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⚔Comenzando guerras

Mira el cielo cubierto de humo de pólvora.
¿Cuántas décadas pasarán antes de que nos convirtamos en leyendas?
¿Cuántas veces has sobrevivido al dolor?
En aquel entonces nadie usaba máscaras.
Siento como si estuviera deambulando por una pesadilla con los ojos abiertos.

¿Cuándo fue que el mundo perdió su color? ¿En qué momento todo quedó en silencio? ¿Cuándo murieron los pájaros y su canto cesó para siempre? El silencio a veces es ensordecedor... y otras demasiado ruidoso. Nadie puede dormir. La respiración pausada de HyunWoo en la litera de abajo lo delata. Los murmullos de algunos miembros de la orden se escuchan lejanos. Intento no pensar demasiado en lo que haremos en algunas horas más, pero me es imposible no hacerlo. Mis pensamientos siempre convergen en un solo lugar. En él. Me siento como un niño esperando abrir los regalos en Nochebuena. ¿Cómo será todo cuando los Vultures abran los ojos al mundo? Intento volver a recordar cada escenario que imaginaba en mis noches solitarias. ¿Cómo será su voz? Puedo dibujar cada una de sus facciones, el color preciso de su cabello, cada pelo de sus pestañas, el contorno de sus labios... pero su voz y el color de sus ojos es algo que solo está en mi imaginación. En mis fantasías. Y en mis sueños.

Pero las horas pasan demasiado lentas. La ansiedad y la preocupación son constantes y para cuando nos reunimos en la sala para ultimar detalles, todo luce extrañamente silencioso y las caras de mis compañeros solo reflejan el cansancio de los últimos días. Nunca había extrañado tanto la música y las risas.

El mango del bastón eléctrico se siente liviano y frío. Jamás había tenido uno en mis manos.

—¿Listo?

Asiento y miro hacia el frente. Chang está parado a unos pocos metros y sostiene otro bastón idéntico al de los Daggers.

—Fíjate en el cabezal. El acero hace que la expansión del bastón sea más eficaz —dice y mueve el bastón como azotando el aire. El aparato se expande casi medio metro. Repito el movimiento y una sonrisa de satisfacción aparece en el rostro serio de mi compañero.

—Wow. Nunca había usado uno.

—Son excelentes para fracturar cristales. Ahora bien, estos bastones están equipados con una descarga de 12.000.000 de voltios. Una única descarga podría incapacitar a un buey. Se activan mediante este botón que se encuentra aquí —acto seguido, presiona el botón y la punta emite una pequeña chispa azul—. Es importante mantener una distancia segura, lo suficientemente cerca para ser efectivo, pero no tanto como para resultar herido. ¿Entendido? Ahora presta atención —dice acercándose a un maniquí de tamaño real, similar a los utilizados antiguamente en las pruebas de impacto, y dirige el bastón hacia las piernas del muñeco—. Si el objetivo recibe la descarga en las piernas, quedará inmovilizado, pero solo por un breve periodo de tiempo. Sin embargo, si aplicas la descarga máxima en la zona de las costillas, la inmovilización durará al menos unas horas, ya que esencialmente estarías sobrecalentando los órganos internos.

Cuando el bastón toca el costado del muñeco, este sale despedido contra una pared y cae hecho pedazos.

—Es una pena que eso no le suceda a esos hijos de perra, pero funcionará en caso de que tengamos que usarlos.

Practicamos algún tiempo más hasta que mi primo nos va a buscar.

—Es hora de prepararnos. Saldremos en dos horas.

Dos horas. A partir de ese momento, empieza la cuenta regresiva. Me duele el estómago por los nervios y mi cabeza se llena de pensamientos invasivos y fatales. Pero necesito creer que todo va a funcionar. Que la orden va a triunfar y que despertaremos a los Vultures. Es la única esperanza que nos queda. El futuro de Zalatoris está en nuestras manos.


Kihyun abraza a su prima y le susurra algunas palabras al oído. Todos están tensos. HyunWoo, Min y BaekHo lucen feroces disfrazados del enemigo. Sus cuerpos grandes y sus estaturas los hacen parecer más aterradores.

Todos, incluyéndome, llevamos pelucas blancas y crespas. Algunos en crestas desordenadas, otros, como Dami y Hye Jin, los llevan hacia abajo, pero igualmente despeinadas. Todos iremos a la misión, excepto KiHyun y Yeon Jun, que se quedarán monitoreando todo desde el secoya.

—La alarma quedará desactivada cuando que lleguen al túnel. KiHyun se encargará de avalar los permisos de traslado de las cámaras. —Dice Yeon Jun mientras revisa que todos los moduladores estén bien colocados—. Una vez que las cámaras criogénicas se apaguen, solo dispondrán de algunos minutos para subirlas a las camionetas y reconectarlas. Recuerden que el tiempo es nuestro enemigo. Unos minutos pueden resultar en un desastre irreparable.

