Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 26: Lo Que el Cuerpo Recuerda



Dibujo hecho por GabrielSalgado981


...


Sentada en el sofá, con la laptop caliente sobre las piernas, Darkness miró de reojo el reloj en la esquina de la pantalla.

[-2 de Julio, 22:32 PM]

El resto de la casa estaba vacía, Megumin había salido a hacer su rutina diaria, se daba una idea de que arrastró a la pobre Yunyun consigo.

Aqua seguía en el Reino Divino por una "emergencia celestial". O eso decía. Probablemente se trataba de algo absurdo, la verdad nunca quiso inferir más allá de los asuntos entre deidades.

Y Kazuma...

No estaba. Punto.

Ni siquiera regresó con ellas cuando terminaron los asuntos diplomáticos en el Reino Tecnológico.

Honestamente no quería pensar en eso ahora, sobre todo cuando su padre; Ignis Dustiness Ford estaba al otro lado de la pantalla a través de una video llamada.

-Te ves hermosa, hija mía —dijo con orgullo—. Aunque sea solo una videollamada y estés con ese pijamas que no reemplazas hace tres años.

-¡Es cómodo! —bufó Darkness, medio sonrojada—. Y es ropa de descanso, no pijama...

-¡Ja! Esa terquedad es tan tuya... Tu madre se reiría mucho de verte así. Y aún más sabiendo que vas a casarte con Jatice-san. ¡Nada menos que un príncipe! ¿Qué hice yo para merecer una hija tan afortunada? Tal vez por qué por error puse 2 dígitos de más en la iglesia de Eris...

Darkness sonrió, pero fue una sonrisa breve, apenas una sombra en sus labios. Bajó un poco la mirada, acomodando un mechón de cabello tras la oreja.

-A veces no sé si estoy viviendo esto... o soñándolo. Todo se siente tan... ajeno, como si estuviera viendo la vida de otra persona. ¿Eso tiene sentido?

Ignis soltó una risa.

-Es que es raro, ¿no? Que un amigo de la infancia gane... normalmente esos tipos son los que terminan vendiendo humo y desapareciendo al final.

-¡Papá! —protestó Darkness, frunciendo el ceño—. ¡No digas esas cosas! Suena horrible...

-¡Ja, ja! Es broma, es broma —se disculpó entre risas—. Solo quiero asegurarme de que mi niña estará bien. No todos los días una Dustiness se va casar con un príncipe, ¿sabes? Jatice es... bueno, si me permites decirlo... Tiene ciertas mañas.

-... ¿Mañas?

-¡Pero al menos lo conozco desde niño! —Se corrigió de forma inmediata—. Eso ya lo hace más confiable que cualquier burócrata oportunista.

Darkness asintió con suavidad, pero su mirada se volvió hacia su padre.

Este vio como estaba demasiado animado... Demasiado para alguien que, hace solo unos días, apenas podía moverse sin sentir un frío extraño en los huesos.

-¿De verdad ya te sientes mejor?

Ignis se acomodó con exageración en su silla, poniéndose una mano en el pecho.

-¡Muchísimo mejor! Esta mañana me levanté y hasta hice flexiones. ¡Veinte completas! Aunque luego no pude pararme por media hora... pero eso es normal, ¿no?

Ella soltó una leve risa, pero no borró su preocupación.

-Me asustaste, sabes. Nadie entendía lo que tenías. Todos los curanderos decían cosas diferentes... y ninguna funcionaba.

Ignis desvió la mirada por un segundo, antes de volver a sonreír.

-Shhh... —la interrumpió él con ternura, alzando la mano—. Ya pasó. Tal vez era solo el estrés... O el miedo de perder a mi pequeña.

Se quedaron en silencio unos segundos. Luego Ignis volvió a sonreír, esta vez con lágrimas en los ojos.

-Nunca imaginé que te vería así. Toda una mujer. Orgullosa. Decidida. Y a punto de empezar su propio capítulo.

-Papá... —susurró Darkness, sintiendo un nudo en la garganta.

-Pero —Interrumpió— ¡No puedo evitar pensar que otro hombre va a robarme a mi niña! ¡¡TIENE SUERTE QUE ES JATICE!! ¡Por favor, dame nietos prontooooo~!

-¡T-todavía no es la boda! —protestó ella, medio llorando, medio riendo—. ¡Por favor no llores tú también!

...

Luego de que Ignis se "calmara" por un rato, reanudaron su charla.

-Lamento pedirte que me ayudes con algunos documentos, hija. —Dijo volvió a adoptar una expresión algo más seria.—. Sé que estás ocupada con tus propios asuntos.

-Está bien. Alguien tiene que organizar todo eso. Y prefiero que sea yo antes que... Un cualquiera con hambre de dinero.

Sabía cómo funcionaban esos eventos. Cualquier festividad o ceremonia sin una estructura clara era caldo de cultivo para desvíos, favoritismos y saqueos disfrazados de gestión.

Aunque se tratase de la familia real y los Dustiness, era mejor evitarse dolores de cabeza.

La nobleza tenía una habilidad especial para convertir celebraciones en pozos sin fondo de gastos injustificados.

-Mmh. —Ignis asintió satisfecho, pero luego dejó la taza a un lado—. Hay algo más que debo contarte antes de que se difunda. Lo mantendrán en privado unos días, pero inevitablemente saldrá.

-¿Sucedió algo?

-Alderp falleció.

Darkness no reaccionó de inmediato. Simplemente... procesó.

-¿Cómo?

-La versión oficial habla de causas naturales —dijo Ignis, eligiendo con cuidado cada palabra—. Pero los rumores apuntan a lo de siempre: un ajuste de cuentas, probablemente interno. Un asesinato encubierto. Nada confirmado, por supuesto. Pero... tampoco sorprende.

Sin moverse, ella volvió la mirada más allá del gran ventanal.

Incluso en un mundo lleno de monstruos y magia salvaje, él había logrado destacar... por las peores razones. Corrupto. Insidioso. Podrido por dentro.

Y aun así, siempre salía impune. Los cargos que se amontonaban a sus espaldas eran como polvo para su apellido.

Había días en que Darkness podía sentir su mirada, incluso desde la lejanía en ciertos eventos. Era como si la siguiera desde las sombras.

Aunque nada nuevo... Era una Dustiness después de todo, más de un heredero e incluso cabecillas, le pedían su mano o le coqueteaban cuando iba a eventos oficiales.

-Supongo que... era cuestión de tiempo. —Dijo finalmente, volteando hacia su padre.

-Sí. —asintió Ignis—. Parece que la justicia de la diosa, por fin le alcanzó.

-¿Y qué se espera de mí? —preguntó, aunque ya intuía la respuesta.

Ignis se acomodó en el asiento, un gesto que hablaba más de incomodidad emocional que física.

-Te pediría que el día de mañana asistas al funeral —dijo, sin rodeos—. No por él. Sino por su hijo adoptivo. Walther.

Ese nombre le resultaba familiar. Claro, cómo no. Walther había sido una figura discreta, incluso honorable. Recordaba cómo su padre había intentado emparejarlos en el pasado.

-Sabes que es un buen muchacho. —Habló su padre de repente.—. Está haciendo lo imposible por limpiar el apellido. No tiene la culpa de nada, pero aún carga con esa sombra. Tú y yo sabemos que su presencia incomoda a muchos nobles. Pero si asistes, si das ese gesto... podría cambiar mucho.

Walther era todo lo contrario a Alderp. Justo, discreto, incluso amable. Recordaba con cierto cariño cuando Kazuma intentó hacer todo lo posible para que se casara con él.

Buenos tiempos aquellos...

-¿Y qué hay de la mansión? —preguntó de pronto—. La reconstrucción tras lo de la Cuarta Calamidad... ¿sigue en pie?

Ignis hizo una mueca.

-Sí. Nuestra familia ha cubierto gran parte de los daños. No estábamos en nuestra mejor posición cuando ocurrió, no los culpo a ustedes para nada, incluso si estuviese en los zapatos de tú amigo, también hubiese optado teletransportar aquella bomba... Pero si no fuera por Jatice...

No terminó la frase. No era necesario.

El compromiso con Jatice no era solo una unión entre amigos de la infancia. Era una jugada estratégica, un lazo directo entre la Casa Dustiness y la línea real de los Belzerg.

-Por eso mismo —continuó Ignis, con tono firme—. Este funeral no es un asunto menor. Habrá ojos, y puede que haya decisiones que marquen el futuro de la corte. Si Walther opta por renunciar a todo... o por tomar el apellido con otra visión, eso podría cambiar alianzas enteras.

-Iré, no te preocupes por eso.

Darkness asintió lentamente, entendiendo lo que no se dijo.

El pasado no se podía cambiar, pero a veces... todavía había caminos para redimir lo que quedaba.

Durante unos segundos se quedó callado, luego dejó su taza a un lado y con una sonrisa ladeada añadió:

-Ahora, hablemos de lo verdaderamente serio. ¿La fecha de la boda?

-Treinta de julio.

-Perfecto. Justo después de la temporada de lluvias. —Sonrió—. Ideal para que ocurra un desastre romántico.

-¿Qué...? —lo miró con desconfianza.

-¡Vamos, vamos, hija! ¡Conociendo a Kazuma-san, no me sorprendería que aparezca a último minuto con una entrada sorprendente! Este dirá: "¡Oi, Darkness! ¡Saca tu enorme trasero del altar y huye conmigo!"

-¡Papá! —Darkness se puso completamente roja, echándose hacia atrás en el sofá—. ¡No digas esas cosas!

-Lo sé, lo sé. —Ignis se rio entre dientes—. Pero igual, me haría el día. Además, ese chico es tan grosero como carismático. Hasta logró ganarse a unos cuantos nobles, incluso tiene a sus majestades peleando por él... Quién lo diría.

Darkness desvió la mirada, conteniendo una mueca amarga.

'No se ha tomado nada bien esto... Mucho más de lo que pensaba. No va a aparecer.' —Pensó Darkness.

Pero ajena a los pensamientos de su hija, Ignis siguió con su aire divertido. Como si estuviese recordando viejas travesuras.

-Llevo años viendo cómo se trataban. Y sinceramente, hubo un momento en que pensé que Kazuma me daría el honor de convertirme en abuelo.

-¡P-p-pero...! ¡¿Cómo puedes decir eso tan tranquilo?!

-¿Y por qué no? Si lo gritaba media ciudad con esa tensión entre ustedes dos.

-¡No había tensión! ¡Nunca lo hubo! ¡Solo era... solo era un malentendido! —dijo ella, tratando inútilmente de reparar el daño.

-Claro, claro. Igual, no importa. Si estás feliz con Jatice, yo lo estoy también. Es un buen muchacho. Y es del Reino. Eso ya lo hace confiable. Pero si en algún momento... decides lo contrario, yo estaré de tu lado. No lo olvides.

Darkness apretó los labios, pero su expresión se suavizó.

-Gracias, papá.

-Y no te olvides de pasarme el programa completo —añadió con descaro—. La ceremonia y el posible escándalo. ¡No me pienso perder el drama! Oh, espera... ¡Gertrudis, aparta inmediatamente los fotógrafos! —Gritó Ignis hacia al fondo.

Darkness dejó caer la cabeza hacia atrás con un suspiro largo.

-Sí que estas animado...

-Y tú preciosa. Te quiero, hija. Si pasa algo... ya sabes dónde encontrarme.

-Sí. Buenas noches, papá.

-Buenas noches, mi niña.

La pantalla se apagó.

Darkness se quedó mirando el reflejo tenue por unos segundos. El salón quedó en silencio.

-Idiota... —murmuró.

Apretó la mandíbula y bajó la mirada. No quería que doliera. Pero dolía. Porque más allá de la atracción o del respeto... era su amigo.

Cuatro días sin noticias.

Ni una llamada, ni un misero mensaje. Ni siquiera una broma estúpida para llenar el espacio.

Y justo cuando por fin recibió algo... fue Jatice, llamando desde el castillo, explicando con su habitual relajado que Kazuma y unos cuantos de sus amigos lo estaban buscando.

Fue un "contratiempo", que no se preocupara.

Como si eso borrara toda ausencia y justificara todo.

Y encima, lo dijo con esa ligereza tan propia de él, esa forma de tratar todo como si fuera una anécdota para reír luego.

Se recostó contra el respaldo del sofá y cerró los ojos por un momento, dejando que la quietud de la noche se le filtrara por los hombros.

'¿Qué significó todo eso para ti, Kazuma...?'

Siempre con una excusa. Siempre con algo más importante que decir.

Y ahora, una foto mal encuadrada, riendo junto a Jatice frente al Rey Demonio.

A veces, el silencio decía más que las palabras.

'¿Realmente fue tan fácil para ti dejarlo atrás? ¿Actuar como si nada hubiese sucedido?'

Ese sentimiento de aquella noche todavía resonaba, "esto no está bien", aunque por dentro todo gritara lo contrario.

Suspiró despacio y se obligó a sentarse derecha.

No podía seguir así.

La próxima vez que lo viera... no iba a evitarlo. No iba a tragarse esas palabras que se le quedaban atascadas. No más rodeos. No más suposiciones.

