
Capitulo 10: Contra La Calamidad.
La arena del desierto se levantaba con el viento, creando pequeñas tormentas de polvo que oscurecían la vista del horizonte.
Tuk*
Tuk*
Tuk*
Detrás de esa gran pantalla de polvo, faroles iluminando el arenoso sendero se vislumbraron, no uno, no dos, sino un grupo entero.
Eran figuras, algo compactas, estas avanzaban sin detenerse en lo más mínimo, sus pisadas, profundas y pesadas, se hundían en la arenisca que dejaban atrás, dejando huellas por todo el lugar.
Estas se trataban de nada más y nada menos que las fuerzas conjuntas de Brydel y Belzerg, un equipo destinado a una misión de extrema discreción: Verificar el estado del sello de Kalameet.
Con armaduras simulando exoesqueletos, estos eran capaces de reducir largas distancias en menos tiempo a comparación de un grupo de aventureros corriente o cualquier vehículo convencional.
Zuuuuuum*
En sus espaldas, los propulsores mágicos zumbaban suavemente, ajustando la velocidad de cada paso para mantener el avance constante, mientras una serie de pequeños hologramas proyectaban los datos vitales de cada miembro del equipo.
Whirr... Thunk. Whirr... Thunk.*
Entre los miembros del equipo, las comunicaciones internas mantenían el silencio entre cortado solo por instrucciones rápidas y directas.
-Unidad Alfa, estamos a menos de un kilómetro del punto de descenso -dijo uno de los líderes del escuadrón.-. Procedan con cautela. No sabemos qué podríamos encontrar ahí abajo.
El comandante del escuadrón, un veterano de Brydel, revisaba los informes recientes proyectados en su visor holográfico.
Las lecturas que habían recibido antes de partir mostraban signos de alteración mágica, pero no podían decir con certeza si el sello de Kalameet había sido afectado.
Lo que era seguro es que algo fuera de lo común estaba ocurriendo.
La armadura de los soldados estaba alimentada por cristales de maná instalados en el núcleo del exoesqueleto, permitiendo no solo la movilidad mejorada, sino también el uso de escudos mágicos y armas conjuradas.
-Esto nunca había ocurrido, ¿Por qué ahora...? -dijo uno de los soldados de Brydel, mirando los indicadores en su visor.-. Las lecturas no son normales, pero no podemos confirmar nada hasta que estemos dentro.
-Es posible que el sello aún esté intacto -comentó otro, tratando de sonar optimista.
Uno de los veteranos en servicio militar de Brydel, se inclinó hacia su compañero mientras avanzaban.
-Debimos haber traído al general Sheyka para esta misión. -murmuró, sin querer desestabilizar al grupo-. Nadie conoce mejor que él el manejo de energía dracónica... Incluso la pequeña Fore anularía los maleficios de la zona.
El soldado de Belzerg, caminando a su lado, se giró hacia él, escuchando la conversación.
-El general Sheyka habría sido una opción, pero es mucho mejor que tengamos al príncipe Jatice. Él entiende la política y la magia en este nivel -interrumpió con firmeza-. O incluso al héroe Mitsurugi, ya sabes, Dragonslayer y todo eso... Sería perfecto para manejar esta clase de situaciones.
-El príncipe Jatice, tal vez. Pero Mitsurugi-sama... -murmuró.
-Basta. -Cortó el comandante de Brydel.-. Nos hemos preparado para esto. La misión es clara: Entrar, comprobar y teleportarnos sí todo se echa a perder.
-Bah... -suspiró uno de los soldados de Belzerg, rompiendo el breve silencio-. Y pensar que justo antes de esta misión mi mujer me envió un mensaje diciendo que está embarazada... y yo ni siquiera he estado con ella en tres meses.
Un incómodo silencio siguió a esa declaración, con varios soldados intercambiando miradas incómodas, pero optando por no decir absolutamente nada... por su propio bien.
Finalmente, el equipo llegó al borde de una grieta en la tierra. Oculta entre las dunas, la entrada de la mazmorra se extendía bajo la superficie del desierto.
Escaleras antiguas, talladas en piedra y decoradas con runas, descendían hacia las profundidades donde el sello de Kalameet debía estar.
-Descendemos en tres -ordenó el comandante de Brydel-. Mantengan los sistemas de defensa activados y no bajen la guardia.
Bip*
Activando los propulsores de sus armaduras, sus trajes se iluminaron con un tenue brillo azul.
Zhuuuuk*
Uno a uno, comenzaron a bajar por las escaleras de piedra, guiados por las luces de sus visores estas lanzaban fluctuaciones de maná inestables.
Un soldado de Brydel chasqueó la lengua mientras trataba de recalibrar su visor, visiblemente frustrado.
-Malditos cacharros... esto es lo que pasa cuando dependemos demasiado de la tecnología. -refunfuñó, golpeando levemente el visor con la mano.
Desde atrás, un soldado de Belzerg soltó un resoplido, claramente disfrutando la oportunidad de intervenir.
-Ja, estos de Brydel... ¿Vivir entre bestias no les afectó el cerebro? -comentó con un tono de burla.
El soldado de Brydel giró la cabeza al escuchar el comentario, este entrecerró sus ojos tras el visor.
-Oi, ¿y qué se supone que quieres decir con eso?
-No, no, solo estoy ofreciendo mi más humilde opinión -replicó el soldado de Belzerg, fingiendo inocencia-. Porque claro, montar dragones es el futuro, ¿verdad?
El soldado de Brydel rodó los ojos dentro del casco, sin molestarse en disimular su desdén.
-¿Envidia, eh? Eso suena a algo que diría alguien que jamás ha montado un dragón. ¿Qué estamos locos? Bro, tu sistema económico solo premia a quien corre solo, no al equipo.
Otro soldado de Brydel, con menos paciencia, levantó la voz.
-¡Cuando los dragones decidan reclamar el cielo, tus empresas y tu tecnología no te van a salvar, capitalista de pacotilla!
El comandante de Brydel, que había estado observando la discusión con una expresión de cansancio, finalmente intervino antes de que las cosas se salieran de control.
-¡Basta ya! -gruñó, con voz firme pero cansada-. Estamos en medio de una misión. Uno cree en dragones, el otro en tecnología, ¡pero ni dragones ni tecnología nos van a salvar si no estamos listos para salir corriendo!
Siguieron descendiendo cada vez más, las luces de los visores de los trajes emitían destellos intermitentes sobre las paredes, iluminando inscritos rúnicos que ya no brillaban con la misma intensidad de antaño.
De repente, uno de los soldados de Belzerg se estremeció ligeramente.
-Hace calor... ¿Y frio? -murmuró, pasando una mano por el visor empañado.
El comandante de Brydel, que caminaba unos pasos adelante, asintió en silencio. Sabía perfectamente lo que eso significaba.
-Es por la magia cuantiosa en esta zona. El maná aquí está tan concentrado que altera las propiedades del ambiente. Si no estuviéramos protegidos por estos trajes, ya habríamos caído inconscientes... o peor -explicó.
El soldado de Brydel, que aún intentaba ajustar su visor, soltó un suspiro de frustración.
