
05 🐰
MY TIME
Escrito por: until3am
꒰ Yoonkook | drama, angst, romance ꒱
Jungkook y Yoongi crecieron con el mismo sueño, con los mismos anhelos y el mismo amor. Al final, llegaron a la meta pero con caminos diferentes, y en ese recorrido se perdieron el uno al otro, aún cuando seguían juntos. Jungkook cumplió su sueño de ser reconocido por su música, lo hizo por ambos. Todo estaba bien.
Pero el tiempo pasa y la vida sigue, ¿esa vida vale la pena? Esa vida donde no están juntos.
La luz de su celular era el único objeto que alumbraba la oscura y enorme habitación, botellas vacías de alcohol yacían en el suelo con paradero desconocido, su espalda ya estaba empezando a doler por estar tanto tiempo en contacto con el frío suelo, pero no tenía intenciones de moverse, aferrado a reproducir una y otra vez un viejo audio con aquella voz ronca y melódica mientras lágrimas traicioneras acompañaban el dolor en su corazón.
Había cometido muchos errores a lo largo del camino que, en su momento, pensaba que era la decisión correcta. Ahora, pequeños fragmentos puntiagudos de arrepentimiento atravesaban su mente y su corazón de la forma más dolorosa posible.
Un suspiro escapó de sus labios y casi sintió como el alma se desprendía de su cuerpo, queriendo atravesar aquellos interminables kilómetros que lo separaban de él y fundirse en un abrazo que lo hiciera sentir protegido. Sabía que eso no era posible, por lo cual, cerró los ojos y dejó que sus pensamientos fluyeran como un torbellino, haciéndolo sentir un sinfín de sensaciones. Entre la poca cordura que le quedaba en ese estado, pudo visualizar en sus recuerdos el momento exacto donde todo había comenzado.
Un sueño, una amistad, una oportunidad.
A los doce años Jungkook era un niño revoltoso con energía de sobra que le gustaba estar en movimiento. Sus padres aprovecharon esa hiperactividad para inscribirlo en diferentes actividades extracurriculares de las cuales se aburría rápidamente, pero hubo una en especial que perduró en el transcurso del tiempo: la música.
Recordó con tristeza como solía decir que la música para él era como su primer amor, un lugar en el que se sentía seguro y comprendido, cómo mediante esta sus sentimientos fluían de una manera mágica que lo envolvían en euforia.
Entonces, un día entre la suave melodía de un viejo piano conoció a Min Yoongi. Era dos años mayor y le apasionaba la música tanto como a él. Ese día se dio cuenta que se había equivocado al pensar que la música era su primer amor. Era tan fascinante como sus dedos se movían con gracia entre las incoloras teclas, a sus ojos era extraordinariamente talentoso y enseguida se enganchó a él como un patito bebé siguiendo a su madre, y a Yoongi nunca le desagradó aquello.
Su amistad se reforzó al pasar los años. Yoongi pensaba que Jungkook poseía un talento innato, Jungkook pensaba que Yoongi era un prodigio musical. Fantaseaban con la idea de ser grandes estrellas, Yoongi solía regalarle canciones que él mismo escribía para que cantara simplemente porque amaba escuchar su voz. Letras de canciones que aún tenía guardadas entre las páginas de un viejo libro en su estantería.
Cuando Jungkook tenía catorce años y Yoongi dieciséis, emprendieron un largo viaje hasta Seúl envueltos en la ilusión de cumplir sus sueños. Recordaba cómo los nervios aturdían su cuerpo, cómo por su cabeza pasó un deje de arrepentimiento y muchísimo miedo, sus manos estaban temblorosas y sudadas, pero aunque Yoongi estuviera igual o más nervioso que él, tomó su mano con fuerza regalándole el apoyo que necesitaba.
Estaba seguro de que la presencia de Yoongi en su vida era la calma emocional y positiva que necesitaba. Como una noche tormentosa siendo apaciguada por la calma de la mañana.
Yoongi dejó caer su cuerpo sobre el colchón y suspiró, cansado. Al ladear la cabeza vio a Jungkook recostado a su lado, su mirada estaba fija en el techo, sus labios curvados por una suave sonrisa. Aquél había sido un día ajetreado yendo de un lado al otro, siguiendo sus sueños. Sin embargo, aquella experiencia era mucho más agradable junto a Jungkook.