Fuese cual fuese la respuesta, necesitaba aclararlo.

Aunque... no supiera aún en qué dirección.

*Resplandor*

Un destello blanco y celestial llenó el salón. Darkness se giró al instante, alerta... hasta que bajó los hombros al ver quién era.

-Aqua... —murmuró, entre sorpresa y resignación—. ¿Tanto te tardaste?

La diosa apareció vestida con su clásico hagoromo, esta vez con más brillos de lo usual, como si alguien en el cielo le hubiese dicho que la saturación es poder.

Volteó lentamente hacia la voz, aunque algo en su expresión estaba... apagado.

-Hola~—dijo con un tono hueco, casi robótico.

Darkness frunció el ceño.

-¿Todo bien? ¿Cómo fue todo allá arriba?

-¡Bien! ¡Sí! Todo... re-bien. —dijo Aqua, haciendo una seña de "excelente" con el pulgar... aunque apuntaba hacia abajo—. Estuve en una reunancia... ¿reunón? ¡ReuniÓN! con... alguien. Una señora... con cara de... ¿te?

-¿Cara de té?

-¡Tiem! ¡Tiem-po! ¡Eso! —rió, rascándose la sien con energía—. Muy informativo todo, sí, sí. Lo normal... Eris estaba re... activa. Hablaba mucho. Creo que... alguien... importante... la llamó.

Darkness alzó una ceja.

-¿Importante?

-Sí... o puede que haya sido al revés. ¡Qué importa! ¡Lo celestial es circular! —Aqua hizo una especie de dibujo en el aire que no tenía forma reconocible—. Y hubo torta. O... tal vez fue cometa que pasaba, no lo se... En fin, ¿que tal todo?

-Ah, ya sabes. Arreglando unos asuntos con la boda. —Mencionó Darkness mientras caminaba devuelta hacia su ordenador.

-... ¿Qué boda?

Aquella pregunta hizo que se detuviera en seco, lo cual Darkness la miró de reojo totalmente extrañada.

-La boda. Mi boda.

-¡Ah! ¡Obviooo! Tu boba. Digo, boda. Tu boda. ¡La sabía! —agitó la mano—. ¡Lo tenía anotado en la mente! ¡Sí! Tú y el... ese tipo... con cara de... noble.

-¿Te refieres a Jatice?

-¡Sí, sí! ¡El guapo! Él... Papucho, el de las cejas. ¡Muy cejón él! —rió, aunque miraba hacia otro lado—. ¿Julio treinta era?

-Ajá.

-¡Ah, justo lo pensaba! "Julio treinta suena a día de cosas importantes", dije. ¡Y mira! ¡Tu boda! Qué coinci... ¿consciencia? ¡Conciencia!.

-Coincidencia.

-¡Esa!

Hubo un silencio breve.

-¿Y... piensas venir? No tengo problema si te llaman ese día, pero te guardaré pastel e incluso un asiento.

-¡Claro que sí! ¡Soy tu amiga, Darkness! ¡Seria un insulto no ir! ¡Quiero un asiento VIP! Ooooh mejor, déjame ser quien los case. ¡Con el poder sagrado del Culto de Axis! Me pondré mi vestido ritual, la música sonará, y gritaré "¡BESO, BESO!" mientras lanzo ¡"Belleza Natural"! y fuegos artificiales con mis abanicos.

Darkness se imaginó la escena... e inmediatamente la borró.

-N-no, no es necesario, ya tenemos sacerdote.

-¡Waaaah! ¡No es justo! Siempre me ganan esas santas aguadas del culto de Eris. ¡Planas y planificadoras! ¡Sin sentido del espectaculote! —se cruzó de brazos con un puchero.

Darkness negó con la cabeza, pero no dijo nada. Estaba demasiado acostumbrada, y ya tenia ganas de terminar su trabajo.

Entonces, Aqua giró lentamente sobre sus talones.

-Bueno... me voy mi cuarto... creo que era... ¿A la derecha?

En lugar de agarrar hacia las escaleras, Aqua caminó en otra dirección, cosa que confundió a Darkness.

-... ¿Por qué me preguntas eso? ¿Y a dónde vas?

-Ah, si... Solo era... ¿Asegurarme?

Aqua ya se alejaba, abriendo la puerta del jardín.

Se quedó mirando el exterior unos segundos, parpadeando con lentitud.

-...Oh~ ¿Siempre hubo tantas plantas ahí fuera? Qué raro. Juraría que esto era un pasillo...

Darkness la observó desde lejos, frunciendo levemente el ceño. No porque notara algo muy raro.

Solo porque, incluso para Aqua... estaba un poco más Aqua de lo habitual.


***


-¡¡A VER!! —Kazuma golpeó los papeles sobre la mesa—. ¡¿"Implementación obligatoria de jueves temáticos con cosplay de waifus por sección"? ¿¡En serio!?

[-No digo que sea mala idea, ¡¡PERO...!!]

-¿Qué demonios son los femboys? ¿Y furros? ¿¡Y por qué están pidiendo figuras de ese estilo para el salón de descanso?! —gritó mientras hojeaba un dossier lleno de ilustraciones cuestionables—. ¿¡Alguien me explica cómo este mundo llegó al mismo nivel de degeneración que el internet!?

-Bienvenido a la era de la convergencia cultural... cariño —murmuró Regina desde su tablet, sin dignarse a mirarlo.

-Al fin... al fin alguien lo admite —bufó Kalameet desde su trono de cajas—. Yo solo observo mientras la decadencia avanza. Soy el narrador del colapso.

-Dame el manga de Monster. —Gruñó Kazuma.

Uno de los frikis, precisamente Guil, se levantó con aires de revolucionario, y extrañamente como si le quisiese mostrar la luz a un ignorante.

-¡Nosotros, el Comité de Bienestar, creemos firmemente que un entorno saludable necesita representación estética, emocional, y... "kawaii"! ¡Es un derecho cultural respaldado por la Constitución de la Nueva Era Digital.

¿Era tan siquiera posible agarrar un conjunto de palabras socialmente rechazables y juntarlas en una justificación para hacerla ver moralmente correcto?

No tenía respuesta alguna, solo la duda fue sembrada en que expresión debería colocar.

-... ¿Por qué demonios dicen "kawaii" con esa tranquilidad? —susurró como si invocara una maldición—. ¡En Japón te hacían bullying de por vida por eso!

[-¡Aprendan a separar el anime de la vida real, por el amor de Eris!]

-Y queremos establecer la "Semana de Furries con ética laboral" —añadió el flacucho a su lado, con los lentes empañados—. Los ensayos en la zona de motores aumentaron la productividad un 3.7%.

Kazuma soltó una risita histérica que se fue deformando en pura desesperación.

-Jajaja... morí en 2015... —susurró con mirada vacía—. En mi época, si decías "furro", te exiliaban... o terminabas con un canal de YouTube lleno de gritos.

Volvió la mirada hacia Regina, con la desesperación de un hombre al borde del colapso.

-Dime que los estás hipnotizando. Por favor. Dime que esto no es real.

-Sí, están hipnotizados... pero con clase —respondió Regina, sin levantar la vista de su tableta—. Solo les apliqué un ajuste emocional suave. Mientras crean que me deben algo, se comportan. Como buenos perritos.

-Y yo soy feliz siéndolo, ruaar... —dijo Guil, feliz.

-Yo a ese perro si me le formo. —añadió Bastian, orgulloso.

Kazuma palmeó la mesa con fuerza, se frotó la cara y giró la mirada a Kalameet.

-¿Yo? Por favor... —Kalameet cruzó las piernas, altivo—. Mi mera existencia tuerce voluntades. No es magia. Es respeto.

-Es miedo. —acotó Kazuma, en seco.

-Sinónimos, bicho irrelevante.

-Yo soy más tradicional, pe causita... —intervino Charlie, levantando una cajita de zumo como si brindara—. Contacto visual, mente abierta y ¡Zas! ya caen como fichas. Y aunque me chupé media botella del lagartijo ese, el método sigue siendo fino, artesanal y elegante.

Ante la contestación, Kazuma chasqueó la lengua y se dejó caer en la silla con un golpe seco.

-Están hipnotizados, sí... pero aún son degenerados con voluntad propia. Es como... manipular basura reciclable. Sigue oliendo mal, pero al menos se puede reusar.

-¡No te hagas el santo que tú también estás en la lista, opresor de gustos raros! —gritó Bastian desde el fondo.

Kazuma se tapó la cara con ambas manos.

Trskk!!

Un chispazo carmesí se apoderó de su cien, lo que lo hundió en la silla, derrotado.

[-Dios, ayúdame.]

Al ver que los ánimos se estaban calentando un poco, Iris finalmente decidió intervenir mientras abría una carpeta llena de documentos.

-Tal vez hay alguna solicitud más... estándar... —dijo, buscando salvar la situación—. ¿Eh...? "Establecer miércoles de citas virtuales con inteligencias artificiales inspiradas en compañeras de secundaria" ... no... "Patrocinio oficial de concursos de gemidos kawaii para liberar estrés"... tampoco...

-Oh, esa es buena —comentó Guil, mientras apuntaba algo en una libreta con pegatinas de mapaches seductores.

-¿Y por qué todo está subrayado con tinta de glitter...? —Preguntó Iris.

-Ambiente visual amigable, duh —dijo Bastian como si fuera obvio.

Iris frunció el ceño, hojeó el documento otra vez y se detuvo, confundida y perturbada.

-Pero... todos son hombres...

Los nerds se miraron entre ellos con total naturalidad, como si fuera algo ya discutido en asamblea.

-Señorita Iris, el que come de todo no muere de hambre. —respondió Bastian, alzando una ceja como si ella estuviera desinformada.

-Y no todos los furros hacen gemidos... algunos sólo quieren sentirse deseados —añadió Guil.

Regina, al otro lado, hojeaba otra carpeta con aire desinteresado.

-Hmmm... esta solicitud tiene un diagrama anatómico de... ¿una zorra antropomórfica con implantes cyberpunk? —murmuró—. Mejooor... No sigo checando, Iris, pásame otra carpeta —pidió Regina sin mirarla.

Iris, aún ruborizada y con la cabeza llena de pensamientos que prefería no nombrar, solo se le quedó mirando.

'...¿Qué le pasa? Antes era insoportable... ¿Y ahora parece eficiente...?'

¿Es esa... la verdadera Regina cuando en verdad trabaja? Juraría que tenía pinta de ser el tipo de persona que prefiere que los otros hagan todo por ella... Bueno, esa imagen mental todavía no se le quita, pero tiene sentido.

Regina ladeó la cabeza, sonriente.

-¿Qué pasa? Te estás demorando un poco, secretariita. Digo... mediadora legal.

La voz era suave. Pero Iris la sintió como un alfiler directo al ego.

'¡¡HIJA DE...!! Ah... ¿Qué me está pasando? Controla la lengua, Iris, ¡¡Lo está haciendo a propósito!!'

Sin decir nada, con el rostro tenso y los labios apretados, Iris agarró una carpeta cualquiera y se la extendió. No la miró.

Regina la recibió con una sonrisa que parecía brillar un poco más de lo necesario.

-Gracias~~.

Luego, con un esfuerzo por retomar su rol de mediadora, abrió una de las hojas y leyó:

-Eh... "Instalación de posters motivacionales con femboys en cada área técnica para inspirar y elevar la moral del equipo" ... Ah, Nii-san, ¿Tu qué opinas?

-... ¿Esto es en serio? ¿Qué es eso?

De repente, Bastian se paró de golpe con la intención de intervenir.

-¡Claro que es en serio! —exclamó Bastian, alzando un dedo—. -¡Si no sabes qué es un femboy, permíteme iluminar tu ignorancia opresora y retrógrada! Es básicamente un chico que se ve como una chica, pero sin—

-¡¡Fue una expresión, no una solicitud!! —gritó Kazuma, llevándose las manos a la cabeza.

[-¡¿Por qué existen?! ¡¿Por qué se visten así?! ¡Esto es travestismo con presupuesto!]

'¡Era más fácil vivir en la ignoranciaaa!'

-Por seguridad... mejor no expliquen nada. —Interrumpió Kazuma haciendo énfasis en cierta esquina.

Todos voltearon a ver a Kalameet, quien sorbía un zumo con un popote, como si no hubiera roto nada en toda su vida.

-Bien pensado, Onii-sama —sonrió Iris—. Por cierto, yo también sé lo que significa. Si quieres te paso una presentación con ejemplos visual—

-¡NO, YA BASTA! —chilló Kazuma, apuntándola como si conjurara una barrera.

El pasar de los minutos se hizo evidente, y Kazuma sintió como el oxígeno se volvía más pesado.

Y no por la falta de ventilación en la sala, sino por la pila creciente de propuestas absurdas, ilegibles y moralmente dudosas que seguían desfilando.

Entre las que revisaban el papeleo, Regina hojeó con fastidio otra carpeta.

-Hmpf... "Instalación de una sala multipropósito con diseño temático de mazmorra con sirvientes furries"... —leyó con tono plano—. Y abajo en letra pequeña: "mínimo tres, máximo ilimitado, según presupuesto emocional".

