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06 🐰

MY YOU

Escrito por: EternalM00nchild

꒰ Kookmin | fantasía, vampiros, romance, angst ꒱

Terminada la guerra entre vampiros y humanos, la vida de Jungkook perdió su brillo. La indiferencia era el pan de cada día y no importaba con cuántos humanos Jungkook se relacionara, para él todo era lo mismo.

Pero el sonido de ese corazón débil interrumpió en su propio corazón, colándose de forma extraña y continua.

Y así conoció a Park Jimin, el humano que cambiaría su vida.

El vampiro híbrido Jeon Jungkook no creyó que volvería a sentirse de aquella manera después de perder a su conexión, incluso si ya había pasado un largo tiempo desde que sintió que todo había terminado para él. 

Cuando los vampiros y los humanos mantuvieron una firme guerra por el poder, buscando eliminar a la otra raza por completo. 

En aquel entonces no era una elección si querían unirse a la lucha o no, pues debían hacerlo casi obligadamente al ser un asunto de supervivencia. Era matar o morir. 

Jungkook realmente nunca estuvo interesado en ello, prefería mantenerse alejado de los conflictos, y trataba de llevar una vida normal y tranquila junto a quien suponía sería su compañero por la eternidad. Pensaba que así tendrían más tiempo juntos, pues, si bien no envejecían como los humanos y no podían morir por lo mismo, sí existían amenazas que podían matarlos rápidamente. Él no quería morir, ciertamente aún había mucho que quería descubrir y experimentar, y con su conexión a su lado, sus ganas de luchar día con día se mantenían firmes. 

Así que siempre estaban escapando, alejándose de los lugares donde se reunían vampiros por montones porque ahí era donde más probabilidades había de que los humanos los atacaran, dispuestos a exterminarlos. 

Vivían en los bosques, estableciéndose ahí por periodos cortos de tiempo, para después continuar viajando y alejándose de los puntos de destrucción. No buscaban pelea, usualmente pasaban de largo a los humanos que se cruzaban en su camino, a menos que estos fuesen a intentar matarlos; en este caso contraatacaban y claramente resultaban vencedores. Todo parecía ir bien, poseían poderes que les hacían fuertes y peligrosos, lo suficiente como para defenderse en los ataques. 

La sangre de los animales del bosque los mantenían saciados, no requerían frecuentemente de la sangre humana. Principalmente era Jungkook quien no necesitaba demasiado la sangre de los humanos, pues, él siendo un híbrido podía de hecho consumir los mismos alimentos que ellos, aunque no les tenía preferencia. En cambio, su pareja, tenía momentos en los que perdía el control y recurría a buscar personas y asesinarlas para alimentarse. Pero Jungkook lo mantenía bajo control, cuidaba de él cuando escapaba embriagado por el aroma dulce de la sangre, incluso llegó a matar por él. 

Pero incluso después de sus muchos intentos por mantenerlo estable y a salvo, lo perdió. 

Seokmin era todo lo que tenía: su amigo, su compañero, su familia, su pareja. Los vampiros no amaban como los humanos, sin embargo, para cada uno de ellos existía otro ser de la misma especie; su conexión. Esta se mantenía junto a ellos durante toda su vida, como una pareja o simplemente como un amigo. El momento para conocerla no estaba especificado, podías encontrarla durante tus primeros años siendo vampiro o podrían pasar décadas, hasta siglos antes de. 

Jungkook vivió una gran parte de su vida con Seokmin, probablemente habían pasado más de noventa años juntos. Estaba demasiado familiarizado con él, y honestamente no creía necesitar más que la presencia de aquel vampiro. Pensaba que nada en el exterior sería importante mientras Seokmin estuviese a su lado. 

Por ello, cuando él se desvaneció, Jungkook sintió que lo perdió todo. Había sido peor porque, aquello pasó frente a sus ojos.

Después de ese día, no se esforzaba demasiado por continuar, probablemente su parte humana fue la que dejó atrás sus ganas de vivir, pero nunca se permitió morir cuando peligró. De algún modo su lado vampiro le salvó en diversas ocasiones, como si fuese un instinto incontrolable. Quizá simplemente no podía morir aunque lo quisiera. 

Y poco tiempo después de su triste pérdida, la guerra entre humanos y vampiros cesó, como si fuese una cruel broma, pues cuando todo estuvo considerablemente bien, su conexión ya no estaba para ver lo que tanto esperaron. A veces Jungkook prefería reírse por lo estúpido de la situación en lugar de tirarse a llorar, mas es cierto que un dolor profundo le llenó bastante durante un par de décadas; este se esfumó completamente al pasar cincuenta años más. 

Entonces ya no pensaba en ese periodo de sufrimiento en el que debía cuidarse en todo momento y escapar con frecuencia, tampoco en la ausencia de su compañero. Sin embargo, a pesar de eso, Jungkook se había convertido en una persona cerrada, quizá por los tantos años que pasó consigo mismo.

Cuando comenzó a cambiar su estilo de vida, pasaron varios años más, entonces el tema de los vampiros iba disminuyendo de relevancia. Para el tiempo que había transcurrido desde la guerra, ya no era una novedad ver a ambas razas compartiendo el mismo espacio, aunque es verdad que de igual forma encontrar vampiros no era demasiado sencillo. Muchos de ellos habían sido exterminados en aquel conflicto, y después de que finalizara, existieron temerosos grupos de humanos que no se sentían completamente cómodos con sus existencias, por lo que los siguieron cazando como si no hubiera un acuerdo pacífico entre ambas especies.

Después de todo, los vampiros se mantenían viviendo eternamente si factores externos no les afectaban, y la mayoría estaban al tanto de los acontecimientos pasados porque los habían experimentado. Pero en el caso de los humanos, las generaciones anteriores iban muriendo mientras que nuevas generaciones nacían, por lo que para estos nuevos individuos, en algunos casos, el tema de los vampiros era desconocido, y por tanto, considerado sobrenatural y peligroso. 

Jungkook no se incomodaba ni un poco si alguien percibía su aura extraña, si notaban el blanquecino tono de su piel y la tonalidad rojiza de sus ojos, mucho menos si veían sus colmillos sobresaliendo un poco más de lo que era normal ver. Para él no era inusual ver una criatura así si siempre habían existido, el hecho de que los humanos más jóvenes no estuvieran familiarizados con esa clase de imagen no era su culpa, y creía que si estaban coexistiendo en el mismo espacio, al menos debían conocer de ellos y acostumbrarse a sus presencias.

El mismo Jungkook se tuvo que adaptar a un nuevo mundo donde los humanos predominaban, y que día a día más de ellos nacían, mientras que los vampiros desaparecían poco a poco, y si no, se mantenían ocultos en la oscuridad. Jungkook podía convivir con ellos, incluso después de conocer a algunos los comenzó a apreciar, así que, ¿por qué ellos no podían hacer lo mismo? 

A veces Jungkook desconfiaba, algo muy dentro de él le tenía a la defensiva por momentos, además de que se encontraba un poco resentido aún, pues fue por los humanos que perdió a el ser más importante en su vida; se lo habían arrebatado como si no valiera nada. Y quizá ya no le dolía, pero el recuerdo que persistió por mucho en él le hizo ser inseguro, de tal modo que prefería mantener sus barreras elevadas ante ellos por su propio bien. Así fue con cada humano que conoció, incluso con quienes más cercanos se volvían a él, como los tipos con los que compartió casa durante un tiempo; Kim Seokjin por ejemplo. 

Solía ser así, hasta que llegó él. 

Park Jimin era un joven particular si se permitía decir. Era un chico de veintidós años que notó una tarde de verano en la que Seokjin —su mejor amigo—, le dijo que pasara por él a su trabajo para que volvieran juntos a casa. Así lo hizo él, por lo que después de que su amigo terminara su turno y tomara sus cosas, ambos se encaminaron fuera del establecimiento.

No hubo rastro de sol durante ese día, el cielo se encontraba descolorido, pues solo lo adornaban unas nubes cargadas de agua que en cualquier momento romperían a llorar. Toda la mañana y tarde se encontraron así de apagadas, el viento que soplaba era frío, podía ver a las personas pasar vistiendo ropas abrigadas, otras ingresaban al restaurante de su amigo para tomarse un café caliente a las tres de la tarde. Pero en realidad, él no era la excepción.