Todos asentimos. Min se acerca a mí, sonriendo con sus dientes de conejo.

—¿Cómo te sientes?

Es una pregunta que no me atreví a hacerme en mucho tiempo.

—No lo sé. Ansioso, supongo.

—No te separes del grupo, y no uses las armas a menos que sea absolutamente necesario.

—Sí, mamá.

Me río cuando pone los ojos en blanco y me golpea la nuca.

—No te pases de listo. Aún puedo bajarte los pantalones y nalguearte delante de toda la orden.

—Bien, niños, basta de juegos —dice KiHyun y mi primo se para a mi lado—. Quiero que sepan que independientemente del resultado de la misión, ha sido un placer compartir estos años con ustedes. Tengan cuidado. Nosotros estaremos monitoreando todo desde aquí. Si nos movemos como lo planeamos no tiene por qué salir mal.

—Estaremos bien —dice Hye Jin ajustándose la máscara.

KiHyun asiente.

—Lo sé. No hay nadie en este mundo en quien confíe más que en ustedes —dice estirando una mano al frente—. Por Zalatoris.

Uno a uno todos van juntando las manos.

—¡Por Zalatoris!

La distribución en las camionetas es aleatorio. BaekHo maneja una y Dami va con él. HyunWoo y yo vamos en otra y MinHyuk, Chang y Hye Jin van en la última. Las tres están equipadas para mantener las cámaras refrigeradas hasta que lleguemos a salvo al secoya. Inconscientemente me toco el cabello blanco hasta que HyunWoo me llama la atención.

—Estaremos bien, pero deja de hacer eso. Recuerda que los malditos esos son como robots. Nos delatarás si sigues comportándote como un crío nervioso.

—Lo siento, lo siento.

Me pongo firme en mi asiento y repaso todos los puntos en mi cabeza. Y cuando salimos a la superficie sólo rezo para que todo salga como lo planeamos. Debemos regresar. Los catorce.

El día está gris. Como casi todos los días. El sol solo es una mancha clara difuminada entre el humo y la niebla. A través de la máscara se distinguen perfectamente los colores. Aunque no hay demasiados para admirar ya. El mundo es una paleta gris, blanco y negra. Las cenizas forman ya parte del aire. De hecho, ya no recuerdo lo que era respirar aire limpio. Cuando siento un pinchazo en el muslo, mi respiración se agita y por un momento mi cabeza se ralentiza.

—Hoseok —la voz de mi compañero suena alta y clara—, escúchame bien. No podremos hacer esto si no estás 100% enfocado en la misión. Necesitamos que estés concentrado y alerta. Hay demasiadas vidas en juego. Respira con calma. Estamos por entrar al túnel.

Asiento y me obligo a vaciar mi cabeza de todo pensamiento ajeno a la misión. Es nuestra única prioridad.

La noche cae con lentitud. Las sombras se hacen más densas y entonces la voz de Yeon Jun llena todo el espacio en la camioneta.

—Apagaremos las alarmas de la entrada. Intentaré anular las señales de los centinelas que están patrullando el paseo.

—Dong, ¿crees que puedas hacerlo con los de la entrada del túnel? —pregunta HyunWoo.

—Sería demasiado sospechoso. Ellos deberán avisar a los del Paseo que ustedes vienen a trasladar las cámaras. Tienen que poder comunicarse entre ellos. Al menos hasta que entren. Una vez allí, intentaré bloquear sus dispositivos. Ahora, buena suerte, chicos. ¡Por Zalatoris!

La camioneta avanza por el familiar camino que ahora se me hace tan desconocido. Respira. Cuando estamos a pocos metros, los Daggers de la entrada se mueven hacia nosotros y puedo escuchar los latidos de mi corazón martillando contra mis sienes. HyunWoo me mira, pero no puedo leer sus gestos detrás de la máscara.

—Aquí vamos —dice y toca su hombro activando el modulador de voz y las luces de sus visores.

Abre la puerta y baja de un salto. HyunWoo es alto, incluso más alto que ambos Daggers que lo saludan como uno de los suyos. Hay un intercambio de palabras, gestos y finalmente el túnel se abre para dejarnos pasar. No puedo creer que haya funcionado. Que realmente estemos avanzando hacia la libertad de los Vultures. La seguridad de HyunWoo me infunde una nueva oleada de confianza. Todo saldrá bien. Volveremos con los héroes dormidos.

