su lado. Que me mire una vez más con aquellos ojos oscuros y hermosos. Hago una reverencia y dejo que Hye Jin se despida de su hermano. Me acerco a Yeon Jun y le toco el hombro.

—Deberías descansar un poco. Yo tomaré tu lugar. KiHyun me ha enseñado cómo funcionan los monitores.

Mi compañero parece pensarlo, pero está reticente a alejarse del lado de su padre.

—Entiendo —digo—, pero ya sabes que puedes pedírmelo si lo necesitas.

Yeon Jun asiente y palmea mis hombros.

—Gracias. Ve y descansa.

Pero no puedo hacerlo. ¿Cómo podría? Ahora él está despierto y no quiero alejarme de su lado.

Ya en la habitación veo a HyunWoo salir del baño agarrándose un costado. Luce algo pálido y sudoroso. Me acerco a él y lo ayudo a tumbarse en mi cama y noto que el vendaje está manchado de sangre.

—¿Se abrieron los puntos?

—Estoy bien. Solo necesito descansar —dice cerrando los ojos. Pero sé que necesita atención. Farfullo una excusa y salgo de la habitación en busca de KiHyun. La sala está en silencio pero la puerta del laboratorio está entreabierta. KiHyun está anotando cosas en una planilla. Levanta la cabeza al verme entrar.

—Hoseok, ¿sucede algo?

Algunos Vultures duermen, pero veo a HyungWon que está intentando ponerse de pie.

—Oye, ¿puede hacer eso? —pregunto y señalo con la cabeza hacia donde está HyungWon. KiHyun resopla y se pone de pie.

—Es testarudo como su hermana —dice empezando a caminar hacia la camilla donde el vulture intenta apoyar los pies en el suelo—, ayúdame un momento, Hoseok, él es demasiado alto y no quiero tener un accidente.

Por supuesto que lo sigo sin pensarlo demasiado. Estar cerca de HyungWon es algo a lo que jamás me negaría.

—Señor Chae, no debe hacer esfuerzos, por favor. Tiene que descansar…

HyungWon pone los ojos en blanco y el gesto me hace sonreír.

—Es-es… toy… bi…en

Ambos lo miramos sorprendidos. Hasta ese momento ninguno de los Vultures había podido articular palabra. Su voz suena ronca y un poco sofocada. KiHyun asiente y entonces me mira.

—¿Por qué estás tú aquí?

Mi atención había vuelto a HyungWon y no le di demasiada importancia a lo que pasaba alrededor hasta que KiHyun me sacudió el brazo.

—¿Qué? Ah… Oh, sí. Lo siento. Es HyunWoo —su expresión se transforma en un gesto de alarma—. Me temo que se le han abierto los puntos. Tiene el vendaje manchado y…

—Estás a cargo del laboratorio. Iré a ver qué sucede con él —dice antes de tomar una caja blanca y salir corriendo hacia las habitaciones.

—A-a…yu…da

HyungWon estira una mano hacia mí y cae hacia adelante. Lo atajo en mis brazos antes de que caiga y lo vuelvo a sentar en su camilla. Tiene la respiración agitada y miro alrededor a ver si Dami o Yeon Jun están cerca, pero al parecer soy el único de la Orden que está allí.

—Por favor, no te esfuerces demasiado. Recién acabas de despertar, tu cuerpo aún no está lo suficientemente fuerte.

Lo único que recibo a cambio es un gruñido que más se parece al graznido de un ave herida que a otra cosa. No está contento, su rostro me lo dice. De todas maneras no protesta y se recuesta, con la mirada fija en el techo, como buscando respuestas en las sombras. Y yo no sé qué hacer. Me gustaría decirle tantas cosas. Contarle de mis escapadas al Paseo de los Vultures, de todo lo que ha cambiado el mundo en estos once años. Pero no puedo. Primero él debe recomponerse. Durante el resto de la noche no sucede nada. El silencio cae sobre nosotros. Pesado, oscuro. Todos están dormidos ya. Incluso él ha cerrado los ojos horas atrás. Me levanto cuidando de no hacer ruido y chequeo a cada héroe. Que los signos vitales estén estables y que sus pieles tengan la temperatura normal. El señor Dong se mueve mientras duerme. Quizá tenga pesadillas. Pesadillas que lo atormentan aún en los confines de su descanso, compañeras constantes de su existencia y algo que no me sorprende en absoluto. Su vida ha sido un campo de batalla y habrá visto cosas que nosotros solo podemos llegar a imaginar. Las muchachas duermen apaciblemente y el resto de los muchachos también.

Entonces me acerco a su lado. Miro como su hermoso rostro apenas se altera en sueños. Sus párpados se mueven con lentitud y aprovecho para estudiar su rostro con cuidado. El lunar sobre el párpado izquierdo se destaca como una pequeña cicatriz. Sus pestañas largas y oscuras contrastan con su piel melada. Es un hombre muy bello y por momentos la tentación de tocarlo es abrumadora. Quiero acariciar sus mejillas, enterrar los dedos en su cabello oscuro y brillante. Pero me contengo. No es el momento.  Estiro un dedo y aparto una hebra de cabello sobre su frente. La guerra, esta invasión sanguinaria nos ha unido como camaradas, luchando por recuperar un mundo sumido en el caos y la desdicha.

Entonces sus ojos se abren y su mano se aferra a mi antebrazo con fuerza.

—¿Qué… crees… que… estás… haciendo?

Kriogenya


Intentaré actualizar más seguido, pero estos días voy a estar algo ocupada. ¿Qué les va pareciendo la historia?

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