-Sí, bueno... si no fuera por estos malditos cacharros tampoco estaríamos tan cómodos, ¿verdad? -refunfuñó, golpeando su visor una vez más.
-Y dale con lo mismo.... -El soldado de Belzerg detrás de él no perdió la oportunidad de burlarse-. ¿Acaso crees que un dragón podría llevarte por aquí sin que se desmayara por el maná?
Bip, Bip, Bip
El suelo bajo sus pies comenzó a inclinarse, señalando que estaban cerca del fondo. Las paredes de la caverna se ampliaron y las lecturas de maná se volvían más inestables.
Aunque parecía corto, ya llevaban tiempo descendiendo.
Algunos de ellos, ya estaban empezando a mostrar signos de agotamiento por la densidad mágica en el ambiente, siguieron bajando más, forzando el creciente malestar.
-... Válgame Eris.
-Mierda...
Finalmente, llegaron al fondo de la mazmorra. La vista que los recibió hizo que todos se detuvieran en seco.
Lo que una vez fue un mural imponente, donde una gema carmesí brillante servía como el núcleo del sello de Kalameet, ahora yacía en ruinas.
El techo de la cámara tenía grandes grietas, como si algo masivo hubiera intentado liberarse con una fuerza inmensa.
La sala se llenó de murmullos mientras los soldados observaban la devastación a su alrededor.
-Esto solo significa que...
Kalameet escapó.
***
En el reino de Belzerg, en la sala de conferencias, situada en lo profundo del castillo real, estaba completamente sellada, solo accesible por un selecto grupo de personas.
Nadie hablaba en voz alta, los susurros eran lo único que llenaban la habitación mientras los comandantes y consejeros de todo el reino analizaban una proyección virtual que mostraba lo que parecía ser la vista en primera persona de uno de los soldados enviados al lugar.
En esta se podía evidenciar el obvio mural reducido a meros escombros, y la gema puesta alguna vez en el centro del todo, ahora todo eso quedaban fragmentos pequeños que brillaban tenuemente entre los escombros.
Milena, una mujer de cabellos marrones y piel bronceada, vestida con una armadura plateada brillante, se irguió al lado de la mesa. Como general de la guardia y guardaespaldas del príncipe Jatice, sus ojos no se apartaron de la proyección.
-¿Estás segura de que los patrones de energía coinciden con un despertar? -preguntó, manteniendo la vista en la imagen.
Rain, quien había sido una de las primeras en detectar la anomalía, observaba la proyección con igual preocupación. Asintió antes de responder:
-Los patrones de energía coinciden exactamente con los registros del sello. No hay duda, algo o alguien rompió la barrera... y Kalameet ya no está allí.
Milena asintió, observando cómo la proyección mostraba el equipo de soldados avanzando cautelosamente por todo el lugar en búsqueda de pistas.
Después, sus ojos se dirigieron al extremo de la sala, donde el rey, un hombre de aspecto mayor con una espesa barba, cabellos rubios acompañados de canas, observaba la proyección con calma.
-Su Majestad -comenzó Milena, con voz solemne-. sugiero que iniciemos el protocolo de evacuación y movilicemos a las tropas para contener cualquier posible amenaza. Si la Décima Calamidad ha escapado, entonces el peligro es inevitable.
El rey alzó una mano, interrumpiéndola antes de que pudiera continuar.
-No. -dijo con un tono firme y sereno.
El abrupto rechazo dejó a todos en la sala desconcertados. Los comandantes y consejeros intercambiaron miradas nerviosas, claramente preocupados por lo que la proyección revelaba.
-No podemos permitir que esta información salga de esta sala -continuó, con un tono que no admitía réplica-. Si se filtra, el caos se desatará. A excepción de los altos mandos de Brydel, nadie más debe saberlo. Debemos manejar esto con la máxima discreción.
El rey, al terminar. Notó como un brazo se alzaba de manera solemne, era uno de los consejeros quien todavía tenia dudas al respecto.
-Pero... si Kalameet realmente ha escapado, ¿por qué no está destruyendo todo a su paso? -preguntó, mirando al resto de la sala-. Según las leyendas, su despertar debería haber traído caos inmediato.
Todos sabían que la fuga del dragón debió haber sido un presagio de destrucción inmediata.
Normalmente, su liberación sería el fin del mundo. Y sin embargo... nada. Ninguna ciudad o pueblo cercano había reportado actividad anormal.
Milena frunció el ceño ante la lógica de la pregunta. Ciertamente, si el dragón de la calamidad había sido liberado, ¿por qué no había rastro de su devastación?
El rey asintió, viendo que todos comenzaban a comprender su razonamiento.
-Exactamente, sí hubiera comenzado a causar destrucción, lo sabríamos al instante. El hecho de que no haya noticias por las redes sociales o los medios, indica que algo más está ocurriendo. -Sugirió el rey con calma.
El peso de sus palabras cayó sobre la sala, haciendo que los murmullos se detuvieran de inmediato.
-No podemos movilizar a nuestras tropas o evacuar sin saber a qué nos enfrentamos. Si lo hacemos, desataríamos el caos sin motivo. Necesitamos más información antes de actuar.
Tenía razón, movilizar al ejército sin saber la magnitud de la amenaza solo crearía más problemas.
-Entendido, Su Majestad. - Respondió Milena, inclinando levemente la cabeza-. Actuaremos según sus órdenes.
El rey asintió lentamente, con su mirada aún evaluando los detalles mostrados en pantalla.
Aunque por fuera parecía tranquilo, la realidad es que su mente estaba procesando a mil por hora los datos en el holograma.
Mientras los soldados avanzaban por la caverna, algo no dejaba de rondar por su cabeza: ¿Quién o qué se había atrevido a interferir con el sello?
Ni siquiera el Rey Demonio, a pesar de su poder, habría osado acercarse a esa zona maldita.
El ancestro del rey, uno de los más grandes antiguos monarcas de Belzerg, había colocado personalmente ese sello, sabiendo que cualquier intento de romperlo desataría un desastre sin precedentes.
'También está el hecho de que el lugar es una zona de magia cuantiosa...' Añadió, pues la zona donde el sello de Kalameet había sido impuesto estaba repleta de fluctuaciones de maná densamente peligrosas.
Aquello era una energía tan volátil que mataba a cualquiera que no estuviera adecuadamente protegido.
Ni siquiera los demonios o seres mágicos se arriesgaban a acercarse a ese lugar, sabiendo que las perturbaciones del maná podrían destrozar sus cuerpos sin piedad.
Es por eso, que dichas características tan peligrosas de la zona, con el tiempo generaciones que han nacido y sucumbido le han apodado como: "El Abismo"
'Quiere decir que no estamos lidiando con un "cualquiera"' Dijo, meditando para sí mismo.
Mientras hablaba, su mente volvió brevemente a sus hijos.
'Le haré saber la situación a Jatice, pero Iris será un caso por aparte... No puedo permitir que esta situación le afecte.' pensó el rey, aunque apartó esos pensamientos rápidamente.
-Nuestra prioridad ahora, es obtener información. Sí algo sale mal, inmediatamente se desplegará el hechizo de teleportación y movilizaremos a las personas necesarias para no cundir pánico. -Anunció.
