34 | FINAL
Trigal parecía correr una carrera contra él mismo cuando se encontraban muy cerca de llegar a la aldea de los Hielos.
Habían atravesado medio mundo y ahora, con el cometido cumplido, de apoyar y acompañar a los híbridos, se moría de ganas de ver a su bonita Almendra.
Llegaron a la posada, él arrojó su morral al piso. Saludó a sus padres con un beso. Corrió a buscar las llaves de la cabaña de Luk y Kras, se las entregó y acto seguido se fue al encuentro de la omega.
Padre y madre de Trigal, ni siquiera exhibían muestras de asombro.
Los híbridos intentaron justificarlo pero el padre con toda tranquilidad, expresó.
—¿Aún no se acostumbraron a que cuando Trigal pasa, pasa un huracán?
Y ellos se sintieron tontos de pensar que sus padres descubrirían la verdad detrás de la aceleración del rubio. Pero lo real es que Trigal era así. Era un tornado de energía, no importaba el motivo. Siempre actuaba así. Y así lo querían.
La mamá de Trigal no pudo evitar preguntar por la cachorra.
—Es la sobrinita de Sialuk. Pero la adoptaremos como nuestra.
—Mi hermana y su alfa fallecieron. Yo soy ahora, responsable de ella.
—Presiento que serán unos padres amorosos —auguró la loba— Sueño con ser abuela, ojalá Trigal consiga pronto a su alfa.
Trigal había regresado y alcanzó a escuchar a su madre.
—Mikelah, deja de decir esas cosas. No me presiones. Yo no sé si quiero ser padre.
—Llámame, mamá, no por mi nombre. Y no es presión, hijo, es la realidad, algún día encontrarás a tu destinado y formarán su familia.
—No siempre sucede así, Mikelah, perdón que me entrometa. —Intervino Krasnyy.
—Sialuk y yo, ni siquiera somos de la misma raza. Llegué de casualidad a su vida. Y nos enamoramos sin que ninguno de los dos estuviera buscando pareja. Además, Trigal es muy joven. Habíamos pensado, que si ustedes están de acuerdo, él podría venir a pasar una temporada a nuestra aldea.
—Miren —contribuyó Sialuk al relato del omega— seremos excelentes protectores con él. Ocurre que Krasnyy es el único médico en la comarca. Y necesita aprendices.
—En este tiempo he notado que tanto él como Almendra tienen condiciones.
—¿Tú, Trigal, que si ves sangre te desmayas? —comentó la madre intrigada.
Oops. No contaban con ese dato.
—Es que... él no sería aprendiz de curaciones —improvisó Krasnyy— lo que en realidad necesito es un aprendiz de pócimas y él tiene lo necesario, buen olfato, es hábil con las manos y tiene rapidez.
—Ah sí, sí, sí, si algo tiene mi bebé, es velocidad.
—Bueno, creo que podríamos permitir que vayas. —Comentó el papá— Si regresas acá como médico, no sé quién soportará el ego de tu madre, Trigal.
Ella afirmó con la cabeza.
—Hijo yo hablaré con la mamá de Almendra para que la deje ir.
—Gracias, mamá.
La madre humedeció sus ojos, no la había llamado de ese modo en mucho tiempo.
Los híbridos se dirigieron a la cabaña a dar un biberón a la beba pero continuaron debatiendo sobre el tema.
Porque todo había salido bien, pero en el fondo, Kras no sentía que era lo correcto. Y se lo dejó ver a Sialuk.
—Amor, en un mundo ideal ellos deberían poder elegir con quién estar y de quién enamorarse. Pero este no es un mundo ideal. Si descubren que dos omegas son pareja, pueden llegar a sacrificarlos.
—Oh, por mil estrellas, es verdad.
—Hoy es mi día de escuchar lo que otros hablan —Trigal murmuró detrás de ellos.
—¿Hoy es tu día, Trigal? Ja, ja, siempre escuchas todo.
—Es verdad. Pero las palabras llegan a mis oídos, yo no las busco.
Los tres rieron.
—Pienso lo mismo que Kras. Me gustaría que al menos mi mamá supiera la verdad. Ella, creo que podría entenderme.
—¿Y si no lo hace? El plan se caería en el acto.
—¿Que plan?
La madre de Trigal parada con los brazos en jarra, marcaba un pulso con su pie, esperando respuestas.
—Ya ven de quién heredé el oído indiscreto... —Trigal sonó entre triste y risueño.
