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08 🐰

ON THE LOW

Escrito por: koolorfultears

꒰ Sujinkook | poliamor, drama, romance ꒱

Dos chicos con un sueño, dos chicos enamorados. Tres chicos viviendo el sueño, tres chicos muertos de miedo.

Una banda, tres integrantes, un solo amor.

En el concierto de BAD SAD AND MAD ocurrió un pequeño percance: dos integrantes de la banda se besaron frente al público o ¿tal vez tres?

Jungkook es el culpable de todo. Hay altas probabilidades de que su carrera se arruine por culpa de él. Todos esos malditos años de esfuerzo, durmiendo poco y trabajando mucho, tragándose su orgullo al rogar por una oportunidad en cualquier disquera posible, sólo para recibir un "No" como respuesta. Los tres se jodieron tanto la espalda y pasaron hambre porque el dinero que tenían lo utilizaban para pagar el alquiler de su horrible cuarto de departamento. Al inicio fue muy duro.

Y después, cuando al fin consiguieron ese "Sí" que tanto anhelaban, cayeron en picada hacia la realidad de la fama. Envidia, codicia, estrés, ansiedad, miedo, éxito y dinero; eso y más los rodeó por poco más de un lustro. Ahondar en esa época sería desviarse mucho, entonces Yoongi recuerda su siguiente etapa como banda, aquella en donde por fin pueden sentirse en paz y demostrarse tal y como son. Después de pasar por una montaña rusa entre mil subidas y bajadas, su carrito va tranquilo avanzando en un riel recto; ser reconocidos y amados globalmente puede ser un defecto, pero los tres se enfocan en todo lo positivo. Todo está bien ahora y no saben cómo agradecerle al mundo por la vida que tienen. Nada es perfecto, pero son felices.

Tan felices que Jeon Jungkook se está dejando llevar por la adrenalina del concierto y enfrente de diez mil personas está besando a su compañero de banda Kim Seokjin. Y Yoongi sólo puede ver su vida pasar en cámara lenta por su cabeza, rememorando los momentos que pasaron los tres para ver si alguna vez la cagaron. Lo único que se le viene a la mente es la vez en la que Jungkook terminó tan ebrio después de celebrar su cumpleaños 21 que se quitó la ropa y corrió semidesnudo por todo el Río Han, después fue al centro de Seúl y dioses, ya no quiere recordar nada más.

¿En verdad está pasando esto? ¿BAD SAD AND MAD llegará a su fin?

Yoongi piensa que todo está jodido, el recinto entero está en silencio y él mismo dejó de tocar su batería. Odia tanto a Jungkook por estarle comiendo la boca a su hyung. Lo peor es que se muere de ganas por unirse al beso.

Ah, todo es culpa de Jungkook.

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Cuando Yoongi conoció a Seokjin, supo que ese hyung con la sonrisa más hermosa del mundo sería su perdición. Su dulce historia de amor sería perfecta y después de 15 años de novios se casarían y adoptarían 2 cachorritos, viajarían por todo el mundo y vivirían felices por siempre en una casita en la montaña. Pero claro, nada de esas mierdas románticas color de rosa encajaban con ellos. ¿En qué mundo dos chicos rockeros soñarían con ese futuro estúpido? A Yoongi le daba asco ver sonreír a la gente, con eso les digo todo.

Pero claro, la sonrisa linda de Jin fue la excepción. Seokjin siempre fue la excepción.

Desde que Jin entró a su salón de clases ese día de primavera, para Yoongi al fin la estación tuvo sentido. El rostro suave y tierno de Jin era como una flor brillante y su voz era más hermosa que cualquier trino de pájaro. Jin era la frescura y belleza andante. Aunque no es momento de detenernos en este par de tórtolos que demostraban su amor con rosas negras o con dibujos de un corazón sangrante. Jin y Yoongi vivían felices en su fantasía de chicos únicos, vistiendo siempre de negro y escuchando música punk-rock. Ese mundo fantasioso que llegó a tal nivel de hacer realidad su sueño de formar una banda de metal.

Afortunadamente, se dieron cuenta rápido que ese género no quedaba con ellos, fue así que decidieron crear una banda de rock. En su mente, Black Hearts sería tan exitoso que no tendrían que preocuparse por nada en el mundo, serían ricos y vivirían felices en su casita en la no montaña con sólo un perrito, dos ya era codicia.

Su plan era el mejor, sólo tenían que seguirlo al pie de la letra. Lamentablemente se percataron de un punto muy importante: ninguno sabía cantar. Y fue ahí cuando los dos gays emo del vecindario conocieron a Jeon Jungkook. El irritable Jeon Jungkook.

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—¡Eso es mío, no lo toques!

Yoongi estaba a nada de golpearle la cara a ese mocoso de quince años, con cara de moco y voz sumamente chillona. Pero el regaño en los ojos de Jin lo detenía siempre de hacer cualquier estupidez.

—¡Mocoso insufrible! Es una simple envoltura de ramen, voy a tirarla a la basura ya que al parecer tú no tienes putos modales. —Con todo el esfuerzo del mundo, Yoongi no gritó tan fuerte.

—¡Jin hyung, Yoongi hyung me está hablando feo! —Y ahí estaba de nuevo, ese tono tonto e infantil que usaba el mocoso para acusarse con Seokjin.

—Ya cállense o nunca vamos a avanzar con esto.

Por fortuna, Jin siempre era la voz de la razón en situaciones como esa. Su temple ayudaba a que los otros dos idiotas no se rompieran la nariz. Pero sin duda, las peleas y discusiones recurrentes lo estaban llevando al límite, un día de esos Jin explotaría también.

Pero era cierto que debían avanzar con el ensayo, su hermano llegaría pronto a casa y ya no podrían ocupar la sala como "estudio". En realidad Yoongi estaba practicando con pilas de libros y ollas simulando una batería mientras Jungkook le estaba enseñando a usar su voz. El pequeño Jungkookie sí que sabía cantar y después de días tratando de convencerlo, accedió a enseñarle técnica de canto a Jin.