Por ahora, lo importante era descubrir qué había pasado realmente.
'Este misterio, en sí mismo, podía ser aún más peligroso que el propio Kalameet.'
***
1 hora antes.
El suelo vibró bajo los pies de Kazuma, como si el propio mundo temblara ante lo que estaba a punto de suceder. La energía en la caverna se comprimía, luchando por retener el poder que estaba siendo liberado, pero no era suficiente.
Para él. La presión que intentaba sofocarlo no era más que un juego.
BOOM!
Crack*
Crack*
El estruendo sacudió todo a su alrededor. Grietas comenzaron a correr por las paredes de la caverna, extendiéndose como si el mismo espacio se estuviera partiendo.
El sonido de las fisuras reverberaba en el lugar, mientras las estalactitas del techo se desprendían y caían al suelo, estallando en miles de fragmentos.
Y entonces, en medio del caos, algo más profundo emergió.
Desde las entrañas de la oscuridad, una sombra descomunal se alzó, envolviendo la caverna en una oscuridad casi total.
Las alas de la criatura se extendieron casi amenazando con tocar el techo de la misma mazmorra.
Su presencia llenaba el lugar, su forma inmensa casi no cabía en la caverna, y el simple batir de sus alas desplazaba el aire con tal fuerza que las rocas se deslizaban por el suelo.
*Brillar*
(-¡Tapate los ojos!)
Junto con la advertencia de Regina, de la sombra surgió un resplandor carmesí.
A primera vista, parecía que tenía tres ojos, y su figura inmensa no dejaba lugar a dudas de quién era.
Trkks!
[-¿Acaso esa luz tiene un efecto hipnótico?]
(-¿Cómo es que tu...? Urgh, A la próxima dime que tan lejos has llegado, me haces parecer como una tonta.)
Después del regaño de Regina, Kazuma se enfocó en lo que había sucedido.
Obviamente debido a la presencia de los programas en su interior, Kazuma era totalmente inmune a estos efectos.
Trkkkssss!
-...¡!
Con ese simple contacto visual, la energía del ambiente pareció inclinarse hacia el dragón.
Todo el maná que flotaba en el aire, todas las partículas de poder que resonaban en el lugar comenzaron a fluir hacia él.
Kazuma lo sintió con claridad. La energía, que había estado fluyendo libremente por la caverna, estaba siendo arrastrada hacia la criatura que tenía enfrente.
'Es como una aspiradora gigante...' pensó Kazuma.
-Tu nombre.
Una voz profunda, diferente al resto. Rompió la burbuja de sus pensamientos.
El dragón mantenía su mirada fija en Kazuma, sin siquiera abrir las fauces.
[-Bueno, Faitfore-chan es más del tipo kuudere, así que queda fuera de la lista de dragones orgullosos.]
Sin embargo, en lugar de atacar, le había hecho una pregunta.
'¿Por qué querría saber mi nombre?' pensó Kazuma, desconcertado.
Esperaba que el dragón lo atacara sin previo aviso, que lo aplastara de inmediato. Los dragones siempre protegían ferozmente su territorio y riquezas.
-¿Qué? ¿Tienes que registrarme antes de comerme o algo? -replicó Kazuma con una sonrisa sarcástica.
Kalameet no respondió de inmediato. Su mirada permaneció fija, y en ese momento, Kazuma comenzó a entender.
No era una simple curiosidad. No era un dragón común y corriente. Kalameet podía sentir el "poder" que emanaba de él, incluso a través de "Anular".
El dragón sabía que Kazuma no era un oponente cualquiera.
RAAAAAAASH!
-¡!
Kazuma apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando la garra de Kalameet cayó sobre él como un rayo, aterrizando justo en el lugar donde había estado parado unos segundos antes.
Saltó hacia atrás, su corazón latió un poco más rápido de lo habitual, pero la sonrisa en su rostro nunca desapareció.
Casi sin darse cuenta, los rayos tan característicos del Control se formaron, listo para someter al dragón.
Trskk!
Pero algo lo detuvo. No era miedo, ni duda. Era algo más... algo que quería probar.
Después de todo, ¿qué sentido tenía usar "Control" si ni siquiera podía medir realmente la calidad del material que estaba buscando?
Rash!
Kazuma cambió de dirección en el aire, aterrizando y corriendo hacia la garra de Kalameet mientras el dragón volvía a atacarlo con furia.
-[Infernal]
KABOOM!
La llamarada golpeó de lleno en la garra, provocando que el lugar se sacudiera.
Kazuma aterrizó lejos de la explosión, mientras una pantalla de humo pronunciada se disipaba gradualmente.
(-¿Es que eres idiota acaso? ¡Casi todos los dragones son inmunes al fuego!)
RAASH!
El coletazo de Kalameet apareció de repente, barriendo con todo a su paso. El suelo se rompió bajo la fuerza del crudo impacto, y Kazuma apenas tuvo tiempo de saltar hacia los aires, esquivando el golpe por un pelo.
Pero en mitad del salto, algo lo detuvo. Su cuerpo se congeló en el aire.
-...¿Eh? -murmuró, con el ceño fruncido.
Miró rápidamente a su alrededor, tratando de comprender qué había pasado.
La gema en la frente de Kalameet brillaba intensamente, y al observar su propio cuerpo, Kazuma notó que una tenue luz del mismo color lo envolvía.
Cruck!
Cruck!
Las estalactitas del techo comenzaron a desprenderse, flotando por el aire antes de lanzarse hacia él como balas.
'... ¿Un tipo de telekinesis?'
[-Incluso me habría roto la columna de no ser por qué estoy anulando cierta parte.]
Trskk!
La parálisis cedió, y los rayos verdes cambiaron a un rojo intenso.
Zhuuuuuuuuuk!
Pram!
Pram!
Las enormes rocas impactaron contra el rostro del dragón, haciendo eco en toda la caverna con el sonido de piedra rompiéndose contra escamas antiguas.
GRRRROOOAAAAARRRR!
El rugido de sacudió la caverna, reverberando como un trueno mientras agitaba sus alas con furia.
-Apenas te toqué, ¿y ya estás llorando? -Dijo Kazuma limpiándose el polvo de sus hombros.
-Un simple humano... ¿atreviéndose a burlarse de mí? -rugió Kalameet, sus ojos llameando de furia.
-Y dale con las líneas clichés... Es de muy mala suerte eso.
KRAMP!
El dragón no respondió con palabras esta vez. En su lugar, cargó directamente hacia Kazuma, con el agitar de sus alas, todo tembló.
Fush!
Fush!
'¿Cómo carajos hay un espacio tan jodidamente grande como para que vueles acá abajo?'
Fuuuuuuurh!
Desde su boca emergió una espesa llama oscura, un aliento de caos que se lanzó como un torrente imparable.
El aire se rompió ante la llamarada. Las rocas pasaron a estado líquido, y el suelo se onduló bajo el calor abrasador.
En respuesta, Kazuma solo pasaba y saltaba entre ese infierno con ayuda de "Anular", saltando como un gato en plena huida mientras las grandes llamaradas chocaban y explotaban una y otra vez en las paredes del lugar.