—¿Podemos hablar a solas... —y agregó, a sabiendas que llamándola así, suavisaría su corazón— ... mamá?
—Sí, mi cachorro. Dime.
Los híbridos se alejaron para dejar que madre e hijo pudieran tener esta sensible charla.
—Mamá, voy a confesarte algo y espero que puedas comprenderme te ruego que abras tu corazón y no me juzgues.
—No me asustes, hijo.
—Mamá yo no soy normal. No soy lo que ustedes esperan de mí.
—No llores, hijo. Rompes mi corazón, cuéntame todo.
—Yo sé que papá y tú están esperando que aparezca el alfa o la alfa capaz de enamorarme, para que me marque y formemos una familia. Pero yo, mamá, ya estoy enamorado.
—De almendra —dijo ella— ¿Sí?
Para estas alturas, Trigal, ya era un mar de lágrimas.
Su mamá lo atrajo hacia su pecho y el entre sollozos, le confirmo que sí, su amor era Almendra.
—Mírame hijo, tú eres mi ser especial en esta vida Y si tu destino es estar al lado de una omega no voy a oponerme a los designios de los cielos. Y te juro como que me llamo Mikelah, que le arrancaré los ojos aquel qué ose hablar mal de ti o de esa niña. Y eso incluye a tu padre y a toda esta comunidad de lobos retrógrados.
Y no quiero oírte decir nunca más, que no eres normal.
—Mamá, mamá, no puedo creer lo que me dices. Gracias.
—No tienes nada que agradecer mi hijo. ¿Crees que esto que te pasa a ti solamente? o ¿Que eres el único?
No, mi cariño, hay muchos, cientos acá y en otras tribus, ocultos y con miedo. Es hora de que esto cambie.
¿Los padres de almendras ya lo saben?
—Nooo. La matarían si llegaran a saber, por eso mis amigos idearon el plan de ir a su aldea e intentar allí, construir algo juntos.
—Pues entonces continúen con el plan que tenían con los híbridos. Eso me dará tiempo para preparar a la mamá de Almendra. Empezaré con ella. Las mujeres somos sabias, nobles y entre madres nos entendemos.
—¿Y papá?
—De ese viejo lobo, me encargo yo.
—Pero él es muy recto, no lo aceptará.
—El será muy recto, pero entre las sábanas, mando yo.
—Mamaaaaa
.
.
.
Habían partido dos y regresaron cinco a la aldea de los Oscuros.
Alekah fue la primera en llegar corriendo a abrazarlos y pegar gritos de alegría.
—¡Trueno! ¡Los chicos están aquí! Y vinieron con dos amigos y...
La trufa curiosa de su loba interior sintió un olor a leche y rosas, desconocido para ella. Pensó que provenía de algunos de los dos omegas recién llegados.
Pero así como es curiosa también es decidida y se arrimó, discretamente, primero a Trigal, «Este huele a miel» pensó y después se dirigió a Almendra, «Y esta a canela» ¿De dónde viene ese otro olor...?
Entonces, el pequeño bulto entre los brazos del rojo, se desperezó y emitió un gruñidito minúsculo.
A Sialuk le brilló la sonrisa de conejo.
Alekah se encaminó hacia Krasnyy con tremenda sonrisa, mientras negaba con la cabeza.
Kras descubrió la seda con la que envolvía cuál capullo, a la dueña del perfume de rosas y leche que la sensible nariz de Alekah había detectado. Entonces, la carita de corazón del brote, asomando tras las mantas, hizo llorar a la omega de Trueno.
La sostuvo en sus brazos y la acunó mientras acariciaba la carita de Krasnyy. Ella y él hicieron contacto visual y Alekah gesticuló solo para el rojo.
—Todo llega Kras, ya eres papá.
Llegaron hasta ellos el resto de sus lobos adorados, Trueno, Maikoh. Y a ellos se le sumaron los siberianos, Zelenny, Lilovyy y Belyy.
Los abrazos de Trueno no son tales si no estrujan. Aplastó al alaskan con sus brazos y le llenó de besos la cabeza.
Cuando por fin pudo hablar, Luk atrajo al rojo a su lado y alzó a la beba.
—Les presento a Sakâri —anunció orgulloso, Sialuk— nuestra hija.
—Pe-pe—pero, se fueron hace solo un mes... Eso, o sea, —Alekah no paraba de tartamudear— ¡Que alguien me explique, ya!
