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55. Un fallido intento


Formaban un semicírculo en torno a él, muchos no pudieron contener la respiración de lo que se aproximaba.

Querían palabras firmes salieran de su boca, que alumbrara la oscuridad de la desesperación dentro de sus mentes.

Anhelaban por toda la existencia, que solo una palabra de parte de él...

Les diera ese sentimiento nulo de luz que se estaba viendo opacado entre todo el abismo inconmensurable de oscuridad.

Y ese era la esperanza.

Habían escapado por poco de la muerte en una ocasión anterior, gracias a Mimo.

Él fue el que, con escasos recursos, ideó un plan tan ingenioso que los libró de la aniquilación segura.

Así que, si las circunstancias eran básicamente las mismas, debía tener otro plan.

¿No es así?

¿No era así?

La respuesta para esas dudas...

Era un rotundo no.

-¡¡Hemos perdido!!

La esperanza es una actitud o un estado de ánimo que combina el realismo con el optimismo.

La convicción de que es posible un cambio positivo y la disposición a establecer y perseguir un objetivo para lograrlo.

Pero ese concepto no tenía cabida en este caso.

Esto no era un cuento de hadas o de ciencia ficción, donde el protagonista, a pesar de enfrentarse a enormes adversidades, consigue el tan aclamado final: "Y vivieron felices para siempre".

Esto era la realidad.

Y en esta realidad, no había personajes principales. Solo víctimas de una derrota aplastante.

-... ¡!

Las palabras llegaron a Mimo, que tenía la cara de asombro. En ese instante, la realidad le cayó encima como una losa, y la luz de la esperanza se fue en la oscuridad de la desesperación.

Habló rápido y despacio a la vez, tratando de convencerlos:

-Solo necesitamos un último esfuerzo... Ya sé dónde está la base principal.

En el fondo, sabía que eso era solo una mentira para él mismo.

Quería engañarse, quería olvidar que todo se había ido al traste.

Pero, al decirlo en voz alta, sonaba a tonterías, a cosas sin sentido.

Nadie podía creer lo que decía.

La variante, furiosa, se le plantó delante.

-¿Un último esfuerzo? ¿¡Un último esfuerzo!? ¿¡Cómo puedes pedirnos un "último esfuerzo"!?

El olor a metal le irritó las narices a Mimo, pero él no mostró ninguna emoción en su cara.

Solo se quedó callado ante el grito desesperado.

-¡Mira a tu alrededor! Éramos muchos... ¡Muchos! ¡¡Y ahora solo quedamos 29!! ¡Mientras los demás morían! ¿Dónde estabas tú?

El brazo de la variante, tenso de rabia, se alzó en un gesto de impotencia y cólera.

-... Me atraparon.

-¿Atraparon?

La palabra "atraparon" retumbó en el aire como una piedra en su pecho. Su cara, antes serena y segura. Ahora mostraba emociones confusas.

¿Cómo era posible que él, de todos los que estaban ahí, cayera en algo tan simple como una "trampa"?

Tratando de calmarse, Mimo siguió.

-Corrupted se coló en la seguridad de la base, se hizo pasar por un prisionero y...

-¿¡Y nos decías que estábamos a salvo!?

Aunque su pánico le hacía parecer muy molesto, Mimo entendió que esa era la reacción más normal de todas.

Si era así, desde el principio, nunca estuvieron a salvo en ningún sitio.

Con Mimo o sin Mimo, daba lo mismo. Nunca estuvieron a salvo.

Por más que lo intentara, los ojos de Mimo no pudieron evitar que se fijaran en el escenario.

La base, antes un refugio seguro, ahora parecía un símbolo de la derrota. Cada rincón, cada sombra, llevaba consigo el recuerdo de vidas perdidas y promesas rotas.

-...

Había restos de vehículos militares, armas, espadas, armamentos de todo tipo y varios árboles caídos.

Había marcas de garras en la tierra, y la destrucción y los restos de la rebelión se veían por todas partes.

Había charcos de sangre por todas partes, que confirmaban los hechos que había temido, en ese lugar arrasado por la guerra, había olas de destrucción y devastación.

El campo de batalla estaba lleno de los cuerpos de Kazuma Satou y sus amigos, que habían caído en la lucha contra un enemigo implacable.

Mimo se sentía culpable y atrapado por la situación.

Había defraudado la confianza y la fe que le habían dado, y todo se había derrumbado como un castillo de arena ante la fuerza de los hechos.