Jungkook era un vampiro híbrido, así que podía sentir el calor y el frío a la perfección, pudiendo contagiarse de él de igual modo. Heredó en mayor cantidad la parte humana de su padre, la cual hacía que su cuerpo funcionara como el de cualquier mortal, aunque con una mínima diferencia, ya que su parte vampírica continuaba estando presente. Esta le ayudaba a mantenerse saludable y fuerte, también era el motivo por el que continuaba luciendo joven a pesar de los muchos años de edad que ya tenía. Jungkook no solía enfermarse, ni siquiera pescaba resfriados si la lluvia caía sobre él, por ello cuando salió del restaurante, no se preocupó demasiado por no llevar un paraguas cuando las nubes dejaron salir todo lo que estaban aguantando. Por otro lado, Seokjin sí que llevaba uno, era un sujeto preparado. Y a pesar de que no lo necesitaba, le ofreció a Jungkook que lo compartieran hasta llegar a casa, una especie de formalidad. 

Mientras caminaban, el humano le preguntó cómo estuvo el trabajo y si le sucedió algo interesante, buscando que el camino no fuese tan silencioso. Por supuesto Jungkook le contaba lo necesario, usualmente prefería no decir mucho, mas era realmente un problema hacerlo. Después de hablar lo debido, Seokjin tomó la palabra y comenzó a contarle lo que le había pasado aquel día, era un hablador. 

Jungkook solía escucharlo atentamente aunque pareciera que se distraía con otras cosas, sin embargo, aquel día es cierto que dejó de escucharlo porque todo sonido a su alrededor desapareció, a excepción de un latido sordo que percibía apenas en sus oídos. No era el de su propio corazón que normalmente era débil, ni siquiera el de Seokjin a su lado. Este estaba latiendo con fuerza, tan vivo como el de un humano puro podía latir, aunque había algo distinto en él que no pudo descifrar al instante. 

Lo cierto es que aquella palpitación parecía ser un llamado. 

El vampiro miró hacia la dirección donde escuchaba el latido, allá en el parque que les quedaba de paso. Ahí sus ojos se encontraron con un humano joven, ya había supuesto que comenzaba sus veintes. 

El chico se había metido debajo de una de esas casas de juegos para niños, estaba agachado en una posición incómoda, seguro pasándola fatal con tal de mantenerse refugiado de la lluvia. Jungkook notó también que sostenía una guitarra sin estuche y de madera gastada contra su cuerpo. Logró verle apenas el rostro pálido, pues gran parte de su cabello rubio lo tenía sobre la frente en mechones salvajes. No era una imagen completa, pero intuyó que tenía una expresión triste, por el modo en que su cabeza se mantenía gacha, cubierta en gran parte por la capucha de su sudadera oscura. 

Ese humano llamó la atención de Jungkook, pues pocas veces se había cruzado con una minoría de personas con esa clase de perfil, especialmente en aquella gran ciudad. 

Quizá de haber sido un ser más empático, se habría acercado a aquel humano para averiguar más sobre él y tranquilizar del mismo modo su curiosidad. Tal vez Seokjin habría propuesto ir hacia allá para apoyar si no hubiese estado tan inmerso contándole sobre el habitual cliente que visitaba su restaurante y le atraía como polen a la abeja. 

De todos modos, esa no fue la última vez que vio a ese humano. 

Jungkook solía ignorar todo lo que sucedía a su alrededor, especialmente si se trataba de personas. No le agradaba demasiado hacer nuevos amigos, por lo que olvidaba con facilidad los rostros. Sin embargo, ocasionalmente podía reconocer olores y sonidos. Por ello, cuando se cruzaba casualmente con el mismo humano del parque, lo reconocía por el sonido de su corazón. Y a pesar de que se giraba a mirarlo en cada vez, nunca le dirigió la palabra. 

Hasta una tarde de agosto igual de lluviosa que la primera vez que lo vio. 

Desde que salió del trabajo parecía que en cualquier momento llovería, y afortunadamente el aguacero se soltó cuando ya estaba por llegar al restaurante de Seokjin, por lo que pasó al establecimiento únicamente porque el tipo se lo pidió en la mañana cuando se despidieron para irse a sus respectivos trabajos. El lugar estaba casi lleno, y probablemente terminaría de llenarse por las personas que buscaran refugiarse de la lluvia y un poco de calidez, pues el clima fue frío desde temprano.

Entró y vio a su compañero, el cual lo saludó animadamente y le hizo una seña indicándole que lo esperara. Eso hizo Jungkook, dirigiéndose a una mesa libre y sentándose. Ignoró el exterior, así como las miradas que le dirigieron algunas personas, y sacó de su bolso aquel aparato electrónico que aprendió a usar hace varios años atrás. Jugó ese juego con el que se había obsesionado últimamente, el cual consistía en lanzar algunos pájaros hacia una construcción para destruirla y asimismo deshacerse de los cerdos que ahí había. Podía ser un vampiro de más de doscientos años, pero no dejaba de maravillarse con los nuevos inventos y los avances tecnológicos; en ocasiones se entretenía como si fuese un niño. Especialmente cuando se trataba de juegos para el celular. 

Finalmente prestó atención a lo que sucedía fuera de su mundo, cuando escuchó el mismo latido particular que ya había oído desde hacía días atrás. Su vista se levantó de su teléfono y miró al frente, al joven rubio que ingresaba al restaurante, pegando la misma guitarra vieja con la que le había visto contra su pecho. Jungkook no contaba con que él se dirigiría a su mesa, hasta que lo vio a centímetros de él, entonces sus ojos pasearon por el establecimiento rápidamente notando que se encontraba lleno ahora, por lo que no era sorprendente que el humano decidiera ir hacia ahí donde había un espacio libre. 

—¿Le molesta si me siento aquí? —escuchó su suave voz. 

Jungkook percibió la timidez en su mirada, una mueca formada en sus labios pálidos, un rostro blanquecino y apagado. Su propio pecho se apretó por alguna razón. 

—No hay problema —respondió más serio de lo que esperaba. 

El chico se sentó frente a él y apoyó su guitarra a un costado de la mesa. El vampiro lo observó disimuladamente mientras se acomodaba, esa vez no llevaba la capucha sobre la cabeza, sino un gorro de lana gris; así es como pudo mirar mejor sus rasgos faciales. Tenía los ojos color avellana de mirada triste, y los labios de un rosado muy suave. Su piel estaba pálida, pero su nariz se encontraba rosa, probablemente por el frío. Sus manos juguetearon nerviosamente entre sí sobre la mesa, sus yemas rojizas asomaban, pues llevaba unos guantes negros sin dedos. Su corazón palpitaba más rápido de lo que había escuchado antes. 

Jungkook no era un gran hablador, pero las palabras se derramaron de su boca como si hubiera sido un impulso.

—¿Te encuentras bien? —preguntó. 

Los iris avellanas se colocaron sobre su persona, y seguido el chico asintió suavemente. 

—Sí, solo que afuera estaba helado, y ni siquiera es invierno aún —dijo exhalando una risa—. Necesitaba un poco de calor.

Probablemente reía por timidez, pero lo que Jungkook alcanzó a ver cuando sus labios se curvaron apenas, fue precioso. 

—Tienes razón, y deberías beber algo caliente también, estás muy pálido —le dijo directamente, con su mirada clavada sobre su rostro. 

El rubio bajó su vista hacia los dedos contrarios entrelazados sobre la mesa y sonrió un poco sin mostrar sus dientes.

—¿Puedo preguntar algo, señor? 

—De acuerdo. 

—Usted es un vampiro, ¿no es así? —Volvió a mirar su rostro—. Su piel también es muy pálida, y no creo que sea por el frío —señaló—. Ah, y sus ojos son rojos, un color inusual. 

—Esa es una buena observación. 

—¿Entonces lo es?

—Sí. ¿Tienes algún problema con eso? —Levantó una ceja.

—No realmente. Solo recordé a una persona que deseó tener un romance con un vampiro después de ver unas películas de vampiros —Rió bajo nuevamente—. Pero nunca habíamos conocido a uno. 

—Ah, con que eso era. 

—Sí. ¿Ha visto Crepúsculo, señor? 

—No realmente.