Era su cuarta clase y Seokjin podía afirmar que Jungkook era un gran profesor. Aunque eso contrastaba con su actitud altanera y envidiosa. Era caprichoso y siempre quería tener la razón, podía lanzar cuchillas con su mirada pero también podía verse jodidamente tierno con esos ojos grandes y brillantes. Jungkook era un caos. Un caos muy tierno a los ojos de Jin y un caos horrible desde la perspectiva de Yoongi.

Ese niño malcriado era el vecino de Jin y siempre estaba detrás de él, molestándolo y reclamando atención. ¡Tan molesto! Siempre al tanto de su hyung, pero cuando le pidieron que ayudara en las clases de canto lo primero que dijo fue: "¿Y yo que recibo a cambio?" No fue hasta que Jin accedió a pintarle el cabello de morado que Jeon aceptó con una gran sonrisa.

Y así empezaron sus reuniones después de clases. Yoongi y Jin regresaban juntos de la escuela, tomados de la mano y compartiendo audífonos mientras escuchaban música. Entre miradas cómplices y medias sonrisas su amor adolescente fluía tan natural como la corriente de un río. Su burbuja de enamorados se rompía cuando llegaban a casa de Jin y el insoportable Jungkook ya los estaba esperando, ansioso e hiperactivo. Su cabello morado aportaba un aire rebelde, pero esa carita de ángel podía conquistar a cualquiera, excepto a Yoongi. Pero era muy diferente con Seokjin, pues ese hyung le cumplía sus caprichos al mocoso y a veces no se daba cuenta de lo molesto y excluido que se sentía su novio. Pero Jeon sí, y era ahí cuando reclamaba sutilmente su atención y comenzaba una pelea que era terminada por el mayor de los tres.

Yoongi en serio no soportaba Jungkook, pero ver a su novio feliz valía totalmente la pena. Sólo tenía que soportar al mocoso unas cuantas semanas nada más, al fin y al cabo no es como si se fuera a unir a la banda. Yoongi nunca aceptaría eso.

Bueno, nunca digas nunca.

Porque por tanto que Yoongi odiara a Jeon Jungkook, no le podía decir que no a ese niñato cara de moco.

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En retrospectiva, Yoongi piensa que esa noche de Navidad fue un parteaguas en su relación con Jungkook. Seokjin tuvo que irse con su hermano a visitar a su familia y él no quería estar en casa, así que estaba en ese parque frente a la vivienda de su novio. No llevaba más que un gorro de lana y sus típicos jeans rasgados, playera de manga larga y converse; todo color negro.

Estaba acostado viendo el cielo oscuro, que parpadeaba quedo con la luz de las estrellas. Era una noche fría, y aunque no quisiera, el corazón de Yoongi se sentía igual. Habían pasado dos años desde que BAD SAD AND MAD —Jungkook les dijo que Black Hearts era el nombre más feo, estúpido y común del mundo— había hecho su debut oficial; si le podemos llamar debut a tocar en la fiesta de cumpleaños del primito de Jungkook, con sólo tres personas como público: la tía de Jungkook que tenía cara de espanto, el mejor amigo del cumpleañero que los veía con ilusión en los ojos y la abuelita de Jungkook, que se la pasó gritando toda la canción diciendo que quería irse a su casa.

Mediocre. Pero después de esa primera vez las cosas no fueron tan, tan, tan malas. En fin, estaban en esa época de incertidumbre en donde no sabían qué hacer. ¿El futuro? Incierto y lejano. ¿Pasado? Lleno de arrepentimientos y buenos momentos. ¿Presente? Una mierda. Nadie les daba una oportunidad, cuando Yoongi encontró el panfleto —algo así como una tarjeta de presentación— que hicieron los tres con tanto esmero tirado en la basura se echó a llorar sin importarle nada. Algo dentro de él explotó y fue inevitable retener sus lágrimas. Yoongi necesitaba aferrarse a algo, entonces el abrazo amoroso y las caricias suaves de Seokjin fueron su salvación; lograron calmarlo y darle un poco de paz, pero la sonrisa burlona de Jungkook hizo que explotara de nuevo.

Y lo que Jin menos quería y estuvo evitando por tanto tiempo pasó: su novio golpeó a Jungkookie. Y el chiquillo de pelo teñido se defendió. Seokjin terminó limpiando las heridas de ambos en su pequeño baño, estaba tan enojado que no le importó ser brusco con sus movimientos e ignoró los quejidos de su vecino.

En todo el tiempo no los miró a los ojos y Yoongi volvió a llorar por la situación. Jungkook sólo estaba serio y cuando se fueron de la casa de Jin, este sólo les dijo con voz fría: "Es la primera y última vez que pasa esto, si vuelve a suceder algo así me salgo de la banda", y les cerró la puerta en la cara.

Yoongi se limpió las lágrimas y corrió hacia su casa, para después encerrarse en su cuarto y volver a llorar. Se quedó dormido y a la mañana siguiente escribió un par de notas en su cuaderno especial.

Jungkook caminó tranquilo a casa y se fue a dormir sin comer. A la mañana siguiente se vio en el espejo y se sintió triste, pero sonrió porque sabía lo que esas heridas significaban para él.

En la noche, mientras el sonido de los villancicos y las risas falsas entraba por la puerta cerrada con llave de su cuarto, Jungkook veía por la ventana el cielo invernal. Y en el trayecto de sus ojos joviales lo vió, acostado en el césped frío. Sin pensarlo dos veces, tomó un suéter, una bufanda y salió por la ventana; una acción tan común que hasta lo haría con los ojos cerrados.

Entre el murmullo del viento suave y los sonidos de la noche, Yoongi reconoció esa risa tan peculiar. Y en un instante, un niño con cara de moco estaba a su lado.

—¡Feliz navidad, Yoongi hyung!

—Vete a la mierda, Jungkook.

Silencio.

Una respiración agitada.

Una mirada escrutadora.

Un corazón expectante.

Dos adolescentes perdidos.

—Ten —habló Jungkook mientras se sentaba en el pasto y le extendía la bufanda morada.

Yoongi lo dejó con la mano extendida y le dio la espalda, todavía acostado. Era preferible no hablar, porque sin Seokjin no sabía si podía contener sus impulsos. Aunque no le quedaban muchas energías después de sollozar y dormir todo el día.