Ninja llevaba sobre su hombro a la aturdida Kazumi, que no podía creer lo que había pasado.

Escudo estaba sentado en una colina de tierra, con una expresión de frustración y devastación.

Psíquico estaba callado y con la mirada vacía, observando en silencio la escena.

Arquero estaba de rodillas, con el pelo cubriéndole la cara.

Espadachín estaba apoyado en su espada, con muchas heridas sangrantes.

Vampiro estaba tirado a un lado, con el cuerpo quemado por haber quedado atrapado en las llamas de Druida.

Heraldo estaba arreglando el zapato de su Eris, que seguía curando a los heridos en silencio, sin intervenir en la conversación.

Y por último, Komezuma. La más joven de todos.

No había participado en la batalla, pero apenas podía mantenerse en pie con su débil cuerpo, apoyándose en el viejo bastón de Sage.

-¿Qué estás pensando ahora mismo? ¿No puedes ponerte en nuestro lugar?

No podía contestarle. No encontraba palabras para expresar el torbellino de emociones que lo invadían.

Aunque no mostraba dudas ni emociones en su rostro, por dentro se sentía roto como cristales.

¿Qué sabían ellos de su tipo? ¿Qué sabía Mimo de lo que había sufrido? Esa pregunta, aunque pareciera tonta, tenía un gran significado para él.

-Para ustedes, solo somos números, piezas desechables en su "gran juego".

-... Samura-

-¡Mi nombre es Kazuma...! Kazuma Satou.

No pudo terminar de decir lo que parecía ser el nombre, porque fue interrumpido bruscamente.

La variante, con rabia y sin miedo a lo que le pasara, dijo:

-Y no voy a permitir que me sigan llamando por un apodo. Me puedes llamar Kazuma 02 o Kazuma 03, ¡pero eso no cambia nada!

Quería dejar claro que no era un simple número, que tenía una identidad, una historia, una vida.

Ya no tenía más aguante, no podía más, no podía soportarlo más tiempo.

Esta invasión y estas muertes habían llenado el vaso de su paciencia en esta guerra.

-Solo nos ven como estadísticas, números en una ecuación... ¡Carne de cañón para esta maldita masacre!

Ese grito resonó en todo el lugar y también en la mente de cada uno de los Vanguardistas, que empezaron a sentir el peso de sus palabras.

¿De verdad creyeron que podían ganar esta batalla desde el principio?

Si era así, las muertes de muchos habían sido en vano.

Después de todo, como dijo Mimo:

"No importa".

Y Mimo estaba a punto de confirmarlo.

-...El plan es el siguiente.

-¿¡Qué!?

Muchos de ellos se asustaron por esas palabras.

Como si nada hubiera pasado, sin mostrar ningún tacto, Mimo siguió:

-Con tiempo, podemos infiltrarnos y robar los planos de su base, solo tenemos que...

-¡Ya basta, Mimo!

Entre la gente que lo rodeaba, se oyó la voz de Ninja.

-¿Ninja...?

Más confundida que sorprendida, Kazumi estaba paralizada.

Pero Ninja, ignorando la pregunta de la chica a su lado, continuó hablando.

-En el tiempo que no estuviste aquí, tratamos de contenerlos, ¿y para qué? ¿Para una misión suicida?

Mimo se quedó callado, con una mirada sombría que se fue apagando con el paso de los segundos.

-Es peor no hacer nada.

-Por mi diosa, ¿has perdido el juicio? ¡Ellos nos superan por mucho! Ven, Eris-sama, díselo tú también.

Sorprendentemente, Heraldo no pudo aguantarse más y fue otro de los que tomaron acción.

-¿Eh?

Eris, desconcertada porque Heraldo la había arrancado de su tarea, fue llevada frente a Mimo.

Mimo la observó por un par de segundos, tal vez con nostalgia al pensar en su propia Eris, pero no era momento de que esos recuerdos invadieran su mente.

Eris, con amargura, recordó lo que había visto desde lejos en la batalla y dijo:

-... Muchos de los que están con Corrupted... Son tan fuertes como un dios superior, o incluso más. El más débil de ellos podría igualarme a mí, que soy una deidad menor.

Además de la tecnología de la AVT que usaban, cada variante que estaba con Corrupted tenía un arsenal tan destructivo que podía destruir cientos de civilizaciones enteras.

[-Si le das un gran poder a un niño, no sabrá qué hacer con él.]