—¿En qué piensas?
Jungkook giró la cabeza, encontrándose con la mirada café de Yoongi. Sus mejillas estaban un poco rosadas por culpa de las incontables veces que tuvieron que correr aquel día.
—En todo esto —respondió y volvió la mirada al frente—. No hemos dejado de correr de un lado a otro, audicionando y cantando sin parar. ¿Te duelen las manos?
Ante aquella mención, Yoongi se observó las manos. No podía negar que sus dedos dolían por las interminables horas de tocar el piano pero, era una especie de dolor placentero. Una herida de guerra. Estaba haciendo lo que le gustaba y eso ya era consuelo suficiente para su dolor en las articulaciones.
—No —mintió y soltó una risita cuando Jungkook lo miró con los ojos entrecerrados—. Solo un poco, ¿bien?
—No me mientas, hyung. Te he visto masajear tus manos durante la noche.
—No te preocupes por eso. Ahora, de lo que debemos preocuparnos, es en tener nuestros teléfonos con máximo sonido.
Los ojos de Jungkook brillaron con ilusión y Yoongi se deleitó. Los ojos de Jungkook brillaban como una noche de verano, despejada y llena de preciosas estrellas.
—¿Crees que nos seleccionen? —inquirió el menor, ilusionado pero un poco temeroso.
Yoongi alzó la barbilla con falsa soberbia. —Serían unos completos idiotas si no lo hacen. Somos los mejores.
Una risa alegre y contagiosa brotó de los labios de Jungkook y Yoongi sintió su corazón revolotear sin cesar como el aleteo de las alas de un colibrí. A ninguno de los dos les importaba estar lejos de casa, porque ambos estaban siguiendo sus sueños. Juntos.
...
Los días transcurrían sintiéndose largos y pesados sin la llamada que tanto ansiaban recibir. La fecha de su regreso a casa les pisaba los talones haciendo que la espera fuera más tortuosa para ambos chicos, la negatividad empezó a taladrar la cabeza de Jungkook, sin embargo, Yoongi siempre estaba ahí para ahuyentar esas ideas y recordarle que era increíble. Pero cuando la llamada finalmente llegó, Jungkook fue el único en recibirla.
A pesar de todo, Yoongi nunca se separó de su lado, enterró sus sueños como si no fuera nada y se mudó a Seúl para apoyar a Jungkook en su entrenamiento. Sabía que no era feliz, pero en ese momento no lo había tomado en cuenta por estar viendo hacia la punta de su propia montaña.
Se arrepentía de no haberle dado a Yoongi la misma cantidad de apoyo que el mayor le dio sin siquiera pensar en sí mismo.
*
—Jungkook, quince minutos.
Podía escuchar el retumbar de la música chocando contra las cuatro paredes, los pasos descontrolados del staff que procuraban manejar todo a la perfección, el tiempo disminuyendo a su favor para poder hacer su brillante aparición en el enorme escenario que aguardaba su presencia. Pero todo eso pasaba a segundo plano al tener los suaves y deliciosos labios de Min Yoongi aventurarse entre los propios.
Se obligó a alejarse lo suficiente para poder formular una respuesta y aún sentir la calidez de su aliento.
—¡Ahora salgo! — aseguró lo que parecía ser una mentira al volver a cerrar los ojos y centrarse en los rosados labios.
Yoongi desvió el rostro con una media sonrisa.
—Creo que realmente deberías salir antes de que decidan abrir la puerta —opinó el mayor, su voz salió ahogada por el tiempo en que llevaban besándose.
—No lo harán, les dije que necesitaba hablar contigo en privado para calmar mis nervios.
—¿Calmar tus nervios hablando? —inquirió con un tono irónico mirando burlón al bulto del menor apoyado entre sus piernas—. No es tu mejor mentira.
Jungkook presionó más el cuerpo de Yoongi contra la mesa haciendo que instintivamente el mayor abrazara su cintura con sus piernas.
—No era del todo una mentira.
—Pues ahora tendrás que bajar eso en menos de quince minutos. —Señaló con la barbilla haciendo que Jungkook riera avergonzado.
Yoongi volvió a besarlo, ahora con más cariño, más inocencia, más delicadeza, dejando la tensión de lado para apreciar únicamente el latido de sus corazones al unísono.
