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Capitulo 29: Asalto Contra Beta (1)


Todos se quedaron mudos, expectantes por la repentina aparición de Kazuma Satou a pie del altar.

Siendo el primero en verlo, Jatice miró en carne propia la presencia de aquel que ya hacia un mes había desechado.

Y aunque su rostro trataba por todos los medios de permanecer sereno, el shock y la confusión en la mente de Alderp era una marea imprescindible.

'¿Cómo...?' - pensó ya totalmente irritado.

Pero descartó de inmediato la sorpresa. Ya había previsto que Kazuma Satou podría aparecer en el último segundo, buscando interrumpirlo.

Separándolo de su premio...

'Siempre has sido así, mocoso...' - Dijo para sí, casi al borde de afilar su mirada.

Lo que sí le preocupaba -aunque se obligaba a disimularlo- era el riesgo de que alguien descubriera la verdad tras su nuevo cuerpo. Por suerte, solo Maxwell conocía su secreto, y el contrato que lo protegía lo eliminaría antes de permitir cualquier revelación.

-Qué sorpresa, Kazuma-san -dijo Jatice, esforzándose por mantener una sonrisa tranquila-. Me alegra verte después de tanto tiempo... Pero quizás este no sea el momento para armar una escenita, ¿no crees?

Jatice hizo un gesto, mostrando a los asistentes de la boda, esperando que Kazuma girara para que algo de la presión social pudiera hacerlo desistir de su intento de interrupción.

Se quedo esperando una señal o algo que mostrara desconcierto, pero todo lo que recibió fue una negativa nada.

Literalmente "nada", fue la única reacción del castaño.

Kazuma no solo no había reaccionado a aquello, sino que más bien su mente parecía estar en una especie de trance.

Jatice logró ver como parte de saliva goteaba de la boca de Kazuma, este parecía estar dormido de pie mientras miraba a la nada, todo esto luego de decir su nombre.

'¿Qué está tratando de hacer? ¿Está delirando? ¿¡Está burlándose de mi!? - pensó el príncipe, ya más irritado por ser ignorado.

Lo que Jatice ignoraba era que todo lo que había dicho si había sido escuchado, pero a su vez otras millones de cosas habían entrado en el cerebro de Kazuma.

Kazuma había perdido un sentido individual al salir de la capsula, cosa que noto al instante que este había estado parado frente a Iris y que no se había intensificado hasta este momento.

Al salir de la cápsula, algo en él había cambiado. Algo fundamental. Y no fue hasta ese momento, bajo la cúpula de la capilla, que lo comprendió por completo.

Al principio creyó que estaba mirando a Iris. Pero no. En realidad, estaba mirando a todos... a cada uno, al mismo tiempo.

Sus sentidos habían trascendido lo humano. Sentía los latidos individuales, la vibración del aire, los movimientos de los presentes como una sinfonía viviente. Era como si cada partícula a su alrededor le hablara en un lenguaje claro y sin filtros.

'Doscientos dieciocho en la capilla... cuarenta y dos mil treinta y dos afuera... ochocientos noventa y cuatro mil en los alrededores... cada uno haciendo sus cosas.' - pensó, saliendo lentamente de su trance.

Levantó la vista. Y entonces lo miró.

-... ¿¡!?

Al encontrarse frente a frente con los ojos azules de Jatice, este dio un paso atrás, alarmado. Porque lo que vio no fue furia ni amenaza en los iris de Kazuma. Fue algo peor.

Fue mera indiferencia.

La clase de mirada que atraviesa a una persona como si ya supiera todo de ella. Como si ya la hubiera juzgado... y decidido que no vale el esfuerzo.

Era una mirada distante, impersonal. La misma que los veteranos de guerra llevan consigo después de haber visto demasiado. Un vacío cálido que no alberga odio, sino absoluta claridad.

En ese instante, Kazuma lo supo. No necesitaba activar sus programas. No hacía falta planes. En ese gran salón, no había absolutamente nadie que siquiera pudiera pararse frente suyo e intentar algo en su contra.

Y esa certeza le dio algo que no había sentido en él durante muchísimo tiempo, era confianza, pues finalmente estaba 100% seguro de algo.

-Kazuma....

Aquella voz, logró ganarse la atención del castaño.

La noble prometida caminó un poco hasta estar parada a unos centímetros frente a él, mirándolo con unos ojos nostálgicos y casi como si ella hubiera estado esperando esto desde siempre.

-Lo sabía, nunca eres honesto con tus sentimientos... De verdad, quieres ser el centro de atención, llegando hasta el final. - Darkness dijo esto con un rostro cálido y esbozando una media sonrisa - No me importa, pero... Son por cosas como estas que te admiro, nadie más tendría la valentía de...

-Alto. - dijo Kazuma en un tono neutral.

-... ¿Huh?

Por alguna razón un sentimiento incomodo recorrió la espalda de Darkness, era como si un completo extraño la hubiera regañado con solo decir una palabra.

Esto la descolocó por completo, ¿Por qué debería de pensar en Kazuma como un extraño?

La respuesta a ello llego al instante.

-Tú no tienes nada que ver. No te metas.

Darkness se quedó pálida luego de escucharlo, era como haber sido apuñalada por una estaca en el corazón.

Era un gran dolor, pero no del tipo que ella gozaría alegre, era un dolor que realmente le estaba afectando, uno que realmente nunca pensó en experimentar en su vida.

Sin querer, unas ligeras lagrimas se asomaron de su cara por tan pocas palabras.

Desde su sitio en el altar, Jatice frunció los labios.

'Este niño, ¿Qué está haciendo...?' - Preguntó Alderp, arrugando la vista.

Había planeado victimizarse ante la intervención de Kazuma, esperar que el orgullo de Lalatina la llevara a defenderlo. Pero esas palabras inesperadas desmontaban su estrategia.

Y aun así, su mente no se detuvo. Si no es por ella... ¿entonces por qué?

No percibió falsedad en las palabras de Kazuma, lo cual solo alimentó su inquietud. Pero no dejó que la confusión lo frenara. Era bendecido con el don del convencimiento y carisma divino. Lo usaría ahora.

Él sonrió para sus adentros, y entonces embozó:

-¡Ya basta de este drama, Kazuma-san! - alzó la voz con el tono perfecto, resonante y claro-. ¡Acepto todo lo que estés haciendo! ¡Incluso si llevas meses ocultando a mi hermana en quién sabe qué lugar! Pero merezco una respuesta, ¡¿Por qué interrumpes mi boda?!

Sus palabras cayeron como relámpagos sobre la sala. Los nobles -muchos de ellos sabían de la desaparición de la princesa- reaccionaron de inmediato.