—Aah, como sea, creo que el tema fuera de la pantalla es muy fascinante, estoy encantado de conocerlo. Por cierto, me llamo Park Jimin —se presentó inclinando ligeramente la cabeza. 

—Jeon Jungkook —dijo con simpleza. 

Seguidamente la voz de Seokjin interrumpió lo próximo que Jimin iba a decir, apareciendo apresurado. 

—Te dejé esperando un buen rato, Kook, perdóname —dijo—. Pero también te vi charlando animadamente, así que no quise interrumpir, ¿quién es él?, ¿un nuevo amigo? 

—Él es Park Jimin —indicó con el mentón. 

—Hola… —dijo tímidamente el rubio. 

—¡Hola! ¿Qué te puedo ofrecer?, ¿Y a ti, Kook?

—Un café, por favor —pidió Jimin. 

—Uh, yo solo vine porque me lo pediste, ¿qué es lo que quieres? —El vampiro suspiró. 

—Oh, cierto. ¿Me ayudas con las finanzas? 

—Ya te ayudo con eso, ¿y por qué me dijiste que viniera si es algo que me podías pedir en casa? 

—Ya, no te amargues. Mira, ahora tienes un amigo nuevo y podrías quedarte con él un rato. Convive más con la gente, Kook. —Palmeó la espalda—. Te traeré un té, en un momento regreso con sus bebidas. 

Seokjin se marchó y Jungkook rodó los ojos. Ya no se sorprendía de que su amigo fuese tan molesto y esperara que saliera más y conociera a más personas, sin importar si la mayoría de veces estas lo miraran extraño al percibir algo diferente en él. No le afectaba, demasiado había vivido como para verse perjudicado por asuntos tan banales, pero si era honesto, a veces se volvía fastidioso. 

—No quisiera retenerlo, señor Jungkook —habló Jimin haciendo que el vampiro lo mirara nuevamente—. Yo… me senté aquí porque los demás lugares estaban ocupados, lo lamento. 

Jungkook parpadeó lentamente, analizando el rostro contrario. No iba a admitirlo, mucho menos tan pronto, pero había algo en el humano que le atrajo desde el primer instante, y también tenía la clase de rostro bello al igual que una obra de arte; y a él le gustaba mucho admirar el arte. Giró su cabeza hacia el ventanal, notando cómo la lluvia caía con fuerza allá afuera. 

—De todos modos ya comenzó a llover, y siempre olvido cargar con un paraguas. Tendré que quedarme aquí —comentó con la voz desinteresada. 

Aunque en realidad, cada vez que hablaba ese era el tono de su voz: como si le diera igual todo. Parecía distante y frío, y empeoraba cuando se dejaba ser directo. 

—Bueno, señor Jungkook. ¿Puedo saber más de usted? —pidió mirándolo fijo con esos ojos avellana apagados. 

Seokjin podría haber hecho que Jungkook pasara a su restaurante innecesariamente, cuando no tenía mucho humor de seguir fuera de casa, pero, de no haber sido de ese modo, Jungkook probablemente no hubiese hablado nunca con Jimin. Quizá habría continuado cruzándoselo con frecuencia sin tener ningún otro contacto, así que, de alguna forma agradecía que su amigo fuese tan extraño. 

Porque de no haber ido hasta ahí, no hubiera estado frente a frente, y en el mismo lugar con aquel humano. Su vida no hubiese vuelto a sentirse como si valiera la pena. 

Jungkook trató de no darle tanta relevancia al tema, no tenía nada de raro el conocer a una nueva persona, porque de hecho conocía a varias y hablaba bien con ellas. Sin embargo, lo extraño estaba en que el corazón de Jimin continuaba sonando para él de ese modo tan peculiar, tanto que fue imposible ignorarlo. Sin planearlo se encontró pensando en él con el paso de los días, preguntándose si se encontraría bien, si dormía y comía correctamente, si sus ojos aún carecían de brillo; probablemente fue porque ya había hablado con él y probó un poco de su persona. Tan solo una charla con ese humano bastó para alterar el orden de su vida, teniéndolo con la esperanza de cruzárselo en algún momento cuando salía para ir a su trabajo y al volver a casa. 

Pero realmente no fue tan complicado encontrarlo, Jungkook había notado que Jimin comenzó frecuentar ese parque por el que cruzaba todos los días. A veces lo miraba sentado en los columpios, otras recostado sobre el césped debajo de un árbol, y las más especiales eran las ocasiones en las que el chico tocaba su vieja guitarra. Solía interpretar canciones populares, podía transformar los ritmos más pesados en suaves cuando dejaba salir su armoniosa y dulce voz, cantando apasionadamente como si fuese lo único que podía hacer. 

Jungkook estaba cautivado. 

El vampiro no solía iniciar las conversaciones, por ello pensaba que de no haberse encontrado con Jimin en el restaurante de Seokjin aquella tarde, no lo hubiese conocido. Pero siendo sincero, tratándose de ese humano, quizá Jungkook podía permitirse actuar distinto a como era habitual. 

Por eso se grabó las horas en las que el joven rubio decidía hacer presentaciones al aire libre. Pensó que así sería más sencillo hablar con él, porque si las palabras no salían de su boca, seguramente el humano sería quien dijera las cosas primero; de ese modo él podría responder. Y así fue. 

Cuando lo miró, Jimin lo reconoció entre la gente que lo rodeaba para escucharlo cantar y lo saludó agitando su mano abierta, sonriendo bajo. Jungkook le respondió con un movimiento de cabeza como generalmente hacía. No era intencional parecer indiferente, pero esperaba que Jimin lo comprendiera. Después de terminar su presentación, las personas se dispersaron y Jungkook pudo acercarse un poco más, entonces Jimin volvió a saludarlo, con una reverencia esta vez. 

—Es bueno verlo de nuevo, señor Jungkook —dijo—. ¿Qué le trae por acá? 

—Uh, preferiría que no me digas señor. 

—Pero…

—Sí, es cierto que tengo muchos años más que tú, pero no lo hagas. ¿Por favor?

—Entendido, entonces… ¿Jungkook está bien? —cuestionó ligeramente apenado. 

—Por supuesto, ese es mi nombre. 

—Oh, sí, está bien…

El vampiro se meció sobre sus pies y metió sus manos en los bolsillos de su cárdigan negro para después decir:

—Me gustó lo que tocaste y cantaste. Tienes un talento maravilloso y una voz tan grácil. 

El humano sonrió suave y apartó su mirada del otro con timidez, mientras abrazaba su guitarra contra su pecho. 

—Uh, muchas gracias… Jungkook. Me alegra saberlo, siempre me esfuerzo mucho para que las canciones tengan mi propio toque personal y transmitan todo lo que siento. 

—Buen trabajo —dijo—. ¿Tienes algo más que hacer después de esto? 

Jimin no le respondió por los próximos segundos, parpadeó un par de veces analizando la pregunta del vampiro. No le habían preguntado algo así antes, ¿pero por qué era que sentía su corazón saltar emocionado ante aquello? Como si presintiera que él…

—No, he terminado por hoy. 

Mintió. No le iba a decir que debía prepararse para el trabajo al que debía asistir más tarde en aquel lugar de mala muerte.

—Ah. ¿Te gustaría ir a algún lugar? 

—¿Un lugar como cuál? —preguntó mirándolo con los ojos curiosos. 

—¿Ya has comido? 

—Eh, honestamente no llevo demasiado dinero conmigo —confesó avergonzado—. Podría ser en otra ocasión. 

—Está bien, de todos modos te estoy invitando yo. —Ladeó la cabeza—. Pero como gustes. 

Jimin no supo por qué no se había negado, no era la clase de persona que disfrutaba de una comida pagada por alguien más, porque aquello le avergonzaba demasiado. Sin embargo, y siendo sincero, había aceptado más que nada porque le sorprendió el hecho de que el vampiro lo hubiera invitado, especialmente después de que casualmente se lo encontró en el lugar donde empezó a tocar. 

Como fuera, se sentía atraído por el hecho de que Jungkook era un vampiro y, de algún modo, le interesó saber más de él y su especie. Pero honestamente, era más por él como persona, pues, ciertamente desde el día que se conocieron sintió curiosidad por esa aura misteriosa que lo rodeaba y la capa de frialdad que le confundía. 

