Segunda Temporada: Eris-sama.
Yo, no sabía que debía hacer en estos momentos, no podía creer que Eris-sama ya no existiera después de unos minutos. Todo lo que había hecho hasta ahora al final fue solo en vano.
Elisa había ganado en este retorcido juego que ella había creado, logro quitarme la persona que más me importa y a ella logro quitarle su ser.
Ahora debía regresar al mundo de los mortales con mi fracaso hundido por siempre en mis pensamientos.
En cierto sentido, envidio el hecho de que todos hayan olvidado la antigua realidad, así no tendrían que sufrir como lo estoy haciendo ahora… al final no tengo más opción que darme por vencido.
Espera un maldito momento, claro que hay una opción, hay una salida, siempre la hay… esa cosa, esa manzana es lo que provoca todo esto, Elisa no quería que la tocará porque eso arruinaría sus planes… pues que crees, pienso arruinar tus planes.
Sin pensarlo lance a un lado a Elisa y corri hacia el borde de la cama, justo en donde estaba esa manzana.
–¡Espera, Kazuma!
Grito Elisa justo antes de que la tomara…
Justo después de tocar la manzana había perdido el conocimiento, cuando abrí los ojos me encontraba mirando a una pequeña Eris, con una mirada sería y apagada mientras forzaba una sonrisa falsa.
–Una diosa siempre debe sonreír.
Dijo mientras continuaba viéndome… aunque, ahora que lo pienso ¿por qué ella está a mi misa altura? ¿Y porque la imagen frente a mi se ve tan extraña?
Intentaba mover mi cabeza, mi cuerpo, incluso mi mirada, pero nada, continuaba viendo a la pequeña Eris sonriendo a lo que parecía ser un espejo, y la razón del porque yo la veía… era porque estaba en los recuerdos de Eris.
–Yo soy Eris, la diosa de la suerte… Eris, una diosa.
Miro a sus pequeñas manos mientras su rostro perdía todo rastro de emoción. Era como si el poco entusiasmo que mostraba haya sido robado en segundos.
–Yo… ¿quien soy realmente?
Mientras decía eso, imágenes de una Elisa más joven se mostraron en mi cabeza, era en lo que pensaba Eris en ese momento. Podía verlo, ella dudaba de su existencia, dudaba en ser llamada Eris cuando Elisa era la verdadera.
Mire muchos recuerdos de Eris, el como era tratada por su padre como un simple objeto, un juguete perfecto que no mostraba ni el más mínimo sentimiento negativo, o positivo.
Sentía la tristeza de Eris al recibir las miradas juzgadoras de los demás dioses, viendola con reselo, riéndose de lo que era, alejándola de ellos.
En todo el tiempo Eris mostraba aquella misma expresión apagada en su rostro, excepto en algunas ocasiones.
Cuando ella veía a Elisa, cuando hablaba con ella sentía que alguien por fin la veía como alguien real, al fin pudo sonreír mientras conversaba con ella, mostraba sus sentimientos sin importarle lo que le dijeran… ella realmente la quería.
Lo último que ví en sus recuerdos… fue a mi, la vez que la conocí y la forma de pensar que tenía sobre mi.
Estaba molesta conmigo, y no la culpo, en aquella ocasión robe su ropa interior…, pero ese enojo no duró mucho, ví cuando nos volvimos amigos, las misiones como ladrones que cumplimos… nuestra primera cita y lo mal que terminó, todas las veces que fuimos interrumpidos… nuestro primer beso, nuestra primera vez, ví todo de nuevo.
Ella se veía feliz al estar conmigo…, pero aún ocultaba un dolor en su interior, algo que no la dejaba sonreír como cuando estaba con su hermana… la culpa la invadió… ya veo, así que por eso nunca dijiste nada Eris. Tranquila, ahora sé que hacer.
Tras visitar los recuerdos de Eris desperté nuevamente en aquel cuarto de antes, la manzana había caído al suelo y continuaba rodando por el suelo… así que no ha pasado mucho tiempo desde que la tomé.