La influencia de la bendición de Jatice se activó sutilmente, por lo que el subconsciente de varios se colocó del lado del heredero.

Y era justo lo que Jatice esperaba. Una tensión colectiva.

-Oi, oi, oi... ¡Esto se está saliendo de las manos, idiota! - Gruñó Dust entre dientes, mirando con incomodidad.

-¡¡SU EXCELENCIA TIENE RAZÓN, SATOU KAZUMA!! ¿¡Dónde dejaste a la niña!? -tronó Claire desde el centro, alzando el brazo como si fuera a dictar sentencia.

-¡Cállate, Claire! -gruñó Rain, sujetándola del codo y tirando de ella con disimulo-. ¡Deja de empeorar las cosas!

Entre el gentío, quienes conocían a Kazuma de Axel aún no tomaban partido. Conociendo su historia... algo debía estar detrás.

Mientras tanto, en el fondo del salón, un hombre rubio y con barba contenía con esfuerzo una carcajada de euforia.

Ignis Dustiness Ford, general retirado y padre de la novia, se había apostado una pequeña fortuna con media servidumbre a que Kazuma aparecería antes del beso oficial.

'¡¡YAAAAAAAAHOOOOOOOOOO!! ¡¡LO SABÍA!! ¡¡LO SABÍAAAA!!'

En su cabeza, ya estaba bailando breakdance sobre una alfombra roja, con fuegos artificiales detrás.

'¡Que se jodan Varn y los jardineros! ¡Ese chico siempre aparece en el clímax! ¡¡AHÍ ESTÁ MI YERNO, AHÍ ESTA!!'

-Tío, ¿te encuentras bien? - Preguntó Sylphina confundida.

-¡¡Coff! -Tosió Ignis con disimulo-. Si, si, es la emoción.

Por otro lado, cada dama de honor tenía su reacción diferente.

-¿Ah...? -Aqua parpadeó varias veces-. ¿Ese nini no sabe que ya se firmaron los papeles oficiales y ahora solo viene la funeraria?

-E-ehh... Aqua-san... -intervino Yunyun con timidez, alzando apenas la voz a su lado-. T-te refieres a la ceremonia... no a una funeraria...

-¿No es lo mismo? ¿Después de firmar algo viene el ataúd, no?

-¡N-no! ¡Eso es... es horrible! ¡No digas cosas así!

Yunyun se sonrojó más, llevándose las manos a las mejillas con los ojos brillando de emoción.

-¡P-pero esto es justo como en las historias! ¡Donde el protagonista aparece justo a tiempo y detiene la boda! ¡Aaaah...! ¿Qué opinas, Megumin? ... ¿Megumin?

Entonces, otra voz resonó.

-¿Kazuma...?

-... ¿?

Kazuma no miró a quien lo llamaba, sabía que era Megumin, quien caminó a paso lento hasta estar frente a las bancas y a un par de pasos de distancia detrás del altar.

-Tú...

Ella se quedó mirándolo con una mano reposando sobre su pecho.

-¡!

Sin embargo, lo que pasó después incluso sorprendió un poco a Kazuma, pues este no esperaba aquello.

Esto ya que de repente algo en la cabeza de Megumin hizo click, y la calidez en su voz se evaporó de golpe, reemplazada por una furia repentina y visceral.

-Tú... -masculló con rabia-. ¿Qué mierda hiciste con Kazuma, bastardo?

-¿Ah?

Jatice aumentó por tercera vez su confusión, ¿A qué se refería Megumin con eso?

Este había calculado que ella diría algo debido a su situación sentimental personal, tratando de que la escena se volviera un entorno a ellos como estaban acostumbrados.

Sin embargo, lo que Jatice escuchó fue una afirmación de que esa persona no era Kazuma.

Este también pensó en ello, pues él que tenía delante no solo era más alto y con un cuerpo más robusto, sino que soltaba un aura completamente diferente a la que solía estar acostumbrado.

-¡Dime dónde está! ¡No creas que te tendré miedo porque eres-!

Un destello verde cruzó el aire, recorriendo el cuerpo de la carmesí.

De inmediato, Megumin perdió la voz. Sus labios se movían, pero no emitían sonido alguno. Solo su mirada ardía en frustración.

'Que escandalosa.' - pensó cansado Kazuma.

No obstante, este vio aquello como la oportunidad perfecta, había pensado dejar de ocultarse por el poco tiempo que le quedaba a este mundo.

'Siempre es bueno recordar los controles antes del jefe final.'

Kazuma tomó esto como una excusa para adelantar lo que ya iba a hacer, trazando en su cabeza sus siguientes movimientos.


***


Mientras que delante de los invitados se desarrollaba todo el escándalo, en el medio estaba Lilith comiendo palomitas de quien sabe dónde mientras miraba todo con lentes 3D.

-Je, je...

'Esto compensa las noches que le lloré al poster de ese soquete...'

Ella vio esto como la excusa perfecta para que la boda de su amado Jatice se cancelara, a la vez que se quitaba el peso de "Kazuma Satou" de encima.

-¿Hmm?

Aunque estuvo curiosa por una ligera presión en su pecho al ver todo.

Le pareció un poco más brillante, un poco más definido. No podía explicarlo. Solo sabía que, por alguna razón le costaba más apartar la mirada del frente.

'Que raro.' - pensó Lilith.

Pero antes de que la escena pudiera proseguir, la mano huesuda de Suzuno apretó la muñeca de Lilith con fuerza mientras miraba hacia delante, pues notó el callar de la maga carmesí.

-Tsk... ¿Qué demonios te pasa? - susurro Lilith. - ¿Q-que te...? ¡S-sueltame! ¡Suzuno, apenas se está poniendo bueno!

Aunque literalmente era una calavera, apenas y notó la impaciencia de su compañera, la maga más fuerte del mundo.

-Debemos irnos, princesa. - Susurró Suzuno con un tono preocupado.

-... ¿?

La princesa de los demonios se quedó paralizada un segundo, procesando la orden.

Pero lo que realmente la descolocó fue el temblor apenas perceptible en la voz de Suzuno. Nunca antes la había escuchado hablar con miedo. Nunca.

Suzuno jaló con más fuerza, obligándola a levantarla y dar el primer paso.

-¡E-espera...! - Protestó Lilith, arrastrada como una chiquilla caprichosa llevada por su niñera.

Porque Suzuno lo había visto.

A diferencia de la mayoría, ella podía vislumbrar el flujo de maná. Una visión espiritual, si debía ponerle nombre. Aunque era imperfecta, le bastaba para captar los hilos que entrelazaban el mundo.