—Ven mamá, te explicaremos todo. Sialuk besó su frente y le tomó la mano
—Antes les queremos presentar a Trigal, un muy buen amigo que ha sido incondicional con nosotros y nos ha brindado ayuda amor y contención en todo momento. Y la bella dama que lo acompaña es su prometida, Almendra.
—Bienvenidos —dijeron todos.
«¿Prometida?» pensó Alekah. Ella había olido a estos dos y sabía que ambos eran omegas.
—Después hablaré personalmente contigo, papá, necesito un favor.
—Por supuesto hijo. Intuyo de qué se trata y la respuesta es, sí.
Al alaskan le brillaron los ojitos. Su papá lobo, lo entendía a la perfección.
—Vamos a casa, tenemos mucho para contarles. Y estén preparados, porque una vez más, lo que nos pasó fue increíble.
—Pero real —agregó el niño rojo.
—¿Quieres probar mi caramelo?
—Ay mi amor, sí, qué delicia. Déjame saborearte todo.
—Bueno, pero si me das tus jugos de pomelo en la boca.
—Por los cielos, Krasnyy ¿Quieres hacerme acabar antes de siquiera empezar?
—Papaaaá ¿Qué caramelo es el que quieres comer?
A los pies de la cama la pequeña Sakãri, lucía despeinada y sin ninguna intención de regresar a la cama a dormir.
—Oh no, jaja, no puede ser —Sialuk se levantó cual rayo para alzar a la bonita cachorra que ellos aman como propia desde hace dos años.
—Vuelve a la cama, Brote —le habló dulcemente, Krasnyy— Papá Luk te llevará a la cama y yo en un segundo iré a contarte un cuento.
Deliberadamente tardó para que padre e hija tuvieran ese momento para ellos, pero la ansiedad lo pudo y comenzó a vestirse para unírseles, pero Luk regresó al cuarto...
—¿Qué haces?
—Empezaba a vestirme para ir con ustedes.
—Ni se te ocurra. Quédate así, amor. Ahora si serás mío, ahora sí déjame comerte, Caramelo.
—Ven amor, entra a la cama y te daré más que un caramelo.
Sialuk se acomodó entre las piernas de su omega y besó su piel perlada deteniéndose entre su pierna y la pelvis donde el pulso del chico se hacía más fuerte. Él había descubierto que la delgada piel de la ingle del rojo era un punto delicioso que llevaba a Krasnyy a lanzar su esencia sin medida y a jadear sin tapujos y eso, al alaskan lo encendía fuegos.
—Mío. Eres mío.
—Lo soy, Sialuk.
En ese momento, el rojo quiso olvidar por completo que la florecita dormía en el cuarto del lado. Pero no pudo con el pensamiento.
—Luk, espera, ¿Seguro que la nena se durmió?
—Espero que sí.
—¿La dejaste despierta?
Cuando infructuosamente intentó levantarse, el alfa lo obligó a acostarse, tomó sus muñecas y las puso sobre su cabeza.
Sin despegar su boca de los labios del rojo le contó que Alekah llegó de repente y se la había llevado para que ellos pudieran dormir juntos.
—Pero no pienso dormir esta noche, Krasnyy. Y tú menos.
—Ven aquí, mi alfa travieso. Bésame donde me gusta.
Le separó las piernas y volvió a llevar su boca a la ingle del rojo. Lo mordió y el chico ronroneó.
—Ronroneaste, rojo, tú quieres que muera...
—No mi amor, yo quiero que vivas para que sigas haciéndome eso que me haces. Ven, entra en mí. Márcame fuerte. Quiero llorar de placer.
Te amo Sialuk de Los Gritos.
—Yo más, Niño Rojo.
Y así termina esta historia en clave de amor que unió dos corazones solitarios y los convirtió es almas compañeras de este viaje majestuoso que es la vida.
Krasnyy de Siku y Sialuk de Los Gritos formaron una hermosa familia y criaron un brotecito que se transformó en una flor llena de gracia y belleza.
Así fue que estos dos híbridos, perros de nieve, destinatarios de la conspiración del universo para colmarlos de dones y felicidad, vivieron al máximo sus vidas junto a sus seres queridos.
Fin
Un cuento de Caracola.
Invierno de 2022.
Un dato de interés
Esta historia tiene su versión Fanfic fandom ARMY, que se llama
Niño Rojo.
Pueden encontrala aquí en este comentario 👉🏻
2da parte de Niño Rojo 👉🏻
Niño Rojo versión Fanfic tiene una tercera parte llamada Nido
Link en este comentario 👉🏻
¡Gracias por leer!
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