—Estoy orgulloso de ti, bebé. —Acarició su mejilla con su pulgar, delineando cada facción del rostro de Jungkook con la delicadeza de un pincel sobre una hoja—. Vas a presentarte por primera vez con un público más grande, estás creciendo cada vez más.
El corazón de Jungkook se estremeció de la alegría, sus ojos brillaban reflejando miles de cosas que deseaba decir, pero no estaba seguro de cómo.
—Estoy cumpliendo el sueño por los dos.
Yoongi sonrió conmovido, pero en sus ojos destellaba una escondida tristeza.
—Lo estás haciendo de maravilla. —Tiró del cuello de su camisa para acercarlo nuevamente a sus labios, Jungkook se dejó llevar complacido, sintiéndose volar por el momento. El beso que comenzó cariñoso y delicado poco a poco se tornó caluroso y apasionado, esta vez siendo dirigido por Yoongi. Sus manos viajaron por lugares prohibidos, apretando más sus cuerpos, de un momento a otro Yoongi era el que acorralaba a Jungkook contra la mesa en un aura dominante—. Veamos qué podemos hacer en cinco minutos.
*
A pesar de haber pisado aquel escenario los días anteriores, ahora que estaba frente a cientos de personas, el lugar se sentía mucho más grande. Las luces violetas y blancas se movían alrededor del lugar, enfocando de vez en cuando a la multitud y chocando justo frente a sus ojos, deslumbrándolo. El ruido ahí era demasiado fuerte, no obstante, se veían opacados por el incesante golpeteo de su corazón que latía con rapidez contra su caja torácica. No quería arruinarlo, no quería arruinar aquella gran oportunidad, pero la ansiedad que sentía en ese momento le creaba escenarios falsos en su cabeza, engañándolo. Cerró los ojos y respiró profundo, recordando las palabras de Yoongi. Él estaba ahí, apoyándolo, sonriendo con orgullo y felicidad en el backstage y sin saber, le otorgaba aquella confianza que en ese momento él tanto necesitaba.
Se relamió los labios y sonrió, avanzando y quedando frente al micrófono, observando los rostros de aquellas personas que habían asistido aquella noche a verlo. A él.
Yoongi se sentía desbordar del orgullo y emoción, Jungkook se veía tan etéreo, irreal, casi podía sentirse en un sueño por lo magnífico de su presencia.
—Ese chico es bastante llamativo, ¿no crees?— comentó alguien del staff, Yoongi no pudo evitar poner atención a la conversación.
—¡Te lo dije! Es el nuevo favorito del jefe.
—¡Es muy guapo! Tiene veinticuatro, pero ya parece toda una estrella —habló con entusiasmo.
—¡Lo será! Se ha preparado mucho desde el debut, he escuchado rumores de una colaboración importante que elevará su fama.
Aunque no podía verlas directamente por estar dándoles la espalda podía imaginar sus expresiones de admiración, o así prefería pensarlo, porque para él, Jungkook merecía ser alabado y mucho más.
—Si no es que con esta presentación ya hizo suficiente, el público está loco por él.
Yoongi sonrió complacido, permitiéndose sentirse engreído por los logros de su novio.
—Uff, eso es solo más trabajo para nosotros. —Suspiró con agotamiento la desconocida. Por el rabillo del ojo notó como ambas miraban a su dirección y cuchicheaban algo, una de ellas sacudió la cabeza en negación haciéndolo sentir incómodo. Se concentró en los ágiles movimientos de Jungkook en el escenario para ignorarlas hasta que un toque en su hombro lo hizo volver—. Disculpa, ¿quién eres? —Yoongi quedó desconcertado por la pregunta pero antes de poder responder la chica volvió a hablar—. No está permitido que el público entre a esta parte del escenario.
—Soy... —dudó un poco— amigo de Jungkook.
Amigo, amigo, amigo.
Las chicas lo miraron con desconfianza y se dio cuenta que no tenía manera de probar que decía la verdad.
—No se preocupe, sunbaenim— intervino un chico del staff que estaba seguro de haberlo visto antes—. Lo vi llegar con el señor Jeon, dice la verdad.
Las chicas lo dejaron pasar, sin antes advertirle que necesitaba un pase backstage. Antes las presentaciones de Jungkook eran más pequeñas, más sencillas, nunca había necesitado demostrar quién era y qué hacía ahí, podía ser algo pequeño, pero lo hizo sentir inquieto.