Y ahora, esos hilos vibraban. Todos. Cada uno. Girando como enjambres invisibles en torno a Kazuma. No se movían como magia. No lo hacían, se comportaban como si el mismísimo tejido de la realidad se viera forzado a reconocerlo.

'Esto no es una zona de maná... No... No lo es...'

En todos sus años de estudio, había leído sobre individuos extraños. Raros. Que tras alcanzar una comprensión profunda del maná podían tocar el límite del plano espiritual. Algunos lo llamaban viaje astral. Otros; iluminación.

Pero esto...

Esto no era una orilla.

Era un vórtice.

Una espiral abismal que arrastraba lo espiritual y aplastaba lo material. Suzuno no sabía cómo describirlo. No tenía forma. No tenía lógica. Solo una certeza brutal.

Estaban ante algo que no debía existir.

Estaban ante la muerte misma.

-Aquí estamos en peligro... no es bueno... no es bueno... -repetía, susurrando como un rezo inútil.

El miedo que se coló en su voz fue nítido. Puro.

Lilith se tensó al instante. No porque entendiera lo que estaba pasando, sino porque por primera vez en su vida, Suzuno no estaba fingiendo.

Era como ver a su padre actuando de forma violenta, y eso encendió una alarma en la princesa demonio.

'¿Qué demonios está pasando realmente? '- pensó Lilith, mientras se escabullían con cautela.


***


Kazuma vagó con suma tranquilidad hacia Jatice, quien este último, ya harto de la situación pasaría a su plan final, ir directamente por una confrontación directa.

-No me importa que seamos amigos o qué demonios esté pasando. Lárgate de mi boda... o me obligarás a echarte. -dijo con voz grave.

Kazuma alzó una ceja y sonrió con sorna.

-Vaya... tener un pito promedio por fin te dio algo de huevos, gordo.

-¡Desgraciado! -soltó Jatice con furia, ya tensando los músculos.

Sus nudillos crujieron. Las venas se marcaron en sus brazos y sien. Estaba a segundos de golpear. Hizo algunos ejercicios de respiración y con una sonrisa más forzada que la anterior, habló:

-Hah~... Ya veo lo que pasa aquí... -su voz destilaba veneno-. Todo esto es por el trono, ¿verdad? ¿Eso querías, Kazuma? ¿Desestabilizar la línea de sucesión? Muy astuto. Usaste a mi hermana para hacerlo, ¿no?

El comentario hizo que Kazuma se detuviera por un instante.

No porque le sorprendiera que Jatice llegara a esa conclusión -en realidad, lo que más le impresionó fue la velocidad con la que había torcido la situación-. Lo que debía ser un escándalo amoroso y una intervención personal, acababa de convertirse, con una simple frase, en una amenaza política de alto nivel.

Kazuma comprendió al instante: Jatice -Alderp- estaba intentando vincular la intervención con un golpe contra la corona.

Conociendo las leyes del Reino de Belzerg, no era una jugada descabellada.

Iris, como princesa, solo podía aspirar al trono si se unía en matrimonio con un héroe que hubiese demostrado méritos militares o políticos que fortalecieran la rama principal de la familia real.

Y este Kazuma Satou... cumplía con ese perfil. No solo había salvado el reino en múltiples ocasiones, sino que además tenía un lazo afectivo con Darkness, lo cual complicaba aún más el panorama.

Si Darkness -la prometida actual de Jatice y noble clave del linaje- decidía anular la boda por voluntad propia, se abriría el camino legal para que Iris tomara su lugar, con Kazuma a su lado.

Un movimiento inesperado... pero extremadamente peligroso.

Kazuma notó que ese era el plan oculto: envenenar la imagen de Iris frente a la nobleza, plantando la idea de que ella había conspirado con él para robar el trono.

Eso bastaría para arruinar cualquier aspiración futura y, en el peor de los casos, justificar su encarcelamiento o exilio.

Pero a estas alturas...

¿Qué más daba?

La sonrisa de Kazuma se ensanchó más hueca que nunca.

-Qué idiota -dijo Kazuma, burlón.

Fueron esas palabras la gota que derramó el vaso.

-¡Déjate de tonterías y entiéndelo! ¡Tú jamás tendrás mi poder, Kazuma!

Un aura equivalente a llamas doradas se asentaron en Jatice, este lanzó su puño hacia el rostro de Kazuma con una velocidad monstruosa.

-¡¡¡JATICE, NO!!! -gritó Darkness, desesperada.

Ella sabía mejor que nadie lo que ese golpe podía hacer. Si impactaba, no quedaría nada de Kazuma que se pudiese resucitar.

Pero entonces, todo cambió.

BZMM!!

Una descarga de rayos azules brotó del aire como si se abriera una grieta en la realidad.

Un sifón espiritual invisible pero devastador barrió el salón, liberando una onda de energía que arrasó con todo a su paso.

Los invitados gritaron, algunos cayeron al suelo por la presión, otros fueron empujados hacia atrás como si un huracán los golpeara.

Ignis, quien estaba a unas pocas sillas y sujetó a Sylphina, quien a punto estuvo de desplomarse por el impacto.

-¡¡Abajo!! -gritó Ignis, mientras la cubría con su cuerpo.

Las flores del altar volaron por los aires. Las cortinas se alzaron como lenguas de tela flotando en una tormenta.

Y en el centro de todo... estaban ellos dos.

Pues Kazuma estaba deteniendo el puño de Jatice,

Los ojos de Kazuma se encendieron con un azul eléctrico.

Se inclinó un poco hacia adelante y, con una voz baja pero devastadora, habló:

-... ¿Te parece que necesito de tú poder?

No había que sacar deducciones precipitadas, pero el haber cambiado de programa había ocasionado que el uso de "Anular" que se mantenía en Megumin se eliminara.

Fue así cuando todos los asistentes y en vivo hacia todos los medios de comunicación posibles, aquella afirmación fue escuchada sin excepción alguna.

-¡¡¡ES EL ONCEAVO!!! ¡¡ES LA ONCEAVA CALAMIDAD!!

-...

Jatice se congeló.

Por un segundo, todo sonido se apagó para él. La voz de Megumin retumbaba en su mente, como si aún no fuera capaz de creerlo del todo.

'No... no puede ser. ¡¡De todos los escenarios posibles...!!'

-¡¡Justo este...!!

Su mano aún temblaba, atrapada en la de Kazuma.

Y aunque intentó convencerse de que estaba soñando, de que tal vez había escuchado mal, la verdad se clavó como un cuchillo en su conciencia cuando levantó la mirada... y lo vio.