—La otra vez no quise preguntar esto porque no quería molestarlo, pero si no le molesta, yo… ¿puedo hacer una pregunta? —Jimin le preguntó mientras lo veía comer kimbap. 

—Adelante —respondió sin mirarlo. 

—¿Usted…?

—Tú —le cortó. 

—¿Cómo? 

Jungkook picoteó con los palillos su comida mientras levantaba la mirada hacia el humano. 

—Puedes tutearme.

—Ah… Eh, sí, lo siento. —Inclinó la cabeza con rapidez—. Me preguntaba si… tú no debías llevar una dieta de pura sangre. Como, ya sabes, se supone que los vampiros se alimentan de sangre, ¿no? 

—A veces. 

—¿Solo a veces? —Lo miró abriendo un poco más los ojos. 

—Yo sí. Puedo comer lo mismo que los humanos, no bebo sangre frecuentemente —dijo con simpleza.

Jimin lo observó unos segundos y asintió con la cabeza soltando un suave oh, como si hubiera entendido. Jungkook lo notó, por supuesto, y guardándose las ganas de soltar una risa ligera, decidió decir más. Lo que usualmente no decía. 

—Yo soy mitad humano y mitad vampiro, por ello puedo comer y beber cualquier cosa —explicó. 

—Oh, ¿y esa es la razón por la que también el sol no te hace daño? Acabo de percatarme de que el día está muy soleado y tú… estás bien —señaló.

—Eso es correcto —asintió volviendo a comer. 

—Huh, realmente eres fascinante, Jungkook. Quisiera hacerte tantas preguntas. —Rió suave—. Pero si estás de acuerdo, ¿podemos seguir viéndonos? Como… me gustaría conocerte mejor, con calma si estás de acuerdo. 

El vampiro volvió a verlo y se encontró con la misma sonrisa tímida de antes, además de una mirada distinta a la que tenía días atrás. Algo continuaba viéndose decaído en ella, pero presidía un bonito brillo de emoción y curiosidad en sus ojos esa tarde. Sintió una extrañeza que no recordaba hormigueando en su estómago, y se preguntó por qué sería que ese humano le parecía tan interesante, si nunca antes le había sucedido algo como eso.

¿Estaría bien dejar que aquel instinto desconocido tomara el control? 

—Sí, claro —dijo ignorando el propio latido de su corazón acelerándose. 

A partir de ese día, Jungkook y Jimin comenzaron a verse con más frecuencia, aunque no fueron tan cercanos desde el principio. Por un lado, el vampiro ocasionalmente se distanciaba como si tratara de evitar acercarse tanto a el humano, pues, en el fondo se sentía tan extraño que no podía comprenderlo, y por ende, tampoco sabía cómo reaccionar ante la presencia de Jimin. Porque él era tan, tan inusual, que con una simple acción, Jungkook sentía que su mundo se sacudía con fuerza. Y por el otro lado, Jimin solía confundirse bastante por la misma duda de Jungkook, le hacía preguntarse si el vampiro realmente estaba interesado en él o si solo buscaba algo en particular. 

Pero algo era cierto y es que no podían salir de la mente del otro, especialmente durante las noches cuando giraban y giraban en sus camas intentando conciliar el sueño, mas no lográndolo porque sus cabezas estaban demasiado ocupadas preguntándose un montón de cosas, principalmente qué es lo que debían hacer. 

El verano estaba terminando y Jungkook sintió que su vida estaba cambiando, así como el aire era distinto al entrar las estaciones, al igual que los árboles comenzando a tirar sus hojas por la entrada del otoño. 

Había pasado cerca de un mes desde que conoció a Jimin y habló con él por primera vez, también después de volver a verlo y decidir que sí quería continuar reuniéndose con él. Para estas nuevas fechas, el vampiro estaba cediendo a que el humano formara parte de su día a día y no solo en un par de ocasiones. Estaba conociéndolo como persona aún más, enterándose de lo que le gustaba, lo que hacía y lo que sentía respecto a ciertas cuestiones. Aquello simplemente hacía que su atracción por él aumentara.

Se sintió confundido durante ese tiempo que transcurrió, pero después de que su amigo molesto se metiera en sus asuntos y le dijera lo que no había pensado, lo reflexionó un par de noches. 

Seokjin le había dicho:

—Bueno, suena a que él te empieza a gustar, pero el sentimiento te seguirá pareciendo desconocido si no te atreves a conocerlo, así que no pierdes nada intentándolo. No lo sobrepienses. 

Sin embargo, Jungkook no podía no sobrepensarlo. Para él, estar con un humano era algo demasiado irreal, no solo por el hecho de que no terminaba de sentirse cómodo en ese mundo lleno de ellos, sino porque se le había dicho en el pasado que los humanos y los vampiros no iban juntos; no era posible. Por algo existían las conexiones que se daban entre vampiros, para tener a un compañero durante su eternidad. ¿Pero un vampiro sintiendo algo por un humano? Debía ser una broma, eso solo sucedía en las estúpidas películas. Imaginarlo era algo que sinceramente le asustaba. 

Pero después de preguntarle a su amigo qué debería hacer, él le dijo algo que le hizo ver más allá de lo que había visto. 

—Dile lo que sientes. Lo has estado yendo a ver muy seguido, y después desapareces de la nada porque tienes miedo de tus emociones. Pero no temas de ellas, porque después de todo, algo en ti sigue siendo humano; solo tienes que dejarlo fluir, ya te he dicho que no pienses de más. 

Así lo hizo. 

Lo dejó fluir, claro, aunque para decirle lo que sentía a Jimin aún no estaba listo. A pesar de que suponía que él ya debía hacerse una idea de su sentir, debido a que tampoco era como si lo ocultara mucho cuando estaban juntos. Al menos dejó de huir de lo que estaba ocurriendo entre ellos y no se distanció más. Porque quizá el humano tampoco había dicho algo al respecto, pero tenía algo diferente en su mirar; su actuar también lo era. Suponía que de ese modo eran los humanos, como… más expresivos quizá. A veces le abrumaba, mas era sencillo para Jungkook notar esas cosas, y no se debía solo a su poder de leer mentes que poseía. 

El día en el que Jungkook sintió el fuerte flechazo hacia Jimin, ya se encontraban a mediados del mes de septiembre. Fue una ocasión en la que el humano organizó una especie de cita, disfrazada con la excusa de que era en celebración a su cumpleaños atrasado. Jimin se había mostrado especialmente interesado en el día de su nacimiento, a lo que Jungkook le dijo que de hecho ya había pasado hacía días, mas no lo mencionó ya que no era de gran importancia para él. Entonces el humano le dijo que debía celebrarlo al menos una vez, así que le invitó a hacer la actividad más cursi que se le pudo ocurrir.

Incluso para Jungkook que, había vivido demasiado tiempo y se cruzó con un montón de situaciones de ese tipo ya que era lo normal, fue asquerosamente romántico. Pero no le cortó la inspiración a Jimin cuando le dijo que fueran a ver la puesta de sol desde su lugar favorito, y llevaran comida para distraerse mientras tanto. Un picnic, prácticamente. 

Jungkook había visto escenas del mismo tipo pero, nunca las había experimentado por su cuenta. Jamás habían hecho algo así por él y él tampoco lo había hecho por nadie. Para los vampiros, esas cosas eran poco relevantes y la mayoría de veces innecesarias. Encontrarse en esa situación era peculiar, aunque atrayente.

Un sábado por el medio día, Jungkook se reunió con Jimin en ese parque donde se veían casi siempre. Para ese momento el vampiro ya sabía que Jimin no tenía una buena estabilidad económica, y que muchas veces se mantenía de la música que tocaba y demás trabajos que le resultaban repulsivos. Él no era del tipo que pedía algunas monedas a quien pasara, simplemente se presentaba, no esperando que obligadamente le dieran dinero, pero agradecía a quienes se detenían a escucharlo y le dejaban algún apoyo que la mayoría de ocasiones le compraban una comida. 

Por ello Jungkook estaba tan encantado, porque a pesar de aquella dificultad que tenía el humano, se esmeró tanto en comprar diversas cosas y preparar algo de comer para ellos. Él ya le había mencionado que no tenía que hacerlo, pero parecía ser que para Jimin esas cosas también eran nuevas, y debido a su emoción quería hacerlo todo bien. 