–Y-yo, ¿en dónde estoy?
Aún estaba un poco desorientado por haber regresado de golpe. Elisa se acercó a mi molesta y me tiro una bofetada antes de gritar molesta.
–¡Te dije que no la tocaras, pudiste haber perdido tu cordura! En verdad, tuviste suerte de haberla soltado antes de que el daño sea irreparable.
Aún estaba un poco atónito por la bofetada, pero fue eso mismo lo que me hizo recordar lo que había visto hace unos momentos.
Sin dudarlo, le regrese la bofetada a Elisa con más fuerza, ella tan solo me vio sin decir nada, tan solo unos pequeños balbuceos salían de su boca.
–¡Escucha lo que estoy por decirte, sin importar lo que hagas no dejaras de ser la diosa de la mala suerte, incluso si intercambiarán lugar con Eris eso no cambiaría!
–Tu… ¡¿Cómo puedes saber eso?! ¡En primer lugar no sabes nada sobre los dioses, eres solo un mortal que tuvo suerte con una diosa, un idiota que ni siquiera sabe que es un juguete desechable para su novia!
–¡Claro que lo entiendo, lo entiendo todo! Y te equivocas, ¡yo no soy un simple juguete para Eris!
–Hmph, sabía que no ibas a decir nada serio, a ti solo te importa tu situación. ¿Quieres seguir saliendo con una diosa? ¿Por eso es que querias salvar a Eris? Pues es tu día de suerte, yo saldré contigo si eso es lo que buscas.
Elisa decís mientras se burlaba de mí, está chica no parece que vaya a tomarme en cuenta ni en serio hasta que le diga lo que Eris me mostró…, pero no es tiempo para eso aún.
–No, a mi no me importa si Eris es una diosa o una simple ladrona, yo solo la quiero a ella, nadie podrá remplazarla… en especial tu.
Apunté molesto hacía ella mientras apretaba con fuerza el borde de mi camisa con mi otra mano, la respuesta de ella fue simplemente sonreír de forma burlona.
–¿Acaso crees que no entiendo lo que quieres decirme? ¿Acaso crees que no soy apta para ser la nueva Eris? Déjame corregirte, yo soy la verdadera Eris, así que solo estoy volviendo a lo que era antes.
–Puedes tomar su nombre o lo que quieras, pero jamás serás la verdadera Eris, tu siempre serás Elisa, la diosa de la mala suerte y la persona que acabo con la suerte del mundo entero.
–¡Guarda silencio, sere la diosa de la buena suerte, al fin dejaré de causar destrozos con mi mera presencia! ¡¡Y al fin seré aceptada por mi padre!!…
Elisa cubrió su boca tras lo que dijo, de cierta forma sabía que diría eso.
–Y-yo, yo…
Ella estaba demasiado apenada como para hablar, me miraba a los ojos incluso cuando las lágrimas comenzaban a escurrirse por su rostro.
Ahora podía entender un poco mejor lo que sucedía, sabía que debía hacer, pero no sabía cómo hacerlo exactamente, sí no decía las palabras correctas en estos momentos entonces todo habrá sido en vano otra vez, pero si digo lo correcto puede que está locura termine… dios, que forma tan cliché de terminar.
–Elisa… ¿Acaso sabes porque das mala suerte?
Decidí ir por un punto neutro, y de esta forma también podía saber que decir en la frase rematante.
–Jeje, es algo obvio… mi padre decidió quitarme mi poder de buena suerte y se lo dió todo a Eris.
–¿Estás segura? Yo creo que jamás te quitaron tu suerte, tu misma la provocas.
–Claro, como si fuera a creerte lo que digas, maldito mentiroso. ¡Tu solo dirás lo que te conviene para salvar a tu querida Eris!
En estos momentos todo iba mal, Elisa estaba realmente molesta mientras lloraba desconsoladamente.
Debía mejorar esto de alguna forma antes de que empeore y Elisa simplemente decida irse. Solo ella podía detener lo que le estaba haciendo a Eris, así que no había más opción que usar eso.