Kazuma pudo sentir cómo uno de sus guantes temblaba con violencia. En la superficie del guante, una pequeña pupila se formó, mirándolo con súplica.
(-¡Por favor! ¡Sácame de aquí, no firmé para esto!)
-Literalmente fuiste tú la de la idea... Estamos probando la calidad del material, ¿No te parece?
(-[¡No! Mi concepto es para actos de sigilo y manipulación de masas, ¡no para ir al campo de batalla directamente!)
-Y yo soy la... séptima... no, sexta... ¡Ah, la quinta autoridad del universo! Así que cállate y agarra la pala como buena guardiana... o esclava, lo que prefieras. ¿Entiendes?
Trskkkkk!
Con esa última palabra, Kazuma aterrizó con un ligero desliz en el suelo, activando el modo pasivo del programa Mimo.
Movió sus manos, y esferas distinguidas de varios elementos se manifestaron.
Slaash!
Primero, una ráfaga de viento comprimido salió disparada, cortando el aire como una hoja invisible.
KABRAM!!
El dragón ni siquiera se molestó en esquivarlo. La ráfaga de viento simplemente se desvaneció al tocar sus escamas negras.
'Uh... Interesante.'
Cambiando de táctica, invocó cristales de hielo. Decenas de puntas afiladas volaron hacia Kalameet, cada una lo suficientemente letal como para congelar a un enemigo al más mínimo contacto.
Cruck
Cruck
Pero cuando los cristales impactaron en su cuerpo, se desvanecieron, absorbidos por la energía carmesí que rodeaba al dragón.
Una vez que el baile de blancos y azules llegó a su fin, Kazuma quien patinaba despreocupadamente por los alrededores, giró sobre su propio eje como si fuera un patinador.
Esta vez, rayos chisporroteaban en el aire, enroscándose alrededor de sus dedos, formando una esfera de energía eléctrica.
RUMBLLEEEEEEEEE!
Un relámpago cegador salió disparado hacia el dragón, iluminando la caverna en un resplandor azul y blanco.
El rayo impactó directamente en Kalameet con un destello brillante... y se apagó como si nunca hubiera existido.
De repente, una queja estalló dentro de su mente, precisamente Regina.
(-¿Qué parte de que es la décima Calamidad no entiendes? ¡Ese desgraciado es como un agujero negro para los hechizos!)
Con desprecio en su voz y absorbiendo las partículas residuales de energía en el aire, Kalameet embozó:
-¿Tanto parloteo para qué? ¡Deja de huir! -Gritó, siendo que el orgullo tan característico de los dragones se apoderó de su ser.
Kazuma resopló, ignorando la burla del dragón.
'Pienso que a todos los jefes finales les deberían quitar los diálogos, usan líneas demasiado usadas...'
-¡Humano insignificante! Lo único que haces es correr de aquí para allá. Cuando tus ancestros aprendían a canalizar círculos mágicos, yo ya lo devoraba. -rugió Kalameet, extendiendo sus alas.
Una serie de orbes oscuros comenzaron a formarse alrededor de Kalameet, llamando completamente la atención de Kazuma.
Blam!
Siendo disparados, Los orbes zigzaguearon en el aire, moviéndose en su propio patrón, destruyendo y arrasando con todo lo que tocaban.
CRISH!
'Incluso tiene magia guiada... y ni siquiera "canta" los hechizos.' pensó Kazuma, sorprendido por la facilidad con la que el dragón manipulaba el maná.
[-Que tipo tan rotísimo, con razón lo sellaron. -Suspiró Anular.]
Con un movimiento rápido, Kazuma activó "Desplazar" usando Anular, descomponiendo los componentes mágicos de los orbes antes de que lo alcanzaran.
Trskkk!
Kalameet lo observó, atónito, pero Kazuma simplemente bajó la mano con un suspiro.
-Ya veo que no eres un dios, solo eres... Un bicho fuerte que lo autonombraron así.
-¿¡Qué dijiste!? ¡Osas blasfemar en mi presencia! -Kalameet rugió, su voz reverberó con ira.
Kazuma solo alzó un dedo y de estos rayos azules chisporrotearon con fuerza.
(-¡¿--Hk?!)
Regina sintió el súbito golpe de información, acto que no dejó pasar por alto.
(-¡¡Estas loco!! ¿Quieres destruir todo? ¡Te dije que si te ibas a suicidar no me entrometieras contigo!)
Él había recordado viejas palabras de su antigua asistente, después de todo. Su mente solo guardaba ciertas cosas de vital importancia.
Dicha información se le proporcionó justo cuando derrotó a la quinta programa, esta citaba:
"A partir de ahora, el portador podrá acceder a la energía interna del programa M.I.M.O y usarla en mitad del combate por medio de la expulsión de ondas radiales de poder."
'En pocas palabras, puedo lanzar energía sin necesidad de la railgun,' pensó Kazuma, con una sonrisa en sus labios.
-El siguiente ataque que voy a lanzar podría acabar con un sistema solar entero... Claro, a menos que lo recibas de lleno.
-...¡¡!! Escoria con delirios de grandeza, ¿Qué estas pretendiendo? ¡Por mucho que cargues cualquier hechizo contra mí, no será suficiente!
Kalameet, aunque furioso, vaciló por primera vez. La energía que comenzó a acumularse en la mano de Kazuma era diferente a cualquier cosa que hubiera visto.
-¡Escucha, pedazo de idiota! ¡¿Realmente vas a desatar un poder que lo destruirá todo solo por tu patética victoria?! -Kalameet rugió, ahora sonando con aparente pánico-. ¡No vale la pena! ¡Nada sobrevivirá, ni tú ni este lugar! ¡¿Te atreverías a hacer tal estupidez?!
Kazuma no respondió. No se molestó en mirarlo, simplemente sonrió mientras la energía chisporroteaba entre sus dedos.
-¡Detente! ¡Es una locura! ¡Te destruirás a ti mismo también! -Kalameet gritaba ahora, su orgullo se quebró de un momento a otro, la desesperación se sumió en cada palabra-. ¡Esto no tiene sentido! ¡NO LO HAGAS!
-Kame... Kame... Kame...
Pum*
Lo que salió de su mano fue...
Confeti.
Esta cayó suavemente sobre la cabeza del dragón. Este último, atónito, se quedó inmóvil, paralizado por la incredulidad.
La furia y el miedo que había sentido segundos atrás.... Fueron reemplazados por la sensación de humillación.
-Caíste. -Dijo Kazuma señalándolo con sus dedos.
[-¡Ni si quiera yo me la creí cuando dije que iba a explotar todo! Pfff, ¡se la tragaron entera!]
(-Apenas Te conozco y ya te odio.-Murmuró Regina.)
GROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOARRRRR!
La incredulidad de Kalameet se transformó en una furia ciega. El dragón abrió su boca para desatar su aliento de la calamidad, pero antes de que pudiera hacerlo...
Trskk!
Rayos carmesís se apoderaron del dragón, para segundos después. Quedar paralizado como una estatua.
-¡¡Q...q...que me hicis...!!