—Tan grosero como siempre, hyung.

Desde que se conocieron, Yoongi dejó en claro las cosas: Jungkook no le caía bien. Con el tiempo dejó de ser tan prepotente y aprendió a ignorar al chiquillo que lo provocaba a propósito. Fue difícil aceptar que Jungkook tenía una fijación especial con Seokjin y que tendrían que convivir juntos como compañeros de banda. Siguieron peleando y gritando como niños, pero con el tiempo se volvió costumbre y eso se volvió su lenguaje de amor. ¿Lenguaje de amor? ¿Quién diría tan semejante estupidez? Kim Seokjin.

Ese Kim Seokjin que los mantenía al margen y se divertía con las peleas tontas que tenían sus dos menores, ya sea en los ensayos, sus salidas al cine o al parque o cuando la pareja recogía a Jungkook de la escuela. Él fue el primero en darse cuenta que dejaron de odiarse a los seis meses de convivir juntos, Jungkook y Yoongi se dieron cuenta años después.

Pero justo ese 24 de diciembre, la navidad que pasaron juntos sin Jin, se sintió diferente.

Pasaron tres minutos —Yoongi los contó— y Jungkook seguía a su lado. Sí, tenía frío y hambre pero claramente no se lo iba a decir a ese cara de moco. Pero era tan raro sentirlo detrás de él y escuchar su respiración que se estaba volviendo loco.

—Bien, dámela y vete.

—¿Ah?

—¡La bufanda, idiota! —Se sentó para encararlo.

—¡La bufanda no es idiota, hyung! ¡Tú siempre con tus ocurrencias! —Como si fuera lo más gracioso del mundo, Jungkook se echó a reír de verdad, mientras movía su cuerpo de atrás hacia adelante y tapaba su boca con la bufanda morada.

No importa que Jungkook tuviera 17 años, seguía viéndose tan tierno como cuando tenía 15, con esos ojitos brillantes, dientes de conejo y las mejillas todavía un poco regordetas. Igual de bonito y mucho más irritable.

—¡Eres un puto chiste, mocoso!

En ese momento Yoongi se hubiera levantado e ido lejos de ahí, pero en verdad no tenía a dónde. Así que sólo suspiró y siguió viendo el cielo o cualquier otro lugar menos la cara de ese idiota. Se sobresaltó al sentir la tela calientita rodear su cuello, olía a limpio y levemente a fragancia de bebé. Se sobresaltó aún más cuando Jungkook acomodó su viejo gorro de lana sobre su cabeza, peinando su cabello negro y dejando su frente descubierta.

Cuando Yoongi lo vio a los ojos, Jungkook le sonrió.

—Tus canciones son las mejores que he escuchado, ni siquiera mi artista favorito tiene canciones tan buenas como las que escribes tú, hyung.

Jungkook le dijo todas esas palabras asquerosamente dulces mientras lo veía con sus grandes ojos, tenía la nariz roja por el frío y la mejilla morada, una cinta en su ceja y otro moretón más en su mandíbula casi justo bajo su boca junto a ese lunar tan peculiar. Su cabello morado estaba despeinado y en general tenía un aspecto desaliñado, pero se veía hermoso.

Gracias a la sorpresa, Yoongi no dijo nada, y Jungkook sonrió aún más cuando vió las orejas de su hyung rojitas. Yoongi desvió la mirada y empezó a jugar con las perforaciones que tenía en sus orejas. Kookie conocía a la perfección ese movimiento, Yoongi lo hacía cuando estaba nervioso.

—Tú y Jin hyung son los hyungs más geniales del país. Y BAD SAD AND MAD será la banda más genial de todo el puto mundo.

—Cuida tu vocabulario, idiota mocos-

—Te veo en diez minutos en el garaje de hyung. Si no llegas le diré a tu novio que me amenazaste para que dejara la banda —interrumpió mientras se paraba y corría rápidamente entre las calles solitarias.

Y aún después de perderlo de vista, Yoongi siguió escuchando esa risa que lo ponía loco.

Esa noche pudo ignorar su supuesto odio hacia Jeon y seguir viendo las estrellas solitarias, pero el Yoongi de 19 años decidió ir al garaje. Decidió gritarle molesto a Jungkook por abrir con un pasador la casa de Seokjin y decidió cenar ramen instantáneo mientras dejaba que Jungkook hablara por los codos.

Decidió no pelear por sólo esa noche, y vaya que fue una muy buena decisión, porque esa Navidad ha sido de sus veladas más memorables. Entendió un poco al pequeño Jungkook y no sintió tanto asco al despertar en medio de la madrugada con Jungkook abrazando una de sus piernas, ni siquiera se movió para no despertarlo. Después de ver películas y tocar un poco el bajo y la guitarra, los dos se quedaron dormidos en el sillón del garaje.

Esa noche fue un parteaguas en su relación, porque Jungkook se comportó como un dongsaeng normal, le dijo más cumplidos y le prometió que nunca lo dejaría solo. Todo era tan irreal que Yoongi sólo le sonrió sin decir nada y le revolvió el cabello con cariño, sin saber que ese gesto era suficiente para acelerar el corazón de Jungkook.

Suficiente para seguir con su lenguaje de amor del día a día a la tarde siguiente cuando Jin los encontró aún dormidos en su sillón.

Hasta la fecha, Jin nunca les ha dicho que les tomó una fotografía y la tiene guardada como su tesoro más preciado en el mundo.

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La presentación fue un desastre. Entre fallas técnicas y los problemas previos al evento, todo se juntó para hacer de esa noche una de las peores de su carrera. Si le preguntamos a cada miembro de la banda qué fue lo que pasó, dirían diferentes puntos de vista. En lo que coincidirían Jin y Jungkook es que no fue culpa de nadie, el desastre fue producto de un cúmulo de malas decisiones y factores externos que repercutieron en su presentación. Pero Yoongi no pensaba lo mismo.