–Sabes, cuando toque la manzana ví cosas muy extrañas.
–……
Ella guardo total silencio mientras me ignoraba, seguía molesta por lo que había dicho antes. Yo tan solo continúe.
–Vi los recuerdos de Eris, y entendí lo que me dijiste sobre su sonrisa.
–Je, y ahora quieres presumir como eres el único que saca su sonrisa verdadera, ¿no?
–No, porque incluso conmigo jamás sonrió tan radiante que cuando estaba contigo.
–¿Eh?
Parecía finalmente haber llamado su atención. Se había quedado completamente atónita tras lo que dije, pero intento negarlo casi al instante.
–N-no, esta es otra de tus sucias mentiras, ¡no caeré en eso, también soy la diosa de las mentiras!
–No miento… yo creo que Eris de cierta forma lo sabía, sabía que tú eras la verdadera y que era solo una parte de ti…, es por eso que contigo sentía que podía ser ella misma y no la muñeca que su padre quería que fueras… ella quería ser como tú.
–¡Cállate, cállate cállatecállate, no hables más de tus sucias mentiras, no quiero escucharlas!
–Elisa… en el fondo sabes que digo la verdad.
Elisa no dejaba de temblar mientras lloraba descontrolademente, se tiró al suelo mientras se abrazaba a ella misma y gritaba "perdón" una y otra vez, esto duró unos minutos.
Al final ella termino recostada en mi hombro de cierta forma, sentí como detuvo a la manza, por lo que ahora no corría peligro Eris… al final si logré salvarla.
–Kazuma, sabes, en el fondo yo sabía que jamás perdí mi buena suerte…, es solo que, después de todo lo malo que me ha pasado comencé a creer que yo era la de la mala suerte… eso hasta que te conocí a ti.
Esto parecía una escena romántico, sin contar el hecho de que era la hermana de mi novia y de que mi novia estaba acostada en la cama justo detrás de nosotros, además de que está chica era mi enemiga hace unos minutos.
–Creo que ahora entiendo porque Eris se enamoró de ti, eres un buen chico.
Beso mi mejilla tras lo que dijo, obligandome a retroceder asustado, pensando en que Eris podía despertar y ver esa escena…, pero no lo hizo.
–Eris, aún no despierta.
–Sí, puede que tarde… la manzana absorbió mucho de su poder y tratara en devolverlo… solo me preguntó, si podrá perdonarme por lo que hice.
–… No puedo confirmarte que lo hará de inmediato, pero puede que llegue a hacerlo algún día.
Ambos solo esperábamos a qué despertará, nerviosos por lo que pudiera pasar.
.
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Realmente no sé cuánto tiempo paso, unas horas o unos simples minutos, solo sé que espere a que ella despertará.
Tan solo escuche sus quejidos y me levanté del suelo, fue directamente a dónde ella estaba mientras se movía de forma incómoda… al fin estaba despertando.
Abriendo sus ojos lentamente, haciéndome sufrir por cada segundo que pasaba, tan solo quería ver aquellos ojos grises y brillantes suyos, poder besar sus suaves mejillas mientras le susurraba que la amaba…, pero al abrir los ojos, una imagen se mostró en mi cabeza a causa de su expresión.
Aquella frialdad que ví en sus recuerdos, esa mirada hueca en sus ojos estaba presente en su rostro.
Se veía que intentaba decir algo, pero su voz era tan débil que no alcanzaba a oírla, y parecía hablar en otro idioma, ya que ni leyendo sus labios entendía lo que decía.
–Eris, tu…
–Hermana…
–¿Eris?… ¿Hermana?…
Dijo con un tono de voz seco, una voz que no pertenecía a la Eris que conozco.
–… ¿Quienes son?… ¿Quien soy yo?
//Bien, terminaré el capítulo aquí… sí, sé que tarde mucho, pero la semana de evaluaciones estuvo algo pesada, pero al fin pude traerles este capítulo, espero que les haya gustado y esperen el siguiente con ansias.//
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