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Dos

El aire helado se coló por la ventana rota que Gavi había forzado al intentar salir tras Pedri.

Apenas sintió las manos de Ferran cuando este lo sujetó con fuerza y lo arrastró de regreso al interior de la casa.

Gavi se resistió, pero Ferran, con una desesperación no lo soltó hasta que cerraron la puerta tras de sí.

—¡Déjame ir, Ferran! ¡Es Pedri! ¡Tengo que ayudarlo!—Gritó Gavi, luchando por soltarse.

Ferran lo giró de repente, con una mirada oscura y llena de una tristeza que Gavi no entendía.

—¡No es Pedri, Pablo!—Dijo Ferran, apretando los dientes, su voz temblaba.

—Ya no.

—¿De qué estás hablando?—Gavi sintió que las palabras lo golpeaban como una ráfaga de viento helado.

Sus piernas temblaron, y el dolor en su pecho lo obligó a retroceder hasta caer sentado en el suelo.

Ferran no respondió, se limitó a mirar por la ventana rota, donde la figura de Pedri, o lo que quedaba de él, se desvanecía en la tormenta de nieve.

Krampus se movía con lentitud, como si disfrutara cada paso, sus cadenas arrastrándose con un eco aterrador que se mezclaba con el viento.

Fernando llegó poco después, abriendo la puerta con fuerza.

Sus ojos recorrieron la escena; la ventana rota, Ferran mirando al vacío, y Gavi hecho un ovillo en el suelo, sus manos temblando mientras intentaba procesar lo que había visto.

—¿Salió?—Preguntó Fernando, pero ya conocía la respuesta.

Ferran asintió, sin despegar los ojos del cristal empañado.

—Quiso alcanzarlo, si no hubiera llegado a tiempo, Krampus...

—¿Qué es lo que pasa... Qué es todo esto?—Gavi interrumpió, con una voz rota por la desesperación.

Fernando cerró la puerta y se acercó a él, arrodillándose a su lado.

—Pedri... Pedri es Krampus.








Gavi seguía sentado en el suelo, su mente incapaz de procesar la información que Fernando acababa de darle.

La idea de que Pedri pudiera ser ese dominio de ojos tan fríos... Fernando suspiró.

—Escucha, Pablo, esto no es algo nuevo, en este pueblo, el Krampus siempre ha existido. Es una maldición que hemos cargado por generaciones. Cada cierto tiempo, un joven es elegido para ser su huésped.

—¿Qué significa eso?—Preguntó Gavi, su voz apenas era un susurro.

Fernando miró a Ferran antes de continuar.

—Significa que el cuerpo del elegido es tomado por el Krampus cada diciembre. Desde el 20 hasta el 25, el demonio usa su cuerpo para cazar. El huésped lucha por mantenerlo contenido, pero es una batalla que siempre se pierde. Nadie puede resistir para siempre.

Gavi lo miró con los ojos abiertos de par en par.

—¿Pedri...?

Ferran tomó aire profundamente antes de responder, viendo que a Fernando le estaba costando seguir.

—Pedri es el huésped más fuerte que este pueblo ha tenido. Cuando la marca apareció en su antebrazo, todos sabíamos lo que significaba.

—Estaba destinado a ser el próximo, el último huésped murió a los seis meses de haber sido elegido, pero Pedri ha resistido... Cinco años.

—¿Cinco años?—Repitió Gavi, horrorizado.

Fernando asintió.

—Sí, yha resistido porque lucha, porque no quiere que nadie más sufra por culpa del Krampus. Desde el primer día, Ferran, Pedri y yo hemos tratado de entender esta maldición.

—Hemos investigado, buscado formas de minimizar el daño, por eso sabemos tanto. Pero este año...—Hizo una pausa, como si le costara decirlo.

—Este año es diferente.

Ferran miró a Gavi.

—Es diferente porque tú estás aquí.—Dijo Ferran, con dureza.

—El Krampus te quiere.

Gavi se estremeció.

–¿Por qué yo?

Fernando intercambió una mirada con Ferran antes de responder.

–Porque Pedri te ama.—Dijo, directo al punto.

—El amor de Pedri por ti lo ha hecho más fuerte, cada vez que te ve, su voluntad se refuerza, y el Krampus pierde un poco más de control sobre él, pero eso es un problema.

—¿Por qué?—Preguntó Gavi, con la voz quebrada.

–Porque el Krampus es un demonio.—Fernando se inclinó hacia él, mirándolo com ojos serios.

—Su existencia depende de su capacidad para causar sufrimiento, si Pedri es más fuerte por ti, entonces el Krampus buscará destruir lo que lo hace fuerte, buscará destruirte, Pablo.

Gavi sintió que el suelo bajo él se tambaleaba. Las piezas empezaban a encajar, el destello en los ojos de Pedri cada vez que lo miraba, la forma en que parecía algunas veces resentir, y ahora... Ahora todo tenía sentido.

—¿Y si... Si el Krampus me encuentra?—Preguntó Gavi, aunque temía la respuesta.

Ferran apartó la mirada, pero Fernando no dudó.

–Si te encuentra, Pedri perderá, el Krampus tomará el control total, y ya no habrá manera de detenerlo, no será solo por cinco días.

—Será permanente.

El silencio llenó la habitación, roto solo por el sonido del viento afuera.