Era su primera vez en un escenario importante, BAD SAD AND MAD fue invitada a tocar en el festival de rock en Seúl. Los tres viajaron desde Daegu hasta la capital del país con los nervios a flor de piel, había pasado medio año desde que sacaron su primer álbum y casi un año desde que firmaron con su agencia. Todo iba relativamente bien.

Pero la cabeza de Yoongi era un torbellino. Los mensajes de odio en internet, la muerte de su padre, las pocas ventas, las expectativas de su disquera y los cientos de personas que estaban esperando por su presentación hacían eco en su cabeza. La prueba de sonido estuvo fatal, Jungkook esperaba que su micrófono no volviera a apagarse y Seokjin no estaba preparado por si alguna de las cuerdas de su bajo se rompía.

Además, su eficiente staff no les había conseguido algo de comer porque todos los restaurantes tenían precios altos y no podían permitirse comprar comida tan cara. Los tres sólo tenían un poco de café, dulces y agua en el estómago a las 5:00 PM. Sólo tenían que tocar quince minutos y todo se acabaría. Y aunque Jungkook y Jin habían discutido minutos antes de subir al escenario, nadie tenía por qué enterarse. Lo que pasa en la banda se queda dentro de la banda. Y para bien o para mal, Yoongi era parte de ella.

Estaba al tanto de la discusión y se estaba aguantando las ganas de llorar por lo afectado que estaba. Los tapones de oído no eran suficientes para que el ruido del público retumbara en su cabeza, no podía escuchar el sonido de su batería ni el de los otros instrumentos. No podía escuchar la voz de Jungkook, ni ver la espalda de su novio porque su vista poco a poco se nublaba. Pero no debía dejar de tocar, por nada del mundo dejaría sólos a sus amigos.

Y aunque el público los estaba abucheando, iban disparejos, Jungkook se olvidó de la letra y Jin insultaba al público, Yoongi no dejó de tocar. No dejó de tocar aunque la música se detuvo y vio la mirada preocupada de su novio y las lágrimas de Kook. Sólo dejó de tocar cuando se desmayó.

Ese 9 de marzo ha sido el peor cumpleaños de Min Yoongi, los veinte años le dieron una bienvenida fenomenal al segundo piso. El día de su cumpleaños arruinó su presentación más importante hasta el momento y por mucho tiempo no se perdonó por eso. Jin y Jungkook no lo merecían.

Así como Jungkook no se merecía quedarse fuera del cuarto de enfermería cuando Yoongi despertó. Él también podía ser un soporte para su hyung, ¿por qué Jin lo sacó del cuarto? ¿Por qué él no podía consolar al rubio con un abrazo sincero y cariñoso? Jungkook también formaba parte de la banda, tenía el derecho de hablar con sus amigos y decirle a Yoongi que todo estaba bien, que podía apoyarse en él siempre.

Sí, Jungkook formaba parte de la banda, pero no era parte de la relación que tenían sus hyungs. Jungkook no era novio de Yoongi y por eso no tenía el derecho de apreciar cómo el rubio se quedaba dormido en su pecho después de llorar por minutos. Tampoco podía acariciar su cabello ni dejar besos en esas mejillas flacas y pálidas como lo había hecho Jin. Todo lo que le decía Yoongi cuando se conocieron era cierto: él era un intruso. Nunca debió aceptar enseñarle canto a Seokjin, ni unirse a la banda ni pensar en sus hyungs como su personas favoritas en todo el mundo.

Además de la presentación, la cabeza y el corazón de Jungkook también fueron un desastre.

Un desastre que creció tanto al punto de hacerlo gritar con furia y pegar en la ventana que lo separaba de sus hyungs. No le importó mancharse sus nudillos de sangre ni ver cómo Yoongi se alteraba de nuevo por el sonido estridente, también ignoró el llamado de su representante; lo único que quería era consolar a su hyung y que Seokjin hyung también lo viera con esa adoración pura en sus ojos, con esa mirada llena de amor que diario le regalaba a Yoongi.

Pero Jin sólo lo vio con enojo.

Sí, ese día fue un desastre total. 

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Si el cumpleaños 20 de Yoongi fue horrible, cuando Jungkook cumplió 21 fue peor.

Al inicio del día todo parecía estar bien, se levantó temprano para ir al estudio a grabar para el próximo álbum, se supone que más tarde vería a sus hyungs para hacer una sesión de fotos pero el staff le avisó que Jin y Yoongi irían al día siguiente, por lo que sólo le tomaron fotos a él. Se sintió extraño estar haciendo actividades solo, pero al menos el staff le regaló un pequeño pastel y lo dejó salir temprano. Se fue en compañía de Kim Namjoon, el fotógrafo de la sesión.

Ese hyung tenía la edad de Yoongi y se llevaba bastante bien con ellos, especialmente con Jungkook. Por lo mismo, lo invitó a comer algo para festejar la fecha tan especial. Ahí empezó todo, con sus primeras latas de cerveza. Eso y la ausencia de felicitaciones, específicamente las felicitaciones de sus compañeros de banda. La voz preciosa de Namjoon lo ayudó a dejar de andar por las nubes, para centrarse en la plática que tenían. Sin embargo, al poco rato tuvieron que irse del establecimiento porque la gente le tomaba fotos a Jungkook y se acercaban a pedir autógrafos, lo cual era molesto para ambos, pues no podían disfrutar de su comida.

A Jungkook no le gustaba negarse, pero ese día en especial no tenía muchos ánimos de convivir con sus fans. El alcance de BAD SAD AND MAD era cada vez mayor y la empresa estaba trabajando aún para proteger a sus artistas, Jeon sabía que tarde o temprano sus salidas serían más restringidas. También estaba preocupado por la salud de Yoongi, pero no era momento para estar pensando en eso.

Entonces fueron a su departamento. Cuando llegaron, a Jungkook le extrañó que sus hyungs aún no hubieran llegado a casa, pero lo dejó pasar cuando Namjoon puso música house y lo invitó a bailar, mientras siguieron tomando más tragos. Aún con esas grandes botas negras estilo militar, su pantalón negro de cuero lleno de cadenas, ese crop top sin mangas, aretes y un par de tatuajes en sus brazos, Jungkook podía bailar perfectamente música house.