-Ya probé lo que quería hacer, así que he terminado de jugar.
Chask*
-¡¡!!
El cuerpo del dragón se tensó, fue como si sus músculos y huesos se hubiesen sumergido en una piscina de lodo, ralentizando sus movimientos y sus sentidos.
-C...controla...ste mis... mis...
-Se supone que eres un "dios", ¿no? -Kazuma se burló-. ¿Cómo es que dejas estas cosas a la vista de cualquiera? No debería ser tan fácil controlarte.
[-Así que llegué a la conclusión de que estamos ante... Un bicho mega mamado.]
Impotencia, era lo único que podía sentir el dragón ahora, Los hilos espirituales que conectaban su alma y su cuerpo estaban siendo doblados, retorcidos y doblegados como si fueran sogas viejas.
-¡M-ma...ldita sea...! -gruñó Kalameet.- ¿Cómo es que... tú...? ¡Una mosca!
-Vamos, no te hagas el difícil. Si hasta parece que estás acostumbrado a que te controlen... Oh, qué sumiso saliste. -Kazuma movió sus dedos, y los hilos espirituales de Kalameet se tensaron aún más, provocando que el dragón se retorciera de dolor.
Humillado, luchó con todas sus fuerzas. Su cuerpo tembló mientras intentaba liberarse del control al que fue sometido.
Su cuerpo, traicionando su propia voluntad, comenzó a moverse lentamente, siendo arrastrado hacia Kazuma.
Un paso era un esfuerzo titánico, otro paso era humillación para el orgulloso dragón, pero no podía detenerse.
Al final, su inmensa figura quedó justo frente al castaño.
-¿¡Qué estás haciendo!? ¡Detén esto ahora mismo, maldito insecto! -Gritó buscando usar su aliento.
Pero con un gesto de su dedo índice, la mandíbula de Kalameet fue cerrada en el acto.
*Brillar*
A una distancia prudente, el cuerpo de Regina se materializó, observando la escena con atención. Por primera vez, no apartó la mirada de Kazuma.
-Solo un programa auxiliar... -murmuró para sí misma, notando el dominio que Kazuma tenía sobre Kalameet-. ¿Y ya tiene tal control sobre algo tan vasto...?
Con sorprendente facilidad, Kalameet perdió la fuerza en sus extremidades. Estaba tan débil que ni siquiera podía sostener su cabeza.
Incluso un bebé puede mantener la cabeza en alto, ¿cómo era que un dragón ancestral como él no podía hacer lo mismo?
Al observar la figura de ese bicho, ese insecto con ojos y rayos rojos chisporroteando a sus alrededores su respiración se volvió violentamente pesada.
Blap*
-¿Cómo... cómo te atreves...? -gruñó.
Ahora, solo sintió que una bota se recostaba en su hocico como si nada, mientras esa sonrisa espantosa, los labios de ese bicho, ese ser inferior, se curvaban como las de un payaso.
-Es solo un simple pedido, pero depende de ti si quieres que todo fluya bien para ti.
Quiso responder ante las palabras de este sujeto, pero, aunque quisiese embozar palabras, sintió como se le atoraban en su gran laringe.
***
-¡Malnacido! ¡Terco retardado! ¿Cómo se te ocurre hacerme trabajar de este modo?! ¡Soy una diosa, no una herramienta! -gritó Regina a su lado, claramente exasperada.
Kazuma, por su parte, ignoraba las quejas de Regina mientras rebuscaba entre los tesoros esparcidos por la caverna. Arrojaba objetos pesados a un lado con indiferencia.
-No es como si realmente quisiera volar el sistema solar donde vivo... -comentó con despreocupación, sin siquiera mirar a Regina-. Todavía no tengo la habilidad para hacerlo.
-¿T-t-todavía? -Regina se quedó mirando a Kazuma, claramente horrorizada ante la idea.
En ese momento, una voz profunda y llena de furia resonó desde atrás.
-¡¡¿Puedes dejar de hurgar entre mis cosas?!! ¡No es suficiente con que me controles y me humilles, sino que tienes el descaro de tocar mis tesoros! -rugió Kalameet, con su orgullo herido goteando en cada palabra.
Regina se apartó un poco más, lanzando una mirada cautelosa hacia el dragón, y luego volvió su atención a Kazuma.
-Oye... ¿No vas a hacer algo con... ya sabes, él? -dijo Regina, señalando al enorme dragón que los observaba desde atrás con furia.
Kazuma ni siquiera levantó la vista, seguía hurgando entre los objetos.
-Hmm... Estoy recolectando primero los metales. Aparte del oro, veo algunas reliquias divinas, pero... -se detuvo un momento para examinar una pieza más de cerca-. Para mí no tienen mucho valor.
Regina suspiró, viendo que la situación con Kalameet estaba lejos de resolverse, y trató de explicarse.
-Kalameet es un ser sin restricciones celestiales, es un peligro para la existencia misma de este planeta. A diferencia de nosotros los dioses, él es un ser que no se rige de dichas normas. -murmuró, más para sí misma que para Kazuma.
-Sí, sí, lo que digas. -respondió Kazuma distraídamente mientras seguía arrojando cosas a un lado.
Regina observaba a Kazuma con incredulidad, mientras Kalameet gruñía detrás de ellos, sin poder hacer nada más que ver cómo su orgullo y sus tesoros eran pisoteados.
'Quisiera decir que fue un vende humos... Pero el desgraciado mató al Jatice de mi tiempo.' pensó Kazuma en silencio, mientras continuaba rebuscando.
-Aparte de los materiales, ¿Lo que haremos es una especie de ritual o qué? -Preguntó Kazuma, viendo como Regina arrastraba un martillo de guerra hacia una pila de armas sagradas.
-¡Urh..!
Blam*
Cuando finalmente dejó caer el arma, esta se limpió el sudor y explicó.
-...¿Rituales? ¿Tu cerebro se quedó en el medievo o qué? -bufó ella-. Lo que necesitamos es una estructura compleja, no tonterías arcaicas. Por eso te dije que necesitamos personal, unos que recolecten los materiales y otros que se encarguen de la fabricación. Yo podría hacer los planos, por supuesto, pero...
-¿Por qué me estas mirando, mono deficiente? -Preguntó Kalameet hacia Kazuma.
Antes de que pudiera terminar, se dio cuenta de que Kazuma no estaba prestando atención. El castaño había dejado de escucharla en algún punto y se había plantado frente a Kalameet.
-Esa apariencia tuya me molesta, transfórmate en humano, apresúrate. -Ordenó Kazuma.
El dragón, evidentemente ofendido, se retorció bajo el control de Kazuma, resistiendo la orden.
-¿Qué...? ¡No hay manera de que me rebaje a algo tan patético! -rugió Kalameet, sus ojos se estrecharon con desprecio-. Mátame de una vez, si eso es lo que viniste a hacer. Pero no me humillaré tomando una forma tan débil.
Kazuma sin dejar de mirarlo con aburrimiento, siguió insistiendo.
-Te dije que lo hagas.
-¡Nghh!
Kalameet rugió de nuevo, su cuerpo tembló mientras trataba de resistir el tirón invisible que ejercía sobre él.