Porque sabía que no pertenecía a ese lugar.
*
Así mismo como habían estado hablando las chicas del staff, la fama de Jungkook empezó a ascender extraordinariamente, era más reconocido en la industria y por ende tenía más trabajo.
Ya les era difícil mantener su relación en secreto, pero ahora que la atención del público y la empresa estaba sobre el menor, su relación se vio afectada. Llegó un punto en el que era difícil siquiera cruzarse, Jungkook en un momento estaba grabando un programa de variedades, daba entrevistas o practicaba hasta altas horas de la noche sus nuevas coreografías.
Estaba sumergido en mucho estrés y Yoongi, como siempre, lo apoyó. En la soledad de su habitación siempre esperaba por él.
—Hyung, mañana llegaré a Seúl, a penas aterrice iré a casa y te abrazaré hasta que los brazos se me adormezcan —expresó Jungkook risueño, su voz sonaba lejana a través de la llamada, suponía que mientras hablaban el menor seguía trabajando.
—Espero que cumplas tu promesa porque te he extrañado mucho. —Suspiró haciendo un lento paseo con los dedos por las sábanas vacías.
—Claro, he esperado por eso desde hace semanas —declaró ansioso—. ¡He estado preparando la presentación! ¡Será en un estadio más grande y asistirán muchas celebridades!
—Tú ya eres una celebridad.
—Es extraño escucharlo, ¿verdad? —rio. Yoongi se imaginó la expresión de felicidad en su rostro, como el brillo de sus ojos danzaría alegre—. Ni siquiera tengo tiempo para festejar.
—Todo tiene sus consecuencias, supongo que lo pasamos por alto cuando decidimos mudarnos aquí.
—Sí, creo que lo sabía, pero no pensé que mi mayor consecuencia era tenerte lejos de mí.
Por un momento se sintió aliviado de que solo fuera una llamada telefónica porque estaba seguro de que el menor se burlaría del rubor en sus mejillas.
—¿Ya nos vamos a poner sentimentales? Ni siquiera has llegado.
Jungkook soltó una risita.
—Ah, Yoongi hyung. Ni te imaginas las ganas que tengo de agarrarte y no soltarte nunca más, y no podrás quejarte, eh, ya aceptaste.
—Bebé, nunca podría quejarme.
Hubo ruido del otro lado de la línea, escuchó como alguien más le decía algo a Jungkook, intentó descifrar que decía, pero no tuvo muchos resultados.
—Tengo que dejarte, a Woobin le saldrán canas verdes si me atraso un minuto más.
—Soy tu mayor, y además tu manager, ¿dónde quedó el respeto, Jeon?— escuchó ahora con más claridad, no sonaba muy contento.
Aun así, Jungkook lo ignoró.
—Hablamos luego, hyung.
Después de aquella llamada no supo más del menor, ya se estaba acostumbrando a sus desapariciones repentinas y ansiaba que finalmente estas desaparecieran cuando Jungkook volviera al siguiente día. Por lo que muy emocionado se encargó de preparar una muy ordenada cena acompañado del vino más caro que tenía y las velas aromáticas favoritas de ambos. Quería sorprenderlo, que esa noche, aunque fuera por un minuto fuera solo de ambos, alejados de la realidad y solo fundiéndose en su amor.
Pero la burbuja explotó agresivamente cuando después de casi un día entero sin saber de él le avisara que no podrían verse ese día debido a un imprevisto, pero le prometía verse el fin de semana en la presentación.
Yoongi pensaba que eso estaba bien, lo comprendía, así era su trabajo y sabía que no era su culpa, pero algo dentro de él no lo sentía correcto.
*
Era asfixiante la cantidad de personas que atestaba el lugar. Esa noche Jungkook no era la única estrella en presentarse por lo que el revuelo era una locura, más grande de lo que Yoongi había visto hasta el momento y eso le proporcionó una sensación agridulce en el pecho.
Se dirigió a la puerta que Jungkook le había indicado pero antes de poder entrar un guardia lo tomó bruscamente de su chaqueta haciéndolo retroceder, el hombre era por mucho más alto que él y su porte expresaba en letras gigantes "no te metas conmigo" por lo que Yoongi se tragó las malas palabras que rasguñaban en su garganta.
—¿Su pase? —demandó el hombre.