Su cabello rojo atado en una media coleta lo hacía ver divino, dejando expuesto sus rasgos faciales que ya nada tenían de tiernos. Su mandíbula marcada destacaba ese perfil que tenía a sus fans locas y locos. Y no solo a sus fans, también a Namjoon.

Jungkook se había dado cuenta semanas atrás, y como siempre, si necesidad de atención le jugó en contra. Los coqueteos discretos no los pasó por alto, incluso él también lo hacía, pero justo esa noche entre el buen ambiente y las botellas de cerveza y de soju Jungkook se dejó llevar. Cuando se dio cuenta Namjoon le estaba besando de una forma tan intensa y eso se sentía tan bien, los brazos fuertes de Namjoon lo tenían loco, al igual que esos labios gruesos y jugosos.

Jungkook estaba tan adentrado en los besos y las caricias que no notó cuando Seokjin y Yoongi llegaron a casa. En una situación normal, Yoongi hubiera gritado y dicho comentarios para avergonzar al menor, y Jin sólo se hubiera reído tratando de calmar a su novio, pero no era un día normal.

Hasta que Namjoon se dio cuenta de la presencia de los otros chicos, se separó de un agitado Jungkook.

—Hola, Jin hyung. Hola, Yoongi —habló alegre haciéndose escuchar sobre la música.

—¡Hyungs! —el cumpleañero gritó y corrió a abrazar a sus amigos.

Los dos sonrieron y felicitaron a Jungkook, Yoongi se sintió raro al ver que ya era más alto que él y Jin se sobresaltó al sentir esos brazos fuertes sobre su espalda.  El mayor se disculpó por llegar tarde a la celebración, pero avisó que el pastel llegaría pronto. Yoongi le dio su regalo por parte de los dos. Era un peluche de conejito.

—Jungkook ya no tiene diez años, ¿o no, cariño? —dijo Namjoon soltando una carcajada.

Jungkook se puso rojo por el apodo dicho, al tiempo que daba las gracias a sus hyungs haciendo una reverencia. Después de abrazarlos de nuevo corrió de vuelta a los brazos de Namjoon. Para Yoongi fue imposible no ignorar el aliento a alcohol que tenía Jungkook, nunca había pasado de dos cervezas, pero al parecer ahora estaba borracho.

—A mí me gusta, Namjoonie hyung —soltó con una risita nerviosa.

Jin fue a la cocina a buscar una lata de cerveza y Yoongi se quedó en la sala viendo a los otros dos, con una expresión completamente seria.

Ahora que sus hyungs estaban con él, Jungkook podía relajarse y disfrutar de la noche, no cumplía 21 años todos los días. Después les preguntaría dónde habían estado todo el día y por qué no lo habían felicitado antes, se había sentido triste y solo por eso.

Entre Namjoon, la música, el alcohol y su felicidad, no se dio cuenta de lo que pasaba a su alrededor. La tensión entre Jin y Yoongi era inmensa, especialmente Yoongi tenía un aura fatal. Jungkook no se fijó cuando el fotógrafo codeó a Yoongi diciéndole "Vamos, hombre, estás muy serio. ¡Esta es una noche para divertirse!." Lo que sí notó fue el grito ronco del pelirrosa y ahí lo notó.

—¡Y a ti que mierda te importa! ¡Mejor sigue comiéndole la boca al mocoso y tocándole el culo! —Como por arte de magia, la bocina se apagó cuando Yoongi gritó.

Un Yoongi con ojeras y ojos rojos, que estaba temblando a la vez que prendía un cigarro. Jungkook se asustó al escucharlo, tenía años que no se refería a él como "mocoso", además lo que dijo sobre él no fue tan bonito que digamos. Su hyung nunca le había hablado así.

Mientras Namjoon le respondía, también gritando, Jungkook buscó a Jin con la mirada y la confusión que tenía en el rostro incrementó más al ver cómo su Jin hyung tomaba de su cerveza mientras estaba con su celular.

—Hyung, calma a tu novio —habló bajo, pero lo suficiente para ser escuchado. Entonces todo explotó.

—¡No es mi maldito novio! ¡Ese imbécil no es nada mío!

Silencio.

Para Jungkook todo sucedió en cámara lenta. Jin también gritó, Namjoon dijo algo más y Yoongi se acercó a él con intención de golpearlo. El puño de Yoongi impactó en el rostro de Jungkook, que se interpuso entre ambos.

Jungkook también comenzó a gritar y pedir explicaciones. Namjoon golpeó a Yoongi y Jin veía todo desde una esquina, tomando directamente de una botella de vodka. Jungkook comenzó a llorar y a tratar de separar la pelea; cuando lo logró arrastró a Namjoon hacia Jin, mientras Yoongi estaba tirado en el piso sangrando de la nariz.

—Hyung, esto es mentira ¿no? Dime que sí, ¿por qué no detuviste a Yoongi? Nosotros nos iremos y le curarás sus heridas, mi cumpleaños ya no importa, el pastel ya no importa. Ustedes están bien, siguen juntos. Esto no está pasando, todos estamos felices, todo está bien —habló tan rápido que Namjoon no entendió casi nada de lo que dijo, pero Seokjin sí.

A pesar de los sollozos, Jin lo entendió a la perfección y se acercó para tomarlo por las mejillas y poder verlo bien a los ojos.

Abrió la boca pero no dijo nada, con sólo verlo a los ojos JungKook podía entenderlo. Sin importar lo mareado que estaba y lo que pasaba por su mente, Jungkook lo entendió. Porque Seokjin nunca había llorado frente a él, pero ahora el menor podía ver la tristeza en esas lágrimas finas, que bajaban elegantes por el rostro delgado y pálido de Jin.

—Lo siento mucho, Kookie.

—Ya vámonos, cariño.

Seokjin le dirigió una mirada filosa a Namjoon y se dirigió a las escaleras, no sin antes tomar la botella de alcohol.

Cuando Jungkook se dio cuenta, ya estaba saliendo de su departamento, aún con los ojos llorosos y esa pesadez en su corazón.

—¡Feliz cumpleaños, mocoso!