Cuando las puertas del túnel se cierran, suelto un suspiro aliviado. Pienso que todo será más fácil ahora. Cuando los centinelas que están apostados a la entrada del paseo nos ven, solo mueven la cabeza como saludo. Ya están avisados sobre nuestra tarea. De todas maneras, HyunWoo estaciona y baja. Unos segundos después BaekHo se une a él y ambos mantienen una pequeña charla con los centinelas. No hay demasiada gente en el paseo. Pocos visitan a los Vultures ya. Su leyenda sigue vigente, pero la vida es dura en Zalatoris y cuando la miseria toca a tu puerta, todo lo demás pasa a un segundo plano. Y un saludo a un héroe dormido no es una prioridad en la vida de nadie. Solo en la mía.

Intento no girar la cabeza, evadiéndome de lo que sucede afuera. Mi cabeza está en los Vultures. En las cámaras y en su recuperación. Entonces unos golpes en la ventanilla me hacen volver a la realidad. Al Paseo. BaekHo me hace señas para que baje y lo hago sin pensarlo demasiado. No me habla, solo me hace señas pidiéndome que lo siga. Las tres camionetas se ponen en marcha hasta el final del túnel. Cuando estamos a unos metros de las cámaras, BaekHo mira hacia atrás. Los centinelas están parados mirando hacia adelante, dándonos la espalda.

—Es hora —dice mi compañero—. HyunWoo, tú, Min y yo cargaremos las cámaras en las camionetas. Dami se encargará de reconectarlas. Debemos hacer esto rápidamente.

La entrada a las cámaras está tras una puerta metálica gris. HyunWoo y mi primo se unen a nosotros. Un sensor verde se activa sobre la puerta y BaekHo empuja. Por alguna razón siento que la temperatura baja súbitamente y no puedo reprimir un escalofrío. Sin perder tiempo, los cuatro nos ponemos manos a la obra. Hay un tablero repleto de números y letras que no logro entender, pero que Min al parecer sí. Toca algunos botones y entonces hay un ruido de motores apagándose. HyunWoo me hace una seña y afirmo mis brazos sobre la base de la primera cámara. Entre los dos logramos subirla a un carro transportador que hay en el lugar y salimos hacia la camioneta. Dos de las camionetas transportará dos cámaras y una, tres. Las cinco primeras cámaras son cargadas con éxito, entonces la puerta se abre y un Dagger que no es de los nuestros, entra súbitamente. Se escuchan algunos gritos afuera y sin pensarlo demasiado, Min activa su bastón y golpea al dagger en el abdomen. El invasor cae contra el tablero. El aire se carga de tensión mientras el invasor se retuerce en el suelo, intentando recuperarse del impacto, pero BaekHo no siente piedad y le da otra descarga, esta vez sobre el cuello. La puerta sigue abierta, y desde el exterior llegan más gritos y sonidos de lucha. HyunWoo y Min corren hacia afuera mientras BaekHo y yo cargamos la sexta cámara. Cuando logramos salir, dos camionetas ya se han ido. HyunWoo corre hacia nosotros. Tiene una herida en un costado porque su ropa está mojándose rápidamente.

—Tenemos que salir, ahora —dice. Sin embargo, la voz distorsionada sigue siendo firme y estable.

—Solo falta una cámara —dice BaekHo.

Tomo el transportador y empiezo a caminar hacia la camioneta.

—Ustedes traiganla. Yo conectaré esta —ambos me miran. Las cuatro luces rojas se fijan en mí—. ¡Vamos, no hay tiempo que perder!

Las alarmas empiezan a resonar en todo el lugar. Un ruido ensordecedor y siniestro. Mis compañeros se echan a correr y yo apuro el paso. La rampa de la camioneta está a medio elevarse, y necesito aplicar toda mi fuerza para hacer palanca con los brazos y lograr que el transportador quede inclinado. Luego de tres intentos agotadores, logro hacer rodar el carro hacia arriba. Mis movimientos son torpes, las manos me tiemblan demasiado por el esfuerzo y el temor a ser cazados. Al menos Min pudo salir de allí. Para cuando termino de reconectar la cámara, BaekHo y HyunWoo están terminando de asegurar la última. Y sin dar tiempo a nada, la puerta de salida del túnel comienza a cerrarse. HyunWoo trepa hasta el volante y arranca. BaekHo tira de las manijas de la puerta de la camioneta y lo último que alcanzo a ver es una horda de daggers que se abalanza hacia nosotros por el túnel. La adrenalina y el miedo se mezclan en mi pecho mientras nos alejamos, dejando atrás el peligro. Pero sé que esto es solo el comienzo de una lucha mucho más grande. El mundo empezó a cambiar por culpa nuestra. El ojo del huracán recién empieza a abrirse y nos tiene a nosotros en la mira.

Kriogenya

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