Mientras más lo conocía el vampiro, más se sentía atraído por ese corazón que le llamaba curiosamente. Jungkook, sin duda, deseaba saber más, tener más de Jimin. 

Aquel día se dirigieron al lugar que Jimin indicó. Jungkook condujo mientras él reproducía en el estéreo las canciones que le gustaban y Jungkook había descargado para él; le dio un concierto privado durante todo el trayecto. El vampiro solo podía mirarlo de reojo, encontrándose por dentro demasiado embelesado por estar en esa clase de escena fantástica. El día estuvo tranquilo, al llegar se instalaron, Jimin tiró sobre la hierba una manta de cuadros rojos y blancos y colocó una cesta donde traía los alimentos. Jungkook se giró para ver más allá en la pradera, mientras sonreía por lo bajo ante la calidez que le llenaba gracias a la dulzura de ese humano. 

—¿Crees que es demasiado?— preguntó penosamente Jimin, parándose a su lado.

—Es un cliché —respondió mirándolo sin expresión.

—Oh, cielos. Debí saberlo. —Se cubrió la cara con las manos por la vergüenza. 

—Pero, está bien. Digo, los picnics lucen así en la televisión —comentó. 

—¿Y… te gusta? —Lo miró a través de sus dedos separados en su rostro. 

—Honestamente es raro, pero es… interesante. No me desagrada. —Elevó suavemente una comisura de sus labios. 

—Uh, me alegra saberlo, no quisiera agobiarte. —Sonrió con vergüenza, sus mejillas rojas por lo mismo.

—No lo haces —le aseguró—. Y bien, ¿qué querías mostrarme aquí? 

Jimin le comentó que a unos metros más allá de la pradera, donde los árboles se veían, un poco más al fondo se encontraba un pequeño arroyo donde corría una cristalina agua en cascadas bajas. Dijo que era un lugar bastante bonito donde se sentía feliz, y quería compartirlo al ser tan especial para él. Indirectamente había declarado sus sentimientos, pero Jungkook no le prestó la suficiente atención a aquello en ese momento, en realidad, no lo asimiló de inmediato. 

Después de tomar las cosas que llevaban, se encaminaron al lugar, donde efectivamente, yacía un precioso arroyo vivaz con el agua corriendo rápidamente entre las piedras pulidas. El sonido era relajante y el aire fresco por la vegetación y la humedad, los pájaros trinaban pacíficamente, y el sol se colaba por el follaje de los árboles. Aquello se le hizo un poco familiar al vampiro, pues en algún periodo de su vida vivió en bosques y sintió casi la misma sensación al estar en ese lugar. Pero era distinto porque, ahora Jimin estaba con él, y podía sentir su calidez humana por los centímetros que les separaban, su voz sonaba como un arrullo a su costado al contarle cómo había conocido ese lugar y lo significativo para él. 

—Mi hermana Dawon y yo solíamos huir cuando nos sentíamos tristes, así que salíamos corriendo sin ver atrás y un día llegamos a este lugar. Comenzamos a venir aquí seguido, cuando nos escapábamos por unas horas del orfanato después de decepcionarnos porque nadie se interesó en adoptarnos. Estar aquí era como tener un pedazo de tranquilidad y calidez, así como el recibir un sincero abrazo. Cuando estaba aquí me olvidaba de lo que me afligía, y el viento me hacía elevar las comisuras para sonreír. La naturaleza me daba la sensación de estar en casa, sin entender precisamente por qué. Aunque de todos modos, era demasiado agradable para mí —había dicho.

Jungkook lo escuchó con atención e intrigado por cómo hablaba tranquilamente de esos recuerdos que, probablemente eran demasiado personales. Algo en el estómago le hormigueaba al pensar en que Jimin confiaba tanto en él como para hablarle de su pasado. 

—Gracias por compartir eso conmigo, Jimin —dijo mirando atentamente al humano mientras metía su mano dentro el agua, sintiendo la corriente pasar por ella—. Es un lindo lugar. 

Jimin giró su cabeza ligeramente hacia él y le sonrió, una sonrisa distinta a las que había visto en él; lucía auténtica. Incluso sus ojos perdieron aquella tristeza solo por un segundo.

—Tú te has vuelto significativo para mí, Jungkook, por eso quería regalarte esta parte de mí, quería que lo supieras —dijo borrando su sonrisa y transformándola en una mueca—. Lamento si es una tontería, es que yo solo…

No pudo terminar porque Jungkook le había atraído hacia su cuerpo y le rodeó con sus brazos. Jimin cerró los ojos, con su oído pegado al pecho del vampiro donde podía escuchar los latidos apacibles de su corazón. El cuerpo de Jungkook era habitualmente frío, quizá no demasiado como si estuviera muerto, pero no solía sentirse en él la temperatura normal de un humano. Aún así, su contacto ligeramente rígido se sintió cálido; probablemente porque era la primera vez que el vampiro le mostraba algún tipo de afecto porque lo deseaba. 

—No me parecen tonterías —murmuró Jungkook sintiendo el cuerpo de Jimin temblar poquito—. Yo honestamente lo aprecio bastante. 

Luego Jimin le contó que después de separarse al dejar el orfanato, ya que habían alcanzado la mayoría de edad, no volvió a ver a Dawon, que era lo más importante para él. Y que Jungkook era, actualmente, la persona más cercana y con más peso para él. Pero Jungkook no pudo decirle lo mismo porque nunca había pensado algo como eso. ¿Quién era la persona más importante en su vida? No la había, a excepción de sí mismo. De todos modos, era mejor que no dijera nada, debido a que generalmente no era bueno expresando sus sentimientos, y no quería de algún modo decir algo que confundiera al humano. Aunque esperaba que él a través de su pobre abrazo, identificara que, también se había vuelto relevante para él. 

Más tarde Jimin se disculpó otra vez, esta ocasión por haberse dejado llevar por sus emociones y llorar, pero Jungkook le recordó que no debía disculparse por cualquier cosa. 

Ahí Jungkook lo entendió, el por qué a pesar de verlo sonreír, la mayoría de veces se mantenía en sus ojos una mirada afligida. Comprendió por qué tocaba una vieja guitarra en el parque, y en las noches era el barman en bares de aspecto horroroso, también el que viviera en un edificio viejo en un departamento de una sola habitación. Pero aún así, eso no fue de mayor importancia para Jungkook, no podía despreciarlo por algo así, como el humano le había dicho después. En realidad, simplemente creció el instinto de protección que venía naciendo en él desde que habló con Jimin la primera vez. Lo que sentía por él no había cambiado. 

Luego, cuando ya estaba más tranquilo y se habían distraído con temas triviales, el humano comenzó a sacar lo que llevaba en la cesta para comer. Jungkook continuaba mirándolo con estima, con su corazón palpitando cálidamente gracias a lo que Jimin había hecho por él a pesar de su situación.

Salió de su ensimismamiento cuando vio a Jimin sacar de la cesta un frasco que él no había puesto dentro, sino el mismo Jungkook.

—¿Esto es mermelada? —preguntó curiosamente tomando en sus manos el recipiente con un contenido rojo demasiado intenso. 

—De hecho es sangre.

A Jimin se le resbaló de las manos, pero Jungkook alcanzó a detenerlo antes de impactar contra la manta. Lo atrajo hacia él por medio de su telequinesis. 

—¿Es de algún humano? —preguntó sigiloso. 

—¿Te incomodaría si dijera que sí?

—Uh, no. Digo, eres un vampiro, es normal, yo solo… tenía curiosidad. 

Jungkook sonrió momentáneamente sin mostrar sus dientes y después le dijo:

—No me agrada demasiado beber sangre humana, me es un poco extraño porque soy un híbrido. Esta es de conejo —dijo moviendo el frasco. 

—¿Mm? ¿Entonces no bebes sangre humana? —Lo miró expectante. 

—Probablemente solo lo hice una vez hace un siglo, ¿por qué te interesa? —Levantó las cejas. 

—¡Oh, es una tontería! Seguía siendo curioso, solo olvídalo por favor. —Se sonrojó—. Aunque me alegra que puedas comer los mismos alimentos que yo, de lo contrario me sentiría extraño porque traje muchas cosas. 