Fue en ese momento cuando el programa Anular se activó de nuevo, calibrado al mínimo necesario.

Y entonces, la imagen de Kazuma cambió.

Su silueta dejó de reflejar la luz de manera natural. Su forma, esa figura distorsionada y amenazante que solo se había visto en grabaciones brumosas y rumores imposibles... ahora estaba allí, delante de todos, tangible, indiscutible.

Ya no había margen para el engaño.

Ni para dudarlo.

Kazuma Satou era la onceava calamidad.


***


-¡¡¡ASEGUREN A LOS CIVILES!!! - gritó Claire, alzando su espada, mientras barría con su mirada a los asistentes paralizados.

-¡¡Que evacúen ya!! -rugió Rain, lanzando un hechizo de barrera sobre los nobles más cercanos.

-¡¿QUÉ HACES, JATICE?! ¡¡PROTÉGELAS!! -ordenó Ignis, mientras tomaba a Sylphina entre sus brazos y se deslizaba tras un atril volcado.

Mientras tanto, Jatice no reaccionaba. Su mente seguía atrapada en esa única verdad.

'¿É... el... Onceavo...?'

Fswt!!

Detrás de Kazuma, dos figuras se lanzaron al instante con reflejos bestiales: Valtherion, el rey de los elfos, ágil como una centella, y Vulkan, el cacique de los gigantes, cuya presencia rugía como una avalancha.

-¡¡¡MUÉVETE!!! -gritó Vulkan, lanzando su puño como una catapulta contra Kazuma.

El impacto fue devastador...

...o lo habría sido, si Kazuma hubiera estado ahí.

El puño atravesó su cuerpo como si no fuera físico. Solo un residuo de estática quedó donde había estado.

El golpe siguió su curso sin freno.

BLAM.

El puño se estrelló en el pecho de Jatice con una fuerza titánica. El príncipe fue lanzado como muñeco de trapo hacia el muro del altar, rompiendo piedra y madera con un ruido ensordecedor.

-¡Tch! -escupió Vulkan, girando para volver a atacar.

Pero esta vez, Kazuma estaba ahí.

Sin previo aviso, lo sujetó por la muñeca. Y usando el propio impulso del gigante, lo volteó sobre sí mismo con un arco parabólico.

WOSH.

Vulkan fue arrojado hacia atrás como un bólido, directamente contra Valtherion, quien apenas tuvo tiempo de fruncir el ceño antes de ser arrollado por toneladas de músculo y armadura élfica.

Ambos impactaron con los asientos, derribando columnas y arrojando a varios civiles por los aires.

Dicha ventana, fue aprovechada por Kazuma, quien giró hacia Jatice de un gran salto.

-¡¡Puaj...!!

El joven príncipe, quien apenas se estaba levantando de entre los escombros, inmediatamente trató de escapar durante el caos.

CLOG!

-¡¡Ghkk!!

Pero fue inútil, un solo terminaría sintiendo como su nuca era sujetada con fuerza antes de que en un instante todo su cuerpo atravesara la cima del ábside en la iglesia.

TRASH*

KTRAMP*

'¡¡... El maná!!'

Su conciencia se fragmentaba, pero pudo notarlo. Entre más tiempo Kazuma lo sostenía, rápidamente su maná vital era drenado, como si el contacto mismo fuera una maldición.

El cielo del atardecer parecía tan ajeno ahora... Y la iglesia tan lejana.

POOOM!

Y entonces, otro impacto rompió el oxigeno a sus alrededores.

Un puño aterrizó directamente en su estómago, sintió cómo sus costillas se comprimían, cómo sus pulmones colapsaban por la presión.

BLAM!

¡TRKAM!

¡PKRAAM!

El cuerpo de Jatice salió despedido como un misil viviente. Atravesó el tejado de un edificio cercano, luego rompió el suelo de la tercera planta, después la segunda, hasta incrustarse en una oficina del primer piso.

Papeles salieron volando. Escritorios temblaron. Una planta decorativa se desplomó en cámara lenta.

Y en medio de todo eso... asalariados atónitos lo miraban sin comprender qué acababan de presenciar.

-¿Es... es el príncipe? -murmuró uno, con la boca abierta.

-¡¿Eh?! ¡¡¿¡El de las revistas!?!!

-¡Yo lo sigo en Magicgram...!

-¡¿Alguien tiene un bolígrafo?! ¡¡Necesito que me firme el calendario oficial!!

El techo, aún con el hueco por donde cayó, dejaba pasar la luz del atardecer como si el mundo entero estuviera observando el momento.

-¡¡COOFF!!

Jatice, o lo que quedaba de él, tosió con fuerza mientras se levantaba, tambaleante. Su respiración era irregular y su pecho subía y bajaba como si le faltara alma.

El silencio se volvió más incómodo.

Pero dentro de él, algo rugía en furia.

'Tch... ¿Cómo es que me hizo tanto daño? ¡Este cuerpo ya es mío! ¡Las bendiciones no pueden fallar!'

Su mano temblaba al tocar el suelo. Reunió la poca concentración que le quedaba y activó su primera carta.

'¡¡Soy un semidiós!! No puedo... no debo quedarme abajo.'

En ese momento la "Bendición de Liba: Regeneración Absoluta" estaba actuando como loca.

Un destello cruzó su cuerpo. Los huesos se soldaron, la piel se cerró y su postura volvió a erguirse con una rigidez casi artificial.

Se incorporó del todo, jadeando.

-Je... qué molesto.

Y entonces...

Una carcajada rasgó el aire como un cuchillo en un ataúd.

Kukuku...

¡¡Kujajaja!!

¡¡JAJAJAJAJA!!

La risa no venía de una boca. Retumbaba en las paredes, en los monitores, en el cristal roto... hasta en las ventanas que vibraban con eco.

Uno de los asalariados retrocedió sin querer, mientras otro alzaba su celular lentamente, temblando entre el miedo y el morbo.

Jatice giró bruscamente, con los ojos desorbitados, tratando de anticipar desde dónde vendría el siguiente golpe.

'¿¡Por arriba, izquierda, derecha...!? ¿¡DONDE ESTÁ!?'

Trap!

-¡¡!!

Algo sujetó sus tobillos.

Precipitando su vista solo para notar como Kazuma atravesaba el piso como si fuera agua para sujetarlo.

En ese instante, una fuerza inimaginable para él lo jalo hacia fuera, liberando un torrente de rayos rojos mientras destruida parte del costado de aquel edificio al salir.