-¡No voy a ceder a tus órdenes, miserable gusano! ¡No seré rebajado a una de tus formas inferiores! -gritó, con desprecio en su tono.
Pero mientras Kalameet gritaba, Kazuma simplemente esperó, pacientemente.
Regina por el contrario, observó con curiosidad al ver la batalla interna que libraba el dragón.
-Si estuviese bendito por una deidad de rango superior, te seria complicado darle órdenes... A parte de lidiar con su voluntad. -Comentó ella.
Kazuma no quiso inferir sobre el tema y de forma casual, siguió apretando los hilos.
-Hazlo. -repitió Kazuma.
El dragón, sintiendo cómo los hilos espirituales lo jalaban desde dentro, gruñó con desesperación. No podía deshacerse del control de Kazuma, y, a regañadientes, finalmente cedió.
-¡Urrhhh... ya, ya lo haré! -espetó con furia contenida.
Poof
Una densa pantalla de humo envolvió el área, levantando algo de polvo del suelo. La atmósfera tembló mientras una silueta se formaba dentro de la humareda.
Tap, tap, tap.
Como si unas cortinas invisibles se abrieran lentamente, una figura se manifestó, rodeada de una densa aura.
Alrededor de él, sombras oscuras parecían tomar forma, asemejándose a alas de murciélago que le daban una apariencia completamente inhumana.
-¡Coff! ¡Coff! -Kalameet agitó una mano escamosa para despejar el humo con frustración.-. Maldita sea... No te atrevas a disfrutar esto, insecto.
Creditos a VictorVaugghn
Kazuma se quedó mirándolo por un segundo... Hasta que no pudo contenerse más.
-¡JAAJAJAJAJAJAAJAJA! -Kazuma estalló en carcajadas mientras se sujetaba el estómago.
Lo que tenía delante no era la imponente figura de un dragón ancestral que podía destruir el mundo.
No. Lo que ahora veía ante sí era la forma humana de Kalameet ... o al menos, una versión bastante irónica de lo que esperaba.
Ya no tenía una voz profunda que imponía respeto, en cambio su voz se asemejaba a un infante.
Literalmente, su apariencia y voz era la de un chico de 14 años.
Su cabello dorado caía desordenadamente sobre su frente, donde una pequeña gema brillaba, junto a dos cuernos prominentes.
-Tch, no entiendes nada, ¿verdad? Los humanos siempre subestiman lo que no parece amenazante. Esta apariencia es una ventaja, me permite confundirte, hacer que bajes la guardia. Luego, cuando te sientas seguro... te mataré.
Kalameet agitó su capa blanca, juzgando a Kazuma con la mirada.
Aparte, el resto de su indumentaria tenían detalles rojos y negros, que parecía buscar los rasgos de la nobleza.
Kazuma apenas podía respirar entre las carcajadas.
-¿En serio? ¡Pftt, jajajaja! -se atragantó mientras intentaba hablar entre risas-. Amigo, me habrías convencido si hubieras sido una loli dragón o una mujer madura con curvas peligrosas... ¡Pero eres un mocoso, jajajaja!
-¡Humano estúpido, literalmente mi vida transciende milenios de tu miserable existencia! ¿Por qué te burlas de mi ropa? ¡Eh, deja mi capa! ¡Esto son lo último en la moda!
-La moda de hace milenios... -Respondió Regina en el fondo.
Kazuma apenas le prestaba atención a los chillidos indignados del dragón adolescente. Simplemente sonrió de manera siniestra mientras caminaba hacia él, con las manos en los bolsillos.
-Dame tu cola. -Ordenó Kazuma.
-¡¡Pfftt!! -Regina, quien observaba la escena mientras tomaba una taza de té, escupió el líquido con fuerza ante las palabras de Kazuma.
Kalameet dio un salto hacia atrás, abrazando su cola de reptil con pánico en su rostro.
-¡¿Qué demonios?! -gritó-. ¡Maldito depravado! ¿No te basta con controlarme? ¿¡Ahora también quieres ultrajarme!?
-Oh... así que el poder del quinto pétalo recayó en un pervertido. -comentó mientras limpiaba las gotas de té que había escupido-. En efecto, el universo está condenado.
Al ver que había elegido mal sus palabras, apresuradamente negó con las manos.
-No, no, no. Eres una lagartija, ¿verdad? Si pierdes tú cola entonces te vuelve a crecer.
-¡¿Te atreves a compararme con una lagartija?! -rugió Kalameet, mostrando los colmillos.
-Ci.
Excepto por el silencio incomodo, lo siguiente que se vio fue a Kalameet escalando una colina de tesoros, tratando de distanciarse de Kazuma.
-¡Aléjate, mi cola es un símbolo de mi poder, criatura despreciable! -gritó Kalameet, desde la cima.-. ¡Solo los cobardes huirían de una batalla y perderían su cola como una miserable lagartija!
*Suspiro*
Kazuma suspiró en respuesta, viendo el arrebato dramático del "gran dragón".
'Si algún día tengo el poder comparable a una deidad... Espero no perderme entre la vanidad y lo mucho texto que pueden ser estos idiotas.'
-Lo que digas me importa poco... -Kazuma hizo girar un dedo en el aire.-. Aunque, déjame adivinar... no es solo que tu cola sea "majestuosa", ¿verdad? Apuesto a que tienes otro pequeño secretito.
Hizo un leve movimiento con los dedos, tirando de los hilos espirituales que aún conectaban a Kalameet con su voluntad.
-¡N-no te atrevas a...! -empezó a balbucear, pero sus labios se movían por sí solos-. Yo... yo me alimento absorbiendo maná del medio... ¡Maldita cucaracha, me obligaste a confesarlo!
-Ah... Con que eso era, ¿eh?
Pup*
En menos de un instante, Kazuma redujo distancias con el chico, quien trató inútilmente de huir, pero fue agarrado por el hombro.
-Eso me da una idea interesante. Si puedo controlarte, también puedo... digamos, anular esa capacidad, ¿verdad?
Kalameet dio un brinco, sus ojos se abrieron como platos mientras lo que Kazuma insinuaba empezaba a hundirse en su mente.
-¡¿Qué... qué quieres decir con eso?! -demandó, aunque la inseguridad en su voz lo traicionaba-. ¡No puedes hacer eso! ¡Necesito el maná para sobrevivir!
-Si no te comportas, lo haré. -Kazuma dio un paso adelante, jugando con los hilos que controlaban al dragón-. Si intentas escapar, no importa a qué parte del planeta vayas. Te encontraré. Y te dejaré sin acceso al maná, haciéndote morir de hambre lentamente... Serias técnicamente como una lagartija seca.
-¡No!
En es momento, sintió la mirada ensombrecida de Kazuma.
-O peor aún... Te quitaré lo que te hace macho.
Una expresión que solo podían poner los humanos se presentó en el rostro de Kalameet, su cara ahora estaba más pálida por el miedo.
-Todo depende de ti, solo es un módico precio que deberás pagarme... -Los iris del muchacho oscilaron entre rojo y verde.-. ¿Qué vas a hacer, Kalat-chan?
-¡Hk...!