Los humanos se corrompen cuando tienen poder.

Empiezan con buenas intenciones, pero luego las olvidan.

Solo les importa su propio beneficio y placer.

El poder los cambia.

Para bien o para mal.

Y Mimo era un ejemplo de eso. Si no fuera por ciertas "condiciones" en su vida, su personalidad sería muy diferente hoy.

-... Hay que intentarlo.

Esa fue la débil respuesta de Mimo, que apenas se escuchó entre el ruido de los demás. Su voz temblaba y su mirada se perdía en el vacío.

-... ¿Intentar? ¡Mimo, entiende!

Ninja se agarró a los hombros de Mimo, muchos de los que estaban cerca pensaron que Ninja iba a suicidarse al intentar pegarle.

-No puedes pensar que ahora tenemos alguna posibilidad, nosotros somos humanos... ¡¡Ellos son dioses!! ¡Incluso más allá que eso! Ya ni siquiera estoy al tanto de la maldita y ridícula escala de poder.

La conciencia de Mimo se empezó a nublar mientras Ninja lo sacudía por el cuello de su gabardina.

'No me miren así...'

Sintió un nudo en la garganta. Sintió un ardor en los ojos. Sintió una impotencia en el corazón.

'Yo no pedí esto...'

No quería estar ahí. Esto superaba con creces lo que podía aguantar.

¿De verdad quería hacer eso? ¿Quería seguir luchando contra Corrupted, a pesar de lo que sus ojos le mostraban?

Empezó a dudar. Dudar de sí mismo, de sus acciones, de sus palabras, y hasta de su propia existencia.

Quizás si hubiera sido más rápido...

Quizás si hubiera sido más fuerte...

Quizás si hubiera tenido más talento...

Quizás si hubiera sabido liderar...

Quizás si...

Quizás si pudiera desaparecer.

-¡Hay gente que todavía nos espera en casa!

-... Y hay otros que los hemos perdido por culpa de seguir tus órdenes.

Ante esa voz de total aspereza, varios se voltearon a ver quién había hablado, y vieron a Escudo con la marca del pecado activa.

Muchos de los que estaban ahí, temieron lo peor y se empezaron a alejar.

-Sé que esto no cambiará nada. Sé que esto no borrará nada... Pero quiero matar a Pimp, a Nazi, a todos esos malditos...

Sus puños se apretaron tanto que se clavó las uñas en la carne. La sangre brotó de sus heridas y cayó al suelo. Su respiración se aceleró y su corazón latió con furia.

La marca de la ira en su brazo izquierdo se iluminó más, como si fuera a explotar.

Pero luego se apagó.

Como una vela que se apaga al soplar.

-Pero hay que ser realistas.

Su voz se apagó, bajó lentamente la cabeza y soltó los hombros.

La expresión de furia en su rostro se convirtió en una de total desilusión.

-Ya no hay nada que podamos hacer.

En sus ojos, Mimo nunca los vio a todos como seres humanos, trataba de ocultarse tras ese gran muro de variantes intentando arduamente darle solución a este problema.

Pero al final, fueron reducidos a peones, números en una estadística.

Números que iban creciendo y decayendo a lo largo de su batalla, el número de reclutados, el número de fallecidos, al final, no importaban, no tenían relevancia.

Su puño se convirtió en una auténtica roca impenetrable, incapaz de mostrar ninguna emoción.

-¿No vas a decir nada después de todo?

La primera variante que lo había reprendido fue el primero en lanzar esa pregunta acusatoria. Su voz se hizo más ronca y temblorosa, comenzó a impacientarse, comprobando qué él tenía razón.

Racionalizando las cosas de esa forma, dar luto a sus muertes no tenía verdadero significado.

Porque si Mimo podía soportar por su cuenta todo esto, entonces el sentimentalismo dejado en un mundo desaparecido no quedaría en la memoria de nadie.

Los fallecidos fueron borrados de la existencia, así sin más.

Es por eso, que por ser el responsable. Mimo no tenía nada que expresar o alegar en su defensa.

Tampoco los sobrevivientes deseaban en lo absoluto en ser testigos de esta horrible conclusión.

-¿¡Cómo mierdas permites que nos pase esto en primer lugar!? ¿¡No sientes algo por los que te rodean!?

La variante no pudo soportarlo más y con espada en alto cargó hacia Mimo con la intención de cortarlo.

No podía soportar más la actitud de Mimo, su silencio, su indiferencia.

