Uno
Este es mi especial de navidad y mi regalo.
Krampus.
Según la leyenda, esta criatura de demoníaca apariencia, aparece en la noche del 20 al 25 de diciembre, buscando a las almas que sean oscurecido.
El krampus se lleva las almas en su saco al inframundo, donde serán destruidos para siempre.
Según la leyenda, Krampus aparece en la noche del 20 al 25 de diciembre, merodeando las calles durante esa noche en lo que se conoce como Krampusnacht (La noche del Krampus, en alemán) ya sea solo o junto a San Nicolás más conocido como Santa Claus, haciendo sonar cencerros y cadenas oxidadas para asustar con su presencia.
Su apariencia es representada por una criatura parecida a un íncubo. Su rostro diabólico está adornado con cuernos en la frente, una larga lengua roja y una cabellera negra.
Tiene el cuerpo cubierto por un tupido pelaje oscuro, y sus patas son de cabra, similares a las de un fauno. En la mayoría de imágenes es mostrado con una canasta en su espalda, en donde coloca a los niños malos para llevarlos al infierno y comérselos.
Para su llegada se necesita un recipiente, para que el demonio pueda pisar la tierra, necesita a alguien más... O eso dice la leyenda.
Eran un pueblo pequeño, pero hermoso había muchos lugares encantadores, como el lago y sus profundas y azules aguas, que en estas fechas están congeladas.
El gran bosque cubierto de escarcha y nieve dando una blanca vista.
Pablo llevaba viendo al rededor de once meses en el pueblo de Lans, era un pueblo al norte de España, era pequeño y sus habitantes amables y serviciales.
Tuvo que mudarse ahí por temas de estudio, cuando llegó a inicios de Enero la nieve empezaba a derretirse, fue la primera vez que escucho sobre "Krampus".
La bestia milenaria que atormentaba al pueblo, decían que era un demonio de la navidad que se llevaba a los niños malos.
En realidad en esas fechas los que desaparecían eran los borrachos, pocas veces desaparecían niños, y cuando lo hacían regresaban al día siguiente. Eso eran los que decían, este sería su primer año ahí.
Krampus aparecía el 20 de diciembre, hoy era la mañana del 19, iba al café en donde trabajaba su novio.
Pedri, lo conoció unos días después de llegar a Lans, era un chico tierno y amable, se ofreció a ayudarlo cuando vio como no podía con tantas maletas.
Por casualidad había ido al mismo café donde él y su hermano Fernando eran dueños, desde ese momento empezaron a encontrarse más y las cosas se dieron.
Gavi se enamoro de las sonrisas y los ojos brillosos llenos de amor de Pedri, el otro se enamoro perdidamente del forastero.
Su relación avanzo tan bien, que al rededor de los cinco meses, Pedri le había pedido ir a vivir con él en la casa que tenían el y Fernando.
Dudo un poco, pero Pedri supo convencerlo su vida estaba llena de felicidad, amaba con locura a Pedri y no podía desear otra cosa.
Al llegar al café pudo ver como su cuñado coqueteaba con Ferran, uno de sus amigos lo conoció a través de Pedri, era un chico dulce y gracioso, Fernando estaba perdido por ese chico.
—Vamos dulzura, será divertido.
—Que no Fer, sabes que en la noche saldrá él.
Pudo ver como la cara de Fernando cambia a una preocupada, eran pocas las veces que veía a sí cuñado así.
—¿Él? ¿Quién?—Pregunto y los dos chicos dieron un mini salto en sus lugares.
—Mierda, Pablo no hagas eso, casi me das un infarto.—Dijo Ferran con una mano en su pecho, le causaba gracia las reacciones de esos dos.
—¿Y? ¿Quién va a salir?
—¿Quién más? Krampus, hoy a la media noche sale en busca de las personas.—Dijo Marc; otro amigo que había hecho ahí, el chico parecía realmente preocupado.
—Tonterías, sabes que solo son cuentos para que los niños se porten bien.—Dijo Fernando, y eso le pareció raro a Gavi, hace un momento Fernando parecía preocupado y ahora le restaba importante.
—¿Y las desapariciones de cada año qué? ¿Se fueron volando?—Pregunto con ironía Marc.
–Deja eso ya hombre, vas ha asustar a Gavi, este es su primer año aquí.—Dijo Ferran y Gavi estuvo a punto de protestar.
—¿Quién va ha asustar a mi chico?—La voz de Pedri sonó a sus espaldas, volteo a verlo traía un suéter navideño, una gorra con renos esparcidos.
–Hey.–Dijo el mayor para acercarse y robarle un pequeño piquito.
La tarde transcurrió entre risas y el aroma a café recién hecho que llenaba el pequeño local. Pedri y Gavi se sentaron en una de las mesas junto a la ventana, disfrutando de un breve descanso mientras Fernando y Ferran seguían discutiendo, en voz más baja esta vez.