El dragón no pudo más que morderse el labio.
Por primera vez en milenios, se había encontrado con algo más aterrador que su propia destrucción, y eso era...
La idea de quedar completamente indefenso.
***
En las afueras de la mazmorra, en las lejanías donde el prado y el desierto tenían sus fronteras...
Kazuma observaba la cola cortada de Kalameet, aún tibia sobre la mesa improvisada. La textura de las escamas era resistente.
-... Tiene casi todas las inmunidades -murmuró Regina, inclinándose sobre la mesa para examinarla más de cerca-. Incluso separada de su cuerpo, sigue absorbiendo una pequeña cantidad de maná del entorno.
-¿Por qué hay una espada clavada? -Preguntó Kazuma.
Regina alzó sus hombros mientras tocaba el filo de la hoja.
-Es de atributo sagrado. Seguramente intentaron cazarlo con esto, aunque no les fue muy bien, ¿eh?
Kazuma alzó los hombros con indiferencia.
-El resultado está aquí, así que no me quejo. -Pasó un dedo por la superficie escamosa, notando la dureza-. Esto debería bastar para empezar. Solo hay que cortar las secciones adecuadas, ¿no?
-Correcto. -Regina asintió con frialdad-. Pero antes de que te emociones demasiado, necesitamos más materiales. No todo puede ser hecho solo con la cola de un dragón arrogante.
Kalameet, quien estaba acurrucado en una esquina, soltó un gruñido bajo.
-Váyanse a la mierda -espetó con voz quebrada, abrazándose las rodillas como si intentara proteger lo poco de dignidad que le quedaba.
Regina siguió midiendo la cola del deprimido dragón y explicó:
-Si reemplazas tu piel con esto, te volverías casi inmune a los ataques convencionales. Y si seguimos usando el material en más áreas, podríamos amplificar tu capacidad de regeneración.
[-... Por alguna razón me imaginé tener escamas en mi trasero.]
'Estoy enfermo.' Pensó para sus adentros.
Kazuma frunció el ceño, reflexionando sobre las posibilidades.
-No tendría que volver a usar toque drenador.
Regina asintió antes la respuesta de Kazuma.
-Tu cuerpo podría autoabastecerse de maná. Serías prácticamente autosuficiente. Y esto -dijo, señalando la cola- puede servir como el componente principal de la nueva piel que vamos a crear.
-Pero hay un contratiempo, ¿Verdad? -Preguntó Kazuma.
Regina frunció el ceño en respuesta, claramente escéptica.
-Pues veras... Es imposible conseguir gente con tanto conocimiento y que esté dispuesta a trabajar en algo así.
Kazuma, sin perder la calma, levantó una mano señalando despreocupadamente hacia el dragón acurrucado en una esquina.
-Él puede hipnotizar.
Kalameet, quien hasta ese momento había permanecido en silencio con un aire derrotado, levantó la cabeza bruscamente.
-¿Qué carajos? ¡Nunca me rebajaría a manipular mentes humanas para ayudar en este proyecto tan absurdo! -gruñó.
-Lo harás si quieres seguir absorbiendo maná, lagartija. Ya sabes lo que te puede pasar si te "apago". -Kazuma le sonrió de manera gélida, clavando sus ojos en el dragón. - Además, como pago tendrías algo de mi energía.
Kalameet torció su gesto.
-¿Tu energía? -escupió, con su orgullo de criatura mítica más herido que nunca-. ¡Ja! Si entras en contacto conmigo, el que terminaría seco serías tú.
Sin perder la compostura, Kazuma dio un paso hacia él.
-¿Quieres probarme?
-¡Oigan! Si van a empezar con sus homosexualidades, no podremos empezar. -Regañó Regina.
Kazuma no se inmutó ante el comentario, extendió su mano hacia Kalameet, y activó el modo pasivo del programa Mimo.
Trskk!
Una ligera corriente de energía azul comenzó a fluir desde Kazuma hacia el chico dragón, de forma lenta pero constante.
En un principio, Kalameet no mostró reacción alguna. Pero en cuestión de segundos, sus ojos se abrieron de par en par.
-¿Q-qué demonios...? -murmuró Kalameet.
El maná de este sujeto, no parecía tener fin, y lo que era aún más impactante, sentía que no estaba drenando a Kazuma como lo hacía normalmente con otras fuentes de poder.
-¿Q...que eres tú...?
En respuesta ante la reacción del chico dragón, Kazuma sonrió con superioridad.
-Yo soy lo que soy, y tú eres mi perra. Y puedo seguir así toda la noche. ¿O prefieres seguir chillando?
La idea de estar al servicio de un humano era humillante, pero la promesa de energía constante, algo que su cuerpo anhelaba casi tanto como su libertad, hizo que el dragón se debatiera entre su orgullo y su necesidad.
Por no mencionar que sí no aceptaba, este sujeto tenía la capacidad de poner en peligro su castidad.
-Tch... Solo por la energía... Si se presenta la oportunidad, créeme que te devoraré.
-Ah, si, si. Si percibo un mínimo sentimiento de traición, te obligaré a que mastiques mierda por una semana.
-¡! Mierda... -Kalameet finalmente apartó la mirada, derrotado.
Regina se apoyó en la mesa, inclinándose hacia Kazuma.
-Por cierto, ¿No crees que gente impertinente venga a molestar? Estuvimos armando un escandalo allá abajo con el tema de la pelea y todo, dudo mucho que no sospechen.
Pero Kazuma no pareció escucharla. Sacó su teléfono, buscando algo, y lo que encontró le provocó una reacción involuntaria.
En la pantalla, varios nombres y notificaciones parpadeaban, y de repente, sintió un sudor frío en la nuca.
[Mi Nukemin <3 (Megumin): 25 llamadas perdidas. 50 mensajes.]
[Saco de Dinero con Armadura (Darkness): 19 llamadas perdidas. 32 mensajes.]
[Aqua: 1 llamada perdida. 0 mensajes.]
Kazuma, soltando un suspiro pesado, guardó su celular tras ver la avalancha de mensajes y levantó la mirada hacia Regina, con una expresión resignada.
-Pueden hacer cualquier investigación, no me importa en lo absoluto... Mañana pensaremos en el siguiente paso. -dijo mientras comenzaba a caminar hacia el prado abierto.
Regina, con los brazos cruzados, lo siguió con una mirada curiosa, pero sin decir nada.
Acurrucado y claramente confundido por la situación, Kalameet finalmente se dio cuenta de lo que estaba sucediendo.
-¿Eh? ¿Ah? ¡Oye, tú, gusano con piernas!
Kazuma se detuvo de golpe ante el llamado del dragón, pero no se molestó en girarse para mirarlo. Simplemente levantó una mano como si estuviera despidiéndose.
-Ah, sí... En cuanto a ti, busca un lugar para armar la máquina. No sé, destruye una colina o aplasta una cordillera, me da igual. Solo procura no llamar mucho la atención, ¿ok?
-¡¿Hk...?! -Kalameet casi se atraganta con su propio aliento-. ¡Me quitaste mi hogar, me cortaste la cola y ahora me pides que busque madriguera! ¡Y ni siquiera me has dicho tu maldito nombre, escoria con delirio de grandeza!