—Está bien, gracias por eso igualmente. —Tomó un sándwich y dejó sobre la hierba su recipiente—. Por cierto, olvidé preguntar cuándo es tu cumpleaños. 

—No sé la fecha real, pero yo lo celebro el trece de octubre. —Apartó la mirada—. Fue cuando llegué al orfanato. 

—Me encargaré de hacer algo especial para ti —Jungkook dijo con su tono de voz frívolo, pero después le oprimió suave la mejilla. 

Jimin lo miró con los ojos brillantes, y seguido sus párpados se transformaron en dos arcos cuando sonrió felizmente. 

—Gracias, Jungkook.  

Hechizado, el vampiro aceptó que definitivamente podría gustarle un humano. No debía ser normal el sentimiento que le llenaba cuando se trataba de Jimin. Parecía que la noche profunda de su mundo se estaba desvaneciendo y todo volvía a alumbrarse; gracias a él. 

Al pasar las semanas y así casi un nuevo mes, Jungkook comenzó a pensar que se había enamorado. ¿Pero cómo era que un vampiro podía enamorarse? Siguió siendo una cuestión recurrente en su mente que a veces, terminaba agobiándole, incluso si Seokjin continuaba diciéndole que "no pensara de más", era inevitable. Por lo que confundido, recurrió a un viejo colega que también logró sobrevivir a la guerra de vampiros y humanos y quién sabe a qué eventos más, un tipo solitario que vivía en una cabaña muy en lo profundo del bosque de un pueblo abandonado. Min Yoongi era un vampiro de más de mil años, uno de los pocos vampiros que conocía de tanta edad, y también con los que conversaba al menos una vez cada década; eso era porque encontrarlo no era tan sencillo.

Él se había encargado de aislarse de la nueva sociedad conformada en su mayoría por humanos, los cuales no le simpatizaban demasiado. En realidad, los repudiaba. Era un vampiro que también había perdido a su conexión a causa de aquel conflicto, y a pesar del tiempo que había transcurrido, el recuerdo permanecía fresco en su memoria. Aquello hacía que, continuara reprimido en la oscuridad. Aunque no era aflicción lo que sentía, más bien, era una enorme ira que si dejaba escapar, terminaría en su muerte; pero él como el vampiro puro que era, no se permitía morir. 

Cuando Jungkook se reunió con Yoongi y le habló de lo que le había sucedido con aquel humano, con una voz aburrida él le dijo:

—Supongo que tiene sentido, eres un híbrido al final de cuentas. Tal vez, solo tal vez, tu conexión era lo que tu parte vampírica necesitaba, sin embargo, ahora la parte humana es la que quiere esta clase de relación que se da entre humanos. Ya sabes, una de esas mierdas que ellos se inventan porque no pueden estar por su cuenta sin alguien más. Probablemente es lo normal en los vampiros como tú, pero no me creas del todo, solo estoy teorizando. 

—Pero me extraña porque nunca me había pasado —Jungkook le dijo sintiéndose avergonzado—. Hay muchas cosas que no entiendo, y a veces no sé cómo actuar. 

—¿Y qué me dices a mí? Mocoso tonto, ya sabes que no entiendo tus sentimientos humanos. Tú eres uno de los únicos cuatro vampiros híbridos que han existido, eres una especie que nadie comprende, ni siquiera yo siendo tan viejo —suspiró—. Deberías preguntarle a algún humano, probablemente ellos te entiendan mejor que yo. O podrías solo seguir pensando como tal y… hacer lo que tu corazón diga, así como dicen los humanos. No sé, no tengo corazón y además suena estúpido. 

—Mi corazón es medio extraño, no lo entiendo. 

—¡Por el diablo, Jeon Jungkook! Deja de buscar respuestas y solo vívelo, nadie más que tú puede saberlo. 

Y eso fue lo último y lo más significativo que Min le dijo. Porque habiendo escuchado palabras similares tanto de un humano como de un vampiro, solo le quedaba vivirlo y dejarlo fluir.

Entonces aceptó que se había enamorado de aquel humano rubio con voz de ángel. Él, un vampiro, un monstruo como muchos humanos le habían dicho, podía sentir amor. Y estaba agradecido con ese humano porque fue por él que tuvo nuevos momentos preciosos, después de un montón de largos días que siguieron y siguieron sin parar, al igual que las noches en vela que se sintieron tan solitarias.

Ahora lo tenía a él, a Park Jimin, a su lado cuando los recuerdos desastrosos de un lúgubre pasado se manifestaban a través de sus pesadillas algunas noches. Jimin que sin temor lo abrazaba con ternura y se atrevía a besarlo sin pensar en los colmillos que poseía. El humano que supo desde el principio que era un vampiro, y aún así, nunca le juzgó y siempre lo aceptó como tal. 

Se sentía feliz con él.

El otoño terminó y entró el invierno, Jimin y él estaban aún más cerca que antes. Jungkook no lo había pensado, no se le ocurrió en ningún momento decirle al humano que podía vivir con él si le apetecía, pero Seokjin era un entrometido como le solía decir, y él mismo le ofreció a Jimin vivir con ellos, puesto que tenían varias habitaciones de más. Sabía que Jimin no aceptaría estar ahí sin dar nada a cambio, así que le dijo que podía pagar alquiler cuando pudiera. 

Entonces prácticamente, Jimin y Jungkook vivían juntos. Al principio fue un poco raro comenzar a convivir de ese modo, pero ciertamente fue más cómodo, ya que solían verse seguido cuando Jungkook salía del trabajo y pasaba a ver a Jimin al parque. Sin embargo, estando en la misma casa, podían verse en cualquier momento y hacer diversas cosas juntos. Incluso, después de unas semanas se atrevieron a compartir la misma cama, algo que para Jimin no era incómodo, porque desde que recordaba había dormido en la misma habitación y hasta en la misma cama con los otros chicos en el orfanato. Pero para Jungkook sí que era algo nuevo y le costó acostumbrarse, aunque al final, disfrutó de tener al humano a su lado, sintiendo el calor de su cuerpo y sus extremidades apresándolo porque no podía dormir si no abrazaba algo. 

—¿Eres un humano o un calamar? —le preguntaba a Jimin. 

Él se reía y fortalecía su agarre alrededor del abdomen de Jungkook. Pegaba su frente a la espalda de Jeon y aspiraba su aroma.

—Lo que sea, pero no te soltaré porque eres mío —le decía. 

—Uh, ¿qué es ese actuar territorial de lobo? —Se giraba un poco para verle el rostro, sonriendo sin mostrar los dientes. 

—Más bien de vampiro, ¿adivina de quién lo aprendí? —Sonreía también y le besaba la mandíbula. 

Era inusual, distinto a lo que había experimentado, pero se sentía bien. 

A veces, cuando se encontraba solo en la penumbra de su habitación, Jungkook se preguntaba si aquello desaparecería, si al despertar todo resultaría ser solo un sueño. Dando vueltas y vueltas en su cama hasta por fin caer dormido, deseaba que los acontecimientos de los últimos meses duraran eternamente. Tenía tanto miedo, desde el fondo de su corazón, de que Jimin desapareciera como si nunca hubiera llegado a él. Sin embargo, después Jimin volvía a casa luego del trabajo, y se colaba en su habitación. Es entonces cuando Jungkook sentía tranquilidad nuevamente, la luz volvía a irrumpir en sus pensamientos oscuros y se desvanecían, porque ahí estaba él. 

Finalmente el invierno llegó a su fin y las flores coloridas brotaron, los árboles recuperaron las hojas perdidas en el otoño y el cielo celeste brilló tanto como el sol. Las aves retomaron sus cantos alegres ante la llegada de la primavera, los insectos volvieron a posarse sobre las plantas. Jungkook y Jimin permanecían el uno al lado del otro, sintiendo el cambio fresco de la nueva estación. 

Una mañana de abril, el viento sopló suave en la habitación de Jungkook. El sol ya había salido y resplandecía sobre el cielo, también se coló en la ventana y les iluminó la piel desnuda. Jimin fue quien despertó primero, aunque se quedó quieto en la cama, tratando de no moverse mucho porque el vampiro continuaba dormido abrazado a su cuerpo, enredando su pierna en las de Jimin y con la nariz respirando cerca de sus clavículas. Se refregó los ojos que ardían ligeramente por lo tarde que habían dormido la noche anterior, y luego bajó su vista hacia el pacífico rostro de Jungkook que descansaba tranquilamente. 