CLANK*

La filosa y plateada espada de la variante golpeó sin piedad el cuerpo de Mimo.

-¡!

CRACK*

Pero su intento fue inútil. Al chocar su espada contra el rostro de Mimo, la hoja se quebró en dos y cayó al suelo.

Era como si hubiera golpeado un muro de hierro.

La variante quedó paralizada, la espada maldita Gram de su mundo se había hecho añicos.

Mimo no hizo nada, solo lo miró con una mirada vacía.

Conteniendo el aliento, un tormento silencioso lo invadió.

No lo mostró.

No expresó ira o desconcierto ante el ataque traicionero de ese hombre.

Si escondiera en su corazón su responsabilidad por haber dejado una masiva cantidad de aliados, y avanzara temiendo solo sus remordimientos, probablemente sería una bendición.

Pero entonces, él consideró si se perdonase a sí mismo por hacer eso, y concluyó que no podría.

Entendía las emociones que desbordaban todos.

El dolor y la impotencia de la imposibilidad de cambiar el destino de ese momento.

Él querer volver atrás en el tiempo o pulsar un simple botón de reinicio para empezar de nuevo y fingir que nada de eso había ocurrido.

Pero sabía que no era posible.

No era así, definitivamente no podía ser así.

Entendía todo ese peso de emociones negativas que se acumulaban contra él.

Su mirada, vacía y carente de toda emoción, reflejaba el gran peso que ha tenido que cargar durante tanto tiempo.

No era un estado mental ni pesimista ni proactivo el que llevó a Mimo hasta aquí.

Era de un peso que nadie poseía conocimiento y tampoco debían saber.

-S... Si todo terminó...

Komezuma, apoyándose en su bastón, alzó la voz.

-No tiene sentido que nos quedemos aquí.

Su tono era firme y directo. Tenía razón.

¿Para qué seguir luchando en una batalla que estaba perdida de antemano? La diferencia de poder entre ellos y el enemigo era abismal.

Ellos eran simples humanos, mientras que el otro bando estaba formado por variantes con la fuerza de dioses.

Era demasiado injusto.

Tan injusto que parecía imposible.

Sin ganas de seguir discutiendo con Mimo, que seguía empeñado en su plan suicida, varios de los presentes pulsaron sus relojes.

BIZUM*

De repente, se abrieron varias puertas a diferentes universos a su alrededor.

-... ¿Qué haces?

Kazumi, con dudas, vio cómo Ninja se acercaba a ella y le ofrecía su mano con una sonrisa triste.

-... Quiero aprovechar el tiempo que nos queda.

-Ninja...

Si habían perdido esta batalla, al menos podían pasar las horas, los días, o quizás los años, con sus seres queridos. Quizás así podrían olvidar el horror de la guerra, al menos por un momento.

Nadie sabía qué pasaría si Corrupted tomaba el control total del multiverso. Tal vez sería el fin de todo lo que conocían y amaban.

Uno tras otro, casi todos se dieron la vuelta y caminaron hacia las puertas. Algunos se despidieron con un gesto, otros con una palabra, y otros con un silencio.

-...

Mimo solo pudo ver las espaldas de todos, cómo se iban, cómo lo dejaban, cómo huían.

No...

No podía culparlos.

Después de todo, si estuviera en su lugar, él también haría lo mismo. Él también querría escapar de esa pesadilla.

Ninja y Kazumi, cogidos de la mano, atravesaron el portal sin mirar atrás. Tal vez su próximo destino sería un universo donde puedan convivir tranquilamente, sin tener que preocuparse por la guerra.

-Gracias por todo.

Eris, mostrando sus modales de deidad, hizo una reverencia a Mimo y siguió a Heraldo a su universo de origen.

*Suspiro*

-Qué asco de recuerdos...

Arquero solo soltó un bufido, y entró en su portal. ¿Cómo podría vivir con tantas muertes encima de sus hombros? En ese momento, no tenía la respuesta. Pero algo se le ocurriría.

Siguiendo su ejemplo, Escudo, Vampiro, Archiduque y los que ya se habían curado, se alejaron y cruzaron el portal. Cada uno tenía su propio mundo, donde podían pasar el "tiempo" a su manera.

Espadachín avanzaba por el camino, absorto en sus propios dilemas.

¿Cómo podía seguir adelante como si nada hubiera pasado? Sabía que era una ilusión, una forma de escapar de la realidad. ¿Pero qué otra opción le quedaba?