Fue lo último que escuchó antes de irse.

Lo demás son recuerdos borrosos. Entre la tristeza, el enojo, la confusión, el alcohol y la presencia de Namjoon, la noche transcurrió como una ráfaga dolorosa. Cuando llegaron a un club, Jungkook ya estaba perdido. Entre pastillas y otras sustancias más, siguió festejando como si no hubiera un mañana. Terminó teniendo sexo con Namjoon en uno de los baños, haciendo alborotos por doquier, perdió su celular y gritó tontería y media. Cuando despertó al día siguiente estaba fuera del viejo edificio en donde vivieron cuando recién se mudaron a Seúl, medio desnudo y con un dolor de cuerpo horrible. Namjoon estaba a su lado y se veía peor.

El regalo de cumpleaños de Jungkook fue aparecer en todos los titulares al día siguiente de su cumpleaños y tener varios videos de él ebrio por todo internet. Ah, y un nuevo tatuaje.

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Yoongi no sabe cómo salieron de ese escándalo. Los meses siguientes fueron un caos y por poco su disquera rompe el contrato con ellos, fue casi un año de incertidumbre y estar en aguas turbias. El lanzamiento de su álbum se aplazó, pero al final de la tormenta siempre viene la calma.

Ese álbum cambió el rumbo de su carrera. Recibió excelentes críticas por los especialistas y mejor aún, al público le encantó. En ese lapsus de incertidumbre y dolor, escribieron canciones que incluyeron de último momento en el álbum. Canciones crudas y honestas que conectaron con miles de personas. Su fama creció al punto de estar ahí, tres años después, tocando el último concierto de su gira mundial en estadios.

Están en Daegu, la ciudad que los vio crecer.

Yoongi piensa en pararse e irse del escenario, pero en un suspiro Jin se separa de los labios de Jungkook y sigue cantando. Por suerte es la última canción y ya no tendrán que estar más en el escenario. La presentación terminó bien, los ánimos del público se mantuvieron e incluso cantaron "Feliz cumpleaños", por motivo del décimo aniversario de la banda.

El concierto acaba al fin, lleno de sonrisas, amor, agradecimiento y un par de lágrimas traicioneras. Al momento de dar las gracias y hacer los tres una reverencia, Jungkook aprieta la mano de Yoongi de manera reconfortante; y Jin modula con sus labios un "Te amo". Las luces se apagan y Yoongi puede soltar el aire.

Caminan los tres juntos, aún tomados de las manos, hacia bastidores. La adrenalina abandona lentamente el cuerpo de Yoongi, pero no quiere bajar la guardia, porque Jungkook está cantando felizmente y Jin ríe de forma tierna, acariciando su mano.

Evitan a cualquier persona del staff, ni siquiera entregan sus micrófonos y audífonos. De igual forma, los maquillistas y estilistas los dejan pasar, tras el escenario la gente también está conmocionada. En Corea y otros países se empezará hablar de eso y seguramente habrán videos y fotos del beso en internet. Cuando llegan a su camerino, un balde de agua fría recae en Yoongi.

—¿Qué mierda acaba de pasar allá afuera? ¿Qué hicieron ustedes dos, idiotas? —Yoongi grita, nada raro en él.

Sí, deben de tener una buena plática los tres. Otra vez. 

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Después del incidente, despidieron a Namjoon. Eso no fue obstáculo para que su noviazgo con Jungkook siguiera. Jin y Yoongi terminaron y el pequeño Kookie se conseguía una pareja, qué ironía.

Al menos así la mente de Jungkook se mantenía ocupada.

Porque era difícil seguir, era abrumador el silencio que se formaba en casa cuando estaban los tres juntos, peor aún cuando estaba solo porque Jin y Yoongi preferían irse a otro lado a estar en el departamento. Jungkook se sentía ausente, tan cerca y tan lejos de sus hyungs. Y el orgulloso Jeon Jungkook no les rogaría por una charla, no les pediría que arreglaran las cosas. Simplemente les dio su espacio. El ambiente entre los tres era tenso, y especialmente Yoongi se encerró en su caparazón. Y cuando ya no pudo más, se rompió.

Se rompió justo dos meses después, cuando ocurrió otro percance.

Estaba con Jin en la empresa, y por órdenes de su manager tenían que regresar juntos a casa. Pero la mala comunicación del staff hizo que las cosas se complicaran. En vez de salir por una de las puertas del estacionamiento, mandaron a ambos jóvenes a la puerta trasera del edificio. Error.

La zona estaba llena de reporteros y fans, los cuales bombardearon a los dos de una manera horrible. Entre empujones, luces de flash, gritos, jalones, insultos, cámaras que chocaban contra sus cuerpos, Jin y Yoongi salieron con dificultad de la horda de gente que los rodeaba. El ruido de las personas taladró con fuerza los oídos de Yoongi, aún después de estar dentro del carro. Su fobia social había incrementado desde antes del incidente y parecía que iba de mal en peor.

Se sentía mal, sus manos picaban, estaba empezando a sudar y no podía respirar bien. No quería abrir los ojos para no enfrentar la realidad, sólo quería regresar a esos buenos tiempos cuando tonteaban los tres en el garaje de Jin y comían ramen instantáneo hasta la madrugada. Pero el presente enterraba sus garras de una manera tan violenta en la piel pálida de Yoongi, recordándole que era miserable y que nunca sería nadie en la vida. Jungkook había encontrado a alguien más y Jin terminó con él. Todo era un caos...

Cuando pensaba que ya no podía más, los brazos de Jin lo sostuvieron fuerte; empezó a cantarle con su voz suave como los rayos del sol, aunque poco a poco se rompió y comenzó a sollozar, pero siguió cantando delicadamente la canción que Yoongi escribió para él cuando cumplieron tres años de novios.

Yoongi se concentró en esa voz, una de sus favoritas en el universo entero, y dejó que sus lágrimas empapaban la camisa de Jin. Al menos por un momento podía exponer su alma fría y su cuerpo tembloroso. Estaban en invierno, pero Jin olía a flores; Jin era cálido. Una flor tan pura y bonita que siempre estaba ahí para ayudarlo, para ser su soporte. Aún así, Yoongi sentía que necesitaba algo más para volver a ser él mismo.