El maldito pase lo había olvidado de nuevo. Se sentía como un estúpido por no haberlo previsto, ese evento no era para nada comparado como los que solía asistir y un pase era lo mínimo que necesitaba.
—Me están esperando dentro —barboteo sin saber que decir.
El hombre no respondió, mantuvo su expresión rígida sin moverse ni un milímetro. Reconoció que no había cosa que dijera que pudiera hacerlo creer en sus palabras, bufó y optó por llamar a Jungkook, pero como era de esperarse no respondió.
Ninguna de sus llamadas.
—No puede permanecer aquí, si no tiene pase o entrada, le pido por las buenas que se retire —dictaminó el sujeto.
No quería irse, no quería fallarle a Jungkook, pero la amenaza era clara, por lo que aguantando sus emociones tormentosas dio media vuelta y desapareció entre la multitud.
*
Jungkook no dejaba de mover sus piernas recibiendo varios regaños de la estilista, estaba ansioso. No sabía nada de Yoongi, su mánager le quitaba el teléfono en cada presentación para evitar posibles distracciones, estaba incomunicado, para esa hora ya debía haber llegado, pero no fue así. Estaba muy preocupado.
¿Estaría enojado por no haber podido ir a verlo el otro día? No lo creía, Yoongi no era así. Él nunca había faltado a una presentación suya.
Pero entonces no se explicaba porque no apareció esa vez.
¿No había querido ir?
El pensamiento lo asustó, pero no le quedo mucho tiempo para pensarlo porque ya era hora de salir al escenario. Tenía la esperanza de verlo en el público, gritando su nombre, sonriendo para él, cantando las canciones que ambos se habían esforzado en escribir, pero solo estaba lleno de caras desconocidas interpretando el amor que Yoongi solía darle.
Fingió una sonrisa, porque después de todo era parte de su trabajo, el show debía continuar. Cantó, saltó y drenó toda su energía mientras entretenía a su público, que no se imaginaba el desespero que tenía por salir corriendo a los brazos de su novio.
*
La brecha empezó a profundizarse cuando al llegar a casa derrotado e impotente se encontró un peculiar artículo en internet que exponía alegremente un encuentro de Jeon Jungkook con una ídol que desconocía, la foto fue tomada el mismo día que llegó a Seúl, el artículo rezaba "la pareja del momento". Entonces Yoongi entendió cuál fue el real imprevisto misterioso que impidió su encuentro después de semanas sin verse.
Todas las cosas que calló, todas las cosas que aguantó, todas las cosas que dejó pasar finalmente estaban llegando a su límite.
Yoongi se cruzó de brazos y siguió paseándose por la habitación, inquieto y ausente. En cualquier momento llegaría Jungkook y no se sentía preparado para hablar con él. Sus pensamientos no lo estaban ayudando, pasaban del enojo a la tristeza, de la tristeza a la decepción y de la decepción a la culpa. Frustrado, pasó sus manos por su cabello despeinándolo, se sentó en el sillón más pequeño de la sala mirando a la nada, envuelto en sus pensamientos.
Estaba en Seúl, completamente solo. A Yoongi nunca le había molestado estar solo, sin embargo, ahora estaba solo y se sentía solo. Incluso cuando acompañaba a Jungkook a la agencia, se sentía ausente. Ya no quería seguir sintiéndose de esa manera.
Una hora y media más tarde, escuchó la puerta siendo abierta desde el exterior. Miró en aquella dirección, encontrándose con Jungkook quien ingresaba, con una media sonrisa dibujada en los labios. Lucía inseguro.
Jungkook se tragó la alegría que sentía de ver a Yoongi al notar la expresión desolada que tenía, supo enseguida que las cosas no estaban bien. Así que, se adentró sin dudarlo, sabiendo que Yoongi lo necesitaba.
—Hola, ¿qué pasa, hyung?
Los primeros minutos el silencio fue su única respuesta. Tomó asiento a su lado, mirándolo con atención y esperó pacientemente a que Yoongi comenzara a hablar; así como Yoongi había estado para él todo ese tiempo, era momento de devolverle un poco de preocupación.
—Me siento tan solo... —confesó finalmente, mirando sus manos. No se veía capaz de mirar a la cara a Jungkook porque sabía que, si lo hacía, no podría decir lo que realmente pensaba y sentía—. Estoy siendo el espectador de mi propia vida en estos momentos. Siento que me he perdido a mí mismo.