-Uh... Claro, los demonios.

Se recordó a sí mismo el motivo de su viaje. Era uno de los Kazuma más débiles, y su destino no había cambiado al atravesar el portal. Solo había cambiado el escenario.

Aún tenía muchos asuntos pendientes, y la verdad era que no le importaba mucho dónde los resolviera.

Flashes de los recuerdos de las innumerables víctimas de Pimp asaltaron su mente, el terror que les infundió, el caos que sembró en sus almas era indescriptible.

Pero nuevamente esa pregunta le asaltó en su cabeza.

¿Qué podía hacer él?

-Maldita sea.

Con una última maldición, Espadachín cruzó hacia su universo.

-...

Los rayos y las bifurcaciones temporales frente a Psíquico eran como un telón que lo esperaba al otro lado.

Era su única salida, su única esperanza de volver a una vida normal. Pero también era su mayor arrepentimiento.

Él giró la cabeza por un momento y vio la silueta de Mimo, que solo miraba al vacío. Su rostro no mostraba ninguna emoción, pero sus ojos reflejaban un profundo vacío.

'Yo...'

Las piernas de Psíquico temblaron, como si le hubieran salido raíces. Le costó dar el siguiente paso hacia el portal.

-¿Estás bien?

Al oír la voz de Komezuma a su lado, Psíquico levantó la vista y se dio cuenta de que el portal de su mundo y el de la niña estaban juntos.

-... Bien.

Komezuma no sonrió, ni hizo sus típicos comentarios sarcásticos de niña. Ella también estaba afectada por lo que había pasado, aunque no lo demostrara.

-Yo... Ten una buena vida, ¿sí?

-... ¿?

-Solo digo, que si las acciones de hoy te dan paz por las noches... No tienes por qué pensar mucho en ello.

El comentario de Komezuma no le afectó a Psíquico, su expresión de confusión se hizo más evidente.

-Bueno, soy solo una niña, claro. Con los recuerdos y conocimientos de un anciano... No sé qué tanto me afecte, trataré de no darle importancia.

-Importancia...

-Bueno, solo quería decir eso... Sí que me espera buena bronca, adiós.

La niña se lanzó al portal sin mirar atrás, y desapareció en un instante.

'¿Qué pasaría sí me quedo...?'

-Un infierno, seguramente...

Susurró, y se adentró en el portal.

Cuando estuvo completamente solo...

-...

Todo era silencio y desolación en lo que antes era la base de los Vanguardistas.

No había señales de vida, ni siquiera los árboles creados por el jutsu de Ninja resistían la destrucción.

Mimo estaba de pie en medio de ese escenario, sin fuerzas para expresar su dolor.

CRACK*

Unas piedras se desprendieron de un montón de escombros, y un ruido lo sacó de su trance.

Ribit*

Mimo bajó la mirada confusa, y vio a una ranita familiar.

-... ¿Salazar?

-¡Mimooooooo...!

Una voz aguda se fue acercando desde lejos.

'... ¿Cómo es posible?'

Sapo, sucio y cansado, llegó corriendo hasta Mimo, jadeando.

-Ha... Ha... Sigues vivo... ¡Qué bien, aún podemos ganar! ...

Sapo luego miro a los lados confundido.

-¿Eh?, ¿Dónde están los demás?

Mimo lo miró con incredulidad. ¿Cómo había sobrevivido ese tipo?

Pero no le duró mucho la sorpresa, y solo murmuró con la mirada apagada.

-Todos... se han ido... todo... se ha acabado...

-No...

Sapo bajó la cabeza con tristeza. Era verdad.

Todos sus compañeros habían desaparecido.

Los Vanguardistas ya no existían.

Todo su esfuerzo había sido inútil.

Pero entonces, algo se encendió en su interior. Una chispa de esperanza, de ilusión.

-¡No, no, no! ¡No digas eso, Mimo! ¡No todo está perdido! ¡Aún podemos hacer algo!

La mirada de incredulidad volvió a él, y empezó a explicar.

-¡Mira! Aunque no quede nadie más, estoy yo. ¿Qué te parece? ¡Podemos viajar por los universos, conocer nuevas variantes! Y seguro que se nos ocurre algo.

El optimismo, al igual que la esperanza, es la actitud y el ánimo que espera lo mejor y lo más positivo de todo.

Mimo le tendió la mano a Sapo y le dio uno de los dispositivos de viaje temporal.