En el trayecto a casa Yoongi se quedó dormido en brazos de Jin. La tormenta apenas iba empezando, pero su primavera estaba ahí ofreciéndole un paraguas para evitar que se mojara. 

⠈ೃೀ.

Era inevitable que sus corazones volvieran a unirse, en realidad nunca se separaron. La discusión que tuvieron la noche antes del cumpleaños de Jungkook empezó por algo tonto, pero el estrés y las circunstancias los orilló a sacar todo lo que tenían escondido desde hace años.

Dejemos a un lado lo que pasó, lo importante es que ambos estaban arrepentidos y dispuestos a seguir adelante. Se lo tomarían con calma, no querían echar más carbón a la leña. Especialmente por Jungkook.

Jeon Jungkook que estaba perdidamente enamorado de Kim Namjoon, o al menos eso creía. Jin sabía que su relación con ese tipo no era buena; no cuando frecuentemente Jungkook llegaba a casa borracho, se iba de fiesta todo el fin de semana y descuidaba sus actividades en la banda. Tenían que ponerle un alto si querían que las cosas mejoraran, porque en esa industria podrías perder todo en un parpadeo.

Entonces los dos mayores decidieron enfocarse en Jungkook, después le dirían que regresaron y se dedicarían de lleno a BAD SAD AND MAD, los tres.

Y fue así que Jin interceptó al pequeño Kookie un viernes por la noche. Jungkook estaba listo para irse, vería a Namjoon en el club de siempre. Se sorprendió cuando Seokjin le pidió que hablaran sólo un momento, pero aceptó. Por varios segundos no dijeron nada, cada uno sentado en los extremos del sofá negro. Jin observaba detalladamente a su pequeño dongsaeng, recordando cuándo fue que creció tanto, pero no obtuvo respuesta. Lo único que quedaba de ese niño mimado e insoportable era la mirada en sus ojos; Jin pudo percibir un matiz de inocencia y miedo, otro matiz más de “Mírenme a mí, hyungs” y por último otra pizca que no pudo describir bien, pues no estaba acostumbrado a la intensidad de esos ojos casi negros. Tenía bastante que no hacían contacto visual por tanto tiempo.

Y sin darse cuenta, Jungkook ya estaba sentado a su lado.

De esa forma, el mayor pudo percibir el delicioso aroma del perfume de Jeon; se dio cuenta del delineado negro que hacía resaltar sus ojos y de ese aro en el labio, que se movía inquieto gracias a la lengua del menor. ¿Desde cuándo Seokjin no se fijaba tanto en detalles como esos? Ni siquiera sabía que Jungkook se había quitado el piercing de la ceja y que tenía uno nuevo en la nariz.

De repente se sintió mal, aún antes de distanciarse por la ruptura, había tomado una distancia involuntaria con Kook. Ahora entendía un poco más las acciones de su menor.

—¿Qué pasa, hyung? —Un susurro.

Seokjin desvió la mirada y suspiró.

—¿A dónde vas?

—Saldré con mi novio.

Silencio.

—¿Otra vez?

—Pues sí, eso hacen las parejas. Tú salías muy seguido con Yoongi y nunca te cuestioné nada. —Jungkook alzó un poco la voz, pero se dio cuenta de su error y siguió hablando más calmado—. Lo siento, sé que es difícil para ti.

—Y para ti también.

Silencio otra vez.

—Nunca te voy a decir qué hacer con tu vida, pero puedo aconsejarte, Jungkook.

—¿Y a mí qué mierda me importa eso? —Seokjin lamentó que la personalidad de Yoongi se haya traspasado a su dongsaeng.

—Si sigues así, jodiendo tu vida y de paso la de nosotros como equipo, creemos que lo mejor sería que salieras de la banda. Date cuenta que Namjoon no es alguien sano para ti, Jungkook.

Eso no era lo que se supone le diría, había practicado con Yoongi, pero el menor no ponía de su parte; y Seokjin también podía jugar a las cartas sin perder el control.

—¿Creemos? ¿Hablaste con hyung? —Esa idea le dio esperanzas a Jungkook, aunque no supo sobre qué.

Jin lo volteó a ver.

—Eso no es algo importante que debas saber ahora, debes escuchar lo que te-

—¡Claro! ¡De nuevo excluye al mocoso de lo que pasa en tu vida, Seokjin! —El grito fue tan alto, que sobresaltó a Jin, quien normalmente se mantenía calmado en situaciones como esa.

—¡Jungkook!

Antes de que Jeon alcanzara la puerta, Jin se levantó, corrió hacia él y lo abrazó por la espalda. Pudo jurar que una descarga recorrió su piel al tocar al pelirrojo, y al parecer no fue el único que lo pensó. Se quedaron así por un par de minutos, en lo que ambos regulaban su respiración. Pero después de un momento, la euforia se instaló intrusa en el cuerpo del menor; eso y su corazón herido.

Despacio, movió los brazos del mayor para alejarlo de su cuerpo, pero sin soltar su mano. Se volteó a encararlo.

—Voy a irme con Namjoon, te agradecería demasiado que no vuelvas a entrometerte en lo que hago —habló tranquilo, pero su rostro expresaba otra cosa—. Pueden seguir sin mí, al final de cuentas yo arruiné todo. No creo que mi ausencia en la banda les afecte mucho.

El mayor apretó la mano de Jungkook.

—¡Deja de decir tonterías, Jungkook!

—Es la verdad. Yo estaré bien, al final tendrás lo que siempre quisiste, hyung.

Y con ese enunciado, Seokjin se sintió aún más culpable. Recordó la discusión que tuvo con Kook en el festival de rock en Seúl, aquella discusión que afectó su presentación. Ni siquiera había pasado el año de su debut oficial y los tres estaban estresados pero seguían trabajando duro, necesitaban constancia para renovar contrato con la disquera. Se esforzaban tanto que descuidaban su salud, pero entre los tres se daban los ánimos que necesitaban.