Sus dedos tamborilearon sobre la mesa con cansancio.

-Oye, por más que me dé asco decirlo, hay cosas que sí puedes aprobar sin que el mundo colapse. —Suspiró—. Algunos de estos idiotas solo quieren un lugar para escapar del estrés sin sentirse miserables. A veces, un detalle absurdo pero controlado puede evitar diez motines.

Sin poder creer lo que estaba saliendo de la boca de Regina, Kazuma sola la cuestionó.

-¡¿No ves que estos frikis me tienen atados de manos?! —Golpeó la mesa—. ¡NO VA HABER FURRIES!

Al grito de Kazuma, Iris tachó algo en su cuaderno.

-¡Para gustos hay colores, respeten nuestra decisión! —Gritó Guil de forma enardecida.

-¡La máquina no se encenderá hasta que ese estúpido cumpla con nuestras demandas! —Acompañó su amigo.

Ignorando los gritos del duo, Regina contuvo una exhalación y explicó.

-¿Podrías usar tu cabeza para pensar por una vez? No puedes quedarte ahí esperando que yo o Iris te resuelvan todo. Esto es una negociación. Habla, ofrece, contraoferta. Y si no haces nada, todos van a seguir tirando basura hasta enterrarte.

Iris, que aún sostenía algunas carpetas, asintió con firmeza... aunque no convencida completamente.

-Estoy de acuerdo. Sus demandas están peligrosamente cerca de tus propios gustos, onii-sama. Solo que ellos lo admiten sin vergüenza.

-Mira esto —interrumpió Regina, hojeando otra carpeta con cara de funeral—. "Día de cosplay obligatorio para mejorar la moral de los pasillos". ¿Por qué esta gente cree que el estrés se resuelve con orejas de gato y colitas desmontables?

-Técnicamente... sí mejora el clima laboral. —Iris alzó la voz, seria—. Los accesorios temáticos alivian tensiones. Aunque creo que deberían ser rotativos, por salud visual.

Contrario a eso, Regina puso una mala cara, solo imaginando en la dicha posibilidad.

-¡Oh, Nonono! Tú no sabes lo que fue ser la única chica funcional aquí. ¿Sabes cuántas veces me sugirieron usar trajecitos de gatita "por el espíritu del equipo"? El infierno no huele a azufre.

-No tengo problema en usar cosplay. —cortó Iris, sin una pizca de pena—. Kazuma-niisama sabe que en el castillo, junto con las chicas abrimos una vez una cafetería con temática de maids. Incluso hicimos un musical con espadas.

Blam!!

Trskk!

La frente de Kazuma golpeó la mesa con fuerza. Un chisporroteo esmeralda recorrió su sien.

'¡¡MALDITA SEA!! ¡¿Por qué llegué justo después!?'

Mientras él agonizaba en silencio, Regina soltó una risita afilada.

-Vaya... no me esperaba eso. Lo admito: eres más competente de lo que aparentas. Y eso, viniendo de mí, ya es una bendición divina. Anótalo, capaz algún día te vuelva mi bendita.

Iris la miró con cautela.

-¿Es eso... un cumplido? ¿Tuyo?

-Relájate, chispita... Solo reconozco que no eres una niña con nombre de colonia cara. Aguantaste la mirada de Kalat sin desmayarte. Y hasta pensaste que podías partirle la cara al bobo. —Señaló con la cabeza a Kazuma, aún en coma existencial.

-Tener estilo y aprecio por la comodidad no me impide repartir madrazos. —replicó Iris.

'Y todavía no decido si lanzarte un Exterion o sellarte'—Agregó en su corazón.

Pero como si supiera lo que pensará, Regina quiso seguir molestando un poco más, mirando al decaído Kazuma.

-Y... ¿Él te gusta como hermano-hermano... o como—?

-Perra, si te sello, ¿quedas muerta-muerta o solo cierras el hocico?

Regina la observó un segundo, luego alzó las cejas... y rió.

-Puskuskus... nos vamos a llevar muy bien.

Charlie, desde su esquina y escuchando el veneno que se lanzaban entre ellas, no pudo evitar decirlo en voz alta:

-¡¡ESTA MIERDA SE PRENDI—!!

FRUUUUUUUSH!!

Una llamarada oscura cruzó la sala como un latigazo infernal, interrumpiendo el grito en seco. El calor hizo que hasta los documentos sacaran vapor.

Todos voltearon.

Kalameet, desde su trono de cajas de cables, bajó el vaso de zumo con furia contenida.

-Una sílaba más... y les prendo fuego hasta a sus parientes lejanos. —bufó con un tono que podía evaporar hasta el sudor.

Charlie tragó saliva. Literalmente.

-...Ya no está tan prendido.

...

Tiempo transcurrido en mesa de negociación: 2 horas, 36 minutos.

-Demanda número 32-A —leyó Iris, ya con tono plano de oficinista sin alma—: "Implementar viernes de idol training camp, donde el personal practique rutinas coreográficas en uniformes brillantes."

-Rechazada. —soltó Regina sin siquiera parpadear—. Puede reconvertirse en una jornada de salud mental... sin trajes, sin coreografía y, con suerte, sin ataques de pena colectiva.

-Poco inspirador, pero aceptable. —asintió Guil, sorbiendo de un mate con orejitas de gato dibujadas en marcador.

-Aquí hay otra... —Iris alzó una hoja decorada con chibis tan adorables que daban ganas de incinerarla—: "Concurso de trajes furry armables con materiales reciclados".

-Una trampa —cortó Regina de inmediato—. Diles que lo discutan con Kalat. Si sobreviven, tienen mi bendición.

-¡Pero señora Regina, era con fines de integración creativa! ¡También es parte de la expresión emocional colectiva! —protestó Bastian, apretando su carpeta con ojitos llorosos dibujados.

-Él no distingue entre intención creativa o como tú lo quieras llamar, más bien puede expresar otras cosas... Como arrancar extremidades o aniquilar un país.

En ese punto, Kazuma ya no estaba en este plano. Su cuerpo seguía ahí, sí, pero su alma se había desinstalado hacía 45 minutos.

Había contado todas las telarañas del techo, las grietas de las columnas, e incluso las lámparas que parpadeaban con un ritmo que probablemente era código morse pidiendo auxilio. Solo su cuerpo seguía sentado.

Mientras el número de demandas crecía sin piedad, sentía como su alma se disolvía lentamente.

Las voces se volvieron murmureos, y el pasar del tiempo se volvió más y más pesado.

Mientras tanto, los nerds —Los que tenían doctorado en soledad afectiva— "negociaban". Regina e Iris se pasaban documentos como si fueran CEOs de corporaciones enemigas en guerra.

Charlie, por su lado, sacó unos audífonos de vaya uno a saber dónde y se puso a escuchar cumbia lo-fi con ritmo de lamento existencial.

Y Kalameet... ya se había enrollado en su cola como un gato maldito encima de su montaña de cajas. A su lado había una nota escrita en quemaduras:

"TOCAN EL TEMA FURRO Y LOS EXTINGO."

Volviendo con Kazuma, este solo sacó su celular por inercia. Ya ni sabía por qué lo hacía.

La pantalla brilló con la hora en letras frías:

[- 3 de Julio, 12:32 AM.]

Se quedó viéndola unos segundos. Como si esperara que el tiempo se detuviera o que alguna app milagrosa lo sacara de ahí.

Pero no. Solo quedaba el zumbido en la sala.

-"La propuesta 48-C puede combinarse con la 51-B si sacrificamos los uniformes con luces LED..." —decía Regina hojeando a velocidad absurda.

-Eso puede negociarse si se plantea como expresión cultural... Podemos encajarlo como una locura más del culto de Axis. —replicó Iris, ya en piloto automático.

-¡Yo solo quiero orejas de gato en el uniforme técnico! ¡¡¡¿TAN DIFÍCIL ES?!!!! —gritó Guil como si defendiera una tesis frente a Eris.

-¡Y los femboys deben tener una sala especial de descanso con espejos para apreciarse a sí mismos! ... O podríamos reconsiderar todo, si traen a las Axel Hearth y que nos den cierto número de conciertos privados. —aportó Bastian, completamente serio.

-Eso ya está rozando el tráfico de personas... —murmuró Iris, frotándose el puente de la nariz—. Además, están de gira... Uh... Kazuma-nii, ¿aún tienes el contacto de Lia-san?

El castaño en cuestión, solo contestó sin levantar la cabeza.

-... ¿Las Axel Hearth? ¿Qué es eso? ¿Una app de limpieza? ¿Y por qué no están fregando mi baño?

-Urgh, vamos a omitir esa opción por el momento. —Dijo Iris, sobándose la cara frustrada.

Documentos volaban, algunos ya estaban haciendo sketches de cómo se vería la sala de karaoke.

Todo hacía ruido, uno inentendible.

Kazuma simplemente dejó de pensar.

Primero, dejó de parpadear.

Después, dejó de respirar durante unos segundos.

Y finalmente... se frotó el rostro tan fuerte que parecía que quería arrancárselo como si fuera una máscara.

-Carajo...

Fue tan fuerte su volumen que ni siquiera supo si susurró o gritó, lo único que le importaba era salir de ahí.

Y entonces, lo soltó:

-Y si les doy una parte del mundo... ¿¿me pueden dejar de joder??

Todo se detuvo.

Las hojas dejaron de moverse.

Los murmullos se apagaron.

Regina e Iris lo miraron como si acabara de declarar la guerra al sentido común.

'...¿En serio es tan idiota?' —pensó Regina, pestañeando lentamente.

'Onii-sama... tú no puedes ser así de tonto... ¿verdad? ¿¡VERDAD!?' —se preguntó Iris, mientras una vena de su frente empezaba a parir una segunda vena hija, con potencial de nietos.

Y en menos de 0.5 segundos...

-¡¡ACEPTAMOS LAS CONDICIONES!! —gritaron Guil y Bastian desde su lado de la mesa, como abogados de venta piramidal.

-¿Eh?

De la nada, ya tenia ambos lados invadidos, junto a un contrato listo frente suyo, con marca de agua, portada ilustrada y pestañas coloridas.

-¡Por favor, firme aquí, aquí y aquí! —dijo Guil, extendiéndole una pluma digital con lucecitas.

-¡Hago de testigo legal! ¡Listo pa' la historia, socio! —gritó Charlie, sacando una cámara mugrienta de no se sabe dónde.

¡Click!

Los nerds posaron felices junto a un Kazuma que todavía no había terminado de entender qué acababa de pasar.

Pero ya era tarde. El estrés, la resignación, y la sed de irse pudieron más.

Con el mismo ánimo de un mártir en horario extra no remunerado...

Simplemente firmó.

Clack.

Charlie abrió un maletín vacío y arrojó el contrato, para que acto siguiente inscritos rúnicos brillaron en la tapa con un resplandor.

¡Plaf!

Y en cuestión de segundos, la maleta se desvaneció en una bomba de humo.

-Muy bien, ya hemos terminado aquí. ¡Legalmente es oficial! —anunció Charlie con voz profesional.

¡¡¡PAM!!! PAM!!!

-¡¡¡IDIOTAAAAAAA!!! —gritó Regina al golpearlo con una carpeta enrollada directo en la cabeza.

-Jaja onii-sama... ¡¡¡PERO TÚ ERES IMBEEEEEEECILLLLLLLLL!!! —añadió Iris, dándole un golpe seco que sonó como si su decepción y frustración tomara forma física.

Kazuma se fue de bruces contra la mesa, soltando un quejido y un pensamiento perdido:

-¿¡!? ¿¡Que les pasa!? Solo quería... silencio... un momento de paz...

Pero no tuvo tiempo de siquiera parpadear, cuando Regina lo agarró por el cuello de su buzo, casi amenazando con quemarlo con la mirada.

-¿¡Sabes lo que acabas de hacer, bestia sin criterio!?

Regina no terminó de decir nada, fue por qué Iris también lo bajó hasta quedar a su nivel.

-¡FIRMASTE UNA ESTUPIDEZ LEGALMENTE VINCULANTE! —estalló Iris, roja de rabia—. ¡¡Eso fue una declaración oficial!! ¡¡Un hecho sellado, es básico en toda negociación!! "Voy a conquistar una parte del mundo", ¡¡¡NO SE DICE ESO!!! ¿¡El cambio de línea te borró varios cromosomas o es un nuevo rasgo desbloqueado!?

Mientras Kazuma balbuceaba incoherencias contra la mesa, al fondo se desató el carnaval:

-¡¡SOMOS UNA CORPORACIÓN MALVADA LEGALMENTE CONSTITUIDAAAA!! —gritó Guil, dando saltitos como colegiala diabólica—. ¡¡YUPIIIIIIIIIIIIII!!

-¡PROCEDO CON LA LECTURA LEGAL! —anunció Bastian, sacando una copia del contrato—: "A partir de la firma, los abajo firmantes —todos los nerds presentes y los que aún estén vivos en el subsuelo— reconocen al Señor Kazuma Satou como Lord Oscuro, líder supremo de sus vidas laborales, espirituales y recreativas, a cambio de una porción del mundo como bien establecido, con fines recreativos, operativos y terapéuticos".