—¿De qué hablaban?—Preguntó Gavi con curiosidad, dejando su taza sobre la mesa.
—Algo de Krampus, ¿no?
Pedri soltó una risa suave y negó con la cabeza.
—Solo cuentos, en estas fechas siempre se cuentan historias para asustar a los nuevos. ¿Verdad, Fer?
Fernando, que estaba detrás del mostrador, asintió de manera exagerada.
—Exacto, no te preocupes, Pablo, el Krampus es solo una leyenda.
Pero Gavi no estaba convencido, recordó lo serio que Fernando había estado antes, y cómo Marc parecía genuinamente preocupado.
No dijo nada, pero esa pequeña semilla de duda quedó plantada en su mente.
Cuando la noche comenzó a caer, el ambiente del pueblo cambió, las luces navideñas parpadeaban a lo largo de las calles cubiertas de nieve, y la gente cerraba temprano sus puertas.
Gavi lo notó mientras caminaban de regreso a casa.
—Es extraño.—Dijo, agarrando la mano de Pedri.
—Este pueblo siempre es tan alegre, pero hoy parece... Diferente.
Pedri lo miró, sus ojos marrones reflejaban calidez, pero también algo más, una chispa de inquietud que Gavi no supo identificar.
—Es porque todos están cansados con los preparativos de Navidad.—Respondió Pedri, intentando sonar despreocupado.
—Ya veras que para el 25 todo estará más animado.
Gavi no insistió, pero no pudo ignorar cómo Pedri apretó un poco más fuerte su mano.
La noche llegó, y con ella, un silencio inquietante se apoderó del pueblo, la casa estaba cálida y decorada con esmero.
Guirnaldas colgaban de las ventanas, una pequeña chimenea crepitaba suavemente, y el árbol de Navidad brillaba con luces doradas.
Gavi estaba en el sofá, hojeando un libro, mientras Pedri parecía distraído, moviéndose de un lado a otro.
—¿Estás bien?—Preguntó Gavi, levantando la vista.
—Sí, claro.—Respondió Pedri rápidamente, evitando su mirada.
—Solo... quiero asegurarme de que todo esté listo para los siguientes días.
Gavi frunció el ceño, dejando el libro a un lado.
—Pedri, llevas toda la noche actuando raro, ¿Qué está pasando?
El silencio se extendió entre ellos, roto únicamente por el crujir de la madera en la chimenea.
Finalmente, Pedri suspiró y se sentó a su lado.
–Pablo, necesito que confíes en mí.—Dijo con un tono serio que Gavi no estaba acostumbrado a escuchar.
—Pase lo que pase esta noche, no salgas de la casa, ¿De acuerdo?
—¿Qué? ¿Por qué?—La confusión y una pizca de miedo comenzaron a formarse en el pecho de Gavi.
—¿Esto tiene que ver con lo que dijeron en el café?
Pedri bajó la mirada, luchando por encontrar las palabras adecuadas, sabía que tenía que habérselo dicho antes, pero el miedo le ganaba.
Antes de que pudiera responder, un sonido profundo y gutural resonó en la distancia.
Era un eco, como un rugido mezclado con el estruendo de cadenas arrastrándose sobre el hielo, Gavi se tensó.
—¿Qué fue eso?
Pedri se levantó de inmediato, su expresión había cambiando, había una dureza en su mirada que Gavi nunca había visto antes.
—Ya es hora.—Murmuró Pedri, más para sí mismo que para Gavi, luego se giró hacia él y, tomó su rostro entre las manos.
—Pablo, por favor, no salgas, prométemelo.
—Pedri, estás asustándome, ¿Qué está pasando?
El sonido se acercaba, ahora acompañado por campanas que tintineaban en un ritmo siniestro, Pedri lo soltó y comenzó a caminar hacia la puerta.
—Quédate aquí, mientras estés dentro de la casa todo estará bien, Fer enseguida va a llegar.
Antes de que Gavi pudiera protestar, Pedri salió, cerrando la puerta tras de sí.
Gavi se levantó, sintiendo que algo estaba terriblemente mal.
Desde la ventana pudo ver cómo Pedri se adentraba en la nieve, su figura diminuta en comparación con la inmensidad del bosque cubierto de escarcha.
El sonido de las campanas y las cadenas era cada vez más fuerte.
Entonces, Gavi lo vio.
Pedri... Cambió, su figura comenzó a transformarse, su silueta adoptando características que no pertenecían a ningún humano.
Cuando volvió a mirar, el rostro amable y familiar de Pedri ya no estaba. En su lugar, estaba algo que no era de este mundo... Un demonio.
El krampus.
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