PLOOOM*

TRSSSSSK*

Jatice en el aire se recompuso, abriendo su palma para llamar a su espada, la cual a lo lejos comenzó a viajar a toda velocidad hasta su portador.

-¡¡Mier...........daaa!!!

Jatice extendió su mano, y entonces una luz recorrió el cielo.

La espada sagrada respondió al instante, volando como una flecha ardiente desde el castillo a través del horizonte, cortando el aire entre edificios a una velocidad casi sónica.

Pero incluso con la bendición reforzando su percepción, Jatice supo la verdad al instante.

Kazuma era más rápido.

-¡¡Maldición!! -escupió, canalizando maná en una barrera de contención.

Un muro mágico cristalizó ante él... solo para ser perforado como papel por la embestida brutal del enemigo.

Kazuma apareció por encima de él, en silencio, cargó consigo una enorme porción de escombro arrancada del propio edificio. Sin dudarlo, la lanzó como una roca hacia un rio.

TRAMK

Conectando un contundente impacto hacia el príncipe, este fue arrojado hacia lo más bajo de una planta inferior.

Y mientras caía...

Kazuma reaccionó rápido usando control para parar una gran cantidad de balas que fueron enviadas hacia su posición desde el suelo.

RAKATATATATATA

RAKATATATATATA

RAKATATATATATA

Desde lo alto, el castaño bajó la mirada.

A través del hueco que había dejado Jatice en su vuelo forzado, pudo ver cómo todo un batallón lo esperaba abajo: policías, militares, vehículos blindados... incluso unidades con artillería pesada ya lo tenían en la mira.

'Se movieron rápido... Aunque claro, es una boda nacional. Era obvio que estarían preparados.' -pensó con absoluta calma.

Y no se equivocaba.

Pues al tratarse de un evento nacional, parte de las fuerzas armadas de Belzerg estaban preparadas para cualquier clase de atentado terrorista o aparición repentina.

Gracias a esto, una lluvia de munición fue enviada hacia Kazuma, quien aprovecho el momento para poner en práctica sus sentidos y comenzar a esquivar las balas en el aire sin usar sus programas.

La munición iba y venía, notando que incluso algunos misiles estaban siendo enviados hacia él.

Paró su caída cuando sus pies tocaron las ventanas de un edificio, el cual era el lateral de un gran centro comercial.

Los misiles impactaron con violencia, envolviendo el edificio en un infierno naranja. El ala norte del centro comercial se convirtió en un horno, columnas y estructuras derrumbándose como castillos de arena.

BOOOOOM*

BOOOOOM*

BOOOOOOM*

BOOOOOOM*

Pero dentro de ese mismo infierno sobre la tierra, Kazuma se paseaba casualmente por los pasillos del centro comercial.

Este, notando un puesto de donas y café, tomó una dona para comerla de pocos bocados.

'Tengo hambre'- pensó Kazuma luego de terminarse la dona.

En ese momento, a sus espaldas el infierno se expandía. La explosión creció con una onda brutal, consumiendo lo que quedaba del centro comercial.

BOOOOOOOOOOOOOOOM

EMBEEEEEEEER

Y justo cuando el fuego amenazaba con tragárselo, Kazuma salió disparado como un misil, surcando el cielo junto a los misiles que aún intentaban seguirlo.

Se elevó por encima de Jatice, quien ya estaba de pie, con su espada en mano y el cuerpo cubierto por su bendición dorada.

-Hola. -dijo Kazuma, en tono burlón.

Los ojos de Jatice se abrieron con furia. No contestó. Solo alzó su espada "Exterion", que ya era más una extensión de su cuerpo que un arma.

La hoja se alargó hasta cubrir toda una calle, soltando una energía luminosa que crepitaba como plasma.

FUUUUUUUUSH

CHINK

Jatice blandió la espada con un corte descendente. La energía se lanzó como un sable solar, atravesando edificios como mantequilla y arrasando varias calles a lo lejos.

Pero Kazuma ya no estaba ahí.

PLAM*

Un rodillazo brutal impactó directo al estómago de Jatice. El aire le salió por la boca en forma de arcada. Soltó su espada, que cayó dando vueltas, incrustándose en la calle como una lanza abandonada.

Kazuma aterrizó frente a él, tranquilo. Se acercó dando pequeños saltos laterales, como si estuviera boxeando por deporte.

Jatice no dudó. Llevó sus puños hacia arriba y se lanzó contra Kazuma, iniciando un combate cerrado de artes marciales.

TAK-TAK-TAK

Puños rectos, ganchos, patadas bajas. Una combinación perfectamente entrenada.

Ante esa serie de movimientos, el chico ojis rojos solo respondia con leves desviaciones.

Cada golpe era rechazado con una palma, un giro de muñeca, un leve movimiento del hombro.

-Oh, no tienes ese... ¿Cómo era? Puños del... Ah, es difícil recordarlo ahora.

-¡¡CALLATEE!!

Y entonces, un puñetazo de Kazuma subió desde abajo, ligero, casi casual.

¡TUMP!

Le conectó directamente en la mandíbula.

Kazuma rápidamente sujeto con sus manos las manos de Jatice, iniciando un forcejeo que terminaría ganando antes de apretar sus muñecas con tal fuerza que los huesos de las manos de Jatice no pudieron soportar.

Crak*

Crak*

-¡¡Hgrrrr!! - gruño Jatice con dolor.

Kazuma lo soltó con indiferencia, dejando que sus brazos colgaran.

Sin perder un segundo, Jatice rodeó sus antebrazos con un aura dorada. El maná comenzó a brillar alrededor de sus manos rotas, restaurando el daño con velocidad milagrosa.

El aire se comprimió a su alrededor.

-Veamos si puedes desviar esto, maldito... -espetó, y lanzó su puño al frente, ahora envuelto en una bendición reforzada.

"Guantes del Rey."

Una versión evolucionada de su antigua técnica, "Puños del cazador"

El golpe estaba cargado con maná real, una fuerza explosiva digna de su linaje.

¡JUTSH!

¡BLAM!

El techo del centro comercial no lo soportó.

Todo el concreto bajo sus pies se resquebrajó y salió disparado, generando una nube de polvo y escombros que se expandió en todas direcciones.

Sin embargo, esto no solo no le había hecho nada a Kazuma, sino que este ya había levantado su mano.

Con un golpe de Tameshiwari en la cabeza de Jatice, un pequeño crujido por parte del cráneo del príncipe se escuchó antes de que este bajara varios pisos hacia terminar en el estacionamiento subterráneo.