Guil asintió con los brazos cruzados.

-Agregamos esa parte porque suena más presentable. Y porque 'Rey del subsuelo' tiene copyright.

-¡Somos corruptos pero eficientes, como debe ser! —añadió Bastian—. ¡Y tengo al menos veintisiete nombres épicos para la organización!

-¡Yo tengo treinta! Y todos involucran gatos, juegos de palabras con "sueños húmedos tecnológicos".

Apenas dándose cuenta de lo que provocó, Kazuma se frotó sus ojos mientras veía a los dos científicos celebrar.

-Mientras se pongan a trabajar en la máquina, hagan lo que quieran. —masculló.

'Igual estos desaparecen junto con la línea de tiempo, no importa.' —Pensó Kazuma encogiéndose de hombros.

-Es un desastre... Esto es un desastre... —Refunfuño Iris.—. ¡Tres horas! ¡¡TRES HORAS VIENDO PROPUESTAS TURBIAS!! —agitó una carpeta con dibujitos de chibis deformes—. ¿¡¡A ESTO LE LLAMAN NEGOCIAR!!? ¿¡Nadie más está traumado!?

Ligeramente Kalat alzó su cola al último llamado.

-¿Cómo crees que me siento, sabiendo que mi especie es la más profanada en esas porquerías? —bufó—. Que la extinción nos lleve, por favor.

El pobre chico dragón solo aumentó más las ganas de enterrar la civilización en el olvido.

Iris, por su parte, abrazó su libreta como si fuera una almohada de consuelo y murmuró:

-Con razón mi hermano se la pasaba renegando después de cada junta diplomática... Y yo que pensaba que exageraba.

'Me siento como si un profesor hubiese cancelado un examen, y yo me desvelé toda la noche.' —Pensó Iris, con ganas de arrancarse varios mechones de su cabello.

Regina, sentada de medio lado sobre la mesa, exhaló con fuerza.

-¿Y tú lo permites? —le soltó a Kazuma—. Así, sin más. Firma, entrega media tierra, y se lava las manos como si hubiera autorizado una compra. ¡Por eso debes leer los términos y condiciones, eres un imbécil! ¡CON TODA LA PALABRA!

-Y lo peor es que lo hace con esa cara de "¿yo qué hice?" —añadió Iris—. ¡¡No me extraña que termines así si tomas decisiones con esa neurona suicida que cargas en la frente!!

Kazuma no respondió. No porque no tuviera ganas de gritar "¡¿Y qué querían que hiciera?!", sino porque... la voz de Iris le pegó justo en el kokoro.

Creo que esta era la primera vez que recibía un regaño por parte de ella... Al menos eso creía.

[-Si tuviésemos hermanas menores... Ya estaríamos presos.] —Resopló Control.

-Fuera de las quejas, ¿ya podemos dar esto por cerrado? —masculló, sin mirarla—. No quiero quedarme a ver qué otra ridiculez "legal" sucede.

Se levantó, se estiró con un crujido que parecía venir del alma, al no escuchar ninguna oposición se giró hacia Charlie.

-Charlie, lleva a Iris al circulo de teletransporte.

-Ya rugiste, por aquí flaquita. —respondió él, guiñando un ojo y señalando la salida con el pulgar.—. Teletransportación rápida y sin rebote estomacal, garantizado.

Pero antes de moverse, Iris casi salta de su asiento.

-¡¿Espera, ya me estás echando?! ¡¡Yo dije que quería quedarme a dormir!!

Sin embargo, aunque le doliera. Kazuma le negó la petición.

-No puedo arriesgarme a que traje blanco se levante histérica y publique por todos los medios que desapareciste. A la mínima que pueda, me declara terrorista.

-Oh... —Iris bajó la cabeza, decepcionada, casi con un puchero.

Y eso... eso fue lo que lo terminó de rematar, hizo que su corazón se sacudiera demasiado.

-¡Cajum! —Kazuma desvió la mirada—. B-bueno, p-pero... si buscas una excusa decente, podrías decirle a tu padre que estás conmigo. O que estás en medio de una inspección diplomática, o algo así. Suena serio... Hasta genial, si, suena creíble. ¿No?

-¡No te preocupes por eso! —replicó Iris, con una sonrisa brillante que casi lo dejó ciego—. Si él sabe que estoy contigo, entonces cualquier cosa que le diga no tendrá peros. Estoy segura.

Aunque inicialmente la intención era noble, Kazuma no podía evitar maldecir las artimañas de ese viejo zorro.

'...Maldito viejo, lo planeaste todo, ¿no?'

Pero si decía aquello en voz alta, definitivamente se haría parecer más paranoico de lo que era.

Así que simplemente se aclaró la garganta y decidió abordar el otro tema que le picaba desde hace rato.

-Hiroshi-san, ¿cierto?

Bastian alzó la mirada, emocionado por la mención.

-¡Sí! ¡Hiroshi Bastian, a sus órdenes, Señor Oscuro!

-El señor Oscuro está de más... Igual, sabía que ese apellido me sonaba. ¿Eres japonés?

-¡Sí, claro! Nací en Osaka, morí en 2019. Fue una explosión química casera. Quise probar unos tutoriales viejos de 4chan para hacer cuarzos... Je, al menos nadie descubrió la contraseña de mi PC. Y tú, ¿Cómo moriste?

-¡CAJUM, CAJUM! ¡E-eso es privado...! Como sea, a lo que quiera llegar. Entonces ya sabes cómo funciona esto... ¿Qué objeto trampa agarraste?

-Oh, eso. —Bastian sonrió orgulloso—. ¡Rayos X en los ojos!

...

......

.........

-¿¡Q-Q-QUÉ!? —gritó Iris, cubriéndose instintivamente con una carpeta. —. ¡¡PASÉ HORAS SENTADA FRENTE A ÉL!! ¡¡KAZUMA-NIISAMAAAAAAAN!!

Regina parpadeó lentamente... y luego se puso de pie con una expresión que helaría un volcán.

-¿Tienes qué en dónde...?

-Rayos X. ¡En los ojos! Puedo ver a través de— ¿¡Eh!? ¿¡S-señora Regina!?

Regina ya lo tenía sujetado del cuello de su camisa, y en un gesto que apenas se pudo vislumbrar, chasqueó los dedos frente al rostro de Bastian.

FLAAAAASH!

Una luz divina (con matices vengativos) selló sus ojos con un símbolo brillante de acceso restringido.

-¡A-AAAAAAAH! ¡¿PERO POR QUEEEEEEE?! ¡NOOOO! ¡¡NO SIENTO MI HABILIDAAAAD!! —berreó él como niño al que le quitaron un videojuego.

-¿¡TODAVÍA PREGUNTAS!? ¡TE PASASTE CASI DOS MESES MIRÁNDOME, BASURA INFECTADA! —rugió Regina, con fuego literal en los ojos.

-¡Me sentí más seguro tras ese perro que con un montón de nobles corruptos! —gritó Bastian sin entender su situación.

Guil, el amigo de él, trató intervenir, sudando frío.

-¡P-perdonelo Regina-sama...! E-es un... es un... ¡Un mecanismo psicológico! Si, ¡un mecanismo psicológico! ¡Una especie de apego subconsciente basado en figura autoritaria femenina! ¡No es culpa suya, es un trauma de la juventud con doujins y falta de afecto real!

Regina giró el rostro hacia él como un eclipse de odio.

-¿Trauma? ¿Subconsciente? ¿Falta de afecto? ¡Oh, claro! ¡Con razón actúan como si una mirada significara consentimiento, manga de enfermos sin salvación!

-¡JÓDETE! —saltó Bastian de golpe—. ¡IGUAL LA DIOSA DEL AGUA TENÍA UN CUERPAZO MÁS RICO QUE EL TUYO!

...

...

Hilos dorados y una bruma de oscuridad tan densa que la misma noche cubrió la misma sala, emanaba del cuerpo de Regina de forma peligrosa.

-¡¡TE VOY A DESINTEGRAR EN ORDEN ALFABETICO, EMPEZANDO POR TUS HUEV—!!

Pero para Iris, los sonidos se apagaron de golpe. Parpadeó, confundida, y vio que Charlie estaba a su lado, tapándole los oídos con cara de veterano en zona de guerra.

-No lo escuches, flaquita. Lo que vas a oír te va a sacar canas.

Mientras tanto, Kazuma ya había saltado por reflejo, abrazando a Regina por la cintura con esfuerzo.

-¡¡PARALE, NO VALE LA PENA!! ¡NO LO VALE! ¡¡RECUERDA!! ¡¡LOS NECESITAMOS!! ¡¡LOS-NE-CE-SI-TAAAA-MOS!!

-¡¡TÚ LO NECESITAS!! —rugió ella, agitando los brazos como dragón atrapado en un torbellino—. ¡¡YO NECESITO UNA DUCHA SAGRADA Y CLORO PARA EL ALMA!! ¡¡MALDITOOO, ME LAS PAGARAAAAS!!

-¡¡CHARLIE!! —gritó Kazuma, colgando de Regina como banderín—. ¡OCÚPATE DE IRIS! ¡Y USTEDES DOS...!

Se giró hacia Guil y Bastian, que ya estaban escondidos detrás de una mesa como niños tras romper un florero.

-¡¡A LA MÁQUINA! ¡¡YA!!

-¡S-sí señor! —gritaron al unísono, corriendo como ratas felices.

Regina, todavía alzada, seguía despotricando:

-¡¡TE VOY A DESOLLAR EN CURSO ALFABÉTICO, EMPEZANDO POR TU AUTOESTIMA!! ¡¡TE QUITARÉ LOS DEDOS, TE LOS DEVOLVERÉ EN ENSALADA, ¡¡Y TE LOS HARÉ TRAGAR Y LUEGO TE LOS SACARÉ CON UNA PAJILLA!!

Charlie, mientras guiaba a Iris lejos, murmuró:

-Y decía que no era una bruja... ¡Vaya por la sombrita!

Y en el fondo, el mismísimo Kalameet murmuró desde su rincón, aún enroscado:

-Dejen dormir al prójimo. —gruñó.


***


Aún era de noche. Las calles estaban casi vacías, apenas iluminadas por las farolas perezosas de un vecindario acomodado, de esos donde cada mansión parecía competir por el premio a "fachada más intimidante del mes".

Una motoneta avanzaba con su ronroneo suave, como si no quisiera molestar el silencio de la madrugada.

No había muchos autos circulando, apenas uno que otro transeúnte solitario volviendo de viaje, o vecinos con hobbies extraños como salir a trotar de noche como si no valoraran su vida.

Yunyun fue reduciendo la velocidad poco a poco, hasta orillarse a un costado del camino.

Se detuvo justo en una intersección cercana, lo suficientemente lejos como para no parecer sospechosa, pero cerca como para que Megumin llegara caminando a su mansión sin problemas.

-¿Segura que estarás bien? —preguntó Yunyun, quitándose el casco con cuidado.

La carmesí no respondió de inmediato, solo se bajó del asiento trasero y se quedó ahí, cruzada de brazos, mirando la fachada de su casa con expresión complicada.

'Ni yo estoy segura de eso...'

Viéndola tan callada —por tercera vez esa noche—, Yunyun se forzó a romper el hielo.

'¡Vamos, Yunyun! ¡Cinco frases! ¡Solo cinco frases normales y completas! ¡Nada raro! ¡Nada triste! ¡Tú puedes!'

-Uhm... por cierto... —empezó, como si no llevara diez minutos practicándolo en la cabeza—. Además de seguir como aventurera, empecé a tomar algunos trabajitos por internet. ¿Viste la motoneta? Me la compré con eso.

Entonces, como si le hubiesen activado un interruptor, Megumin se giró a ella, jalándola de su abrigo.

-¿¡Te metiste a ramera!?

-¡¿QUÉ?! ¡¿QUÉEEE?! —chilló Yunyun, tambaleándose con la moto—. ¡¡¿De dónde sacas eso?! ¡¡NO!!

-Con esa introducción vaga y viniendo de ti, cualquiera pensaría mal —replicó Megumin con total naturalidad.

-¡Cualquiera con la mente podrida, sí! —bufó Yunyun—. ¡Doy clases privadas! ¡CLASES!

-... ¿Clases, tú?

¿Está hablando de la misma Yunyun? La misma chica que solía embobarse con la palabra "amigo" cada vez que se le mencionaba.

-¿¡Por qué me miras de esa forma!? ¡Sé que es difícil de creer, pero es cierto! ¡Soy tutora!

-¿De qué tipo?

-Es de... Cultura humana, para Faitfore.

Al escuchar eso, Megumin se quedó procesando el nombre por unos segundos, como si tratase de recordar quien era.

-¿La dragona de ese delincuente con lanza?

-¡Sí! ¡Esa! Dust me pidió ayuda hace un tiempo. Lynn casi nunca está y Fore-chan... bueno, ella fue la que me lo pidió directamente. ¡¿Puedes creerlo?! ¡Me lo pidió ella!

El entusiasmo de Yunyun explotó de golpe. Se sentó a un costado de su asiento no pudiendo evitar profundizar más en el tema.