Tan inofensivo, que parecía como si no le hubiera besado con fuerza, y dejado aquellas marcas que tenía en el pecho cuando embestía duramente en su interior. 

Mordió su labio ocultando la sonrisa que se dibujaba en su boca al recordarlo. Definitivamente, estar con Jungkook era algo, pero se sentía feliz de haberlo conocido y tenerlo a su lado, porque así como él había cambiado la vida del vampiro, este también cambió la suya. 

Gracias a su apoyo, Jimin había conseguido un lugar mejor para trabajar. Había dejado aquellos bares ilegales en los que seguido terminaba herido por las peleas que solían darse entre los tipos que los frecuentaban, también dejó las calles donde se presentaba para ganar un poco de dinero, y donde a veces le robaban lo que ganaba. Pero continúo haciendo música, acompañado de la preciada guitarra que el vampiro le había regalado en su cumpleaños; así es como terminó llamando la atención de una disquera, con la que de hecho se reuniría ese mismo día. 

Antes de levantarse, contempló por unos minutos el rostro de Jungkook, acariciándole la piel tiernamente. No supo cuánto se ensimismó en aquellas facciones que continuaban luciendo jóvenes a pesar de que tenía ya demasiados años de edad, y los que le faltaban. No solía pensar en ello a menudo, pero se preguntó qué pasaría cuando él fuese ya lo suficientemente mayor como para tener arrugas en todo el cuerpo, ¿Jungkook continuaría a su lado? Algo en su semblante cambió repentinamente, dejando la sonrisa que se le había extendido y transformando el gesto feliz en uno preocupado. 

—¿Tengo algo en la cara?

El vampiro preguntó con la voz ronca, sus ojos cerrados. Jimin salió de sus pensamientos y sonrió poquito tratando de ocultar su intranquilidad. 

—Solo un cutis perfecto, y unos rasgos que lucirán más bellos cuando comiencen a endurecerse—le respondió acariciando sus mejillas con sus dedos. 

Jungkook abrió los ojos y lo miró, notando aquella expresión extraña en su rostro, con el ceño fruncido y la boca tratando de mantener esa sonrisa; los ojos angustiados.  

—¿En qué piensas? —preguntó observándolo detenidamente. 

—En que envejeceré más pronto que tú —dijo seria y directamente.

Jungkook suspiró y trazó pequeños círculos con su pulgar en el pómulo del humano.

—Y aún así, continuarás siendo precioso. 

—P-pero tú estarás lleno de vida por la eternidad…

—No realmente, no soy como los otros vampiros. Se supone que envejeceré algún día también gracias a mi parte humana —le recordó. 

—Y cuando eso suceda, yo…

—No lo digas. No lo pienses siquiera, te lo pido —lo cortó—. El futuro no es lo que sucede hoy, así que no me interesa. 

—Lamento arruinar la mañana. —Jimin se rió tristemente. 

—Está bien que compartas lo que sientes conmigo, pero sabes que yo sé perfectamente lo que quieres decir, y prefiero no pensarlo.

—Sí, lo sé, solo me siento un poco extraño. 

—¿Extraño en qué aspecto? —Frunció las cejas. 

—No te preocupes, no importa. Hoy es un día importante. —Sonrió nuevamente—. Debería prepararme para salir. 

—De acuerdo, sí —murmuró. 

—Tú duerme más, es tu día de descanso. —Jimin le besó la frente antes de separarse de él y encaminarse al baño. 

Jungkook era un vampiro híbrido, por eso, su cuerpo pedía descanso y sus ojos se cerraban por el sueño después de no dormir correctamente varias noches debido a su trabajo, y que cuando tuvo un pequeño tiempo para pasar junto a su humano, aceptó tener una larga noche de desvelo más. Que de hecho, había valido la pena, pues ya casi terminaba la canción que estaba escribiendo para él, y a la cual este mismo le ayudaba a crear un ritmo. Además de que, después de eso amó su cuerpo como no lo hacía hace semanas, hasta que cayeron rendidos. 

Sin embargo, a pesar de su agotamiento, quizá no debió permitirse continuar durmiendo. 

Tal vez, debió acompañar a Jimin ese día. 

Jungkook no había contemplado esa clase de situación. No imaginó que se encontraría viviendo algo como eso, pues la mayoría de veces prefería dejar que las cosas pasaran como fuesen a ser, sin interferir, sin pensar en el futuro; así lo había hecho desde que lo recordaba. No solía hacer planes antes de tiempo porque no había nada que él quisiera que pudiese cumplirse. 

Cuando vivía aún con su conexión, no pensaban en lo que pasaría al día siguiente, no podían hacerlo ya que no estaban seguros de si sobrevivirían o no. Después, al quedarse completamente solo, tampoco imaginó los próximos días. ¿Qué es lo que podría pensar que sucedería? No tenía ninguna idea, no podía saberlo. Si moría o continuaba viviendo, ¿qué importaba?, ¿acaso existía algo que hacer para que resultara distinto? 

No. Así era como funcionaba la vida, de ese modo algún ser omnipotente lo decidía. ¿Dios, quizá? ¿O era el diablo? Quien fuese, tenía el suficiente poder para decidir lo que sería de cada existencia vital. 

Por eso, cuando Jimin no volvió a casa aquel día, no supo cómo reaccionar, cómo actuar, incluso qué sentir. 

Principalmente porque, a pesar de que el humano no estaba ahí, él continuaba viéndolo, escuchándolo y sintiendo su toque. Tal vez, era un sucio juego de parte de su imaginación que aún no asimilaba que él no había vuelto. Pero estaba seguro de que era real, él nunca lo dejaba solo. 

La mayoría de los días fueron así, y quizá no habría vuelto a la realidad si tan solo su amigo no se hubiese metido. 

Ese día, Jungkook creyó estar felizmente sentado en el sofá, junto a Jimin, escuchándolo tocar y cantar una canción para él. Le había recordado lo mucho que le encantaba escucharlo, a lo que el humano sonrió tímidamente como solía hacer, y después le dijo que cantaría por siempre para él si así lo deseaba. Después le dio un beso, uno que duró varios segundos en los que sus labios hormigueaban ante el deleite de las caricias húmedas que se otorgaban. 

Para cuando Seokjin llegó, apresurado, preguntando si Jimin ya había regresado, pues cuando estaba al otro lado de la puerta escuchó a Jungkook hablar, él se esfumó. Así sucedió en varias ocasiones durante cuatro días, y en todas ellas, Seokjin le recordaba que Jimin no había aparecido, que aún seguían buscándolo. Porque Jungkook ni siquiera prestó atención a que el latido de su corazón que siempre parecía pedirle que se quedara a su lado, no estaba presente. 

Al quinto día, recibieron la llamada de una chica la cual decía ser hermana de Jimin, Jungkook podía recordar que él le habló algunas veces sobre ella. Dawon les dijo que el chico se encontraba en un hospital, pero que les había sido difícil llamar a familiares e incluso identificarlo debido a que era huérfano y vivió en el orfanato hasta ser mayor de edad. Sin embargo, ella sabía quién era, ya que crecieron juntos. Por eso se quedó a su lado en todo momento, esperando a que despertara del profundo sueño en el que estaba sumido; eso hasta que dio con los carteles de "se busca" que habían pegado por todos lados, lo que le facilitó contactar con ellos.

Era una situación que le pareció demasiado irreal, a él, quien vivió un infierno cuando la raza vampira y la humana se enfrentaron buscando eliminar a alguna de las dos. Ver a Jimin en ese luctuoso estado, fue algo que cayó sobre él y le oprimió con fuerza, dañándolo de forma inconmensurable. Jimin, su Jimin que había coloreado su mundo grisáceo, y era la razón por la que podía sonreír nuevamente, se encontraba inmóvil en una camilla de hospital. Sus ojos avellana que perdieron la tristeza hacía tiempo, se encontraban cerrados, descansando tranquilo sin saber que Jungkook se estaba desmoronando, y que él no llegaría por la noche para ahuyentar aquella sensación de que desaparecería de su vida. 

