04
Mina se levantó de la cama algo confundida al no encontrar a Nayeon a su lado, normalmente siempre se despertaba antes que ella.
Y es que si Nayeon se levantaba temprano, significaba que tenía hambre.
Se encaminó a la cocina donde, en efecto, encontró a la castaña buscando algo en el refrigerador. Estaba de puntillas, intentando alcanzar el cartón de leche que estaba en la última repisa. Junto a sus pies se encontraba Kookeu, moviendo frenéticamente su colita.
—¿Bebé?
—¿Uhm? —se enderezó y volteó a ver a Mina. —¡Buenos días, Mimi!— le mostró una gran sonrisa.
—¿Tienes hambre, cariño?
—No. —el rugido de su estómago la delató —Bueno, un poco. Voy al supermercado, Minari, no hay nada aquí.— sus labios se abultaron formando un adorable puchero.
—Te acompaño.
—No es necesario, ni siquiera te has duchado.— dijo mientras se dirigía hacia la barra, donde estaba un bote con dinero en efectivo. —Y tengo muuucha hambre.
—Pero…
—No te preocupes, no tardo.— fue a la puerta principal.
Mina la seguía con la mirada mientras Kookeu iba tras ella.
—Kookeu, bebito precioso. Voy a la tienda, tú quédate con Minari. Adiós Kookeu.— se arrodilló y dejó un beso en la naricita del pequeño para después salir por la puerta.
Mina se quedó observando la puerta un momento, se había ido sin siquiera despedirse de ella, sin embargo, Kookeu había tenido el placer de recibir un besito.
—Oh, casi lo olvido.
Nayeon volvió a entrar por la puerta y la pelinegra sonrió feliz.
—Mis llaves.— y salió de nuevo.
Mina suspiró y se sentó en el sofá, mientras tanto, Kookeu se mantuvo frente a la puerta con la cabeza ligeramente ladeada, esperando que Nayeon entrara nuevamente.
—Oye, no te quedes ahí. Va a regresar en un rato.— Kookeu comenzó a chillar mientras colocaba sus patitas en la puerta. —No te pongas así, no va a tardar. — chilló más alto mientras comenzaba a rascar la puerta.
Mina se levantó, tomó a Kookeu entre sus brazos y lo llevó al sofá, dejándolo en su regazo. —Yo también lo extraño, ya deja de llorar.—, sin embargo, el pequeño no dejaba de ver la puerta. — hey, ¿crees que puedas dejarlo conmigo un rato? — Kookeu por fin giró su cabecita a Mina, mientras esta dejaba caricias en sus orejitas. —Solo un ratito, no pido mucho...— el perro se trepó con cuidado al pecho de la azabache, y estirando su cuerpecito, comenzó a lamer la barbilla de esta. —¿Eso es un no? —rio— debo estar loca, le estoy hablando al cachorro de mi novia.
━━━ 🎀 ━━━
Después de unos treinta minutos, Nayeon llegó con varias bolsas de supermercado que dejó sobre la mesita de centro.
Una enorme sonrisa apareció en su rostro al ver a Kookeu dormido sobre el abdomen de Mina, que también estaba dormida en el sofá. Se arrodilló para ver de cerca el rostro de su novia.
—Te quiero, Mina.— susurró y besó los labios entreabiertos de la azabache.
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