Jungkook lo escuchaba en silencio. La voz de Yoongi se oía tan afligida que le apretaba el corazón de una forma dolorosa.
—Nos hemos distanciado demasiado este último tiempo y siento que ya nada es igual.
—Si lo dices por mi agenda, puedo decirle a Woobin hyung que me libere un poco de mis actividades para estar más tiempo juntos, Yoonie.
El mayor sacudió la cabeza, negando. Alzó la mirada, ambos par de ojos reflejaban tristeza y aflicción.
—No se trata de eso —lo corrigió con calma, una calma que no sentía porque lo único que quería era abrazarlo y llorar hasta deshacer el nudo que apretaba en su pecho—. Ambos hemos tomado caminos diferentes, Koo. Tú debes enfocarte en lo que realmente importa: tu carrera. Has conseguido la oportunidad que tanto estábamos buscando, no puedes desperdiciarla. Naciste para brillar, yo no puedo seguir opacándote.
—¿Qué estás diciendo? ¿Por qué piensas eso? —Jungkook se acercó un poco más y tomó las manos del mayor, percatándose que temblaban—. No digas eso, hyung. Tú no has hecho otra cosa más que apoyarme y yo no podría estar más agradecido contigo.
—Exactamente. He estado tan preocupado de todo esto que me he perdido a mí mismo en el camino, Koo. Necesito encontrarme —confesó. Estaba cuidando mucho sus palabras porque lo que menos quería era que él se sintiera recriminado—. Quiero que ambos seamos felices.
El corazón de Jungkook se estremeció. Estaba entendiendo, ya sabía a dónde quería llegar Yoongi.
—¿No eres feliz conmigo?
Yoongi sonrió con tristeza. —Los mejores años de mi vida los he pasado a tu lado, Jungkook. Por supuesto que soy feliz a tu lado.
—¿Entonces por qué estás diciéndome esto? Quieres... —Su garganta se apretó, no quería pronunciar aquellas palabras.
—Quiero volver a casa.
Un puchero curvó los labios del más joven, las pequeñas gotas de agua salada escaparon de sus ojos, deslizándose por sus mejillas. Yoongi alzó sus manos y acarició las mejillas del chico, esparciendo la humedad en ellas.
—No llores, amor —susurró, acariciando su rostro. Sus ojos brillaban con un cariño infinito y una tristeza abrumadora—. No apagues el lindo brillo de tus ojos con esta tristeza.
—No te vayas, hyung, por favor —le rogó—. No te alejes de mí. No me apartes de ti.
—Oye, yo seguiré junto a ti en todo momento. Sabes que siempre estaré aquí, apoyándote. Siempre tendrás mi corazón.
A ese punto, Jungkook ya no pudo seguir conteniendo el llanto y lloró entre los brazos del único chico del cual se había enamorado, su primer amor. El mayor le sobaba la espalda con amabilidad, manteniéndose fuerte por los dos. En ese momento, Jeon Jungkook odiaba ser una figura pública, odiaba todo lo que estaba haciendo y lo que había conseguido y sólo quería volver a esos años donde lo único que le preocupaba era llegar a sus clases de música para encontrarse con Yoongi, sentado en el mismo viejo piano, esperándolo. Yoongi siempre lo había esperado.
—Aunque no me veas, siempre estaré aquí para apoyarte y sostenerte —murmuró Yoongi contra su oído, estaba realmente enamorado de él pero, sabía que si quería dejar de sentirse miserable debía dar un paso al lado por esa vez—. Nunca voy a dejarte y esperaré ansioso el día en que nos podamos volver a ver.
*
Jungkook soltó un bufido y siguió jugando con el lápiz, haciéndolo rodar sobre la pulcra mesa en la oficina de su mánager mientras escuchaba hablar sin parar al hombre. Su espalda le dolía por haber estado sentado en aquella posición incómoda por más de una hora, pero sentía que, si se movía, aunque fuera un sólo centímetro, Woobin saltaría sobre él para arrancarle la cabeza. Porque estaba enojado, oh, mucho más que enojado. Los escándalos que había cometido las últimas semanas habían llegado a sus oídos y se había vuelto loco diciéndole una y otra vez que aquello no ayudaba a mejorar la imagen en deterioro que estaba reflejando y que su comportamiento infringía varias —por no decir muchas— cláusulas de su contrato.