-Le doy clases dos veces por semana. Cultura humana básica, historia, lenguaje, memes... ¡Hasta vimos películas juntas! ¡Subraya cosas, toma notas! ¡Tiene una libreta solo para los memes!

-Cuando me lo cuentas así, parece que estas hablando de una persona diferente.

-¡Por eso lo digo! Cambió un montón desde que tenía esa forma de niña de diez años, ¿Te acuerdas? Apenas decía frases completas y si las decía, era algo tipo "carne" o "pan". Ahora me manda preguntas por mensaje... ¡preguntas de verdad! A veces sonríe. Muy poco, claro. Sigue siendo del tipo... kuudere .

-¿Y qué clase de preguntas te hace? ¿Alguna rara?

Yunyun se encogió ligeramente, incómoda.

-N-no son raras... solo... pide ejemplos de conversaciones casuales —dijo Yunyun, rascándose la mejilla—. Algo tipo... "cómo responder a un chiste", "cómo empezar a hablar con alguien", "qué decir si alguien te comparte una canción"...

Hizo una pequeña pausa, bajando la voz:

-Y... últimamente también pregunta cosas como... "¿cómo saber si una conversación diaria es importante?", o "¿qué significa si alguien te responde rápido aunque no lo conozcas tanto?" ... Y que responder si te ponen "Jaja"

-No sabía que podías responder eso último.

-¡Por supuesto que no lo sé! —chilló Yunyun—. ¡¡Yo busqué un manual!! ¡Uno viejo que venía con ilustraciones!

A veces no sabía si Yunyun era demasiado noble o demasiado tonta como para consultar en un estúpido manual, pero como no quería discutir en ese aspecto... Decidió dejarlo pasar.

-... ¿Y cual es el punto?

Al ver que ella se fue por las lianas nuevamente, sacudió su cabeza y se llenó de determinación.

-Solo quería preguntarte si... quisieras venir conmigo a una de sus tutorías privadas. Como distracción.

-¿Distracción? —Megumin alzó una ceja.

-¡S-sí! Ya sabes... solo por pasar el rato. Como una salida educativa... amigable... ¡No me hagas explicarlo mucho, por favor! —dijo revolviéndose los dedos—. Además, Faitfore es callada. Y... quiero que alguien vea que estoy haciendo algo bien. Enseñar sobre amistad es difícil cuando no tienes... mucho material práctico de referencia.

Megumin se la quedó viendo.

-...Eso fue triste.

-¡¡Fue pedagógico!! —protestó Yunyun, al borde de la vergüenza—. ¡Tú sabes a lo que me refiero!

Megumin soltó un suspiro largo.

-Solo espero que no estés intentando convertirte en una gata rompe hogares. Sí, ese cretino podrá ser mala influencia, pero sigue con Lynn. Y todavía me acuerdo de lo que le dijiste aquella vez...

-¡¡Pasado, eso quedó en el pasado!! —saltó Yunyun, agitando las manos—. L-lo importante ahora es avanzar, ¿no? ¡No me mires así, no estoy intentando nada raro! ¡No es por Dust! ¡Es por Fore-chan!

Megumin la miró con media sonrisa, ladeando la cabeza.

-Ajá... Por ella.

-¡Es en serio! ¡Nada de doble intención!

Decidida a que ya la molestó lo suficiente, Megumin retrajo su báculo y dio media vuelta.

-Está bien, lo voy a considerar. Te escribo en estos días~

*Resplandor*

Justo entonces, ambas se detuvieron al ver un tenue resplandor violeta encenderse frente a la mansión.

-... ¿Eh?

Totalmente extrañada, Megumin estrechó los ojos lo más que pudo, de aquel resplandor emergieron dos siluetas.

La primera se trataba del propio Kazuma, con ese mismo buzo verde qué quién sabe cuántas posturas ya llevaba puesto.

Y la segunda, hizo que la sangre del rostro de Megumin se drenará por completo.

¿Era una ilusión? ¿Una aparición? Quería estar equivocada, pero cuando se frotó los ojos más de dos veces comprendió que no era así.

Debido a la penumbra de la oscuridad, era difícil discernir la identidad de la mujer, pero incluso para Megumin, no podía sacarse la primera impresión de su silueta.

No muy alta, más o menos a la par de Kazuma en estatura, tenía un pelo tan negro que se fusionaba con la misma oscuridad, poseyendo a su vez una figura seductora de reloj de arena.

Cada paso que daba parecía traer consigo una gracia y belleza deslumbrante qué solo se conseguía en el apogeo de la noche.

Incluso para Megumin, era hipnotizante verla... Era tan envidiable su figura que incluso aquella inseguridad sobre su propio cuerpo afloró como los pétalos de una flor.

Incluso en la oscuridad, tenía presencia.

Megumin tragó saliva. Una parte de ella, muy profunda, muy enterrada, se sintió invadida.

Casi no se dio cuenta de que se estaba quedando quieta... demasiado quieta.

-E-¿ese es... Kazuma y quién...? —murmuró Yunyun, boquiabierta, con el casco aún en la mano.

Eso fue lo que la sacó de su trance. Megumin sacudió la cabeza, reaccionando por mero reflejo.

-¡Escóndenos, rápido! —Ordenó Megumin.

-¿¡Qué!? ¿¡Por qué!? ¿¡De quién nos escondemos!? —dijo Yunyun sacando su varita entre torpes movimientos.

-¡Solo hazlo! ¡Disimula el maná, suprime tu presencia, lo que sea! ¡Ya!

-¡Ya, ya, ya! ¡Estoy en eso!

Bzm!

Una pequeña onda distorsionó el aire a su alrededor. Como una gota en un charco, la luz se refractó suavemente... y en segundos, ambas quedaron ocultas entre sombras, perfectamente camufladas.

Era una técnica clásica entre los magos carmesí. Usada más bien para infiltraciones o sigilo.

...

Más adelante la figura de Regina pisó fuertemente el pavimento, todavía sulfurada por lo que había vivido.

-Maldito sea... Me las pagará... Deja que regrese a la base, ¡Lo haré cachitos! —Hizo un gesto como si quisiese aplastar un cráneo de frente.

-Haz lo que quieras con él, pero que sea después de terminar con la máquina. —Comentó Kazuma, caminando a su lado mientras sorbía un zumito.

-¡¡PARA TI ES FACIL DECIRLO!! ¡No sabes lo que se siente que un fisgón te vea hasta la consciencia durante semanas! ¡Y el muy pedófilo estuvo viendo la de Iris! ¿¡Y tú no dices nada!?

[-Ni tan pedófilo, ya casi tiene 18~] —Canturreó Anular.

'Tiene 16 y... ¿Sabes qué? Jodete, ya me cansé de discutir contigo.'

Solo suspiró... y alzó la vista al cielo, como quien busca algo allá arriba, esperando ver un resplandor, o al menos una señal.

No pasó nada.

Regina lo notó, creciendo el ceño de inmediato.

-¿Qué estás mirando?

Kazuma bajó la mirada y se encogió de hombros, como si no fuera nada.

-Costumbre.

-Tú y tus rarezas.

No respondió, se limitó a sorber la caja con ruiditos.

Unos pasos más adelante, Regina soltó:

-La maquina estará en funcionamiento dentro de dos horas, cuando todo este listo te avisaré... O al menos que quieras que nos perdamos por ahí... Podemos empezar luego. —Dijo Regina mirando hacia otro lado.

Se pararon en seco frente al gran portón, de verdad le resultaba ajeno que los cables eléctricos y el transformador adornaran el jardín de lo que alguna vez fue una mansión del medievo.

Pero era su casa... Al menos en cierta forma.

Regina, al notar como la mirada de Kazuma todavía seguía contemplativa, se paró a su lado y musitó.

-Mm~ sigo pensando que es feo. ¿Por qué sigues con esta doble vida? No es como si ellas fueran importantes para ti en este momento.

No le dijo nada, pero no pudo evitar arrugar su cara.

-No me mires así, sabes que tengo razón. Ellas son carne, bonita, si, pero se arrugan, se rompen, se mueren. ¿Y tú qué harás cuando eso pase?

Y como si su silencio fuese una descarada invitación, ella siguió:

-Podrás recordar sus nombres por milenios, pero ellas en definitiva no podrán recordarte ni cincuenta años sin arrastrarte al olvido... Claro, teniendo en cuenta que muchas personas en este planeta son ligeramente longevos, pero ya te das una idea. 

Se encogió de hombros como quien habla de una planta que se marchita antes de primavera.

-Preocuparte por ellas... es como encariñarte con una chispa en medio del desierto. La viste brillar, te dio algo de calor, y cuando se apague, ni siquiera quedará humo.

Luego, con una sonrisa ladina, volvió a mirarlo de reojo.

-Pero hey, si quieres seguir jugando a ser humano por un rato más... no te detendré.

Él respiró hondo, sin apartar la vista del portón.

'No es que pretenda ser humano...'

[-Comer lo que solía ser mi comida preferida, dormir de forma perezosa...]

Más bien eran hábitos de su mente humana.

Dicha posibilidad siempre flotó en su cabeza, pero ahora no quería lidiar con eso.

-¿Y lo de Iris? ¿También tenías razón ahí? ¿¡Hacia falta ser TAN especifica!? —Preguntó, cambiando de tema de forma abrupta.

Ella soltó una carcajada totalmente divertida, sin pizca alguna de arrepentimiento.

-Aaah~ no me eches la culpa a mí, CEO-kun. Eres tú el que esperaba una actitud "family friendly" de una diosa maligna como yo.

-¡Se llama PRIVACIDAD, idiota! ¡¡Nadie debe saber nada!!

-¿Y acaso fue mentira? —preguntó ella, cruzándose de brazos, sin perder la sonrisa—. Mira, no soy como Wolbach. No soy una hipócrita y ando de buenas con cualquiera. Si alguien siente venganza, odio, celos, lo que sea... Lo detecto. Y lo alimento, es parte de mi trabajo, ¿Entiendes, cariño?

Kazuma se tapó la cara con ambas manos.

-Sabía que debí ir por ella cuando tuve la oportunidad...

Regina le dio un pequeño codazo, con esa sonrisa afilada que tanto le gustaba usar cuando sabía que tenía ventaja.

-¿Qué esperabas? ¿Una relación sin consecuencias? ¿Sexo casual con una diosa de la retribución? No eres tan idiota, ¿o sí?

-¡Eso es EXACTAMENTE lo que pensé que podía tener! ¡¿Por qué nadie puede tener eso en paz?!

Regina soltó una risita más y le dio otro codazo de complicidad.

-Va, va, ya no seas tan sensible, mejor... Cuéntame, dijiste que en la otra línea nunca me conociste. Pero dime... ¿cómo era todo allá?

Kazuma suspiró, y se quedó mirando la fachada de la mansión, como si estuviese viendo algo más allá del plano actual.

-Más simple, más tonto, teníamos lagartos corredores en vez de motos, cartas en vez de celulares. Y por alguna razón, todos creían que la gente importante siempre tenía que gritar antes de atacar.

-Aaah... Nada raro, he estado en cientos de mundos así. No es rarísimo toparse con sujetos con habilidades ridículas y con más harem que amigos, lo de siempre.

Kazuma empujó el portón, que se abrió con un chirrido largo y conocido.

Casi pudo oír en su mente las voces de sus amigas, los gritos llorones de Aqua, el eco de las risas, y hasta el repulsivo croac de los sapos gigantes que solían aterrorizarlos.

'¿Cuándo se volvió todo tan... enredado?'

-Mhp —musitó Regina, observándolo de reojo—. No me cabe duda: eres de esos que empezó como payaso del grupo, pero un día perdió la sonrisa por X o Y tragedia, y puff~ se volvió el antihéroe melancólico. Típico.

-¿Puedes dejar de hablar como si narraras un shonen de segunda? —resopló Kazuma—. Todo era simple... Wolbach me pidió matar a una de tus seguidoras... y todo se fue al garete.

-¿Una de las mías, eh? —Regina ladeó la cabeza con tono vago—. Mmm... ¿la loca fantasma o la del ejército del Rey Demonio? ¿Cómo se llamaba?

-Seresdina. —dijo él, sin mirarla.

Regina hizo una leve mueca, como si le hubieran mencionado un recuerdo viejo y pegajoso.

-Ah... esa. Me gustaba cómo hablaba sola, todo teatrera... "Por la gloria de Regina", "en nombre de la Venganza", ya sabes. Siempre fingiendo ser una Priest, pero con más intensidad que fe. Tenía carácter, eso sí.

-Su plan era básico —continuó Kazuma, apoyándose contra el marco del portón—. Infiltrarse en Axel, desestabilizar la ciudad, provocar una guerra civil que escalaría al caos general... y luego mandar al ejército del Rey Demonio para terminar la fiesta. Quería tirar la mesa entera al diablo.

-¿Y lo logró?

Kazuma asintió con lentitud.

-Mis amigos podían con ella —continuó—. Aunque fueran torpes, aunque fueran impulsivos... juntos podían detener esa estúpida invasión. El problema... fue lo que vino después.

Hubo un breve silencio, antes de que Regina bufara con ironía.

-Déjame adivinar, ¿El mismo Kalat que ahora duerme encima de varias cajas de snacks?