*Nota del autor: El golpe con el que se parten tablas en el karate*

PLAAAAAAAAM*

Crak*

Una nube de polvo se levantó en el lugar, mostrando a un magullado príncipe en el centro de un pequeño cráter que se formó por el impacto.

Rápidamente Jatice percibió como unos pasos acelerados se dirigían hacia él, siendo un soldado que llego hacia el con un jet pack antes de sujetar su cuerpo casi aferrándose a él.

-¡¡Príncipe!! - gritó el soldado.

En un instante ambos fueron propulsados hacia fuera del subterráneo, logrando elevarse en el aire y dejando ver a un tranquilo Kazuma parado en el estacionamiento exterior, como si hubiera estado caminando hacia Jatice.

Este miraría la escena notando que estaba rodeado, pero sus ojos solo se centraron en Jatice.

-No van a hacer combates 1 a 1, ¿no? Bueno... Ya que.

RAKATATATATATA*

RAKATATATATATA*

RAKATATATATATA*

Una tormenta de balas fue enviada desde todas las direcciones hacia Kazuma, incluido varios misiles e incluso hechizos de alto nivel por un escuadrón de archimagos que habían llegado.

Un mar de lava rodeado de truenos rodeo a Kazuma buscando inundarlo como un tsunami en la costa, aun sumándose a toda la artillería enviada en su contra.

RAKATATATATATA*

RAKATATATATATA*

RAKATATATATATA*

BOOOOOM*

BOOOOOOOOM*

BOOOOOOOOOOOOOOOM*

EMBEEEEEEEEEER*

De aquella tormenta de muerte emergió una esfera que negaba todo lo que se dirigía hacia Kazuma, como si fuera una pelota en medio del mar.

Este usando el programa Anular evitó la presencia física de toda esa avalancha para poder buscar con su vista a Jatice, aunque no hiciera falta.

Kazuma notaria como todo lo que restaba del centro comercial se venía abajo, posiblemente siendo el plan de las fuerzas armadas.

-Quieren enterrarme en escombros, ingenioso. - murmuró, con una sonrisa torcida.

'Y pensar que la mayoría de este gentío, en la antigua línea confundían a cualquier fulano si se pintaba el pelo'

En medio de ese vacío ilusorio, Kazuma giró la cabeza, notando que un peligro inminente venia en otra dirección.

Miró hacia arriba.

Y allí estaba: Vulkan, en su forma de gigante real, midiendo 50 metros de alto, descendiendo con brutalidad mientras empujaba el edificio parcialmente destruido con todo su cuerpo.

Lo aplastó con violencia, como si tratara de extinguir una plaga con una montaña.

PAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAM

La onda de choque fue devastadora.

Los autos de los alrededores volaron como juguetes, las ventanas estallaron, y el estruendo retumbó por varios distritos a la redonda.

Vulkan, convencido de haber ganado tiempo, no se dio cuenta del error...

Kazuma ya estaba corriendo por su pierna como una sombra ascendiendo.

Pero alguien sí lo notó.

-¡¡Ten cuidado, niño!! -gritó el rey de los elfos desde la distancia.

Vulkan giró la cabeza justo a tiempo para ver a Kazuma acercarse. Pateó con fuerza, tratando de aplastarlo, y luego desató una tormenta de golpes con sus cuatro brazos.

WOOOSH

WOOOOSH

WOOOOSH

WOOOOSH

-¡¡DORYAAAAAAAAAAAAAAAAA!! -rugió el gigante, eufórico, mientras el viento barría la capital.

Kazuma se dejó llevar por los vientos, terminando por estar en el blanco del rey de los elfos, quien lo bombardeo sin esperar con cientos de lanzas de viento hechas con magia espiritual.

-¡¡Toma esto!! - exclamo el rey de los elfos.

FUUUUSH*

FUUUUSH*

FUUUUSH*

FUUUUSH*

FUUUUSH*

Kazuma solamente comenzó a girar en el aire para dejar pasar las lanzas, dándose cuenta que podía calcular el rango de efectividad de aquellas lanzas.

Podía ver todo. Podía entenderlo todo.

¡¡¡PLAAAAAAASH!!!

Este terminaría aterrizando frente a Vulkan, quien aprovecharía esta oportunidad para aplastarlo como a un insecto.

Pero tonta fue su decisión, pues este ya había visto la colosal fuerza que había detrás de aquel pequeño cuerpo.

Trskkk!!

-... ¡¡!!

Vulkan se congeló.

Todo su cuerpo dejó de responder. Era como si sus músculos se negaran a obedecer, como si su propia biología lo traicionara.

Rash!

Rash!

Rash!

En un parpadeo, todo su pie derecho fue cortado en fragmentos limpios de carne y hueso. No desgarrado... dividido.

Kazuma había activado otra vez el programa Anular usando su técnica "Desplazar".

SLASH*

Las células que mantenían unidas las partes de su cuerpo habían sido negadas. Lo que estaba conectado... dejó de estarlo.

El coloso perdió su equilibrio y comenzó a caer.

'¡¡No creas que el príncipe de las montañas caerá así de fácil, abominación!!' - pensó eufórico Vulkan.

Este usaría su caída como un nuevo impulso, apretando sus dos puños izquierdos para, aunque sea hacerle daño a Kazuma y así poder ser atendido rápidamente por el equipo médico.

-Mas musculo por cabeza... - susurró Kazuma.

Pues nuevamente Vulkan había cometido el mismo error, aquello que le había costado su pierna derecha...

SLASH!

Ahora se miró como miles de fragmentos de sus brazos volaban por los aires en un torrente de sangre y carne.

SLASH*

SLASH*

-¡¡RHUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAK!! - gritaba con horror el príncipe gigante.

Kazuma no espero un segundo más, dando un gran salto hasta estar por encima de la cabeza del gigante extendiendo su mano izquierda como si le apuntara con un arma imaginaria en su cabeza.

El gigante lo miró con horror.

Su mente trató de descifrar ese vacío devorador vestido con chispas esmeraldas. Era una criatura sin forma ni nombre.

Una visión que se quedaría con él incluso más allá de la muerte.

Dibujo hecho por Tshyro


-Bang. -dijo Kazuma con frialdad, acompañando el sonido con un gesto de pistola hecho con los dedos.

SPLOOOOSH

SLASH

SLASH

SLASH

Una imagen horrífica, sacada del peor libro de terror, pues ahora todo el gran cuerpo de aquel gigante volaba en sangre y carne por el aire.

Toda la calle de esa zona fue manchada con un tinte rojo y los cristales dejaron de reflejar cosas por eso mismo.

El rey de los elfos, quien observó como en pocos segundos el gran y poderoso cacique gigante había sido reducido a no más que un gran embutido, ahora estaba paralizado.