-¡Venga, amigo! ¡No te cortes! ¡Dime que sí! Yo también tengo miedo, ¡Pero seguro que podemos hacer algo! ¿eh? ¿Qué es...?

BIZUM*

Un portal se abrió detrás de Sapo y antes de que pudiera entender lo que pasaba...

Tap*

-Haz lo que quieras.

BISHUM!

Mimo empujó a Sapo al portal y este desapareció al instante.

Ahora sí estaba completamente solo.

Solo en ese mundo arrasado.

Solo en ese mundo que ya no le importaba.




***




https://youtu.be/6RMB_2YzvfQ

Mimo se sentía envuelto en la desolación, su soledad era un eco vacío que le atormentaba la mente. La brisa gélida, la única superviviente de la batalla, le acariciaba el rostro entre las ruinas de la derrota.

"¿Qué necesitas ahora, Kazuma?"

La imagen de una ex mejor amiga se le apareció en su mente.

-¿Qué es... lo que necesito?

Pero el peso de la realidad lo aplastó.

-¿¡Qué es lo que necesito!?

Y la impotencia explotó en un grito de desesperación.

PRAAASH*

Golpeó el suelo con furia, abriendo un cráter que parecía su fosa.

-¡¡QUIERO MORIRME!!

Otro golpe retumbó, acompañado por lágrimas que brotaban como un manantial descontrolado. Entre sollozos.

-¡¡NO PEDÍ SER ESTO!!

Nunca quiso cargar con las vidas de tantos, nunca quiso ser el líder de una resistencia, nunca se sintió preparado para ser un líder nato.

Mientras se enfrentaba a los problemas de su mundo, y a los conflictos de esta guerra entre variantes, todo eso se acumulaba en la mente de Mimo cada día.

-¡¿Por qué... yo?! ¡¿Por qué recae sobre mis hombros esta carga insoportable?! ¿¡Por qué!? ¿¡Por qué!?

Cada palabra era un gemido sofocado, pronunciado con la angustia de un alma que se sentía perdida en un laberinto sin salida.

-¡¿Acaso merezco este castigo?! ¡¿QUÉ MIERDA HICE PARA AGUANTAR ESTO?!

El eco de su voz se diluía en la inmensidad del paisaje desolado, como un lamento que nadie más podía escuchar.

Las lágrimas seguían cayendo a raudales de su rostro, trazando un largo camino en su dolor interno.

-J-jamás pedí esto... Ni siquiera pedí tener estos poderes... ¿Por qué yo...? ¿Por qué yo...?

'No puedo... No puedo... Ya no puedo... No puedo soportarlo más... Ya... Basta... No más... No más... Por favor... Solo alguien... Alguien...'

Era como un niño pequeño atrapado en la oscuridad de sus temores, él se revolvía en esos escombros y suciedad sin querer alzar la vista.

-¡¡NO QUIERO ESTAR SOLO!!

Un nuevo grito salió de su garganta, como un clamor desgarrador.

-¡¡NO QUIERO SER UN HÉROE!!

Otra sacudida sacudió el suelo, como una explosión de rabia.

-¡¡NO QUIERO ESTA GUERRA!!

Un último estallido rompió el silencio, como una súplica desesperada.

-¡¡NO QUIERO ESTA VIDA!!

Sus dedos se clavaron en la tierra queriendo excavar su propia tumba.

-¡YO SOY EL UNICO...! ¡¡SOLO YO DEBO MORIR!!

Sus ojos gotearon lagrimas de dolor.

-¡JUSTO AQUI! ¡POR FAVOR! ¡¡SOLO QUIERO MORIR JUSTO AHORA!!

Entonces otro silencio sacudió la atmosfera, como sí los gritos habrían sido silenciados de forma abrupta.

Solo se escuchó el viento.

-¡¡¡MIERDAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!

Y ese último grito desgarró de forma ahogada la repentina calma.

Las lágrimas no pararon, rompiéndose en un llanto desgarrador.

Pues nadie mas que el supo la carga, pues su poder lo maldijo.

La autoridad le permitió ver más allá de todo lo que se lograba ver o sentir, pudiendo percibir todo por su naturaleza empática.

Mimo había sentido todo el sufrimiento de cada variante viva o muerto que yacio en el piso.

En ese momento, su mente ya no pudo más.

El corazón de Mimo estaba al límite...

-Solo... Solo me quiero morir... Por favor...

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