Kazuma no sonrió.

Ni un poco.

Y entonces, bajó los ojos. Por primera vez, sin bromas, sin sarcasmo.

-El problema no fue Kalameet. —su voz bajó, más suave, más cruda—. Fue que despertó... por mi culpa. No tenía idea. En ese momento apenas podía respirar, huyendo de héroes de otros mundos, de cazadores, de mercenarios o lo que sea. Pero... las raíces de maná del mundo estaban tan colapsadas qué... terminó despertando.

-¿Y te devolvió el favor con un buen apocalipsis?—ironizó.

Kazuma soltó una risa breve. Sin alegría.

-Ja, algo...

Se hizo un silencio raro. No incómodo. Más bien uno de esos que se sienten densos, como si las palabras colgaran del aire esperando caer.

-No quería matar, no quería destruir, me lo tragué todo solo porque pensé que podía con eso. Me aferré a esa idea estúpida de salvar sin sacrificar... Y al final me rompí.

Se pasó una mano por el rostro. Pesado. Hundido.

-El programa... Mimo. Por mi propia estupidez perdí el control, era demasiada información, demasiada carga. Se me metió hasta los huesos. Me convertí en algo más. Algo que no debía existir.

-...

-No fue Kalameet, quien casi destruyó el mundo, tampoco fue el Rey Demonio. Fui yo. Yo arrasé con todo. Y lo sabía. Lo estaba viendo. Lo estaba sintiendo. Y aún así... no pude parar.

Regina se recargó también en el portón, sin emitir juicio. Solo lo escuchaba.

-Cada paso que daba... dolía. Pero no podía detenerme. Pensar dolía. Respirar dolía. Estar ahí... dolía. Era un capullo de represiones que estuve guardado durante tanto que... Finalmente me quebró y me até a mi mismo.

-¿Y qué querías entonces? —murmuró ella, casi sin querer.

Kazuma tardó en responder. Pero cuando lo hizo, fue como si soltase algo que había estado atascado durante años.

-Solo quería estar. Sentir que aún era yo. Aunque no quedara nadie que pudiera decírmelo.

Regina cerró los ojos un segundo. Luego suspiró, profundo. Cómo si también la mera idea se le fuese pasado por la cabeza alguna vez.

-¿Dormir para no despertar? —preguntó.

Kazuma apenas y sonrió.

-Dormir para no seguir, supongo... Soñar en estar en algún lugar mejor.

No sabia si todo lo que salía de su boca eran sus verdaderos deseos, pero... Sí tan solo hubiese tomado la decisión correcta, ¿Estaría en el mismo lugar que hoy?

Aunque Artemisa no estuviese ahí presente, sabía que lo correcto era traer devuelta la realidad como le correspondía, era su pensamiento nato ahora mismo.

Este mundo era una dulce mentira, solo a él le correspondía desenmascarar la amarga realidad.

¡Plaf!

Regina le dio un par de palmadas secas en la espalda, una casi le saca un pulmón.

-¡Ya, ya, ya! ¿Otra vez con la fase "soy un monstruo incomprendido"? —soltó con una risita burlona—. Mira, hice cosas éticamente cuestionables en su tiempo... tú arrasaste un planeta por accidente... y ambos tenemos nuestro acostón como si nada. En resumen: somos horribles personas que no merecemos un final feliz. ¡Y está bien! Es nuestro encanto.

Kazuma se giró levemente, alzando una ceja.

-¿De verdad esa es tú forma de darme apoyo?

-¿Qué esperabas? ¿Un abrazo, palabras dulces? —le sonrió, arrugando la nariz—. No soy la diosa de la compasión, bebito. Soy la que te arrastra de los pelos fuera de tus traumas... y luego te deja marcas en la espalda por deporte.

Kazuma frunció el ceño, visiblemente incómodo.

-¿Puedes no sacar lo de las marcas? No es necesario.

Regina lo miró de reojo, y entonces se llevó un dedo a los labios con aire pensativo.

-Mmm... ¿No eras tú el que me pedía a gritos que te llamara por tu rango?

Kazuma palideció.

-No empieces.

Por alguna razón Regina empezó a hacer gestos de vaquero, mientras se burlaba:

-"¿Te recuerdo quién manda aquí? ¡Por jerarquía divina, yo tengo más rango!" —lo imitó con un tono entre teatral y burlón—. Yo intentando ponerme seria y tú en plan emperador barato... ¡y ni aguantaste la primera ronda, bestia!

Kazuma se cubrió la cara con una mano, rojo hasta las orejas.

-¡CALLA, DIJISTE QUE TE GUSTABA ASÍ! ¡¡Tú fuiste la que me dijiste "improvisa"!! ¡Yo improvisé!

-Y lo hiciste tan mal que me reí media hora antes de tomarte en serio. Aunque admito que gritaste lindo cuando me senté en tu—

-¡NO MÁS DETALLES! —exclamó él, cortándola de golpe.

-A tu servicio, muñeco. —le guiñó un ojo—. Dejando eso de lado, ¿Te olvidas que tenemos un pacto?

Regina se levantó del portón, para luego quedar frente a Kazuma.

-¿La de amarrarte a mí hasta matar a Time? —Preguntó devuelta Kazuma.

-Esa. Y luego reventar a los Programas restantes como piñatas divinas. Por mi Séptimo... y por Artemisa.

Ella alzó su puño, dispuesta a conectarlo con el de Kazuma.

-Hah~ no tengo forma de contradecirte eso.

Kazuma extendió el puño hacia Regina, medio sonriente.

De igual forma le iba a corresponder el gesto, pero...

De repente, algo punzó en la cien de ella, clavándose justo detrás de sus ojos, era un sentimiento.

Amargo, crudo, afilado.

Celos.

Algo de dolor.

Las pupilas de Regina se dilataron brillando entre esos matices de dorados y oscuros, ella giró la cabeza... Mirando más allá de un velo que trataba de cubrir una presencia.

...

Megumin, aún oculta bajo el camuflaje de luz y baja emisión mágica, sintió cómo algo la desgarraba por dentro.

'¿Qué...? ¿Nos está... mirando?'

Era irracional, no había forma alguna. Pero ese instante... ese cruce invisible de miradas hizo que el estómago se le encogiera como si hubiese caído en un abismo.

Tragó saliva con esfuerzo, su cuerpo se volvió rígido, como si respirar de más pudiera delatarla. Su corazón golpeaba, no por miedo... sino por esa clase de presentimiento que duele sin explicación.

A su lado, Yunyun se percató del temblor imperceptible en sus dedos. Le tocó la muñeca con delicadeza, sin entender.

-¿Qué pasa...?

Pero Megumin no respondió.

Sus ojos se quedaron congelados, en esa figura que emergía de la penumbra. En esa mujer con silueta perfecta, caminar lento y aura envenenadamente serena. Esa que estaba junto a él.

...

Y en ese instante, Regina sonrió.

Sus ojos se encendieron en iris dorados, parecían brillar como los de un auténtico demonio.

-Heeh~

No fue una sonrisa, fue un eclipse. Una mueca sin dientes, sin humanidad. Era una grieta abierta en la realidad. Una grieta que escupía oscuridad.

Trap!

-¿Ah? ¿Qu—? ¿¡!?

Antes de que Kazuma pudiera decir algo más, Regina le tomó su muñeca extendida con fuerza, para luego empujarlo suavemente contra la verja.

Y sin previo aviso, la carne con carne en sus labios hizo contacto repentino.

Lengua. Dedos que subieron por su pecho hasta enredarse en su cuello. Un beso posesivo, descarado, de esos que casi amenazaban con cortar la respiración de un momento a otro.

...

Si era una pesadilla, quería despertar.

Si había cometido un pecado que enfureciera a las estrellas, quería disculparse. Quería suplicar que la borraran del mundo.

Pero lo único que llegó a su mente fue:

... ¿Por qué?

-... ¿K-Ka-Ka-kazuma...?

Sus dedos fríos junto a su mano, trataban de callar la voz quebrada que salía de su boca, sentía que sus ojos brillaban como nunca, pero no por emoción.

Era esa clase de brillo que llega justo antes del quiebre.

Yunyun, al lado suyo, apenas pudo girar la cabeza.

La vio. Cómo se encogía sobre sí misma. Cómo se mordía los labios para no gritar, para no estallar en mero coraje... Aunque dicho sentimiento era más opacado por el dolor de una traición.

Y no supo qué hacer.

Solo escuchó cómo respiraba su amiga. Como si algo adentro de ella hubiera comenzado a astillarse... lentamente.

Como si todo lo que alguna vez le dio sentido, se estuviera desmoronando.

...

Kazuma, al fin, levantó una mano y separó a Regina.

-... Estamos en público —susurró, más por reflejo que por prudencia.

En cambio, la diosa en cuestión se relamió sus labios con deleite puro.

-Lo sé. Y por eso lo hice~ —canturreó.

Dándose media vuelta, la diosa se alejó con ese caminar de tentación que parecía coreografiado... y justo antes de irse:

¡Plap!

Se dio una palmada provocadora en la cadera.

Sin comprender el repentino impulso de ella, Kazuma apenas se llevó los dedos al labio. Aún sentía el contacto y el sabor de aquello.

-...¿Por qué?

Regina giró la cabeza apenas, su voz suave como terciopelo... y tan cruel como un adiós malintencionado.

-Mi trabajo~

Plash!

Kazuma se quedó allí, bajo la sombra de la noche y el resplandor apagado del portón, totalmente solo.

Se limpió el labio con la manga. No por asco, sino por reflejo.

-Ja... O la desgracia del programa Mimo está perdiendo el toque... O de verdad estamos mejorando.

Se dio media vuelta para empujar la verja y entrar.

Pero entonces, su visión espiritual se disparó de golpe.

...

'Oh, mierda'


***


[- 3 de julio, 01:25 AM.]

Kazuma se dejó caer en la cama sin quitarse los zapatos, como si todo su cuerpo pesara el doble.

No suspiró por agotamiento físico... sino por esa fatiga que nace en el fondo del pecho, la que se arrastra como sombra en cada pensamiento.

'Pude quedarme en la base hasta tener todo listo...'

Pero no lo hizo, pensaba en tener un cambio de aire.

Miró al techo. Las vetas de la madera dibujaban un mapa caótico, como un rompecabezas sin solución.

Al final, se dejó caer de espaldas, brazos abiertos. Como si el colchón pudiera cargar un poco de lo que él ya no podía sostener.

¿Qué excusa inventar cuando esas tres la bombardearan de preguntas...? Era la cuestión que faltaba en su cabeza.

[-..."Me voy a una misión"... "estoy ocupado"... Bah, da igual.]

Volteó el celular, la pantalla iluminó por un segundo su rostro cansado.

[- 01:26 AM]

-Hmp... Debería ser la primera hora del desayuno. Si Aqua no ha incendiado la cocina, probablemente esté exorcizando la licuadora.

Ni una sonrisa. Ni una mueca. Solo palabras indiferentes que se fueron con el aire.

Cerró los ojos... pero el descanso no vino. Había un tic tac invisible, un reloj que no marcaba la hora, sino la culpa.

'No puedo arrepentirme ahora. Tengo que terminar esto.'

Todo giraba alrededor de una sola idea.

Volver.

'Aún si Artemisa no está... aunque ya no sea como antes... No puedo dejarlo así. No puedo dejar que todo termine sin intentar arreglarlo.'

No era esperanza. Era deuda.

Un deber que nadie le había impuesto, pero que ardía dentro de él como un contrato sin firma.

'Tengo que traerlos de vuelta.'

A todos.

Mirarlos a los ojos.

Explicarles por qué falló.

Por qué se quebró.

Por qué eligió mal.

Y si aún había un mínimo de posibilidad... pedir perdón.

Se giró de costado, con la pantalla del celular brillando débilmente. Ni una notificación. El mismo silencio de siempre.

'Esta Iris y Regina podrían ser útiles. Teóricamente, con Control podría recuperar la memoria cuando esté en casa... Pero sigue siendo solo una teoría.'

Aunque, muy dentro de él, sabía que no se trataba solo de eso.

No era traer de vuelta lo que había perdido.

Era decidir si merecía construir algo nuevo...

Aunque tuviera que caminar entre las ruinas que él mismo dejó.

Clac!

La puerta se abrió sin aviso.

Kazuma no se sobresaltó, aunque su cuerpo se tensó por reflejo.

Abrió un ojo con lentitud, como si se estuviera desperezando de un largo sueño.

-¿Mmmh? ¿Quién—?

El bostezo fingido se le quedó colgado en la garganta al ver la silueta que se colaba en su habitación.

-... ¿Megumin?

Envuelta en una sábana blanca, entró en la habitación en completo silencio. Caminó sin prisa y cerró la puerta tras de sí con un clic sordo.

-¿Qué hora es...? —Preguntó Kazuma en un tono soñoliento.

Kazuma se irguió con lentitud, aún rascándose la nuca. Trató de jugarla casual. Tranquilo. A la defensiva, sin parecerlo.

'Ya viene... Ya sabe lo que vio. Lo que piensa. Y sin embargo... está aquí.'