—Jungkook, ¿me estás escuchando? —preguntó el hombre, siendo ignorado olímpicamente. Soltó un pequeño gruñido antes de chocar la palma de sus manos contra la mesa, creando un ruido sordo entre las cuatro paredes de su oficina. Jungkook saltó sobre la silla y lo miró asustado—. Te pregunté si me estás escuchando.
¿Qué hacía? ¿Le mentía?
—No, lo siento, ¿qué decías? —reconoció finalmente, dejando de lado el lápiz para colocar real atención a lo que le estaban diciendo.
Woobin se acercó y cuando llegó a su lado, inclinó un poco su cuerpo para mirarlo fijo a los ojos, para que de esa manera Jungkook se diera cuenta que hablaba muy en serio.
—Escúchame, Jeon Jungkook. Tienes que parar toda esta actitud rebelde porque estás poniendo en peligro todos nuestros años de esfuerzo. Cada semana hay un escándalo nuevo, tu rostro aparece en todos los portales de Internet, tu nombre es titular en los periódicos y los descalificativos que utiliza la gente contigo crecen y crecen. O paras ahora mismo y te centras una vez más en tu carrera o esperas a que el jefe rompa tu contrato y vuelvas a rogar por una oportunidad en la calle.
Debía reconocer que últimamente su actitud estaba saliéndose de control. Las salidas nocturnas, el consumo de bebidas y sustancias ilícitas, su amistad con idols problemáticos y la cantidad de dinero despilfarrado estaba llamando mucho la atención, y no era para nada positivo. Su último escándalo había sido conducir ebrio en la madrugada y haber chocado contra un taxi, la empresa tuvo que encargarse de cubrir los daños, pero no pasó desapercibido para la prensa.
Su vida se estaba saliendo de control desde hacía tres meses, justo el tiempo exacto que Min Yoongi se había ido.
—¿No vas a decir nada? —preguntó el hombre y al no obtener respuesta, soltó una risita incrédula, sacudiendo la cabeza—. Es increíble. Sabía que era una mala señal que te empezaras a juntar con aquel grupito, si ya estaba aliviado con que Min Yoongi se fuera, ahora todo...
—¿Que dijiste? —escupió el muchacho, sin importarle estar interrumpiendo a alguien mayor. El silencio fue sepulcral y aquello hizo que pensara vagamente en que quizás imaginó haber oído el nombre de su amigo—. ¿Podrías repetir lo que dijiste? Me pareció escuchar el nombre de Yoongi y...
La expresión en el rostro de su mánager ensombreció y a Jungkook no le costó nada asimilar todo lo que estaba sucediendo. Él sabía que desde que había comenzado a entrenar en la agencia para debutar, las posibilidades de verse con Yoongi habían disminuido mucho, no obstante, los últimos meses que estuvieron juntos hubo un cambio en el mayor que Jungkook no detectó. Hasta ese momento.
—¿Qué hiciste? —lo tuteó, dejando de lado todo el formalismo. Estaba enfadado y confundido.
El hombre frente a él soltó el aire que había contenido en sus pulmones. No podía seguir tapando el sol con un dedo. Era hora de reconocer lo que había hecho.
—Yo le pedí a Min Yoongi que se alejara de ti.
Aquella información cayó como un balde de agua fría sobre los hombros de Jungkook.
—¿Qué?
—No me mires de esa manera —reprendió Woobin—. Sabes que fue lo mejor.
—¿Qué? —repitió el chico, mirándolo de forma incrédula—. ¿Cuándo hiciste eso?
—Hace un par de meses atrás. Cuando él estaba a tu alrededor en los ensayos, en vestuario o en el mismo escenario, cometías muchos errores, te equivocabas en cosas absurdas, cosas que hacías perfectamente bien cuando él no estaba. Quitarte el móvil y ajustar tu agenda no servía de mucho cuando él conseguía la manera de llegar hasta aquí.
Los labios de Jungkook estaban entreabiertos, su rostro era bañado por una expresión recelosa. Recordó las últimas veces que él y Yoongi hicieron hasta lo imposible por verse, pero no lo conseguían, siempre había un evento nuevo al que asistir, un ensayo más que realizar, una grabación que corregir. Había estado tan absorto en su propio mundo, disfrutando de su sueño que no les tomó atención a los detalles. Rio bajo, recordando aquella vez cuando se dio cuenta que al único que Woobin le quitaba el móvil era a él. Sin duda fue demasiado estúpido.