Había visto guerras. Había visto morir a miles por distintas causas...

Pero esto...

Esto era otra cosa.

Un temor que no presenciaba desde las eras de Kalameet ahora yacía en su corazón.

Kazuma caminó de forma tranquila, ignorando por completo la tormenta de balas que se reanudó a su alrededor.

RAKATATATATA*

RAKATATATATA*

RAKATATATA*

Aunque ahora más bien parecía una tormenta apresurada, pocas balas estaban logrando acercarse a su objetivo que era él, eso lo noto.

Sin embargo, no hizo falta ver por qué pasaba eso, él sabía perfectamente la razón de aquella desesperación.

Una vez delante del rey de los elfos, este solo le palmeo un hombro como si fuera un amigo cercano o estuviera hablando de la forma más casual.

-Ya me disté lastima. - le susurró al oído.

El rey no entendía.

-... ¿?

El rey elfo estaba paralizado por culpa del miedo y no se podía mover, pero por encima de todo eso aquellas palabras se convirtieron en el mayor festejo en su cabeza.

¿Había sido perdonado? ¿Cómo un cobarde, iba a vivir? ¿Acaso su debilidad le estaba permitiendo salvarse de recibir el mismo trato que se cobró Vulkan?

El rey elfo era un ser que ya había vivido demasiado tiempo, miles de años caminando por el planeta en este punto se deberían pagar con un fin.

Pero no.

No él.

No después de ver tanto. De lograr tanto.

Cuanto más tienes, más temes perder.

Por eso, cuando la Onceava Calamidad fue anunciada, no dudó en desangrar su propio reino.
Ordenó extraer cristales de maná, sacrificar bosques eternos, entregar runas y recursos a cambio de armas provenientes del Reino Tecnológico.

Todo, todo para evitar una segunda era de Kalameet..

Porque ya había sobrevivido a una.

Ya había visto lo que significaba el terror que consumía imperios y reescribía las leyes mágicas con solo existir.

Lo había sentido... respirando sobre su nuca cuando apenas era un niño.

Y sin embargo...

Esto era peor.

Porque aquello que estaba frente a él ni siquiera podía llamarse mortal o clasificarse como una deidad malvada, corrupta o un mero demonio sacado del inframundo.

No era una criatura.

Era una silueta humanoide que portaba un vacío sin forma.

Un hueco en la realidad con patas.

Sus sentidos no podían registrar su presencia de forma lógica.

Lo miraba, sí, pero su mente no entendía qué estaba viendo.

Era como mirar un agujero en la existencia, no podía ponerle cara, ni voz, ni peso, ni sombra.

Y aún así, el terror lo oprimía más que cualquier recuerdo del Dragón de la Calamidad.

El tiempo mismo se sentía disonante a su alrededor.

Como si mirar a esa cosa hiciera que los siglos se derrumbaran sobre él de nuevo, como si todos los días de su vida se repitieran a la vez en su mente antes del final.

Valtherion sintió algo en su interior:

Una fuerza que luchaba por convencerse de que lo que veía tenía forma.

Un humano, un elfo, un demonio, un gigante, una bestia, trató de reemplazar ese vació, como si se estuviera consolando así mismo....

Mentira.

Eso era la mente intentando escapar de la locura.

Y entonces sonrió.

Sonrió como quien cree haber encontrado la salida en medio de la oscuridad.

"Yo... voy a vivir."

SLASH!

La sonrisa se mantuvo.

Se mantuvo porque la cabeza del rey aún no se había dado cuenta de que había sido separada del cuerpo.

El rostro cayó con suavidad sobre el suelo, aún curvado en una expresión de esperanza.

Pero el cuerpo no reaccionó.

Y el alma, quizás, ya no estaba ahí.

Kazuma se quedó en silencio mirando aquello, dándose cuenta de que podía sentir los sentimientos como hacia con su programa activo.

Pero él no tenía ningún programa activo en este momento.

Pudo sentir los últimos segundos en la cabeza del rey elfo, pero aun así verlo caer no provoco ningún sentimiento en él.

'¿Hicieron algo con mi mente?' - pensó para sí mismo.

Kazuma se miró la mano, notando que no estaba temblando o tenía algún síntoma post traumático que estaba presentando después de los sucesos de su descontrol con el programa y la información.

¿Era esto acercarse al pensamiento de un verdadero programa?

Él sabía que hasta ahora solo se había hecho la idea de ser un programa o que debería ser, llegando a ese debate moral gracias a su confrontación contra sus propios males.

Pero no pensaba que aquello llegara tan rápido, sabía que le tomaría mucho tiempo llegar a ese punto.

Sin embargo, aquí estaba, parado sin sentir nada más que los pensamientos normales incluso sintiendo la información parcial de sus "victimas".

Esto era el preludio de la eternidad.

"La vida y la muerte para nosotros no son más que la manecilla que gira, una y otra vez.
La gente muere, vive, se suicida, nace...
Y en cada vuelta, se borra lo que fue para dar paso a lo que será."

Kazuma bajó la mano. Ya no se preguntaba si lo que sentía era humano.

La pregunta ahora era más profunda:

¿Quedaba algo de humano en él... que pudiera sentir?

Porque estaba alcanzando una comprensión que no debía tener, una que los seres vivos no deberían ni rozar:

Para un programa eterno, la muerte no es el final, sino ruido en el engranaje.

Un instante irrelevante en una maquinaria infinita.

Y Valtherion... ese antiguo rey, ese ser de siglos...

No fue más que una vibración.

Un punto.

Un tic.

La manecilla siguió girando.

'Es extraño.'

Kazuma quiso confrontarse un segundo más, formular una respuesta a esa transformación silenciosa que lo devoraba desde dentro.

Pero el universo no le concedió ese lujo...

EMMMMMMMBER!!

Una gran llamarada de fuego negro tomo las calles hasta bañarlo por completo, desapareciendo toda la calle.


***


Kazuma dio un gran salto hasta estar en la cima de un pequeño edificio, el cual era el palacio de justicia, esto para ver claramente a su nuevo atacante.

Al mirar por debajo logro dar con un tumulto de personas en la plaza, fuerzas armadas militares acompañadas por los aires de tropas voladoras, un par de helicópteros, aviones que pasaban rápido para rodear toda la zona y unos rostros conocidos.

Encabezando aquella gran fuerza de ataque, con la cual este pensó que podría ser suficiente como para invadir una ciudad, estaban quienes tenían la "apariencia" que alguna vez llamó amigos:

Megumin, Aqua, Darkness, Yunyun, Lynn, Taylor, Claire, Rain, la princesa Leonor entre otros conocidos.

