Capitulo 2 (III: Acompañante a Haimdell)
XXX
Los pájaros cantaban y el sol ya se acercaba a su punto más alto cuando llegué a la única tienda de implementos del pueblo.
En una calle secundaria, donde los niños jugaban y los borrachos buscaban sombra.
*¡Tin-ton!*
- ¡Sea bienvenido! ¿en que puedo ayudarlo? - me saludó alegremente la tendera que ordenaba sus productos en los estantes.
- Buenas tardes, estoy buscando una poción que anule mi olor -pregunté acercándome a uno de los estantes para observar los brebajes.
- Déjeme buscarlo eh...
- Kazuma, Kazuma Satou.
- Un gusto Kazuma, en un momento traigo tu pedido.
Así la mujer entró por una puerta que la llevó a su trastienda. mientras tanto revise las estanterías, algunas eran objetos mágicos; otros, artículos de campamento como piezas de pedernal, carpas y cajas etiquetadas como *aleja monstruos*.
- ¡Aah! -el grito de la tendera sonó de improviso.
*¡crag! ¡pum! ¡tin! ¡trash!*
Y a eso se sumó un gran destrozo por parte del que supongo es un almacén. Corrí hacia adentro encontrándome con una situación muy atípica: la tendera echada en el suelo con pociones y otras herramientas rotas regadas por el piso, sumado a algunas cajas completamente astilladas por el castigo que recibieron del peso de la mujer. Esta tenia la falda cortada por los cristales y se podía ver uno de sus grandes muslos.
Por la vista quede pasmado y algo avergonzado, nunca había visto tanto de una mujer. Al pasar un momento recobré conciencia y fui a asistir a la accidentada que parecía encontrarse inconsciente. Revisé en busca de heridas y solo encontré un gran chichón en su cabeza.
Con delicadeza intente levantarla, aunque me costaba ponerla en mis hombros o en brazos.
"¿Por qué pesa tanto? ¿Serán sus pechos?" mi pensamiento surgió al mirar su sobresaliente figura.
Buscando una forma de llevarla la puse encima de una bolsa de papas y jalé de ella hacia adentro, luego la tomé de los brazos y la senté en una banca tras el mostrador.
— Buenos días, Wiz!
Un hombre mayor saludo al entrar. Era calvo y tenía una blanca barba, además de llevar un bastón verde para apoyarse en él.
— ¿Eh?
¿Quién eres tú?
Al reconocer mi presencia se dirigió a mí. Mi cuerpo se tensó "¿que debería decirle?".
— Responde!
— Soy Kazuma, señor! Cuido la tienda mientras... Wiz–San se encuentra fuera.
El hombre arrugó los ojos meditando mí respuesta. Tras un segundo de análisis sonrió.
— Conque Wiz tiene un ayudante, eso es nuevo. Prosiguió el viejo, acercándose.- Bien, dame uno de los tónicos para la espalda de siempre por favor.
"Estoy jodido."
— Ah... Si, claro.
Apresuradamento busque en el cajón de la tienda para buscar algún inventario donde encontrar lo que me pedía.
"Veamos... lentillas... etiquetas... crayones... ¿una carta?... Aquí no hay nada relacionado a los productos".
— Oiga, joven ¿que tanto hace allí parado? Los tónicos están allí arriba.
Algo fastidiado el abuelo señaló hacia los frascos de una repisa superior.
— S- si, los bajo ahora mismo.
Tome uno de los frascos y leí su costo.
— Serían 2200 eris señor.
— ¿Tanto? Pero la semana pasada estaban a 1100. Esto es un robo.
Agitó su bastón mostrando molestias.
— ¿Que puedo decirle? Las cosas suben.
El anciano, sin alternativa sacó las monedas y me las dio.
Luego salio de la tienda gruñendo entre dientes.
"Que viejo más raro".
Me encogí de hombros. Los ancianos siempre son así.
Tras la experiencia recordé a la tendera y fui a fijarme su estado.
—zzz... zzz...
Y note que estaba dormida.
"Tal vez ha estado muy cansada."
Sin más remedio que esperar a que despertará cuide de la tienda un poco de tiempo más.
Algunos pocas personas vinieron y los atendí lomejor que pude.
— Gracias por su visita!
— Gracias a ti.
La clienta salio con el sonido de la puerta chirriante abriéndose.
Mire el reloj en la pared.
"Seis en punto. Parece que estába muy cansada."
—Haah... ¿Qué pasó?
"Hablando de Roma."
Wiz mufó con sueño y se levantó beuscamente.
—Ay! Es cierto. – recordando su propia caída por su brinco sobó su cintura adolorida.– me caí buscando una poción, pero eso no explica como llegue al asiento.
Su rostro resolutivo se nubló.
— Yo te senté ahí. No despertabas así que espere un poco. –señale el dinero en el mostrador.– Fueron las ventas de hasta ahora.
Su rostro se sorprendió y caminó hacia mí. Luego miró a la ventana, notando el ámbar del cielo atardecido.
— Lo siento por los inconvenientes, solo buscabas una poción y terminé tomando todo tu día.
Su rostro se hundió en una venía, probablemente apenada.
— Descuida, era lo menos que podía hacer en tal situación, Wiz-San.
Una sonrisa amable la confortó.
— En ese caso, déjame darte la poción gratis por tu esfuerzo. Esperame un segundo.
"Que bien!"
Su ánimo decayó al regreso.
— Lamentablemente, no podré regresarte el favor. La poción que buscabas se perdió justo con las otras que se rompieron.
— N- no hay problema. Intentaré encontrar algo en el pueblo cercano a mi misión.
Siento innecesario estar más en la tienda y escuchando los lamentos de Wiz al despedirme, partí al local de carretas para llevarme a Haimdell.
Alquilé un carruaje grupal y esperé a otros pasajeros.
Tras media hora de espera, el conductor inició la marcha apenas conmigo.
"Será un viaje largo."
— Espere!
Cambie de parecer al ver a una boluptuosa conocida correr y subirse abruptamente en el vehículo.
— Ah... Logré llegar.
—Que casualidad, Wiz.
Salude cuando se sentó.
— Oh, tu también vas a Haimdell.
— Así es ¿Y tu por que vas?
— Voy a comprar más pociones a Haimdell. Conozco un alquimista amigo que me vende las pociones que hace.
Esta es una buena compañía. Tal vez este viaje no sea tan malo.
...
Gracias por leer.
XXX
En axel el cielo se cubrió de un azul muy lindo y sin nubes. La mayoría descansaba para levantarse temprano. Se podía ver a un padre contarle a sus niños historias para dormir.
— ... y así el bibliotecario salvo a la princesa de Grxtein de las garras del feroz dragón blanco.
—gracias por las historia papa, te quiero.
El momento era hermoso.
— ¡¡Maldito mocoso!!
Pero como nada en esta vida no podía ser perfecto, el hambiente se rompió por los gritos de un viejo barbudo que gritaba adolorido.
— Callese viejo estamos intentando dormir.
Uno de sus vecinos salió por la ventana e intento callarlo.
— ¡¿Por qué no intentas satisfacer a tu mujer en la cama antes de molestarme?!
... más el viejo sabe como defenderse de los metiches.
— Abuelo, no diga eso. Mis hijos tratan de dormir.
El padre de familia intento mediar la discusión.
— ¡Maldito hijo de p*ta. Me dio viagra para los estirones de espalda. Lo matare!
Y así nadie más intento callar al viejo adolorido.
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