—"Por eso no puedes salir.—Añadió Ferran, finalmente volviendo a mirarlo.

—No importa lo que pase, no importa lo que oigas o lo que sientas, aquí estás a salvo.

Gavi asintió débilmente, pero su mente seguía girando, sabía que Pedri estaba allí afuera, luchando contra algo que ningún humano debería enfrentar.

Y lo hacía por él.

Fernando se puso de pie, caminando hacia la ventana.

—Tenemos que estar preparados, el Krampus es más fuerte este año, y no se detendrá hasta que consiga lo que quiere.

Ferran asintió, pero Gavi, con el corazón apretado, no pudo evitar mirar hacia la ventana rota, donde la nieve seguía cayendo.

Afuera, el sonido de las campanas y las cadenas seguía resonando en la distancia, cada vez más cerca.

Sabía que quedarse era lo más seguro, pero el dolor de imaginar a Pedri luchando solo era insoportable.





La noche del 21 de diciembre llegó con un frío aún más intenso que las noches anteriores.

La nieve caía pesadamente, cubriendo todo con un manto blanco que parecía absorber cualquier sonido, excepto las cadenas que resonaban en la distancia.

Gavi, a pesar del miedo, no podía apartar la vista de la ventana rota. Algo lo llamaba, algo lo atraía como una fuerza invisible.

Fernando y Ferran estaban en alerta, vigilando cada rincón de la casa, ambos sabían que el Krampus estaba cerca; lo sentían en el aire, en el escalofrío que les recorría la piel.

Y entonces sucedió.

La figura oscura y monstruosa apareció en la ventana, sus ojos rojos brillando como brasas en la oscuridad.

Las sombras parecían danzar a su alrededor, y la nieve que caía no tocaba su cuerpo, como si el propio clima se apartara de su presencia.

Gavi contuvo el aliento, por un momento, pensó que era Pedri, que tal vez había encontrado una forma de volver, pero los detalles eran demasiado grotescos, las garras afiladas, los cuernos retorcidos, el cuerpo deformado por la maldad.

Krampus inclinó la cabeza, sus ojos rojos fijos en Gavi, como si estuviera analizándolo, estudiando cada detalle de su rostro.

Y entonces habló.

Gavi...—La voz era distorsionada, grave y helada, cargada de un poder que hizo que todos los pelos de Gavi se erizaran.

—¿Q-Qué demonios? ¡¿Esa cosa acaba de hablar?!—Exclamó Ferran, dando un paso atrás, con el miedo palpable en su rostro.

Fernando reaccionó rápidamente, buscando algo para cubrir la ventana.

—No le hables, no le hagas caso, Pablo.—Dijo con su voz temblando ligeramente.

—Hará de todo para hacer que salgas.

Pero el Krampus no se detuvo, dio un paso hacia adelante, su figura aún más aterradora bajo la luz de la luna.

Ayúdame... Gavi.—Esta vez, la voz no era distorsionada, era la voz de Pedri.

Gavi sintió que el corazón se le rompía, la forma en que sonó, desesperada, suplicante, le hizo olvidar por un segundo todo lo que Fernando y Ferran le habían advertido.

—¡No lo escuches!—Gritó Ferran, pero Gavi ya había dado un paso hacia la ventana.

El Krampus sonrió, mostrando dientes afilados y brillantes.

Es tan fácil, Pablo, solo abre la puerta... Y todo esto terminará.

—¡Cállate!—Gritó Ferran, lanzándole un objeto, aunque sabía que no haría daño alguno.

Fernando logró cubrir la ventana con una sábana gruesa, bloqueando la visión del monstruo, pero su presencia seguía ahí.

El aire se sentía pesado, cargado de una energía oscura.

—Pablo...—Volvió a llamar el Krampus, su voz atravesando las paredes, burlando la protección de la casa.

—¡Deja de hablarle!—Gritó Fernando, desesperado.

Pero Gavi no podía moverse, la voz de Pedri seguía resonando en su mente.

—No puede entrar.—Dijo Fernando, tratando de calmarlo.

—Mientras estés aquí dentro, no puede tocarte, pero te juro que hará todo lo posible para hacerte salir.

Gavi tragó saliva, pero su mirada seguía clavada en la ventana, incluso con la sábana cubriéndola.

—¿Pedri...?—Susurró, incapaz de detenerse.

La risa del Krampus resonó como un trueno, profunda y llena de maldad.

Él no puede salvarte, Pablo, yo soy más fuerte.

El terror en la habitación era palpable, Ferran apretó los puños, frustrado por no poder hacer más, mientras Fernando se acercaba a Gavi, poniéndole una mano en el hombro.

—No es Pedri.—Dijo Fernando, con una calma forzada.

—Es el Krampus, y si le haces caso, Pedri perderá esta batalla.

Las palabras parecieron romper algo en Gavi, se llevó las manos a la cabeza, luchando contra las emociones encontradas.

Afuera, el Krampus seguía hablando, cambiando entre su voz distorsionada y la de Pedri, jugando con su mente, con su corazón.

—Te necesito... Gavi, sal... T todo estará bien.

—No le creas.—Insistió Fernando, firme.

—Todo lo que dice es mentira.

Gavi sabía que debía quedarse, pero las palabras del Krampus seguían perforando su mente como agujas.

Afuera, el monstruo se movió, sus cadenas arrastrándose contra el suelo, su risa retumbando en la noche.











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