Kazuma los miró por un momento, las expresiones de qué no sabían que demonios estaba sucediendo eran palpables en sus rostros.

Inconscientemente, el rostro de Kazuma giró hacia un ventanal de uno de los edificios, en este se reflejaba perfectamente la apariencia vacía y oscura de un humanoide esmeralda en la realidad.

Viendo más allá, observó como fraguas de mana salían de la varita de Yunyun, siendo ella su antigua atacante.

Este miro toda la escena queriendo suspirar, estaba cansado y apenas se había levantado de su largo sueño. No estaba planeando que todo terminara de aquella forma, pero lo hecho ya estaba hecho.

-Carajo.

-Con esa boca besas a... mi... - dijo una voz conocida a espaldas de Kazuma - Jejeje.

De una especie de nube oscura apareció Regina, quien tenía un rostro animado y algo emocionado. Ella caminó hasta estar en el filo del techo junto a Kazuma.

-¿Ya está todo en regla por ahí? - preguntó Kazuma.

-La lagartija ya se está haciendo cargo de todo, a las fuerzas de ese país no le quedan más que minutos antes de caer, incluso creo que el desesperado se desquitara con su país después. - explicó Regina - ¿No te molesta?

-Me da igual.

'Después de todo, en dos días este planeta será borrado junto a esta línea del tiempo.' - pensó Kazuma para sí mismo.

No importa que daño irreparable ocasionara, ¿Qué importaban los daños, las vidas, las ruinas? Nada perdularia.

Pero antes de enfrentar a Time... debía saber cuánto había cambiado. Cuánto de él quedaba.

Regina miró la plaza, notando como todos apuntabas sus armas y cargaban su mana en contra de Kazuma, lo cual le hizo soltar una pequeña risilla.

-Jeje~ Creo que ya no podrás evitar nada.

-Ese es el plan ahora. - dijo Kazuma, y extendió el puño.

Regina sonrió con esa mezcla de sarcasmo y deseo que la caracterizaba. Chocó su puño con el de él, envolviéndose de inmediato en una nube oscura que se materializó en sus guantes de combate.

Ahora con su equipamiento divino en carga, Kazuma ascendió usando control hasta estar a poco más de un kilómetro de aquella fuerza de ataque.

Una vez que estuvo cerca, este notó como un sonido fugaz se escuchó, notando que ahora había dos figuras paradas a su altura sobre los techos de dos edificios a su par.

Por la derecha estaba Jatice, ya recuperado y con todo su equipamiento, Kazuma dedujo que había sido Aqua.

Por la izquierda estaba Dust, con su equipamiento y algunos agregados que no recordaba, pero notó que Faitfore no estaba cerca.

'La mantiene lejos por si intento usar a Kalameet' -pensó Kazuma, entendiendo la jugada.

-No creo que sean tan estúpidos como recuerdo, pero creo que ya dejé en claro que no pueden hacer nada, absténgase de hacer algo tonto... Y déjenme terminar mi trabajo. - dijo Kazuma en un tono normal pero que se llegó a escuchar por todos.

Usando control para hacer que el sonido llegara a oídos de todos, Kazuma logró sentir algo en aquellas vibraciones.

'¿Drones?' - pensó sintiendo varios voladores cerca suyos.

Ya sabía de su presencia desde el inicio, pero pensó que era cosa de la boda. Sin embargo, ahora se daba cuenta que era obra del presidente de Luminira, pues logró seguir la señal hasta un puesto a las afueras de la ciudad.

Notó que desde su aparición posiblemente todo haya sido grabado y esté siendo transmitido a nivel mundial.

-Déjame hacerte una pregunta, por favor.

Dejó de prestarle atención a los drones, la voz lo hizo mirar hacia abajo, Megumin. Sostenía un megáfono, pero no necesitaba amplificar lo que sus ojos ya estaban diciendo.

Le hablaba con firmeza, pero sin odio. Con el tipo de gravedad que no busca respuesta, sino verdad.

-... ¿Dónde está Kazuma? - pregunto con la mano en su pecho.

-...

Kazuma sintió una corriente de aire recorrer toda su espina dorsal luego de escuchar eso, era de las pocas preguntas que no quería escuchar.

'Incluso en ambas líneas mundiales, ¿Qué me viste como persona?'

Pero ya llegado este punto, él supo que ya no había razón para negar lo sucedido o para siquiera andarse con caminos misteriosos.

Quiso decir algo, pero no pudo. No había palabras que redimieran su silencio, ni consuelo que suavizara la verdad.

Sabía lo que había hecho. Sabía en lo que se había convertido. Sabía que, si quería cambiar de línea de tiempo, este mundo debía morir para salvar el suyo.

Y entonces, como si su mente quisiera castigarlo, las palabras de Time resonaron, más claras que nunca:

"Estés donde estés, siempre habrá guerra, dolor y muerte. Todo lo que tocas está destinado a arruinarse."

Todo terminaría pronto.

-Él...

El aire se cargó. Rayos escarlatas atravesaron el cielo como venas abiertas, formando una espiral que devoró el sonido de la capital.

-... Está muerto.

El peso de esas palabras no cayó como una roca. Fue más sutil. Como si el mundo simplemente se hubiera inclinado un poco más hacia el abismo.

Megumin cerró los ojos. Inhaló, como quien intenta fijar un recuerdo que se está desvaneciendo. Sonrió, apenas, como quien comprende algo que siempre estuvo ahí.

-Ya... entiendo.

Todo esa mascara se derrumbó al instante que sus ojos se llenaron de lágrimas, con un rostro iracundo y lleno de ira esta se paró frente a Kazuma amenazándolo.

-¡¡TE MATARÉ, MONSTRUO!! - vociferó, como si cada palabra desgarrara su alma.

Fue ante esa alarma que todos se prepararon para la pelea.

Kazuma sintió cada gramo de mana dirigirse hacia él, cargándose en un aura que cubrió toda la capital como un gran domo de resentimiento.

Jatice miró esto con satisfacción, pues podría cobrar venganza de la paliza que le habían dado.

-Este es tú funeral. - Jatice sonrió de forma retorcida.

Kazuma se quedó en silencio un segundo, sintiendo los ojos serios y penetrantes de Dust, cosa que jamás esperó ver en aquel que considero su mejor amigo.

Con todo eso, sabiendo que solo quedaría una respuesta, él solo se limitó a continuar lo que había iniciado.

... Hasta el día del juicio final.

-¿Con o sin programa, bastardos?

Dibujo hecho por GabrielSalgado981

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