Afortunadamente, el Jimin que no era de sus ensoñaciones, vivía. Lo sabía gracias al latir audible de su corazón, frágil, pero que continuaba sonando como un llamado, como si quisiera que el vampiro se mantuviera a su lado; a pesar de que no parecía tener intenciones de despertar. De cualquier modo, Jungkook lo hizo, se quedó con él casi en todo momento, esperando a que él decidiera que ya había descansado lo suficiente, que ya era momento de volver. Pero los días pasaban y pasaban y eso no sucedía. 

Jeon se lamentaba, pensando en que, si fuese un vampiro puro, tal vez él podría ayudar a Jimin a despertar. Podría transformarlo, traerlo a la consciencia nuevamente, con la posibilidad de que ahora pudiesen estar juntos por la eternidad, sin complicaciones de este tipo. Pero una noche de las que pasó en el hospital con Jimin, tuvo una conversación con su ilusión. 

Jungkook se encontraba sentado en una silla incómoda, pero eso no era relevante cuando existía la posibilidad de que Jimin despertase cuando él estuviera presente. Sostenía su mano fría y pálida, observando su rostro sereno de ojos cerrados, evitando prestar atención a la figura sentada sobre la camilla a un costado. El vampiro quiso convencerse de que aquella imagen no era real, sin embargo, podía sentir su mirada fija sobre él; incluso pretendió que no le escuchó hablar cuando él le dijo que debería dormir un poco.  Aunque, no pudo ignorarlo por demasiado tiempo, porque la figura seguía siendo demasiado parecida a su Jimin, hablaba como él, y de hecho, su tacto se sentía idéntico. 

—Si realmente eres él, ¿por qué estás ahí y no despierto? ¿Qué sucedió? —preguntó—. Te manifiestas de este modo, pero no lo entiendo, no comprendo por qué me harías esto. 

La ilusión bajó la mirada y apretó los labios mientras observaba sus puños cerrados sobre sus piernas.

—Dime. ¿O es que acaso he sido demasiado malo, que me castigan con esto? Con tu imagen siguiéndome a todos lados como si todo estuviera bien, cuando nada lo está; porque no eres real —dijo mirándolo con la vista borrosa debido a las lágrimas que se acumularon en sus ojos. 

Jimin volvió a verlo y sus propios ojos volvían a notarse con esa carencia de felicidad en ellos; lucía tan afectado como el mismo Jungkook. 

—Voy a despertar, cariño, solo… espera, por favor —pidió en voz baja.

Entonces, las primeras lágrimas corrieron por las mejillas de Jungkook, su voz sonó entrecortada cuando dijo:

—¿Que espere? Estuve un siglo conmigo mismo, lamentando mi existencia y sintiendo que nada valía la pena, deseando que todo acabara de una vez; sin esperanza. Y cuando tú llegaste a mi vida, lo cambiaste todo. 

»Trajiste claridad con tu sola presencia, calidez cuando te sentía a mi lado, y esperanza cuando reías y cantabas. Esperé tantas noches solitarias y oscuras a que algo bueno me sucediera, y llegaste tú, mi tú, luz púrpura brillante. Sentí que el mundo podía terminarse, pero no importaría, pues estarías a mi lado; ahora mi mundo se está derrumbando, sin embargo, no estás aquí. ¿Qué debería hacer? Si solo soy una criatura que no fue hecha para ser feliz, si soy una maldición andante que, con solo su existir ya está pecando… ¿esta será la manera en la que Dios castiga a un monstruo? Es tan cruel… que puedo sentir un dolor enorme en todo mi ser.

Lloró con fuerza, mojándose todo el rostro y los dorsos de sus manos cuando trataba de detener su llanto. Sus hombros se agitaron ante cada gimoteo saliendo de lo profundo de su garganta. Jamás había llorado así, tampoco había hablado tan abiertamente de lo que sentía. Continuaba creyendo que gracias a Jimin, volvía a sentir. Así fueran sentimientos negativos, los sentía con fuerza como nunca antes; al igual que un humano. 

Entonces el Jimin irreal se acercó más a él y lo rodeó con sus delgados brazos, su mentón se apoyó sobre su hombro, y Jungkook aseguraría haber sentido lágrimas mojando su camisa, juraría que sintió un cosquilleo gracias a su respiración inestable cerca de su cuello. El vampiro fue capaz de sentir también la calidez que solo su humano podía transmitirle, y lo escuchó; el latido de su corazón llamándolo. Sonaba algo débil, pero ahí estaba. 

—Lo sé, sé que duele, lo lamento mucho —murmuró abrazándolo con fuerza—. Pero aún no me he ido, y no lo haré, mi vida… No temas, estoy aquí, solo espérame, te lo pido; aún estoy aquí.

—Te amo —Jungkook murmuró, confesando aquello por primera vez—. Te amo tanto que no sé qué hacer. 

Jimin se separó un poco solo para poder verle el rostro, sus dedos tersos se pasearon debajo de sus ojos, limpiando un poco de la humedad de sus lágrimas. Su propia mirada estaba cristalizada, pero le sonrió a pesar de, y acercó sus labios a su mejilla donde dejó un beso dulce antes de hablar, suave como un soplido del viento.

—Solo sigue adelante hasta que vuelva, por favor. 

Después de esa noche, la figura de Jimin no volvió a aparecer. Jungkook se mantuvo con la sensación de que realmente aquello había sucedido, y de algún modo, se había tranquilizado un poco. Decidió confiar en que su humano era fuerte, y que despertaría cuando se sintiera listo. 

Entonces, Jungkook siguió adelante. 

Fue algo trabajoso, porque era como un nuevo comienzo, pero decidió que daría todo de sí y se convertiría en alguien más brillante. Aún si el gris le empapaba, los momentos preciosos de lo que vivió con aquel humano aquellas cuatro estaciones que pasó a su lado, lo iluminaban cuando lo recordaba. No se dejó caer nuevamente como había sucedido hacía tanto tiempo atrás, incluso si la noche era demasiado oscura y solitaria, el calor que Jimin instaló en él continuaba ahí, en su pecho; siempre presente en su día a día. 

Trabajaba, iba a casa y hacía sus deberes para luego ir al hospital y pasar las tardes con el humano. Le hablaba, contándole lo que le había sucedido en el día, las novedades en la vida de Seokjin y la manera en que se humillaba de distinta manera tratando de conquistar al hombre que le gustaba, y sobre todo, se permitía expresarle su sentir. El vampiro se encargó de hablar por los dos, al menos, hasta que el humano volviera y fuese él quien hablara todo lo que quisiera. Pero por ese momento, Jungkook podía hacerlo. 

Al final, velar con la esperanza de que su novio abriera los ojos, valió la pena. Porque en el mes de mayo, una madrugada llena de estrellas que le hacían compañía a Jungkook, Park Jimin despertó. 

Jimin, el Jimin que se encontraba en la camilla, apretó sin mucha fuerza su mano y le dijo:

—Jungkook, te amo. 

El vampiro sintió su corazón brincar al ver sus ojos adormilados abiertos, observándolo del mismo modo que él lo hacía. Después, una leve sonrisa bailó en sus labios pálidos, y todas las luces en el mundo de Jungkook volvieron a teñirse de colores. El tiempo se volvió perfecto una vez más, como solo él podía transformarlo. 

Él mismo sonrió y sus ojos se aguaron de felicidad, se acercó a él rápidamente y le abrazó con cuidado, diciéndole cuánto le había extrañado. 

El humano no dijo mucho, estaba un poco desorientado después del tiempo que había pasado durmiendo, pero se encargó de sostener débilmente a un Jungkook frágil, tan frágil como nunca lo vio, ni siquiera cuando le habló sobre su pasado. Pero después de eso, no tuvo duda de que Jungkook también había cambiado su propio mundo, como él le recordó que había hecho. Le entregó todo su amor a pesar de que era un sentimiento que no conocía del todo, aceptó incondicionalmente cualquier cosa proveniente de él, sin importar si era simple. Lo escuchó y comprendió cuando estaba perdido, sin compañía, sin esperanza. Se quedó con él, aún sabiendo que su vida era tan delicada que podía morir en cualquier momento, que su juventud no era eterna, que sería difícil mantenerse juntos para siempre. 

A pesar de eso, no lo dejó jamás.  

—Estoy agradecido por estar a tu lado. 

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