Jungkook pensó que sería buena idea sorprender a Yoongi con un pequeño pastel antes de la presentación, pero no tenía el dinero suficiente para comprar uno. Entonces se conformó con un café frío y un chocolate. Mientras esperaban instrucciones, Jungkook se acercó a un Yoongi cansado. Su hyung apreció bastante el detalle, sin embargo, no tenía la energía suficiente para demostrarlo. Pero eso no importaba, Jungkook se conformó con esa sonrisa de goma.

Cuando Jin entró a la sala de espera, después de tratar de hablar con el técnico de sonido, encontró a un Yoongi dormido y a Jungkook que estaba jugando con su celular. Y eso lo enojó bastante. Él se había levantado antes que todos para practicar, para limpiar el cuarto en donde vivían —el cual era un desastre — y para conseguir las últimas cosas que faltaban para la presentación. Todo el día ni siquiera se había podido sentar a descansar un poco y Jungkook estaba ahí, como si nada perdiendo el tiempo con su estúpido celular.

A su novio podía entenderlo, apenas había dormido tres horas en toda la noche —Seokjin sólo durmió cinco—, pues su hermano le había llamado tarde para avisarle de la muerte de su padre. Yoongi entró en una crisis, pues su relación con su padre nunca había sido buena y nunca más podría hablar con él para arreglar las cosas.

Pero Jungkook estaba bien, no tenía ninguna preocupación más que practicar para la presentación.

—¿Por qué estás ahí perdiendo el tiempo? Aún hay muchas cosas por hacer. —El tono enojado de Seokjin le puso los pelos de punta a Kook.

—Estaba con hyung porque-

—No me importa, deberías estar practicando. ¿Sabes? Siempre es lo mismo contigo, Jungkook; no porque seas el menor vas a dejar que Yoongi y yo hagamos todo el trabajo. —Seokjin ni siquiera sabía lo que estaba diciendo, simplemente las palabras salían una tras otra—. Parece que a ti no te importa nada, este día es importante y tú estás jugando con tu estúpido teléfono.

Jungkook estaba aturdido. Jin nunca le había hablado así y no entendía por qué, ¿qué hizo mal? Si cada día practicaba hasta que ya no podía más, incluso amaneció con dolor de garganta ese día por todo el esfuerzo.

Seokjin se quitó su chamarra de piel y arropó a su novio.

—¿Por qué a Yoongi hyung no le dices nada? Él está durmiendo…

—¿Por qué me cuestionas, Jungkook? Sabes, creo que Yoongi y yo haríamos un buen trabajo solos. —Esto último lo dijo en voz baja, pero Jungkook lo escuchó.

—¡Bien! ¡Entonces salgan al puto escenario solos! ¡A mí no me estén jodiendo! —Su grito despertó a Yoongi, que desconcertado vio cómo Jungkook tiraba las botellas de agua que estaban sobre una mesita a su lado y de paso pateaba una mochila que estaba en el piso.

—¡Gracias, Jungkook! —respondió Jin, sacando todo el estrés acumulado de la noche anterior y el día entero.

—¡Te odio, hyung!

Jungkook salió enojado del cuarto, azotando la puerta de paso. Jin se puso a temblar mientras Yoongi lo abrazaba y le decía que todo estaba bien, pero por dentro Yoongi se quería morir.

Claro, al final Jungkook tenía que salir sí o sí al escenario, al staff le importaba un pepino si los mocosos habían tenido una pelea de pubertos. A la mañana siguiente Jin se disculpó y todo terminó bien, en lo que cabe.

Pero tres años después, Jungkook volvió a sacar el tema.

—También estoy de acuerdo en que tú y Yoongi harían un buen trabajo. Al fin y al cabo ya sabes cantar, así que suerte con eso.

—¡Yah, Jungkook! Deja de comportarte como un niño mimado.

—Ajá, nos vemos luego.

Aún en la puerta, Jungkook se detuvo, esperando por algo más, necesitaba escuchar algo de su hyung pero no sabía qué.

—Sigues siendo el mismo niñito de 15 años que se muere por tener atención. Por eso te vas con ese idiota a arruinar tu vida, Jungkook.

Muy mala elección de palabras.

—¿¡Y qué si es verdad!? ¡Claro que necesito atención! —Se volteó para ver a Jin, que estaba aguantando sus lágrimas. En cambio, Jungkook mostraba un semblante impasible—. ¡Siempre la he necesitado! Por eso me acerqué a ti, desde el primer día te admiré, por eso te seguía a todos lados. Aún te sigo admirando aunque tú no creas en mí.

»Namjoon lo hace. Él me quiere y no me jode diciéndome qué es lo que debo hacer y lo que no. ¡Incluso Yoongi me da mi espacio! Pero tú… —Para este momento, Jin ya estaba llorando—. Tú ya no me conoces, hyung. Y aún así, aún así te quiero.

Jungkook apretó sus puños y se mordió el labio tan fuerte que se sacó un poco de sangre.

—Por más que quiera no puedo separarme de ti. Ni de hyung. La única atención que necesito es la de ustedes, pero lo único que sabes hacer es hacerme a un lado en todo.

Ya era suficiente, si Jungkook seguía hablando diría una tontería de la que se arrepentiría después. Entonces al fin, salió del departamento, no sin antes decir una última cosa.

—Ah, y gracias por decirme que hyung tuvo un ataque esta semana.

No lo hizo, Jin nunca le decía nada.

¿Desde cuándo se había vuelto un hyung horrible? ¿Desde cuándo Jungkook era así de fuerte y decidido?

Más tarde, Jin le contó todo a Yoongi y dejó apapacharse por los brazos delgados del pelirrosa. Sintió tanta culpa y tristeza, tenía que arreglar las cosas con Jungkook lo más rápido posible.

Lo peor es que cuando se quedó dormido después de llorar, Seokjin siguió pensando en Jungkook. Pero por primera vez, pensó en él como un hombre atractivo, decidido y vulnerable. Aunque estaba en los brazos de Yoongi, aún podía percibir el aroma del perfume de Jeon.

Y desde ahí las cosas entre los tres empezaron a cambiar.

¡Gracias por leer! Recuerda darle mucho amor a la autora TT♡♡♡

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