-Umm, ¿qué estás haciendo? ¿Todo bien? ¿No podías dormir o algo?

No le contestó.

Solo ese par de ojos carmesí brillando entre las sombras, eran tan alarmantes como hermosos, tan familiares... y a su vez tan distintos.

Y entonces, sin una palabra, dejó caer la sábana.

Kazuma tragó saliva.

'Ah, carajo.'

Para nada se esperó esta jugada, y eso se manifestó por un pequeño salto que dio su cuerpo.

Se incorporó un poco más alerta. El cuerpo de Megumin estaba cubierto por una lencería negra delgada, elegante, casi translúcida. Algo que jamás esperó verla usar... Sobre todo en ella.

Los tirantes colgaban de sus hombros apenas, y cada paso hacía flotar la tela con una sensualidad contenida, inesperada.

-¿Qué tal me queda? —dijo, con una voz tranquila.

Kazuma desvió la mirada un segundo. No por vergüenza. Por mera estrategia.

-¿Qué... qué estás haciendo? Es... tarde. Muy tarde. ¿Por qué estás... así vestida? ¿Qué estás...?

-El vestido —lo interrumpió ella, sin mirarlo—. Pensaba darte esto de cumpleaños.

Kazuma no supo qué responder. Su cerebro estaba procesando tantas señales contradictorias que apenas alcanzaba a sostenerle la mirada.

-Pero se me olvidó ese día. Ni siquiera te regalé nada. Y... supongo que fue mi culpa, por pensar demasiado. —Admitió Megumin.

Hablaba como si no fuera ella. Como si relatara los errores de otra persona.

-Estuviste desaparecido por días —añadió, su tono ahora apenas un susurro—. Y ni siquiera dejaste un mensaje. Al menos... podrías haber escrito, ¿no crees?

Kazuma la miró.

Y ella... también lo miró.

-No estoy enojada —dijo, tan bajito que casi no se oyó—. Me preocupé. Mucho. Y... solo pensé que ya era hora de dejar de esperar.

Kazuma giró el cuello, como desperezándose. Le dio la espalda por un momento, pero no para huir. Era su forma de pensar. De respirar.

'Mi Megumin tardó meses en reunir el coraje. Esta lo hizo de inmediato. Aquí no se andan con rodeos...'

-Mira... son casi las dos de la mañana, Megumin-san —dijo finalmente, con voz baja—. Y no pasa nada si se olvidan del cumpleaños de un tipo como yo. Es... normal, jaja...

Pero la risa no cuajó. Ni un poco.

Sin embargo, contrario a provocar que ella desistiera, vio como los bordes de la chica temblaban.

-Lo pensé muchas veces. Esperé. Dudé. Pero ahora sé que si no digo nada... si no hago nada... tal vez no me quede otra oportunidad.

Sus dedos jugaron con el tirante de su vestido, como si aferrarse a él fuera lo único que mantenía su corazón unido.

-Este viaje nos ha dejado exhaustos que cualquiera de nuestras aventuras pasadas. Y yo no quiero perder nada más... No quiero perder más tiempo.

[-Espera un minuto, ¿ella quiere...?]

Kazuma abrió la boca, pero no le salió nada.

Megumin bajó la mirada, tocando apenas el borde del vestido.

-Yo... no he sido la mejor novia. Aunque técnicamente ni eso somos, ¿verdad?

Sonrió. Una sonrisa triste. Una que no intentaba fingir.

Una sonrisa de esas que uno solo usa cuando está a punto de rendirse por dentro.

Kazuma abrió la boca, por fin.

-Megumin... —susurró Kazuma—. No deberías forzarte así.

-¡¡SOLO...!! —la palabra se le escapó como un sollozo ahogado—. Solo quiero asegurarme de que, si mañana vuelves a desaparecer, no me quede pensando que no hice nada.

Sus palabras se quebraron al final. Como si fueran demasiado frágiles para sostener su propia voz.

Y entonces dio un paso más.

-No quiero que me dejes atrás otra vez —dijo—. No después de todo esto...


***


Es una luna nueva esta noche.

La única luz que entraba en la habitación provenía de las farolas eléctricas del vecindario. Pálidas. Distantes.

Y aun así, lo poco que se filtraba era suficiente para revelar lo esencial.

La piel de Megumin, apenas visible bajo la tela delgada, parecía casi de cristal en la penumbra.

Pero sus ojos... sus ojos carmesíes eran fuego contenido. Fuego que no ardía, sino que consumía en silencio.

Kazuma no necesitó ser un genio para entender lo que había sucedido.

'¡¡HIJA DEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE PERRAAAAAAAAAAA...!!'

El grito se quedó atrapado en su cabeza. Le apretaba las sienes, le dolía en las encías.

Casi podía ver a Regina haciéndole su maldito gesto de "amor y paz", riéndose como la desgraciada que era.

[-¡¡Maldita bruja de mierda!! ¡¡ME LA COBRARÉ, TE LO JURO!!]

Megumin dio otro paso.

-E-espera, oye... Megumin-san... esto no es... yo no...

Las palabras se le deshicieron en la lengua, como pan mojado. No tenían forma. No tenían fuerza. No servían.

Y ella no se detuvo.

-...¿Por qué me pones honoríficos? —susurró. Su voz era baja. Frágil. Como si esa pregunta fuera lo más importante del mundo—. Siempre me llamas Megumin. Solo Megumin.

'Mierda, ¿Tan evidente soy?' —Pensó Kazuma con frustración.

-Tú... siempre solías decir que no había prisa —continuó ella, con una sonrisa quebrada—. Que cuando estuviéramos listos, lo sabríamos. Que no había que forzarse.

Se le notaba a leguas que no tenia experiencia alguna en ir más allá de lo que acordaban, Lo estaba haciendo a su modo... Pero aún así quisiera intentarlo.

-Y yo te creí. Porque eras tú —dijo, bajando la mirada—. Pero últimamente... ya no sé qué estás pensando. O dónde estás. O con quién...

Por alguna razón sintió esa punzada de culpabilidad.

'Esto no debía pasar... Se suponía que, si no rompía patrones, si actuaba con cuidado, esto nunca pasaría...'

Y sin embargo, ahí estaba.

Tan cerca, tan vulnerable qué incluso era más profundo que lo que fue su vieja amiga.

Las manos de Megumin se arrastraron con cuidado sobre la tela del colchón. Hasta acercarse a él. Hasta tocarlo.

-Si seguimos postergando... tal vez no haya una próxima.

'Ella piensa que soy él... Que esto es algo inevitable. Algo que debía pasar. Cree que soy ese Kazuma...'

Pudo ver como Megumin le miraba con esos ojos que pedían tan poco y al mismo tiempo todo.

Y entonces, ella susurró algo que, sin sonar exagerado, se le clavó como una daga.

- ...¿No es esto lo que querías? —susurró Megumin—. Yo... solo quiero hacerlo bien esta vez.

La lencería negra crujió apenas. Sus piernas se cruzaron, nerviosas. Su mano, temblorosa, bajó hasta posarse sobre la pierna de Kazuma.

Se notaba bastante qué esta Megumin tenia ciertas curvas con el pasar de los años, estas comparaciones las sacó rápidamente gracias a sus sentidos aumentados como programa.

Pero no le afectó, a pesar de verse inundado por la gentil caricia de ella, Kazuma permaneció estático.

-Espera, Megu...

Ella no lo interrumpió. Solo bajó la vista. Solo escuchó.

-... Umm, ¿No soy suficiente...? —dijo—. Ya sé que no soy como Darkness o Aqua... Pero creo que tienen una forma bastante buena. ¿Te gustaría probar?

Kazuma ladeó la cabeza. No molesto, tampoco burlón, solo agotado.

-No es eso —murmuró al fin—. No tiene que ver con si estás bien o mal.

Su mano rozó apenas la de ella, como si fuera a apartarla... pero no lo hizo.

Y ahí lo sintió, ese tirón, esa incomodidad.

'No me llena... Nada de esto me llena.'

Megumin era dulce, apasionada a su modo de ser. Hermosa en su rareza... Eran de esas extrañas joyitas que te encontrabas en un camino abarrotado.

Y aún así...

No era su tipo.

Kazuma apretó la mandíbula un segundo. Luego exhaló.

-Yo solo... no quiero mentirte. —murmuró, casi como si hablara consigo mismo.

Pero entonces, cuando volvió a mirarla, ella le sonreía. No con alegría. Sino con resignación.

Sus ojos ardían más que nunca, pero no por emoción. Era ese tipo de brillo pesado, espeso... el que solo aparece cuando las lágrimas están a punto de caer y uno se empeña en fingir que no.

Una sonrisa armada con los restos de todo lo que le quedaba.

-Ya veo... —dijo, como si todo ya estuviera decidido desde antes—. Supongo que me lo busqué.

Kazuma sintió un nudo en el pecho.

Extendió la mano, dispuesto a apartarla con delicadeza.

Era un gesto que no debería costarle nada.

Pero... su mano se detuvo.

-¿...? —Miró extrañado la mano.

'¿Por qué me detuve de decirle que no?'

Fue solo una fracción de segundos en la que se sintió desconectado de este cuerpo.

Y entonces...

[-¿Vas a romperle el corazón otra vez?] —murmuró Anular, directo, sin adornos.

'Viejo... ya dije que me iba a disculpar con Megumin. Ella no es la nuestra.' —replicó Control, con el impulso automático de rodar los ojos.

[-¿Y? Se lo debes igual. Haz quedar bien al Kazuma de aquí. Al menos una vez.]

'... Mierda.'

Kazuma suspiró, derrotado ante el argumento.

Y como si dejara de ser suyo por un momento, su cuerpo se tensó. El instinto se apagó. Las excusas se tragaron. La voz no le respondió.

'Ella no lo sabe. Pero yo sí. Y aun así... no puedo decirle que no.'

Y entonces, sin pensarlo más, su cuerpo se movió.

Rodeó a Megumin con los brazos y, con la misma ternura con la que se arropa a alguien que ya se está rompiendo, la besó.

Megumin abrió los ojos, sorprendida. El temblor en sus manos fue sustituido por un impulso repentino. Lo abrazó. Lo envolvió. Como si tuviera miedo de que él desapareciera.

Un beso corto, cálido, torpe. Pero real.

No tenía pasión desmedida. No tenía fuego salvaje.

Ya conocía ese sabor. Ya conocía esa forma de besar. Pero esta vez no era juego.

Era entrega.

...

Cuando su camisa cayó al suelo, Megumin lo miró con una sonrisa genuina. Casi infantil.

-Hehehe... qué tatuaje tan genial —murmuró—. ¿Desde cuándo lo tienes? ¡Debiste llevarme contigo! Pagaría por ver cuántas sesiones duraste llorando. Parece un sello... o un mapa... ¡Es asombroso!

Kazuma no dijo nada.

Porque lo siguiente que sintió fueron los dedos de Megumin deslizándose por su cintura. Acariciando, tanteando a ciegas, mientras ella misma comenzaba a quitarse la delgada prenda que aún la cubría.

Ahora estaban bajo las sábanas.

La tela arrugada a un lado. Los tirantes colgando como una promesa a medio romper. El calor entre ellos. Tan cerca. Tan silencioso.

Kazuma estaba sobre ella. Sosteniéndola. Como si aún pudiera cambiar de idea.

Megumin alzó una mano y le acarició la mejilla con una ternura que dolía.

-Estoy feliz... —susurró, con una sonrisa genuina—. Feliz de que estemos por tener... nuestra primera vez.

-...

Fue un golpe en el pecho, por un instante ese peso, lo hizo mirar hacia un lado. Sólo por reflejo. Solo por medio segundo.

Y en ese resquicio, como una grieta que se forma en el vidrio justo antes de romperse... Megumin se percató de ello.

'No es su primera vez...'

La imagen vino sola, clara y dolorosa.

La otra mujer. La silueta que lo besó como si lo tuviera desde siempre, aquella que caminaba con seguridad absoluta, con un cuerpo de ensueño y cabello tan oscuro como la noche más cerrada. Que lo tocaba como si ya fuera suyo.

Y en la mente de Megumin, brotó la sentencia más cruel de todas:

"Es mi culpa."

"Yo fui la que puso límites."

"Yo fui la que decía solo hasta aquí."

"Yo fui la que jugaba con fuego... pero nunca encendió nada."

"Yo fui la que lo dejó esperando."

"Yo lo empujé a buscar otra piel."

Sabía, en el fondo, que no había lógica en eso. Que nadie tiene derecho a traicionar por no recibir. Que la culpa no era solo suya.

Pero la culpa no conoce justicia. Solo castigo.

Y ese castigo ardía en su garganta como si hubiese tragado vidrio molido.

Quiso odiarlo, gritarle. Apartarlo y reprenderlo.

Pero no lo hizo.

Porque la voz más rota, la más sucia, la más asustada dentro de ella... Empezó a suplicar.

"Haz algo."

"O lo vas a perder."

Megumin le sonrió. Primero con dulzura. Luego con fuerza. Luego con una necesidad que no sabía cómo detener.

Una sonrisa que se torció por dentro. Que ya no parecía suya.