Kazuma sonrió de medio lado, disfrutando del pequeño momento de superioridad.
-Ah... Eso.
Finalmente, con una sonrisa tranquila, dijo:
-Soy Kazuma. Kazuma Satou, el quinto pétalo.
*Brillo*
Regina, notando el momento adecuado, volvió a deslizarse hacia los guantes que había dejado temporalmente.
-Tch, típico. -murmuró el dragón entre dientes.
Kazuma, sin molestarse en explicar nada más, levantó una mano y, en un parpadeo, desapareció en una ráfaga de luz.
Ahora completamente solo, Kalameet pateó una roca cercana buscando desquitarse de este malestar.
-Kazuma Satou... Kazuma Satou... Satou... Satou... Satou... -repitió el dragón, masticando el nombre como si intentara descifrar un acertijo.
De repente se detuvo de golpe.
-Bah~ Que nombre tan ridículo.
El dragón soltó un resoplido irritado y, con un gruñido frustrado, empezó a planear dónde demonios iba a construir su nueva "madriguera".
***
Estoy sorprendido.
Honestamente pensaba que la casa de Megumin seguiría siendo la misma de siempre...
[-Demonios, necesito hacer algo con este lado clasista mío.]
Pero ahora que lo pienso mejor, no puedo ignorar el hecho de que el Kazuma Satou de esta línea de tiempo probablemente le enviaba dinero a su familia.
Mientras el sol comenzaba a salir, me colé discretamente hasta la entrada de la casa. Y, estando ya frente a la puerta, me perdí en mis pensamientos, ignorando los pequeños detalles a mi alrededor.
(-Aún con las modificaciones, no podrás ganar en un uno contra uno contra el cuarto programa... ¿Estás seguro de querer seguir?)
La voz de Regina resonó en mi cabeza, amplificando ese molesto sentimiento de duda.
... No se trata de si debo superarlo o no.
[-Solo necesito aumentar mis probabilidades, abrir una ventana de oportunidad para vencerlo.]
Sé que, incluso con mi programa activo, hay una diferencia abismal entre Okabe y yo.
[-Ni siquiera sé si puedo ganarle.]
Pero... ¿Puedo aceptar ese destino? ¿Puedo aceptar esa conclusión para mi historia?
Apoyé mi cabeza contra el marco de la puerta y usé "Anular" para ignorar cualquier barrera mágica o física que protegiera la casa. En cuestión de segundos, ya estaba dentro, moviéndome por la sala como si nada.
-¿Una televisión de pantalla ancha?
La vista me hizo sentir una ligera nostalgia. Mamá y papá tenían una así en el garaje... Y los acabados de esta casa me hicieron pensar en Japón. Aunque fuera algo vago.
-¿Dónde estabas?
Me congelé al instante.
Me volteé lentamente y vi a Megumin sentada en lo que parecía ser un tatami.
Mierda... Ya me había acostumbrado a que todas estuvieran dormidas cuando me escabullía con Artemisa.
[-Olvidé que aquí las cosas son diferentes.]
-Fui a la cafetería de Nerimaki y no te vi... También pasé por el instituto, pero tampoco estabas allí -dijo Megumin, poniéndose de pie y mirándome con los brazos cruzados.
-Eh... Oye, me ofende un poco que me definas por los lugares donde hay chicas lindas...
[-No, de hecho, tiene bastante razón.]
Megumin me miraba con una mezcla de decepción y enojo. Había dejado a Chomusuke y Zell a su suerte, y partí sin decir ni una palabra. Carajo... ¿Las chicas siempre fueron tan detallistas?
(-Mamaste, jaaja.)
[-¡Deja de disfrutar mi miseria!]
-¿Sabes que hubo un robo en el museo hace poco? ¡Los policías y los militares estaban como locos!
No hay vuelta atrás. No puedo dejar cabos sueltos.
Justo cuando me preparaba para borrarle la memoria, Megumin me tomó completamente por sorpresa.
-¡!
Me dio un abrazo. De la nada.
-¡No vuelvas a irte así sin decir nada! ¡Estaba preocupada! No contestaste mis llamadas, ni mis mensajes. ¡Incluso pensé que íbamos a tener que ponerte una orden de búsqueda!
-Eh... Solo estaba...
-¡Eres una cosita frágil que con el mínimo golpe podría morirse de inmediato!
-Espera, espera... -Traté de calmarla, pues sus ojos estaban llorosos.
No es mi culpa que las desgracias me sigan. Yo solo trato de fluir con ellas...
(-... Acabas de arruinar un momento romántico.)
[-Ve acostumbrándote.]
Ella siguió abrazándome sin dejarme ir.
-Yo no quiero tener que preocuparme todo el tiempo, ¿entiendes? Eres un tonto. -Dijo sin aflojar el agarre. - . Si algo te pasa, ¿quién crees que va a venir a rescatarte?
-...¡!
Sus palabras flotaban en el aire, pero yo apenas las procesaba.
Mi vista se quedó fija en un punto perdido de la habitación, mientras el peso de la realidad me golpeaba de nuevo.
Megumin...
Este no es mi lugar.
No soy la persona a quien amas.
Solo estoy ocupando su espacio... robando su vida.
El abrazo cálido de Megumin, sus preocupaciones, todo eso... era para él, no para mí.
Pero no dije nada. Solo me quedé ahí, quieto, sintiendo el abrazo como una especie de memorando de la persona que nunca volvería.
Sentí que ella pasó su suave mano por mi rostro, acariciando mi mejilla.
-Te ves bastante cansado... -Dijo Megumin sin dejar de mirarme.-. ¿Quieres acostarte un rato?
Por un momento, consideré mentirle, darle la respuesta que ella esperaba. Pero las palabras simplemente no salieron.
Me quedé en silencio, mirando la nada.
-No he dormido lo suficiente... -Contesté.
Ella me sonrió, y como si me guiara tomó mi mano.
-Luego te regañaré, por ahora... Debes dormir, más tarde me acompañaras para resolver el tema con Komekko, ¿Vale?
-... Si. -asentí, casi por inercia.
Mientras su delicada figura me conducía por los amplios pasillos de la casa sin hacer ningún ruido, pensé...
En mi mundo, no merezco llamarme tu amigo... Eres alguien que se preocupa por sus amistades sin importar qué.
Soy un asco de persona, y aún así. No comprendo como es que llegaste a enamorarte de mi.
A veces pienso qué merezco todo lo malo que me sucede.
... La verdad, después de todo esto, no siento ningún apego por ustedes.
Ni contigo, ni Darkness, ni Aqua. Ni siquiera por la Eris o la Artemisa de esta vida.
Kalameet y Regina son solo herramientas que usaré para llegar a un fin, y ese fin es volver a casa.
Y cuando lo haga... Espero que el Kazuma que estuvo aquí, de alguna manera, encuentre la forma de arreglar las cosas con ustedes.
No será nada.
No perderé demasiado, sólo a mí mismo.
Siempre hay cosas que son más importantes que otras...
Porque yo no soy más que un intruso.
Soy una falla que se niega a arreglarse.
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