—¿Por qué lo hiciste? —Jeon Jungkook espetó, exigiendo una explicación—. ¡¿Por qué?!
—¡Lo hice por tu bien! Lo único que él hacía era desconcentrarte. No era un apoyo en absoluto, sólo buscaba colgarse de tu fama.
Los puños de Jungkook se apretaron. —Estás mintiendo.
—¿Yo? —Woobin se apuntó con su dedo y rio—. Por supuesto que no, Jungkook. Él no pudo debutar como tú y lo único que le quedó fue conformarse con las migajas de ser el amigo del idol.
—¡Estás mintiendo! —Los ojos de Jungkook empezaban a llenarse de lágrimas por la impotencia. Se sentía herido, traicionado, físicamente enfermo. Y la única persona que podría consolarlo en ese momento estaba a kilómetros de distancia—. Él nunca haría algo como eso. Ha sido mi mejor amigo desde que era niño, siempre me ha apoyado y ha estado conmigo. Yoongi no merece que te refieras a él de esa manera.
El mánager soltó un suspiro y se frotó las sienes, agotado con esa situación. La mala conducta de Jungkook le estaba colmando la paciencia.
—Escúchame: no te he citado a esta reunión para que hablemos de tu tonto amigo. Estamos aquí para hablar de tu futuro. Con tu actitud estás echando a perder todo el trabajo que hicimos durante años. ¿Es que no lo entiendes?
—Lo único que entiendo es que me has defraudado. Aquella vez, cuando mis padres estuvieron en esta oficina para firmar el contrato, les dijiste que siempre te ibas a preocupar por mí, que yo estaba en buenas manos, que ellos no debían preocuparse de nada.
—Y eso es lo que he hecho todo este tiempo.
—Apartando a la única persona que mantenía mis pies en la tierra, por supuesto.
—¡Él era una distracción para ti! —gruñó el hombre, golpeando por segunda vez la mesa con sus manos—. ¡Deja ya de hablar de eso y enfócate en lo importante! ¡Estás arruinando tu carrera!
Jungkook abrió la boca, pero las palabras se detuvieron en su garganta. Quería decir muchas cosas, sin embargo, ninguna de ellas era algo agradable. No pensaba con claridad, y Woobin lo único que hacía era seguir presionándolo.
Lo observó por largos minutos, intentando calmarse, pero conforme los minutos pasaban, su mente seguía nublada. Necesitaba respirar.
—Necesito tomar aire —avisó.
Se encaminó hasta la puerta, pero sus pies se detuvieron, su mano quedó congelada en la manilla cuando oyó la voz de su mánager.
—Deja de huir de tus problemas y compórtate como lo que eres: un adulto —recomendó el hombre. Jungkook abrió la puerta—. Si sales por esa puerta, todas tus actividades quedarán pausadas hasta nuevo aviso y mañana haremos una conferencia de prensa.
El estómago se le revolvió. Respiró profundo y lo miró por sobre su hombro.
Pensó en Min Yoongi. Cómo lo ayudaba a levantar cuando el peso de su cuerpo era demasiado para él después de un largo día de entrenamiento, cómo sus dedos jugaban con su cabello al quedarse dormido sobre su pecho, cómo sonreía entre los besos mañaneros, cómo dejaba pequeñas notas de ánimo entre las letras de sus canciones, cómo después de cada presentación lo abrazaba con cariño y le susurraba al oído un "lo has hecho increíble", cómo había renunciado a su vida personal para encontrar un trabajo que le permitiera estar más cerca de él. Cómo todo eso ya no lo tenía.
No podía llamarlo. No podía tocarlo. Eso lo estaba volviendo loco.
Presionó la manilla entre sus dedos con fuerza y tomó una decisión.
—Entonces dile a la prensa que Jeon Jungkook entrará en hiatus.
Cerró la puerta de golpe haciendo que los gritos de Woobin quedaran encerrados en aquellas cuatro paredes. Ya no le importaba nada, en ese momento no había límite de tiempo para ir en busca del amor de su vida.
¡Gracias por leer! Recuerda pasarte por el perfil de la autora ♡♡♡
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