Porque en algún momento, en medio del miedo, la rabia, y el deseo de no desaparecer... algo en ella se rompió.

Y entonces, ese pensamiento, desesperado y brutal, emergió:

"Si no puedo ser la primera..."

"Voy a ser la que le deje una marca que no pueda borrar."

Levantó la mano y le acarició la mejilla con ternura. Como si su rostro fuera lo único que le quedaba en el mundo.

Y mientras lo hacía, pensó:

'Si tengo que entregarme para que no te vayas con ella... entonces...'

'...Tengamos un hijo.'

No como sueño.

No como promesa.

"Hagamos una familia."

Ese pensamiento se repitió una, dos, diez veces en su mente, hasta que dejó de parecer una idea y se volvió un plan.

Y en sus ojos ya no brillaba inocencia, ni pasión, ni vergüenza.

Solo quedaba una chispa oscura.

Algo que no tenía nombre, pero que cualquier mujer en una situación tan desesperada reconocería a instante:

Y eso era la obsesión.

Y Megumin, todavía bajo Kazuma, volvió a susurrar, esta vez con la voz más suave del mundo:

-No me mires como si fuera otra más. Por favor...

...

Kazuma tragó saliva.

Su garganta estaba tan seca que sentía que cualquier palabra se rompería en el aire.

Y por más que intentara negarlo, el cuerpo que tenía debajo —delicado, cálido, vulnerable— despertaba algo en él.

Pero no lo que debería.

Su corazón latía. Sí, pero no con emoción... sino con una angustia sorda, un tambor interno que decía "algo está mal".

Y sin embargo...

Sus brazos temblaban como gelatina, no de deseo, no exactamente de miedo.

¿Era vértigo? Era un tobogán emocional tan fuerte que dolía en las muñecas.

'No estás forzando nada... Ella quiere esto... Esto es mutuo...' —trató de convencerse.

Su mano descendió lentamente por el abdomen de Megumin.

Ella cerró los ojos un instante. Esperando. Casi pidiéndolo.

-No me importa si el primero eres tú —susurró Megumin—. Solo... quédate conmigo.

Kazuma cerró los ojos.

Y justo cuando sus caderas se dispusieron a moverse... solo un empuje, solo un pequeño paso más...

¡Glop!

-... ¿¡Gkkh—!?

El jadeó de golpe, literalmente su respiración fue cortada, una fuerza opresiva se cerró sobre su propia garganta.

Al no comprender qué es lo que había ocurrido, y arqueando por todavía respirar, Kazuma bajó su mirada.

'¿¡Qué estas... Haciendo!?'

Su brazo derecho se alzó sin su permiso, como si fuera de otro, y este lo estaba estrangulando.

[-¡No... soy yo! ¡Y mucho... menos el idiota, él sigue durmiendo...!]

'¿¡Entonces quién—!?'

Retorciéndose para tratar de librarse, clavó las uñas de su otra mano contra su propio brazo en un intento por liberar la presión.

Megumin, tardó apenas unos segundos para volver a abrir sus ojos y notarlo.

-¿Eh? ... ¡¿K-Kazuma?!

Al notar aquello, Megumin se incorporó medio segundo después, sin entender lo que estaba sucediendo.

Lap!

-¡A—aléjate!

En un acto reflejo, y aún luchando consigo mismo, Kazuma la empujó fuera de la cama.

-¿¡Hyah!?

El golpe no fue fuerte. Pero el sonido seco del cuerpo cayendo, el roce de la sábana arrastrada... dolieron más que cualquier grito.

Kazuma quedó jadeando, encorvado, con la piel marcada por sus propias manos. La mano derecha aún temblaba, como si algo dentro de ella estuviera tratando de romperla desde adentro.

'¿¡E-este cuerpo se acaba de mover por su cuenta!?'

-...

Megumin se quedó allí, en el suelo, arropada en la sábana. Su cabello le cubría parte del rostro, pero una lágrima cayó... y luego otra.

-H-hey... —susurró con voz quebrada.

Kazuma no respondió.

Ni la miró.

Ella tragó saliva con dificultad, temblando, abrazándose a sí misma. Su vista se volvió borrosa mientras apretaba los dientes.

-S-seguro fue... fue un mal momento, ¿no? —intentó sonreír, sin lograrlo.

Una risa que jamás salió.

Entonces torpemente se levantó, más que dolida. Con el corazón hecho un nudo.

Kazuma alzó apenas la cabeza, justo cuando la vio avanzar hacia la puerta.

-¡Megumin, yo... yo no quería—!

-¡¡Estoy bien...!! —gritó de repente, con voz quebrada.

Y salió corriendo de la habitación.

No cerró la puerta, tampoco miró atrás.

Solo se fue, con el sonido del leve arrastre de las sábanas siendo lo último que quedó.

Kazuma se llevó ambas manos a las sienes, apretando con fuerza.

-... Carajo. —murmuró.

[-No sé si fue enteramente nuestra culpa, o no...]

'Deja de hablar. Solo... calla un segundo.'

Todo en esta casa pesaba ahora, las paredes, el aire, inclusive su propia piel, era una sensación extraña que no podía explicar.

Por eso, casi por instinto, se levantó, y con sus pantalones puestos y abrigo medio flojo, quiso tener un cambio de aires en este momento.

-¡Kazuma...!

Pero pronto sus planes se vieron frustrados cuando cierta rubia paladín—Al menos en apariencia— Se asomó a un lado del corredor con sus pijamas.

Cuando lo vio bien, frunció el ceño con preocupación y caminó hacia él.

-¿Qué pasó? —preguntó—. ¡¿Por qué Megumin está llorando?!

Y entonces, vio su pecho desnudo, y la camisa a medio abotonar.

-¡Termina de ponerte la camisa!

-Nada. No pasó nada.

Al menos quería salir. Comprar algo, zumito, aire, una excusa.

Sentía que le iban a salir canas antes de cumplir los veintidós... Cierto, su edad mental era de 18 a 19 años, eso lo hacia peor.

-¿¡A dónde crees que vas!?

Darkness lo tomó del hombro y lo detuvo de golpe.

Kazuma apretó los dientes, lanzó una mirada hacia el suelo y volvió a echarse la camisa encima.

-Solo... aire fresco. No está prohibido, ¿verdad?

Intentó apartarse, pero ella no se movió. Se plantó frente a él como si fuera un muro sagrado.

[-Ah... Por la puta.]

-¿Aire fresco? ¿A esta hora? ¿Después de lo que acaba de pasar?

Kazuma desvió la mirada.

-Hablamos después, ¿sí? Estoy cansado. Es tarde. Tú deberías estar durmiendo también.

-¡¡NO!!

La explosión fue tan repentina que hasta el pasillo pareció hacerse más estrecho.

'¿...Qué?'

[-Ella dijo hace tiempo que quería hablar, pero... ¿tan importante es?]

-¡No me vas a dar otra excusa más! —gritó Darkness, arrinconándolo—. ¡Basta de desaparecer! ¡Basta de ignorar lo que está pasando!

-No estoy de humor, Darkness...

-¡Y yo no estoy para seguir viendo cómo Megumin se rompe frente a nosotros y tú actúas como si nada pasara! ¡Como si todo esto ya no te importara! —dijo con la voz temblando, más rabia que tristeza.

Kazuma sintió cómo todo el aire en sus pulmones se volvía denso.

'¿Por qué...? ¿Por qué esta versión de Darkness habla como si le estuviera rompiendo el alma?'

-Mira... —empezó a decir, intentando apartarla con delicadeza—. Te juro que todo tiene una explicación. Pero ahora no. No es el momento, de verdad. Hablamos desp—

-¿Después cuándo?

La interrupción fue tan directa que lo descolocó.

-¿Uh?

-¿Después cuándo, Kazuma? ¿Cuándo vuelvas a desaparecer? ¿Cuándo otra vez hagas como si no existimos?

Esa frase... ya la había escuchado antes. En otro lugar. En otro tiempo. Pero con la misma herida.

'¿Qué demonios... está diciendo esta Darkness? ¿Dónde está la loca masoquista que me rogaba que la insultara por diversión?'

Darkness bajó un poco la mirada. El temblor de su voz traicionaba el esfuerzo que hacía por mantener el control.

-Te busqué. En Luminira, incluso antes... Nadie sabía nada. Ni una llamada, ni un mensaje. Y... cuando vi a Megumin escabulléndose por ese pasillo, supe que estabas aquí.

Kazuma tragó saliva. El nudo en su pecho se hizo más denso.

-¿Sabes qué es lo peor? —prosiguió ella—. Que yo no pedía mucho. Solo hablar contigo. Como antes. Solo quería... que me mires por una vez.

'¿Cómo esperan que actúe normal... si no soy el que ellas conocieron? ¿Cómo esperan que les responda igual... si ese "Kazuma" está muerto? O lo que sea'

Realmente no quería adentrarse más en las relaciones de este Kazuma, ya la había regado bastante con lo de Iris, así que optó por ser lo más evitativo posible.

-No es así...

-¡¡Sí lo es!! —lo cortó, su voz sonó rota, temblorosa—. Desde que mencioné mi compromiso, cambiaste. Dejaste de hablarme, de verme. Me trataste como si yo... como si yo ya no importara.

Kazuma quiso replicar, pero no encontró voz.

-Y no me trates como una idiota, por favor. Sé lo que pasó esa noche. Cuando me besaste. Cuando nos besamos. ¡No lo imaginé! Estábamos ahí, los dos... Casi cruzamos la linea, pero nos detuvimos... Tú me detuviste. Me dijiste que era por Megumin. Que querías hacer las cosas bien. Y te creí.

La rabia en su rostro se volvió súplica.

-¡Pero ahora! ¡Ahora ella llora y tú actúas como si nada! ¡Como si ya no quedara nadie que te importe!

Kazuma dio un paso atrás, el peso del cuerpo le pareció doble. Quería decir algo. Algo real. Pero no era su historia. No era su error, solo estaba cargando con los problemas de su otra versión.

-¡Dime algo! —gritó Darkness, con la voz al borde de romperse—. ¡Sé que nunca tuve posibilidad alguna entre tú y Megumin, pero ahora...! Cuando estoy por casarme, ¡Solo necesito tus palabras...! ¡Como amigo...! ¡Como alguien que estuvo contigo desde que nos conocimos, maldita sea!

'Ella... no es mi Darkness. Pero yo... tomé su lugar sin querer.'

Dio un paso atrás, como si la culpa le pesara en la espalda, pero no se dio la vuelta.

-Darkness...

Kazuma se quedó quieto. Luego, bajó la cabeza.

-...Lo siento.

Y entonces dio media vuelta, sin atreverse a mirarla, caminando por el pasillo.

-¿¡Eh!? ¡P—pero este hombre! —volvió a llamarlo, desesperada.

En términos de rendimiento físico, era fácil que Darkness alcanzase a Kazuma, era lo básico. Pero cuando el castaño, cruzó la siguiente intercepción del pasillo...

¡Fwssh!

Ya no estaba por ningún lugar.

De nuevo.

La mano de Darkness quedó flotando en el aire, por un segundo, no dijo nada. Solo miró el pasillo desolado.

Y entonces, con los ojos empañados, apretó los puños con fuerza.

-Usando "Escape" para huir de mí... qué bajo. —susurró con la garganta apretada.

Y entonces gritó. No por él. No por Megumin.

Por ella misma.

-¡¡BIEN!! —su voz resonó en las paredes vacías—. ¡¡Si es así como lo quieres...!!

Sus puños temblaban. Sus ojos ardiendo.

-¡¡Entonces huye!! ¡¡Como el cobarde poco hombre que eres!!

Y apenas un hilo de voz escapó después, casi sin fuerza:

-Al menos... Jatice siempre me valoró. Desde el principio...

...

Las palabras llegaron suaves, deformadas por la brisa nocturna, pero no hacía falta escucharlas con claridad para saber de quién eran... ni para entender lo que significaban.

Desde el borde del tejado, Kazuma lo escuchó todo.

No hizo falta ver a Darkness para saber que lloraba.

Se mantuvo quieto unos segundos, como si cada palabra que bajaba desde la ventana lo fuera hundiendo un poco más en las tejas rotas.

Y entonces, exhaló despacio. Casi derrotado.

-...Ya no puedo seguir aquí —murmuró, para sí mismo.

Las luces tenues de la ciudad iluminaban el borde de su silueta. El viento le revolvía un poco el cabello, y la luna —eterna y ajena— colgaba del cielo como único testigo.

Trskk!

Los rayos del programa Control revolotearon con fuerza en su cuerpo, y sin más, Kazuma desapareció en el aire, volando bajo el manto nocturno.

...

Desde el ventanal de una habitación, una figura encorvada sobre una mesa de noche Aqua alzó la vista.

Con su clásica pijama azul, y con una botella medio vacía de vino, miró a Kazuma volando frente de si.

... Luego miró la botella de vino.

Parpadeó. Dos veces.

-Ah, canijo.

Entrecerró los ojos para asegurarse de que no estaba viendo cosas.

Aqua miró su copa.

-Sabía que era mala idea guardar esto en la habitación de Kazuma.

Le dio otro trago largo así sin más.

-Potente...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro